/ domingo 30 de julio de 2023

Neurotecnología, Inteligencia Artificial y Dignidad Humana


Marinieves García-Manzano

Los Neuroderechos son un nuevo conjunto de Derechos Humanos que tienen por objeto proteger la actividad mental del cerebro frente al desarrollo de la neurotecnología y la Inteligencia Artificial. En 2021 escribí sobre Chile, el primer país que elevó los Neuroderechos a la categoría de Derechos Humanos en su Constitución para proteger la integridad mental de sus ciudadanos del avance de la Inteligencia Artificial; es decir que su cerebro no pueda ser intervenido sin su consentimiento y únicamente para fines pro vida, pro humanidad, pro libertad y pro autonomía.

Y aunque aquella regulación pareció a ojos de muchos un despropósito, hace unos días la UNESCO reunió en París a representantes de varios países en la Conferencia Internacional sobre la Ética de la Neurotecnología con el objetivo de llegar a acuerdos para reglamentar y orientar el desarrollo de esta tecnología desde una perspectiva ética y de protección a los derechos humanos. Porque si bien la implantación de chips cerebrales mejoraría la vida de muchas personas que sufren de males como el Parkinson y enfermedades mentales o neurodegenerativas; el riesgo es que estas tecnologías también podrán vulnerar los pensamientos, recuerdos, emociones y sentimientos que nos hacen ser la persona que somos y no otra; revelar nuestros secretos más íntimos y todo aquello que nos da identidad; y utilizar algoritmos para influir en nuestras decisiones, transgrediendo nuestra libertad de pensamiento y atentando contra el libre albedrío y la dignidad humana.

Gabriela Ramos, Subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, señaló que estas aplicaciones “permitirán descodificar los procesos mentales de las personas y manipular directamente los mecanismos cerebrales”. Por su parte, Carolina Gainza, Subsecretaria de Ciencia de Chile apuntó que “si no se regulan adecuadamente, los desarrollos podrían representar una amenaza para los derechos humanos y la democracia. Teniendo en cuenta los avances de las neurotecnologías y la Inteligencia Artificial, es tiempo de que tengamos una discusión seria sobre cuál es la sociedad a la que queremos apuntar”.

Se estima que la inversión de las empresas privadas de neurotecnología es mayor a 33 mil millones de dólares, en su mayoría basadas en Estados Unidos y Reino Unido. En diciembre del año pasado Elon Musk presentó los avances de Neuralink: un implante conocido como N1, un diminuto dispositivo que se adapta al cráneo desde donde se conecta al cerebro sirviendo como interfaz no solo de entrada sino de salida de datos; y R1, el robot encargado de acoplar el dispositivo al cráneo mediante una sencilla intervención de 15 minutos. En el evento Musk anunció que estaba buscando participantes para iniciar ensayos en humanos en 6 meses, con lo que se estarían realizando las primeras pruebas mientras usted lee este artículo; el resto será historia.

Twitter: MarinievesGM @gm_marinieves



Marinieves García-Manzano

Los Neuroderechos son un nuevo conjunto de Derechos Humanos que tienen por objeto proteger la actividad mental del cerebro frente al desarrollo de la neurotecnología y la Inteligencia Artificial. En 2021 escribí sobre Chile, el primer país que elevó los Neuroderechos a la categoría de Derechos Humanos en su Constitución para proteger la integridad mental de sus ciudadanos del avance de la Inteligencia Artificial; es decir que su cerebro no pueda ser intervenido sin su consentimiento y únicamente para fines pro vida, pro humanidad, pro libertad y pro autonomía.

Y aunque aquella regulación pareció a ojos de muchos un despropósito, hace unos días la UNESCO reunió en París a representantes de varios países en la Conferencia Internacional sobre la Ética de la Neurotecnología con el objetivo de llegar a acuerdos para reglamentar y orientar el desarrollo de esta tecnología desde una perspectiva ética y de protección a los derechos humanos. Porque si bien la implantación de chips cerebrales mejoraría la vida de muchas personas que sufren de males como el Parkinson y enfermedades mentales o neurodegenerativas; el riesgo es que estas tecnologías también podrán vulnerar los pensamientos, recuerdos, emociones y sentimientos que nos hacen ser la persona que somos y no otra; revelar nuestros secretos más íntimos y todo aquello que nos da identidad; y utilizar algoritmos para influir en nuestras decisiones, transgrediendo nuestra libertad de pensamiento y atentando contra el libre albedrío y la dignidad humana.

Gabriela Ramos, Subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, señaló que estas aplicaciones “permitirán descodificar los procesos mentales de las personas y manipular directamente los mecanismos cerebrales”. Por su parte, Carolina Gainza, Subsecretaria de Ciencia de Chile apuntó que “si no se regulan adecuadamente, los desarrollos podrían representar una amenaza para los derechos humanos y la democracia. Teniendo en cuenta los avances de las neurotecnologías y la Inteligencia Artificial, es tiempo de que tengamos una discusión seria sobre cuál es la sociedad a la que queremos apuntar”.

Se estima que la inversión de las empresas privadas de neurotecnología es mayor a 33 mil millones de dólares, en su mayoría basadas en Estados Unidos y Reino Unido. En diciembre del año pasado Elon Musk presentó los avances de Neuralink: un implante conocido como N1, un diminuto dispositivo que se adapta al cráneo desde donde se conecta al cerebro sirviendo como interfaz no solo de entrada sino de salida de datos; y R1, el robot encargado de acoplar el dispositivo al cráneo mediante una sencilla intervención de 15 minutos. En el evento Musk anunció que estaba buscando participantes para iniciar ensayos en humanos en 6 meses, con lo que se estarían realizando las primeras pruebas mientras usted lee este artículo; el resto será historia.

Twitter: MarinievesGM @gm_marinieves