/ martes 5 de abril de 2022

Piden vivienda digna 44 familias indígenas

Están conscientes de que el inmueble en el que viven puede colapsar en cualquier momento; demandan apoyo al INVI para quedarse en el mismo lugar

Albina Téllez, es una mujer mazahua de 50 años, originaria de la población San Antonio Pueblo Nuevo, del municipio de San José del Rincón, Estado de México, vive en el predio de Turín 46 colonia Juárez, edificio en ruinas, catalogado como patrimonio histórico-, desde hace 13 años.

Nunca ha tenido casa, empleo formal, ni ingresos fijos y siempre ha rentado. Ella forma parte de los más de 885 mil indígenas que trabajan en las calles de la Ciudad de México, vendiendo artesanías, comida, frutas y otros productos.

Desde hace varios años lucha por tener una vivienda digna para sus hijos y nietos, así como para las 44 familias otomíes y mazahuas en su mayoría, que viven en ese predio ubicado en una de las mejores zonas céntricas de la ciudad.

En una entrevista con La Prensa, Albina dijo estar consciente que viven en un predio invadido, en riesgo de colapso, pero las condiciones de desigualdad social, falta de oportunidades y empleos formales los obligó a tomar ese espacio para vivir.

Comenta segura: “no pretendemos las cosas de a gratis, pero no queremos irnos del edificio”… “nos queremos quedar en el Predio de Turín 46, en la colonia Juárez”.

Su demanda es que el predio se expropie para las familias que ahí viven, y que el Instituto de Vivienda de la Ciudad de México (INVI), les otorgue créditos de interés social para vivienda digna y que se construyan sus departamentos. “Nuestros hijos estudian en la ciudad y casi todos trabajamos en la colonia Juárez”, afirmó.

Platicó: “ya expusimos la situación ante ese Instituto de Vivienda… estamos viendo y checando… sabemos que no es de la noche a la mañana, pero ya saben de nuestra existencia”.

Te recomendamos: ¿Cómo, dónde y cuánto cuesta tramitar una licencia de construcción en la CDMX? Te decimos cómo hacerlo

Ella como indígena, citó, ``rentar siempre ha sido muy difícil…”los dueños te dicen: “sin hijos, sin perros, sólo a parejas, que no hagan ruido… y nosotras en la mayoría de los casos tenemos 4, 5, 6 y hasta 8 hijos”.

“Yo tengo 4 hijos y en ningún lado te quieren rentar, además, los precios en la ciudad de México son muy altos y con mis ingresos no me alcanza”, describió.

Esta representante recordó: “las familias indígenas trabajamos de forma independiente. “Hacemos nuestras artesanías, muñecas, costuras, bordado en tela, pulseras, esquites o frutas, agua refrescos y vendemos en las marchas, protestas, afuera de espectáculos públicos, donde se pueda nos dejen”.

Familias Mazahuas piden construir un edificio en el predio que tienen invadido; ellos lo pagarían. Foto Sergio Vázquez | La Prensa

Albina expuso que todas las familias no pagan renta desde el 2017 y están de acuerdo en la búsqueda de una vivienda, aunque claro se quieren quedar en Turín 46. “Aquí hemos hecho nuestra vida y no andamos en el córrele en irnos a más de 20 kilómetros a Ecatepec, Chimalhuacán, Neza, u otras colonias alejadas del centro de la ciudad.

Contó que llegó a esa casa desde el 2009, junto con sus hijas, ya había otras personas de la comunidad indígena viviendo ahí. “Llegué porque Don Lencho me invitó, ya que me veía pasar todos los días con mi carrito de dulces, chicharrones, papas fritas y frutas.

“Me decía yo te veo muy trabajadora, muy luchona como toda la comunidad indígena… me preguntó dónde vivía y le dije que rentaba en el centro… yo nunca he tenido casa", remarcó.

“Nunca supe si don Lencho era dueño o familiar de éste. Él tenía las llaves de la casa y nos dejó quedarnos aquí. El señor en confianza me dijo: “tengo un espacio en el predio”… “yo le pregunté en cuánto estaba la renta y el me respondió, metete y luego me pidió 700 pesos al mes”.

