/ martes 20 de agosto de 2019

Apostar por la cultura

La cultura y la educación dirigida a niños y jóvenes representan una oportunidad para su desarrollo y la posibilidad de alejarlos de la delincuencia y el abandono.

Estas dos disciplinas, las cuales engloban muchas posibilidades de aprendizaje, son la fórmula perfecta para apoyar a quienes no solo viven en barrios o colonias inseguras o marginadas, sino a todos por igual.

Es impresionante como la lectura de libros, la educación musical, la admiración por las bellas artes, por el canto, el baile, las costumbres, la educación, el estudio de las matemáticas y las ciencias, el amor a la literatura o a la tecnología, la capacitación en artes y oficios puede cambiar la visión y la vida de las personas. Y si se trata de niños y adolescentes, qué mejor oportunidad para mejorar su entorno social.

Por ejemplo, en nuestro país enfrentamos una difícil situación por la falta de hábitos a la lectura, a pesar que el analfabetismo ha disminuido considerablemente. Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los niveles de lectura disminuyeron en México, pues actualmente de cada 100 personas de 18 años en adelante, solo 42 leen al menos un libro. En el 2015 la proporción fue de 50 por cada 100.

Sin duda, la cultura es muy importante para la sociedad. No solamente es un legado que transmite enseñanzas a las generaciones, sino abre un panorama más general. Mientras más instruida sea una persona, mayores posibilidades de desarrollo tiene y si cuenta con una formación humanista siempre buscará el bien común.

Por eso, insisto la importancia de impulsar políticas públicas a favor de la cultura y de la educación, como una forma integral o complementaria en la formación de un individuo. Hay que apoyar con presupuesto y reformas legales, pues son dos activos que nos puede ayudar a enfrentar la difícil situación que vive el país, donde los niños y jóvenes son presas fáciles del crimen organizado o del abandono. A más acceso a la instrucción, más posibilidades de ser un buen ciudadano.

La cultura y la educación dirigida a niños y jóvenes representan una oportunidad para su desarrollo y la posibilidad de alejarlos de la delincuencia y el abandono.

Estas dos disciplinas, las cuales engloban muchas posibilidades de aprendizaje, son la fórmula perfecta para apoyar a quienes no solo viven en barrios o colonias inseguras o marginadas, sino a todos por igual.

Es impresionante como la lectura de libros, la educación musical, la admiración por las bellas artes, por el canto, el baile, las costumbres, la educación, el estudio de las matemáticas y las ciencias, el amor a la literatura o a la tecnología, la capacitación en artes y oficios puede cambiar la visión y la vida de las personas. Y si se trata de niños y adolescentes, qué mejor oportunidad para mejorar su entorno social.

Por ejemplo, en nuestro país enfrentamos una difícil situación por la falta de hábitos a la lectura, a pesar que el analfabetismo ha disminuido considerablemente. Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los niveles de lectura disminuyeron en México, pues actualmente de cada 100 personas de 18 años en adelante, solo 42 leen al menos un libro. En el 2015 la proporción fue de 50 por cada 100.

Sin duda, la cultura es muy importante para la sociedad. No solamente es un legado que transmite enseñanzas a las generaciones, sino abre un panorama más general. Mientras más instruida sea una persona, mayores posibilidades de desarrollo tiene y si cuenta con una formación humanista siempre buscará el bien común.

Por eso, insisto la importancia de impulsar políticas públicas a favor de la cultura y de la educación, como una forma integral o complementaria en la formación de un individuo. Hay que apoyar con presupuesto y reformas legales, pues son dos activos que nos puede ayudar a enfrentar la difícil situación que vive el país, donde los niños y jóvenes son presas fáciles del crimen organizado o del abandono. A más acceso a la instrucción, más posibilidades de ser un buen ciudadano.