/ martes 23 de abril de 2024

OPINIÓN POR VICENTE GUTIÉRREZ CAMPOSECO | Zaldívar. de ministro a porro

Remontándome a los albores del siglo pasado y al viejo estilo de los politiqueros, ahora, al final de la administración 2018-2014, cuando el país está inmerso en la próxima elección para la Presidencia de México y, ante la caída en los índices de credibilidad de los candidatos de MORENA, resurge desde lo más profundo del servilismo, el adoctrinamiento y la lambisconería oficialista un movimiento porril o, por lo menos, es como se muestra Arturo Zaldívar, que cambio su toga de ex ministro de la corte por el morral de porro. En este caldo de pensamientos dispares, el proyecto de luchas intestinas e interés poco claros de supuestos ideales para conservar el poder y la continuidad del partido al que representa, la izquierda caótica usa todas sus artimañas sin importar el desprestigio de sus ciervos, atacando a quienes no piensan como ellos e incluso, buscando la impunidad de su mal actuar como servidores públicos.

Así pues, Arturito Zaldívar olvido la máxima de que, “No es lo mismo precio que valor. Por eso quien no tiene valores tiene precio”. Al parecer, el propósito de sus ataques a la presidenta de la Suprema Corte de la Nación, en su estructura mental es politizar la vida en estos momentos, aun a riesgo del rechazo social, como ha sido evidente en los últimos días. El porro no atina una y en entrevistas mediáticas solo repite y repite incoherencias tratando de ocultar su implicación en lo que podría ser la mayor mancha de corrupción en la época moderna de esa rama del Estado, sino además un juicio de tipo político a Palacio Nacional, una turbulencia pues para la campaña oficial.

Acorde con la Ley el Poder Judicial, encabezado por la ministra Norma Piña —presidenta de la Suprema Corte de Justicia y el Consejo de la Judicatura—, ordeno la apertura de una investigación en contra del ex ministro retirado Arturo Zaldívar por presuntamente haber presionado a jueces para que resolviesen favorablemente asuntos en los que el Gobierno Federal tenía intereses políticos. El expediente, surgido de una denuncia anónima, alcanza a algunos colaboradores de Zaldívar en el Poder Judicial, que serán investigados por el Consejo de la Judicatura. En el caso de Zaldívar, en su calidad de ministro en retiro, el expediente será integrado y resuelto por la propia Suprema Corte.

En su decadencia, Zaldívar ha buscado hacer ardid para mantenerse en el poder y asegurar su envilecimiento hasta el final a su líder político. El escándalo que se ha desatado alrededor de esta intención solo ha evidenciado su necesidad de tener un espacio de protección. Ahora, aventando por la borda un historial digno, Arturito Zaldívar ingresa a la política militante. Eso no deja de sorprender. Se entiende que todos tenemos inquietudes, pendientes en la vida. A los 63 años, Arturo decidió que era momento de salir en la tele, de formar parte de un grupo de políticos y procurar alimentar su autoestima que no había obtenido lo suficiente con su puesto en la Corte. Otra historia pues de megalomanía oficial.


Remontándome a los albores del siglo pasado y al viejo estilo de los politiqueros, ahora, al final de la administración 2018-2014, cuando el país está inmerso en la próxima elección para la Presidencia de México y, ante la caída en los índices de credibilidad de los candidatos de MORENA, resurge desde lo más profundo del servilismo, el adoctrinamiento y la lambisconería oficialista un movimiento porril o, por lo menos, es como se muestra Arturo Zaldívar, que cambio su toga de ex ministro de la corte por el morral de porro. En este caldo de pensamientos dispares, el proyecto de luchas intestinas e interés poco claros de supuestos ideales para conservar el poder y la continuidad del partido al que representa, la izquierda caótica usa todas sus artimañas sin importar el desprestigio de sus ciervos, atacando a quienes no piensan como ellos e incluso, buscando la impunidad de su mal actuar como servidores públicos.

Así pues, Arturito Zaldívar olvido la máxima de que, “No es lo mismo precio que valor. Por eso quien no tiene valores tiene precio”. Al parecer, el propósito de sus ataques a la presidenta de la Suprema Corte de la Nación, en su estructura mental es politizar la vida en estos momentos, aun a riesgo del rechazo social, como ha sido evidente en los últimos días. El porro no atina una y en entrevistas mediáticas solo repite y repite incoherencias tratando de ocultar su implicación en lo que podría ser la mayor mancha de corrupción en la época moderna de esa rama del Estado, sino además un juicio de tipo político a Palacio Nacional, una turbulencia pues para la campaña oficial.

Acorde con la Ley el Poder Judicial, encabezado por la ministra Norma Piña —presidenta de la Suprema Corte de Justicia y el Consejo de la Judicatura—, ordeno la apertura de una investigación en contra del ex ministro retirado Arturo Zaldívar por presuntamente haber presionado a jueces para que resolviesen favorablemente asuntos en los que el Gobierno Federal tenía intereses políticos. El expediente, surgido de una denuncia anónima, alcanza a algunos colaboradores de Zaldívar en el Poder Judicial, que serán investigados por el Consejo de la Judicatura. En el caso de Zaldívar, en su calidad de ministro en retiro, el expediente será integrado y resuelto por la propia Suprema Corte.

En su decadencia, Zaldívar ha buscado hacer ardid para mantenerse en el poder y asegurar su envilecimiento hasta el final a su líder político. El escándalo que se ha desatado alrededor de esta intención solo ha evidenciado su necesidad de tener un espacio de protección. Ahora, aventando por la borda un historial digno, Arturito Zaldívar ingresa a la política militante. Eso no deja de sorprender. Se entiende que todos tenemos inquietudes, pendientes en la vida. A los 63 años, Arturo decidió que era momento de salir en la tele, de formar parte de un grupo de políticos y procurar alimentar su autoestima que no había obtenido lo suficiente con su puesto en la Corte. Otra historia pues de megalomanía oficial.