Poco antes del sismo del 2017, -fenómeno que los llevó de temor y preocupación por lo precario de la construcción- le empezaron a perder la pista a Don Lencho, todos se preguntaron qué iban a hacer. Por lo que después del terremoto comenzaron a gestionar y asesorarse sobre este predio.

Los mazahuas ni los otomíes tenemos representantes, todos agarramos nuestras mercancías y nos salimos a vender”. No se sienten representados por alguna organización y forman parte de la diversidad lingüística en la ciudad, aseveró.

De acuerdo a cifras oficiales, de las 68 lenguas que existen en el país, 56 se hablan en la capital; cerca de 125 mil personas hablan una lengua indígena.

“Las familias vivimos en unos cuartitos, no son departamentos”. “Yo vivo en dos cuartos'' describió. “No hay cocina, recámaras, baño… donde yo cocino hay dos camas”, refirió.

Y efectivamente, su vivienda es de dos cuartos de techos altos, que aún conserva molduras en el techado, arco y piso de madera, características de una vivienda de lujo de los años 40.

En la entrada de su casa el piso se ha hundido y se está separando la puerta del cuarto. Es católica, creyente de la virgen de Guadalupe y el Niño Dios, a quien se encomienda todos los días para que le vaya bien a ella y a su familia.

Te recomendamos: Vecinos de Barranca de Tacubaya defienden su patrimonio ante construcción del tren México-Toluca

SI INVADIMOS…QUEREMOS UNA VIVIENDA DIGNA

Albina reconoce que vive en una casa ruinosa, hacinados y con el peligro que se les venga encima algún pedazo de tabique, por ello, solicitan al gobierno capitalino “que voltee los ojos” a favor de las 200 personas que viven. “Que se agilice el trámite de expropiación del edificio”.

“Sabemos que estamos invadiendo pero queremos una vivienda digna”. Por ello, insistió, “tenemos mesas de trabajo con representantes del gobierno local y del Instituto de Vivienda.

Aunque, nos piden documentos, “pero de dónde los sacamos…si no somos los propietarios”.

Reconoció que no han tratado el tema directamente con el director del INVI, con un funcionario de nombre Rodrigo, con quien hemos llevado mesas de trabajo, “nos ha pedido el registro público de la propiedad, el cual no tenemos porque no somos dueños…”.

Esta mujer mazahua de un pueblo del Edomex, que colinda con Michoacán, cerca de las mariposas Monarca, planteó que aún no tienen una propuesta de parte del organismo de vivienda…”estamos en la recolección de papeles, que no los tenemos”, recalcó.

Si llega a expropiarse mucho mejor para nosotros, definió, y si ello no es posible, “pedimos que no nos dejen fuera de algún programa de vivienda para población indígena”.

“Nos está apoyando la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ) es una organización social integrante del Movimiento Urbano Popular”, expresó.

Albina Téllez es la tercera generación de indígenas que lucha por una vivienda digna. Foto Sergio Vázquez | La Prensa

Describió que este predio ni las familias, están en el padrón histórico del INVI conformado por 5 mil 683 solicitantes de vivienda de las comunidades indígenas residentes. “Pedimos que se nos tome en cuenta”.

Aunque no quiso ponerse el título de vocera, pero sí de representante junto con Teresa Juárez, describió que para seguir con los trámites de vivienda, “se convoca y lo que pueden van… aquí todos somos importantes.

Asimismo, reveló que el gobierno local los tiene bien ubicados como la Red de Desalojos, detrás de ellos está la UPREZ y el Movimiento Urbano Popular.

La señora Albina, quien forma parte de una tercera generación de familias indígenas que emigraron a la ciudad, exhortó a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum a que los tomen en cuenta. “Hemos luchado por una vivienda muchos años de nuestra vida, así como sus padres y abuelos”.

Relató que “sus abuelos llevan más de 80 años resistiendo a la ciudad de México, “ellos como yo, vivieron de un lugar a otro, sin una vivienda. Y no conocían a ningún organismo de vivienda”.

