/ martes 27 de febrero de 2024

OPINIÓN POR VICENTE GUTIÉRREZ CAMPOSECO | El cinismo y la desvergüenza en México

En México desafortunadamente el cinismo político no tiene ninguna preocupación ética puesto que rechazan las utopías, son políticos de doble discurso que esconden, enmascaran y falsean la realidad a través de un discurso demagógico, es esta la razón por la cual sus resultados políticos no están vinculados a ninguna convicción teórica, pues lo que dicen y lo que hacen está en función del poder, por poder mismo, es decir, para ellos no hay convicciones ni ideas, hay intereses, en tanto sus pensamientos y razonamientos adolecen de una estructura lógica conceptual, es por ello que el resultado de sus acciones no tienen ningún efecto social positivo. Tal es el caso del ex gobernador Alfredo del Mazo Maza un junior de la política de Atlacomulco, que llegó al cargo por las alianzas cupulares y, según dicen los que saben, a petición de su padre Alfredo del Mazo González o por una deuda pendiente cuando se mostraba como el sucesor de Enrique Peña Nieto en la gubernatura pero se les atravesó Eruviel Ávila (otro chapulín) y su amenaza de revuelta previo a la candidatura presidencial.

Como dicta la costumbre mexicana, con la llegada de otro periodo electoral comienzan a salir las figuras que recurren al “chapulineo”, y Del Mazo Maza no deja pasar la posibilidad para buscar nuevas oportunidades tras no encontrar espacios en sus respectivas fuerzas políticas. Esto pese a que, en tiempos recientes, las segundas oportunidades no han dejado los resultados que sus protagonistas esperaban. En el imaginario popular, Maquiavelo está desacreditado sólo por una de sus frases en El Príncipe: «el fin justifica los medios». Idea que, hoy es recurrente en la politiquería mexicana cuando el cinismo no alcanza, es necesario diversificar o echar mano de la megalomanía utilizando frases con distintas modalidades de desvergüenza.

El “gobierno” de Alfredito del Mazo negocio la impunidad maquillando la realidad, algunos se atreven a faltar a la verdad una que otra vez, pero pocos mienten abiertamente como política pública. Para estos últimos, la mentira se convierte no solo en simulación para salir de problemas, sino, en el camino de luz para seguir sangrando a la ciudadanía, para seguir haciendo negocios con dinero público, para seguir en la política o funciones administrativas para volverse un pase a la celebridad incómoda y denigrante para los involucrados. Hoy los mexicanos vivimos episodios que demuestran un nuevo nivel de descompostura en la vida pública; una erosión de mecanismos elementales de cierto pudor o dignidad por parte de quienes ejercen algún poder.

La desvergüenza e impunidad mostradas en la presente gestión pública tiene una respuesta simple: en México no pasa nada. Los politiqueros saben, de antemano, que no serán tocados, su chapulineo solo busca que su acuerdo o negociación como ‘testigo de oportunidad’ (entiéndase protegido) le otorga el paraguas protector para salir, exhibirse, mostrarse con cinismo, como si no pasara nada. Para Alfredo del Mazo Maza y muchos “políticos” o ex funcionarios vinculados con la corrupción, es la única oportunidad para esconderse y evadir el repudio social.


En México desafortunadamente el cinismo político no tiene ninguna preocupación ética puesto que rechazan las utopías, son políticos de doble discurso que esconden, enmascaran y falsean la realidad a través de un discurso demagógico, es esta la razón por la cual sus resultados políticos no están vinculados a ninguna convicción teórica, pues lo que dicen y lo que hacen está en función del poder, por poder mismo, es decir, para ellos no hay convicciones ni ideas, hay intereses, en tanto sus pensamientos y razonamientos adolecen de una estructura lógica conceptual, es por ello que el resultado de sus acciones no tienen ningún efecto social positivo. Tal es el caso del ex gobernador Alfredo del Mazo Maza un junior de la política de Atlacomulco, que llegó al cargo por las alianzas cupulares y, según dicen los que saben, a petición de su padre Alfredo del Mazo González o por una deuda pendiente cuando se mostraba como el sucesor de Enrique Peña Nieto en la gubernatura pero se les atravesó Eruviel Ávila (otro chapulín) y su amenaza de revuelta previo a la candidatura presidencial.

Como dicta la costumbre mexicana, con la llegada de otro periodo electoral comienzan a salir las figuras que recurren al “chapulineo”, y Del Mazo Maza no deja pasar la posibilidad para buscar nuevas oportunidades tras no encontrar espacios en sus respectivas fuerzas políticas. Esto pese a que, en tiempos recientes, las segundas oportunidades no han dejado los resultados que sus protagonistas esperaban. En el imaginario popular, Maquiavelo está desacreditado sólo por una de sus frases en El Príncipe: «el fin justifica los medios». Idea que, hoy es recurrente en la politiquería mexicana cuando el cinismo no alcanza, es necesario diversificar o echar mano de la megalomanía utilizando frases con distintas modalidades de desvergüenza.

El “gobierno” de Alfredito del Mazo negocio la impunidad maquillando la realidad, algunos se atreven a faltar a la verdad una que otra vez, pero pocos mienten abiertamente como política pública. Para estos últimos, la mentira se convierte no solo en simulación para salir de problemas, sino, en el camino de luz para seguir sangrando a la ciudadanía, para seguir haciendo negocios con dinero público, para seguir en la política o funciones administrativas para volverse un pase a la celebridad incómoda y denigrante para los involucrados. Hoy los mexicanos vivimos episodios que demuestran un nuevo nivel de descompostura en la vida pública; una erosión de mecanismos elementales de cierto pudor o dignidad por parte de quienes ejercen algún poder.

La desvergüenza e impunidad mostradas en la presente gestión pública tiene una respuesta simple: en México no pasa nada. Los politiqueros saben, de antemano, que no serán tocados, su chapulineo solo busca que su acuerdo o negociación como ‘testigo de oportunidad’ (entiéndase protegido) le otorga el paraguas protector para salir, exhibirse, mostrarse con cinismo, como si no pasara nada. Para Alfredo del Mazo Maza y muchos “políticos” o ex funcionarios vinculados con la corrupción, es la única oportunidad para esconderse y evadir el repudio social.