/ martes 19 de enero de 2021

Urgen medidas de apoyo a la población

La conocida “cuesta de enero” no sólo se ha convertido en una pesadilla para cientos de familias que, por la pandemia perdieron sus empleos. Su situación no es nada fácil, más aún cuando el precio de algunos productos de la canasta básica aumentaron casi 100%.

El Índice Nacional de Precios al Consumidor del Instituto de Estadística y Geografía (INEGI) y el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), informaron hace algunos días de los aumentos que registraron varios productos.

Por ejemplo, el frijol aumentó un 12.2% más, el chile poblano 26.5%, la naranja 20.9%, el huevo 15.9%, la carne de cerdo 6.5% más y la leche 4.3%. Pareciera que estos incrementos son menores para muchos, pero para otras familias representan un fuerte gasto.

Sin apoyos económicos gubernamentales ni alternativas de trabajo, esta situación se torna aún más complicada porque también enfrentamos un aumento en el precio de la gasolina, el cambio climático que ha provocado cambios en las temporadas de siembra y cosecha, así como la inflación. Y no hay que olvidar la pandemia, que durante el mes de diciembre 116 mil personas salieron contagiadas por Covid-19.

Sin importar la posición económica, el dinero alcanza menos para comprar bienes, lo que es un hecho es que estamos viviendo una dificil situación derivada de la inflación.

Seguimos viendo un crecimiento exponencial en los empleos informales, donde las personas no tienen seguridad laboral, prestaciones sociales, atención médica y mucho menos un fondo de pensiones. Tan es así que a nivel nacional, con la reactivación económica, la población ocupada en este rubro en abril era del 47.7%; y parael mes de julio, alcanzó 54.9%, por lo que podrían superar los 31 millones de personas en la informalidad.

De seguro hay una reducción de familias que han pasado de la clase media a clase baja, ya que su nivel de ingreso disminuyó, producto de la pandemia que provocó el cierre de negocios y empresas, y hasta la disminución de salarios para conservar el trabajo.

Insisto, puede que haya una ligera recuperación económica, pero todavía afecta la crisis económica y la pandemia a miles de familias. Se requieren más créditos para las empresas y apoyo para los desempleados. Este es un grito de desesperación, que espero que algún día sea escuchado, porque los apoyos han sido insuficientes para enfrentar la pesadilla de la pandemia.


La conocida “cuesta de enero” no sólo se ha convertido en una pesadilla para cientos de familias que, por la pandemia perdieron sus empleos. Su situación no es nada fácil, más aún cuando el precio de algunos productos de la canasta básica aumentaron casi 100%.

El Índice Nacional de Precios al Consumidor del Instituto de Estadística y Geografía (INEGI) y el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), informaron hace algunos días de los aumentos que registraron varios productos.

Por ejemplo, el frijol aumentó un 12.2% más, el chile poblano 26.5%, la naranja 20.9%, el huevo 15.9%, la carne de cerdo 6.5% más y la leche 4.3%. Pareciera que estos incrementos son menores para muchos, pero para otras familias representan un fuerte gasto.

Sin apoyos económicos gubernamentales ni alternativas de trabajo, esta situación se torna aún más complicada porque también enfrentamos un aumento en el precio de la gasolina, el cambio climático que ha provocado cambios en las temporadas de siembra y cosecha, así como la inflación. Y no hay que olvidar la pandemia, que durante el mes de diciembre 116 mil personas salieron contagiadas por Covid-19.

Sin importar la posición económica, el dinero alcanza menos para comprar bienes, lo que es un hecho es que estamos viviendo una dificil situación derivada de la inflación.

Seguimos viendo un crecimiento exponencial en los empleos informales, donde las personas no tienen seguridad laboral, prestaciones sociales, atención médica y mucho menos un fondo de pensiones. Tan es así que a nivel nacional, con la reactivación económica, la población ocupada en este rubro en abril era del 47.7%; y parael mes de julio, alcanzó 54.9%, por lo que podrían superar los 31 millones de personas en la informalidad.

De seguro hay una reducción de familias que han pasado de la clase media a clase baja, ya que su nivel de ingreso disminuyó, producto de la pandemia que provocó el cierre de negocios y empresas, y hasta la disminución de salarios para conservar el trabajo.

Insisto, puede que haya una ligera recuperación económica, pero todavía afecta la crisis económica y la pandemia a miles de familias. Se requieren más créditos para las empresas y apoyo para los desempleados. Este es un grito de desesperación, que espero que algún día sea escuchado, porque los apoyos han sido insuficientes para enfrentar la pesadilla de la pandemia.