“Mi madre sí estuvo en un proyecto, pero a la organización que perteneció, nunca se le dio una vivienda”.

Mucha gente se vino a vivir a este predio, afirmó. Pero aquí (la Juárez) no nos quieren, nos discriminan y estigmatizan. “Por vestir la ropa de nuestras comunidades originales, nos dicen indias. Que no pagamos agua, ni luz, que vivimos gratis.

“Yo me siento orgullosa de ser indígena, no una india… soy una mujer que lucha como muchas en esta ciudad y el país para salir adelante… todos somos iguales y merecemos respeto”.

“Soy una de las mujeres mazahuas que pelea por un espacio digno de vivir y trabajar en esta gran ciudad'', apuntó.

Te recomendamos: Proponen rescatar condominios y viviendas de interés social de CDMX

DIFÍCIL TRABAJAR EN LA VÍA PÚBLICA

La gente no sabe qué difícil es trabajar en la vía pública… “te quitan, te corretean, te quitan tu mercancía, te extorsionan… inclusive recordó que su mamá, doña María Juana de Jesús Garduño, era una de las indígenas que vendían, en el Eje Central, en una manta en el suelo: nueces, morelianas, mandarinas y fruta de temporada… una vez le cortaron las trenzas, los de la camioneta”.

Su mamá a los 50 años regresó al pueblo, ya se había cansado de trabajar tanto. Siempre fue muy luchona, tuvo 8 hijos. “Y cuando yo regresé al Distrito Federal, ya tenía 14 años, y me junté con mi pareja a los 22 años”.

Albina estudió hasta la primaria en su pueblo. Desde que llegó a la ciudad ha vendido diversas mercancías. “Siempre hemos batallando en la calle, antes nos correteaba la camioneta, ahora no sabemos si cuidarnos de la gente de la alcaldía o el gobierno local”, contó.

Pero también enfrentan a los líderes de los vendedores ambulantes, que lo único que les importa es el suelo… te pones en un lugar y luego te llegan y te dicen: “quien te dio permiso de trabajar aquí… soy vía pública o te dicen que tienes que pagar el piso. A veces nos piden 50 pesos, y de dónde les respondemos, si no hemos vendido”.

Y si no les pagas, te obligan a que te quites, denunció. Es complicada la venta ambulante, añadió, “pues pasa el de vía pública, de la alcaldía, el de gobierno, los azules o los líderes de vendedores”.

Este edificio en ruinas de la Colonia Juárez, sirve de vivienda para indígenas mazahuas. Foto Sergio Vázquez | La Prensa

UNA CONSTRUCCIÓN DE 1949

Según la licencia que aparece a la entrada del predio, expedida por el entonces Departamento del Distrito Federal, la construcción del edificio inició el 4 de abril de 1949; fue autorizado para uso comercial y habitacional en su planta baja y para dos niveles plurifamiliares.

Por 36 años, así fueron usados los más de 25 departamentos y las cuatro cortinas que funcionaban como accesorias. Desde el terremoto de 1985 el abandono se apoderó del inmueble, luego vino el sismo del 2017 y la situación empeoró, con la presencia de 44 familias que demandan una vivienda digna.

Al ingresar a su interior, sorprende ver las vigas que soportan la entrada, las escaleras ruinosas, grietas en las paredes, hundimiento de pisos, la poca luz y la gran cantidad de personas que entran y salen.

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MAYOR PRESENCIA INDÍGENA

Una de las regiones con mayor concentración de población indígena en el país es la Ciudad de México, y la pandemia ha afectado de manera particular a la población indígena que la habita, tanto migrante como originaria.

Las alcaldías con el mayor porcentaje de esta población de 3 años o más fueron Milpa Alta (29.13%), Xochimilco (13.56%), Cuauhtémoc (11.63%) y Tláhuac (9.67%).

De acuerdo al INEGI, en la alcaldía Cuauhtémoc, Iztapalapa y Tláhuac, al menos dos de cada 100 personas son de origen indígena.

