/ martes 31 de marzo de 2020

“En política la forma es fondo”

Atribuida al ideólogo del PRI, Jesús Reyes Heroles, la frase “en política la forma es fondo”, significa que los modos, gestos, actitudes, comportamientos, palabras, etc., o sea, lo externo, son materia o substancia que puede influir en decisiones trascendentales en la carrera de un político o funcionario público. Tal fue el caso el pasado fin de semana cuando el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador, saludo y ayer lo confirmo, a la madre del líder del Cártel de Sinaloa Joaquín Guzmán Loera, el famoso “Chapo”. La pregunta obligada es ¿Qué pensarán los gringos al respecto?.

Los procedimientos y la manera en que la administración de la “4ta. Transformación” viene articulando la política, son tan relevantes como la materia misma, pues son su propio reflejo y consecuencia. En paralelo a ese concepto de politiquería práctica, mentirosa y manipuladora, de manera natural se da en el trabajo de las instituciones resultando negativo en su objeto.

La deuda que tiene el actual gobierno en materia de seguridad han llevado a miles de personas a criticar López Obrador en redes, charlas de café y medios de comunicación: Saludar a la madre de “El Chapo” y estrechar la mano de María Consuelo Loera o dejarse acompañar del abogado de la familia, especialmente en un momento en que México ve el fracaso de la administración morenista y la popularidad del mandatario sufre una estrepitosa caída, no es la mejor señal. Amén de que se menciona que el 29 de marzo fue cumpleaños de Ovidio Guzmán Salazar, hijo de El Chapo de quien mucha gente se acordó en redes sociales por el operativo fallido conocido como “El Culiacanazo”.

Pero eso, obviamente, lleva a la administración fallida a dejar dudas respecto a su actuar. Y en cumplimiento de las tradiciones burocráticas mexicanas —y universales para el caso— hay quienes creen que la cercanía al poder es todo lo que necesitan para ser superiores al resto de los mortales, en especial aquellos que trabajan en el reino de su jefe, aunque implique pasar sobre protocolos establecidos. Lastimosas pues las señales.


Atribuida al ideólogo del PRI, Jesús Reyes Heroles, la frase “en política la forma es fondo”, significa que los modos, gestos, actitudes, comportamientos, palabras, etc., o sea, lo externo, son materia o substancia que puede influir en decisiones trascendentales en la carrera de un político o funcionario público. Tal fue el caso el pasado fin de semana cuando el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador, saludo y ayer lo confirmo, a la madre del líder del Cártel de Sinaloa Joaquín Guzmán Loera, el famoso “Chapo”. La pregunta obligada es ¿Qué pensarán los gringos al respecto?.

Los procedimientos y la manera en que la administración de la “4ta. Transformación” viene articulando la política, son tan relevantes como la materia misma, pues son su propio reflejo y consecuencia. En paralelo a ese concepto de politiquería práctica, mentirosa y manipuladora, de manera natural se da en el trabajo de las instituciones resultando negativo en su objeto.

La deuda que tiene el actual gobierno en materia de seguridad han llevado a miles de personas a criticar López Obrador en redes, charlas de café y medios de comunicación: Saludar a la madre de “El Chapo” y estrechar la mano de María Consuelo Loera o dejarse acompañar del abogado de la familia, especialmente en un momento en que México ve el fracaso de la administración morenista y la popularidad del mandatario sufre una estrepitosa caída, no es la mejor señal. Amén de que se menciona que el 29 de marzo fue cumpleaños de Ovidio Guzmán Salazar, hijo de El Chapo de quien mucha gente se acordó en redes sociales por el operativo fallido conocido como “El Culiacanazo”.

Pero eso, obviamente, lleva a la administración fallida a dejar dudas respecto a su actuar. Y en cumplimiento de las tradiciones burocráticas mexicanas —y universales para el caso— hay quienes creen que la cercanía al poder es todo lo que necesitan para ser superiores al resto de los mortales, en especial aquellos que trabajan en el reino de su jefe, aunque implique pasar sobre protocolos establecidos. Lastimosas pues las señales.