En la Ciudad de México y otras entidades del país duró muy poco el gusto del Semáforo Verde, que en tan solo tres meses y seis días volvió a retroceder a color amarillo.
A penas el 18 de octubre de 2021, las autoridades de salud, federales y locales anunciaban la entrada en vigor del fugaz Semáforo Verde que culminó este domingo, porque a partir del lunes 24 de enero, la capital y otros estados regresaron a color amarillo.
Por más intentos que se hagan por ocultar, desviar la atención, minimizar la tragedia de la pandemia o maquillar las cifras, los números están ahí y serán, en un futuro ya no muy lejano, los fieles testigos que hablarán de lo que se hizo bien, de lo que se hizo mal o, de plano, de lo que nunca se hizo.
A poco más de un mes de que se cumplan dos años de la identificación de los dos primeros casos del virus SARS-CoV-2 en territorio nacional, muchos mexicanos han muerto, otros más han enfermado y vuelto a enfermar, otros han recorrido hospitales en busca de atención para sus familiares y un número indeterminado murió o convaleció en casa, sin ni siquiera llegar a ser parte de la estadística pandémica.
El 18 de octubre, la Secretaría de Salud federal informó que hasta la semana epidemiológica 40 se tenían 3, 976,614 casos, 284,477 defunciones y 30,461 casos activos a nivel nacional. En la Ciudad de México se contabilizaron ese día 963,086 casos; 51,773 defunciones y 5,400 casos activos.
Al 23 de enero, de acuerdo con datos oficiales se contabilizan 4,667, 829 casos; 303,183 defunciones y 320,062 casos activos; lo que significa, diez veces más casos activos de los registrados hace tres meses; mientras que la Ciudad de México acumula 1,160, 552 casos; 53,189 defunciones y (aquí viene el dato preocupante) 73,086 casos activos; es decir, casi 14 veces más de los registrados hace tres meses.
Es cierto que cada persona tiene la responsabilidad de cuidar su salud. Sin embargo, el discurso empleado por la cuatroté a lo largo de la pandemia, lejos de poner al alcance de la población mensajes claros y precisos para la toma informada de decisiones, ha generado confusión, una falsa percepción de confianza y relajamiento de medidas sanitarias.
Incluso, no son pocas las personas y sectores de la sociedad que han mostrado rebeldía para acatar las medidas sanitarias, como uso de cubrebocas o evitar la asistencia a lugares de alta concentración poblacional. Sin un cambio de mentalidad, tendremos pandemia para rato.