La demarcación con mayor número de personas que hablan una lengua indígena nacional (HLIN), es Iztapalapa, con casi 29 mil hablantes; seguida de Gustavo A. Madero, Tlalpan y Xochimilco, revelan datos de la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes.

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Albina Téllez, es una mujer mazahua de 50 años, originaria de la población San Antonio Pueblo Nuevo, del municipio de San José del Rincón, Estado de México, vive en el predio de Turín 46 colonia Juárez, edificio en ruinas, catalogado como patrimonio histórico-, desde hace 13 años.

Nunca ha tenido casa, empleo formal, ni ingresos fijos y siempre ha rentado. Ella forma parte de los más de 885 mil indígenas que trabajan en las calles de la Ciudad de México, vendiendo artesanías, comida, frutas y otros productos.

Desde hace varios años lucha por tener una vivienda digna para sus hijos y nietos, así como para las 44 familias otomíes y mazahuas en su mayoría, que viven en ese predio ubicado en una de las mejores zonas céntricas de la ciudad.

En una entrevista con La Prensa, Albina dijo estar consciente que viven en un predio invadido, en riesgo de colapso, pero las condiciones de desigualdad social, falta de oportunidades y empleos formales los obligó a tomar ese espacio para vivir.

Comenta segura: “no pretendemos las cosas de a gratis, pero no queremos irnos del edificio”… “nos queremos quedar en el Predio de Turín 46, en la colonia Juárez”.

Su demanda es que el predio se expropie para las familias que ahí viven, y que el Instituto de Vivienda de la Ciudad de México (INVI), les otorgue créditos de interés social para vivienda digna y que se construyan sus departamentos. “Nuestros hijos estudian en la ciudad y casi todos trabajamos en la colonia Juárez”, afirmó.

Platicó: “ya expusimos la situación ante ese Instituto de Vivienda… estamos viendo y checando… sabemos que no es de la noche a la mañana, pero ya saben de nuestra existencia”.

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Ella como indígena, citó, ``rentar siempre ha sido muy difícil…”los dueños te dicen: “sin hijos, sin perros, sólo a parejas, que no hagan ruido… y nosotras en la mayoría de los casos tenemos 4, 5, 6 y hasta 8 hijos”.

“Yo tengo 4 hijos y en ningún lado te quieren rentar, además, los precios en la ciudad de México son muy altos y con mis ingresos no me alcanza”, describió.

Esta representante recordó: “las familias indígenas trabajamos de forma independiente. “Hacemos nuestras artesanías, muñecas, costuras, bordado en tela, pulseras, esquites o frutas, agua refrescos y vendemos en las marchas, protestas, afuera de espectáculos públicos, donde se pueda nos dejen”.

Familias Mazahuas piden construir un edificio en el predio que tienen invadido; ellos lo pagarían. Foto Sergio Vázquez | La Prensa

Albina expuso que todas las familias no pagan renta desde el 2017 y están de acuerdo en la búsqueda de una vivienda, aunque claro se quieren quedar en Turín 46. “Aquí hemos hecho nuestra vida y no andamos en el córrele en irnos a más de 20 kilómetros a Ecatepec, Chimalhuacán, Neza, u otras colonias alejadas del centro de la ciudad.

Contó que llegó a esa casa desde el 2009, junto con sus hijas, ya había otras personas de la comunidad indígena viviendo ahí. “Llegué porque Don Lencho me invitó, ya que me veía pasar todos los días con mi carrito de dulces, chicharrones, papas fritas y frutas.

“Me decía yo te veo muy trabajadora, muy luchona como toda la comunidad indígena… me preguntó dónde vivía y le dije que rentaba en el centro… yo nunca he tenido casa", remarcó.

“Nunca supe si don Lencho era dueño o familiar de éste. Él tenía las llaves de la casa y nos dejó quedarnos aquí. El señor en confianza me dijo: “tengo un espacio en el predio”… “yo le pregunté en cuánto estaba la renta y el me respondió, metete y luego me pidió 700 pesos al mes”.

