/ domingo 4 de febrero de 2024

Cuernos de satanás


Por Salvador Guerrero Chiprés

El altar con figuras de Lucifer o el Ángel Negro en una vecindad de Tepito cateada en un operativo contra el narcomenudeo remite a 1989, cuando en un rancho de Tamaulipas descubrieron los primeros indicios de los “narcosatánicos”.

El dispositivo de hace unas semanas en la calle Granada, en la colonia Morelos condujo al hallazgo de cinco estatuas de satanás, la más grande con barba y cuernos grises, según el relato de los reporteros Noel F. Alvarado y Raúl Hernández, publicado en la Prensa el pasado 25 de enero.

Hace cuatro años en Peralvillo 33, la policía encontró figuras de satanás y altares a Palo Mayombe, variante de la religión yoruba africana.

La imagen del diablo ha estado presente en la cultura popular, desde figuras del nacimiento hasta estampas de lotería o entre hierbas en mercados. En la década de los 80 circulaban rumores sobre rituales satánicos practicados por narcos para pedir protección.

Fue en abril de 1989 cuando se hallaron pruebas. En la búsqueda de un joven estadounidense secuestrado, la policía llegó al rancho Santa Elena, en Matamoros, donde encontró 17 cuerpos mutilados, evidencias de canibalismo y de culto al diablo; el grupo responsable fue conocido como “los narcosatánicos”.

Un mes después, en un departamento de la colonia Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, su líder Adolfo de Jesús Constanzo, apodado “El Padrino”, recibió a la policía a balazos junto con otros cómplices. Ahí fue abatido.

Su historia ha sido abordada en reportajes periodísticos, libros, películas y series. En Para una teología política del crimen organizado, Claudio Lomnitz establece la dificultad para definir qué fueron los narcosatánicos, ¿un culto o un grupo delictivo?

“Al decirles ‘narcosatánicos’ no quedaba claro si el móvil del grupo era la maldad per se o si eran solamente unos narcotraficantes algo excéntricos”, señala el antropólogo social chileno. Una argumentación aplicable a quienes pertenecen las figuras localizadas en el cateo reciente, donde además decomisaron droga.

Elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana a cargo de Pablo Vázquez llegaron al sitio tras la captura de un joven conocido como “el Piwi”, quien de acuerdo con su declaración tenía la intención de asesinar a ocho rivales que mataron a un primo en el deportivo Maracaná de Tepito.

Este operativo revela inteligencia policial para la persecución y detención de objetivos prioritarios —más de 2 mil 700—, y decisión política para mantener el énfasis en la seguridad como lo ha hecho Martí Batres al dar continuidad a la estrategia delineada por Claudia Sheinbaum.

Determinación para detener la maldad y a los malosos.

Sígueme @guerrerochipres


Por Salvador Guerrero Chiprés

El altar con figuras de Lucifer o el Ángel Negro en una vecindad de Tepito cateada en un operativo contra el narcomenudeo remite a 1989, cuando en un rancho de Tamaulipas descubrieron los primeros indicios de los “narcosatánicos”.

El dispositivo de hace unas semanas en la calle Granada, en la colonia Morelos condujo al hallazgo de cinco estatuas de satanás, la más grande con barba y cuernos grises, según el relato de los reporteros Noel F. Alvarado y Raúl Hernández, publicado en la Prensa el pasado 25 de enero.

Hace cuatro años en Peralvillo 33, la policía encontró figuras de satanás y altares a Palo Mayombe, variante de la religión yoruba africana.

La imagen del diablo ha estado presente en la cultura popular, desde figuras del nacimiento hasta estampas de lotería o entre hierbas en mercados. En la década de los 80 circulaban rumores sobre rituales satánicos practicados por narcos para pedir protección.

Fue en abril de 1989 cuando se hallaron pruebas. En la búsqueda de un joven estadounidense secuestrado, la policía llegó al rancho Santa Elena, en Matamoros, donde encontró 17 cuerpos mutilados, evidencias de canibalismo y de culto al diablo; el grupo responsable fue conocido como “los narcosatánicos”.

Un mes después, en un departamento de la colonia Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, su líder Adolfo de Jesús Constanzo, apodado “El Padrino”, recibió a la policía a balazos junto con otros cómplices. Ahí fue abatido.

Su historia ha sido abordada en reportajes periodísticos, libros, películas y series. En Para una teología política del crimen organizado, Claudio Lomnitz establece la dificultad para definir qué fueron los narcosatánicos, ¿un culto o un grupo delictivo?

“Al decirles ‘narcosatánicos’ no quedaba claro si el móvil del grupo era la maldad per se o si eran solamente unos narcotraficantes algo excéntricos”, señala el antropólogo social chileno. Una argumentación aplicable a quienes pertenecen las figuras localizadas en el cateo reciente, donde además decomisaron droga.

Elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana a cargo de Pablo Vázquez llegaron al sitio tras la captura de un joven conocido como “el Piwi”, quien de acuerdo con su declaración tenía la intención de asesinar a ocho rivales que mataron a un primo en el deportivo Maracaná de Tepito.

Este operativo revela inteligencia policial para la persecución y detención de objetivos prioritarios —más de 2 mil 700—, y decisión política para mantener el énfasis en la seguridad como lo ha hecho Martí Batres al dar continuidad a la estrategia delineada por Claudia Sheinbaum.

Determinación para detener la maldad y a los malosos.

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