/ viernes 6 de agosto de 2021

Somos

Esto somos, personas ordinarias, que aspiran a vivir una vida digna en un contexto económico que en sí ya es difícil para un pequeño poblado del norte de México; hombres, mujeres, niños, niñas, adolescentes, a quienes resulta casi imposible superar un escenario en el que la violencia se apodera de los negocios, del gobierno, de los cuerpos de seguridad; y el orden se convierte en caos; donde las vidas son sólo medios para el negocio criminal.

Los que antes eran jóvenes en busca de una oportunidad en el corto horizonte del pueblo; o las mujeres y hombres que a costa de ventas callejeras sacaban adelante a sus familias, hombres de negocios honorables, son ahora improvisados sicarios, halcones, torturadores o negocios cercados por el narco. Nada es como debería ser: un gobierno inexistente y policías coptados por el crimen dejaron a los pobladores de Allende con una sola forma de vida posible: la sobrevivencia.

Las fotografías que mejor retrata la serie Somos, basada en la investigación periodística “Anatomía de una masacre” de Ginger Thompson, de Pro Pública, co publicada con National Geographic, son las de las vidas humanas perdidas, de forma violenta, en los días de la llamada masacre de Allende, Coahuila, ocurrida del 18 al 20 de marzo de 2021 y que se atribuye, en el reportaje, a un ataque de sicarios del Cartel de los Zetas.

Thompson revela, en su investigación disponible en la página de Pro Pública, que “lo que pasó en Allende no se originó en México. Comenzó en Estados Unidos, cuando la Administración para el Control de Drogas (DEA) logró un triunfo inesperado".

"Un agente persuadió a un importante miembro de los Zetas para que le entregara los números de identificación rastreables de los teléfonos celulares que pertenecían a dos de los capos más buscados del cartel (...) entonces la DEA se la jugó y compartió la información con la policía mexicana que, por mucho tiempo, ha tenido problemas con filtraciones de información (....)”

De tal suerte que la información llegó a oídos de los narcotraficantes y “planearon vengarse de los presuntos delatores (que vivían en Allende), de sus familias y de cualquiera que tuviera vínculo remoto con ellos”.

“Mientras caía la tarde del viernes 18 de marzo de 2011, hordas de sicarios del cártel de los Zetas empezaron a entrar en Allende”, relata Thompson.

Lo que siguió es la trágica historia que se recoge en la miniserie, que construye personajes basados en los testimonios que Thompson logró obtener años después, de manera directa, de sobrevivientes de la masacre en donde perdieron la vida, extraoficialmente, cientos de personas, muchas de las cuales no tenían nada que ver con el narcotráfico.

Esto somos, personas ordinarias, que aspiran a vivir una vida digna en un contexto económico que en sí ya es difícil para un pequeño poblado del norte de México; hombres, mujeres, niños, niñas, adolescentes, a quienes resulta casi imposible superar un escenario en el que la violencia se apodera de los negocios, del gobierno, de los cuerpos de seguridad; y el orden se convierte en caos; donde las vidas son sólo medios para el negocio criminal.

Los que antes eran jóvenes en busca de una oportunidad en el corto horizonte del pueblo; o las mujeres y hombres que a costa de ventas callejeras sacaban adelante a sus familias, hombres de negocios honorables, son ahora improvisados sicarios, halcones, torturadores o negocios cercados por el narco. Nada es como debería ser: un gobierno inexistente y policías coptados por el crimen dejaron a los pobladores de Allende con una sola forma de vida posible: la sobrevivencia.

Las fotografías que mejor retrata la serie Somos, basada en la investigación periodística “Anatomía de una masacre” de Ginger Thompson, de Pro Pública, co publicada con National Geographic, son las de las vidas humanas perdidas, de forma violenta, en los días de la llamada masacre de Allende, Coahuila, ocurrida del 18 al 20 de marzo de 2021 y que se atribuye, en el reportaje, a un ataque de sicarios del Cartel de los Zetas.

Thompson revela, en su investigación disponible en la página de Pro Pública, que “lo que pasó en Allende no se originó en México. Comenzó en Estados Unidos, cuando la Administración para el Control de Drogas (DEA) logró un triunfo inesperado".

"Un agente persuadió a un importante miembro de los Zetas para que le entregara los números de identificación rastreables de los teléfonos celulares que pertenecían a dos de los capos más buscados del cartel (...) entonces la DEA se la jugó y compartió la información con la policía mexicana que, por mucho tiempo, ha tenido problemas con filtraciones de información (....)”

De tal suerte que la información llegó a oídos de los narcotraficantes y “planearon vengarse de los presuntos delatores (que vivían en Allende), de sus familias y de cualquiera que tuviera vínculo remoto con ellos”.

“Mientras caía la tarde del viernes 18 de marzo de 2011, hordas de sicarios del cártel de los Zetas empezaron a entrar en Allende”, relata Thompson.

Lo que siguió es la trágica historia que se recoge en la miniserie, que construye personajes basados en los testimonios que Thompson logró obtener años después, de manera directa, de sobrevivientes de la masacre en donde perdieron la vida, extraoficialmente, cientos de personas, muchas de las cuales no tenían nada que ver con el narcotráfico.

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