Poco antes del sismo del 2017, -fenómeno que los llevó de temor y preocupación por lo precario de la construcción- le empezaron a perder la pista a Don Lencho, todos se preguntaron qué iban a hacer. Por lo que después del terremoto comenzaron a gestionar y asesorarse sobre este predio.

Los mazahuas ni los otomíes tenemos representantes, todos agarramos nuestras mercancías y nos salimos a vender”. No se sienten representados por alguna organización y forman parte de la diversidad lingüística en la ciudad, aseveró.

De acuerdo a cifras oficiales, de las 68 lenguas que existen en el país, 56 se hablan en la capital; cerca de 125 mil personas hablan una lengua indígena.

“Las familias vivimos en unos cuartitos, no son departamentos”. “Yo vivo en dos cuartos'' describió. “No hay cocina, recámaras, baño… donde yo cocino hay dos camas”, refirió.

Y efectivamente, su vivienda es de dos cuartos de techos altos, que aún conserva molduras en el techado, arco y piso de madera, características de una vivienda de lujo de los años 40.

En la entrada de su casa el piso se ha hundido y se está separando la puerta del cuarto. Es católica, creyente de la virgen de Guadalupe y el Niño Dios, a quien se encomienda todos los días para que le vaya bien a ella y a su familia.

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SI INVADIMOS…QUEREMOS UNA VIVIENDA DIGNA

Albina reconoce que vive en una casa ruinosa, hacinados y con el peligro que se les venga encima algún pedazo de tabique, por ello, solicitan al gobierno capitalino “que voltee los ojos” a favor de las 200 personas que viven. “Que se agilice el trámite de expropiación del edificio”.

“Sabemos que estamos invadiendo pero queremos una vivienda digna”. Por ello, insistió, “tenemos mesas de trabajo con representantes del gobierno local y del Instituto de Vivienda.

Aunque, nos piden documentos, “pero de dónde los sacamos…si no somos los propietarios”.

Reconoció que no han tratado el tema directamente con el director del INVI, con un funcionario de nombre Rodrigo, con quien hemos llevado mesas de trabajo, “nos ha pedido el registro público de la propiedad, el cual no tenemos porque no somos dueños…”.

Esta mujer mazahua de un pueblo del Edomex, que colinda con Michoacán, cerca de las mariposas Monarca, planteó que aún no tienen una propuesta de parte del organismo de vivienda…”estamos en la recolección de papeles, que no los tenemos”, recalcó.

Si llega a expropiarse mucho mejor para nosotros, definió, y si ello no es posible, “pedimos que no nos dejen fuera de algún programa de vivienda para población indígena”.

“Nos está apoyando la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ) es una organización social integrante del Movimiento Urbano Popular”, expresó.

Albina Téllez es la tercera generación de indígenas que lucha por una vivienda digna. Foto Sergio Vázquez | La Prensa

Describió que este predio ni las familias, están en el padrón histórico del INVI conformado por 5 mil 683 solicitantes de vivienda de las comunidades indígenas residentes. “Pedimos que se nos tome en cuenta”.

Aunque no quiso ponerse el título de vocera, pero sí de representante junto con Teresa Juárez, describió que para seguir con los trámites de vivienda, “se convoca y lo que pueden van… aquí todos somos importantes.

Asimismo, reveló que el gobierno local los tiene bien ubicados como la Red de Desalojos, detrás de ellos está la UPREZ y el Movimiento Urbano Popular.

La señora Albina, quien forma parte de una tercera generación de familias indígenas que emigraron a la ciudad, exhortó a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum a que los tomen en cuenta. “Hemos luchado por una vivienda muchos años de nuestra vida, así como sus padres y abuelos”.

Relató que “sus abuelos llevan más de 80 años resistiendo a la ciudad de México, “ellos como yo, vivieron de un lugar a otro, sin una vivienda. Y no conocían a ningún organismo de vivienda”.

“Mi madre sí estuvo en un proyecto, pero a la organización que perteneció, nunca se le dio una vivienda”.

