Mañana se cumple un año de los comicios históricos donde millones le dieron el voto de confianza a Morena y sus insignias, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheimbaun, hace un año convencieron a muchos de que sería diferente y tenían mucha razón.
En este día batieron el primer record, la cantidad de sufragios a favor, pero ese no sería el único, pues a partir de ahí, tanto a nivel federal como a nivel local, en la Ciudad de México, han sido apabullados muchos otros.
Para recordar el primero, en el primer mes de gobierno de Claudia, se batieron algunas cifras, como las de homicidios múltiples y balaceras en alcaldías como Coyoacán e Iztapalapa, claves en el trasiego de drogas al menudeo para el cártel de Tláhuac.
Ahí empezó la novela de la capital Balazos y no Abrazos, pues la escalada violenta no ha parado, posicionando el mes de mayo como el más violento de la historia actual de la ciudad más importante del país, esa donde nos quejábamos de los robos, pero de homicidios ligados al crimen organizado ni nos enterábamos.
Así acabó enero como uno de los más violentos en los últimos años, con un gran aumento si lo comparamos con el del inicio de la gestión de Miguel Ángel Mancera, pero como a este gobierno le gusta romper paradigmas, no fue el más violento.
El pretexto perfecto de la procuradora Ernestina Godoy fue que los del anterior gobierno maquillaba las cifras y clasificaba mal los delitos a propósito para que no impactara en las cifras. Del plato a la boca se cae la sopa, dice el conocido refrán.
Del secuestro ni hablar, pues pareciera que, homologando el razonamiento federal, la jefa de gobierno piensa que los jóvenes se dejan secuestrar para molestarla y hacerla quedar en ridículo. Demasiada paranoia de la ejecutivo local.
En mayo, las portadas de los periódicos y los titulares de los noticiarios televisivos fueron casi los mismos que se transmitieron en el norte del país, donde los grupos delictivos hacen de las suyas con la venia del gobierno, ya sea por colusión o por miedo, más de seis homicidios en promedio al día, en una ciudad donde “no hay cárteles”, que se los crea quien no los conozca.
