/ martes 28 de junio de 2022

DOBLE EFECTO | Otra canasta básica

La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), junto con el INEGI, Banco de México y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social trabajan en el estudio de una canasta digna de consumo para las familias mexicanas, que sea diferente a la del índice de precios y distinta a la de la línea de pobreza por ingreso que calcula el Coneval.

El titular de Conasami, Luis Felipe Munguía Corella, a quien por cierto poco se le ve públicamente en medios de comunicación, precisó que ese estudio medirá el monto que requiere una familia para que todos sus miembros puedan tener una vida digna de orden material, social y cultural.

Van a agregar una parte normativa, en el caso de los alimentos, no incluye refrescos, ni productos que son dañinos para la salud y los sustituye por alimentos nutritivos.

En la parte no alimentaria añadieron a la vivienda, muy importante para una vida digna, ya que las canastas conocidas, no lo tienen; así como la inclusión de algunos electrodomésticos, como un refrigerador.

Están calculando una canasta diaria de 312 pesos, aunque que los números van a seguir cambiando, ya que el grupo de trabajo sigue analizando la metodología, sobre todo la parte no alimentaria que es la más complicada de medir.

La información la dio a conocer Luis Munguía, en su participación en el webinar “Uso de la información de interés nacional para el diseño y evaluación de políticas públicas”, que organizó el INEGI.

Adelantó que estudian la propuesta de que se fije un salario mínimo para los trabajadores de la ganadería, quienes viven una situación muy precaria.

La información del INEGI que utiliza la Conasami es esencial para los estudios que realiza para fijar los mínimos. Como el análisis del Índice de Condiciones de Empleo (ICE), que mide las condiciones de empleo y el ingreso de los trabajadores.

Establece un mecanismo técnico y objetivo que permite conocer el nivel de precariedad en cada ocupación. A las ocupaciones con mayor precariedad se les considera para establecer un salario mínimo profesional.

Y analiza si los trabajadores tienen un contrato o un sindicato que les ayude a tener mejores condiciones de trabajo; sus prestaciones sociales, para ver si tienen acceso a la seguridad social y una área demográfica para saber qué tan feminizada está cada ocupación y qué tantos jóvenes hay en cada empleo.

Sígueme @Patri17Carrasco

La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), junto con el INEGI, Banco de México y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social trabajan en el estudio de una canasta digna de consumo para las familias mexicanas, que sea diferente a la del índice de precios y distinta a la de la línea de pobreza por ingreso que calcula el Coneval.

El titular de Conasami, Luis Felipe Munguía Corella, a quien por cierto poco se le ve públicamente en medios de comunicación, precisó que ese estudio medirá el monto que requiere una familia para que todos sus miembros puedan tener una vida digna de orden material, social y cultural.

Van a agregar una parte normativa, en el caso de los alimentos, no incluye refrescos, ni productos que son dañinos para la salud y los sustituye por alimentos nutritivos.

En la parte no alimentaria añadieron a la vivienda, muy importante para una vida digna, ya que las canastas conocidas, no lo tienen; así como la inclusión de algunos electrodomésticos, como un refrigerador.

Están calculando una canasta diaria de 312 pesos, aunque que los números van a seguir cambiando, ya que el grupo de trabajo sigue analizando la metodología, sobre todo la parte no alimentaria que es la más complicada de medir.

La información la dio a conocer Luis Munguía, en su participación en el webinar “Uso de la información de interés nacional para el diseño y evaluación de políticas públicas”, que organizó el INEGI.

Adelantó que estudian la propuesta de que se fije un salario mínimo para los trabajadores de la ganadería, quienes viven una situación muy precaria.

La información del INEGI que utiliza la Conasami es esencial para los estudios que realiza para fijar los mínimos. Como el análisis del Índice de Condiciones de Empleo (ICE), que mide las condiciones de empleo y el ingreso de los trabajadores.

Establece un mecanismo técnico y objetivo que permite conocer el nivel de precariedad en cada ocupación. A las ocupaciones con mayor precariedad se les considera para establecer un salario mínimo profesional.

Y analiza si los trabajadores tienen un contrato o un sindicato que les ayude a tener mejores condiciones de trabajo; sus prestaciones sociales, para ver si tienen acceso a la seguridad social y una área demográfica para saber qué tan feminizada está cada ocupación y qué tantos jóvenes hay en cada empleo.

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