Mucha gente se vino a vivir a este predio, afirmó. Pero aquí (la Juárez) no nos quieren, nos discriminan y estigmatizan. “Por vestir la ropa de nuestras comunidades originales, nos dicen indias. Que no pagamos agua, ni luz, que vivimos gratis.

“Yo me siento orgullosa de ser indígena, no una india… soy una mujer que lucha como muchas en esta ciudad y el país para salir adelante… todos somos iguales y merecemos respeto”.

“Soy una de las mujeres mazahuas que pelea por un espacio digno de vivir y trabajar en esta gran ciudad'', apuntó.

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DIFÍCIL TRABAJAR EN LA VÍA PÚBLICA

La gente no sabe qué difícil es trabajar en la vía pública… “te quitan, te corretean, te quitan tu mercancía, te extorsionan… inclusive recordó que su mamá, doña María Juana de Jesús Garduño, era una de las indígenas que vendían, en el Eje Central, en una manta en el suelo: nueces, morelianas, mandarinas y fruta de temporada… una vez le cortaron las trenzas, los de la camioneta”.

Su mamá a los 50 años regresó al pueblo, ya se había cansado de trabajar tanto. Siempre fue muy luchona, tuvo 8 hijos. “Y cuando yo regresé al Distrito Federal, ya tenía 14 años, y me junté con mi pareja a los 22 años”.

Albina estudió hasta la primaria en su pueblo. Desde que llegó a la ciudad ha vendido diversas mercancías. “Siempre hemos batallando en la calle, antes nos correteaba la camioneta, ahora no sabemos si cuidarnos de la gente de la alcaldía o el gobierno local”, contó.

Pero también enfrentan a los líderes de los vendedores ambulantes, que lo único que les importa es el suelo… te pones en un lugar y luego te llegan y te dicen: “quien te dio permiso de trabajar aquí… soy vía pública o te dicen que tienes que pagar el piso. A veces nos piden 50 pesos, y de dónde les respondemos, si no hemos vendido”.

Y si no les pagas, te obligan a que te quites, denunció. Es complicada la venta ambulante, añadió, “pues pasa el de vía pública, de la alcaldía, el de gobierno, los azules o los líderes de vendedores”.

Este edificio en ruinas de la Colonia Juárez, sirve de vivienda para indígenas mazahuas. Foto Sergio Vázquez | La Prensa

UNA CONSTRUCCIÓN DE 1949

Según la licencia que aparece a la entrada del predio, expedida por el entonces Departamento del Distrito Federal, la construcción del edificio inició el 4 de abril de 1949; fue autorizado para uso comercial y habitacional en su planta baja y para dos niveles plurifamiliares.

Por 36 años, así fueron usados los más de 25 departamentos y las cuatro cortinas que funcionaban como accesorias. Desde el terremoto de 1985 el abandono se apoderó del inmueble, luego vino el sismo del 2017 y la situación empeoró, con la presencia de 44 familias que demandan una vivienda digna.

Al ingresar a su interior, sorprende ver las vigas que soportan la entrada, las escaleras ruinosas, grietas en las paredes, hundimiento de pisos, la poca luz y la gran cantidad de personas que entran y salen.

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MAYOR PRESENCIA INDÍGENA

Una de las regiones con mayor concentración de población indígena en el país es la Ciudad de México, y la pandemia ha afectado de manera particular a la población indígena que la habita, tanto migrante como originaria.

Las alcaldías con el mayor porcentaje de esta población de 3 años o más fueron Milpa Alta (29.13%), Xochimilco (13.56%), Cuauhtémoc (11.63%) y Tláhuac (9.67%).

De acuerdo al INEGI, en la alcaldía Cuauhtémoc, Iztapalapa y Tláhuac, al menos dos de cada 100 personas son de origen indígena.

La demarcación con mayor número de personas que hablan una lengua indígena nacional (HLIN), es Iztapalapa, con casi 29 mil hablantes; seguida de Gustavo A. Madero, Tlalpan y Xochimilco, revelan datos de la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes.

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