Con más de 1.4 millones de contagios y 126 mil muertes, el gobierno mexicano pone toda su apuesta en la vacuna contra Covid-19, ante los mediocres resultados que ha logrado en la contención de la pandemia.
México es el cuarto país con más fallecidos, después de Estados Unidos, Brasil y la India. La Ciudad de México, Estado de México, Veracruz, Jalisco, Puebla, Baja California, Guanajuato, Nuevo León, Chihuahua y Coahuila registran el mayor número de defunciones y en conjunto representan el 62.5% de todos los fallecimientos en el país. La CDMX, por sí sola, acumula el 17.3% de todas las muertes a nivel nacional, según reporta la propia Secretaría de Salud federal.
Por ello, el gobierno de la 4T deposita toda su fe y esperanza en la vacuna, para frenar la mortífera pandemia y detener el desmantelamiento de la economía que la emergencia sanitaria ha traído consigo y que se ha convertido en la amenaza más peligrosa para sus aspiraciones electorales.
La Secretaría de Salud informó que hasta el 30 de diciembre, 24 mil 998 trabajadoras y trabajadores del sector salud que están en la primera línea de atención a pacientes han sido inmunizados. Hasta ese día se han recibido un total de 54 mil 625 dosis de vacuna antiCovid de Pfizer-BioNTech, cuyo esquema de inmunización consta de dos dosis.
De acuerdo con las previsiones se espera que al 31 de enero hayan llegado al país 1.4 millones de dosis, y así sucesivamente hasta completar las 34.4 millones de dosis pactadas con esa farmacéutica.
Para un país de 127 millones de habitantes el reto es enorme, no solo por la disponibilidad del biológico en el mercado internacional que se produce con toda la rapidez posible, sino también, contar con los recursos suficientes para su adquisición.
A estos retos se suma ahora también el reto de garantizar la gratuidad y la universalidad de la vacuna antiCovid, que han sido las reglas de oro con que ha operado por más de medio siglo el Programa Nacional de Vacunación en nuestro país y, que nunca antes –hasta ahora- habían sido puestas en duda o sometidas a debate.
Hoy, es necesario defender estos principios que han permitido a México recibir el reconocimiento mundial por su buen desempeño en materia de vacunación, para que esta exitosa política sanitaria no se contamine con favoritismos, amiguismos, compadrazgos, o incluso, fines electorales.