/ martes 30 de noviembre de 2021

Ómicron de preocupación

La nueva variante Ómicron del virus SARS-CoV-2 fue clasificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como variante de preocupación, debido a su alta capacidad de trasmisión y su habilidad para escapar de los mecanismos de defensa inmunológica adquiridos por el organismos, ya sea porque se tuvo la enfermedad o por vacunación.

La variante es un desafío imprevisto, justo cuando la pandemia empezaba a dar una tregua. La gente regresaba a sus actividades de forma presencial y las expectativas de reactivación económica alentada por la temporada navideña y de fin de año parecían ya toda una realidad.

La mutación notificada el 24 de noviembre por las autoridades sanitarias de Sudáfrica prendió las alertas en todo el mundo y la reacción de los sensibles mercados financieros no se hizo esperar, siendo el sector turismo el primer afectado por la cancelación de viajes y nuevas restricciones en la llegada de vuelos internacionales, según las noticias que nos llegan de Europa.

Aquí, en México, no se ha dicho mucho, más bien ha habido escuetos mensajes y explicaciones someras con el consabido tufo tranquilizador y adormecedor que busca privilegiar -como siempre- la agenda político-proselitista-ideológica-electoral del actual grupo gobernante.

Todo parece indicar que lo demás puede esperar, ya sea el desabasto de medicamentos -que un día se acepta y al otro se niega- la carestía, el aumento de la pobreza, desempleo y la creciente ola delictiva, que es el único sector que verdaderamente ya se encuentra reactivado y ha vuelto con todo para recuperar sus pérdidas tras el confinamiento por la pandemia.

Si la población no es lo importante, que al menos lo sea la enorme pérdida económica que ha provocado la pandemia a las finanzas del país. Que las autoridades reflexionen, sobre el costo que ha tenido la pandemia y lo que se hubiera evitado de haberse tomado las medidas preventivas a tiempo, como la instalación de filtros sanitarios en aeropuertos con llegadas internacionales y restricciones para el desembarque de cruceros o realización de actos multitudinarios.

La pandemia de Covid-19 ha tenido hasta el momento un costo incuantificable para México, en términos de pérdidas de vidas, enfermedad, dolor, desempleo, pobreza, quiebre de empresas e impacto presupuestal. Ojalá que lo vivido sirva de experiencia, para no repetir errores y atender lo que verdaderamente es importante.

La nueva variante Ómicron del virus SARS-CoV-2 fue clasificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como variante de preocupación, debido a su alta capacidad de trasmisión y su habilidad para escapar de los mecanismos de defensa inmunológica adquiridos por el organismos, ya sea porque se tuvo la enfermedad o por vacunación.

La variante es un desafío imprevisto, justo cuando la pandemia empezaba a dar una tregua. La gente regresaba a sus actividades de forma presencial y las expectativas de reactivación económica alentada por la temporada navideña y de fin de año parecían ya toda una realidad.

La mutación notificada el 24 de noviembre por las autoridades sanitarias de Sudáfrica prendió las alertas en todo el mundo y la reacción de los sensibles mercados financieros no se hizo esperar, siendo el sector turismo el primer afectado por la cancelación de viajes y nuevas restricciones en la llegada de vuelos internacionales, según las noticias que nos llegan de Europa.

Aquí, en México, no se ha dicho mucho, más bien ha habido escuetos mensajes y explicaciones someras con el consabido tufo tranquilizador y adormecedor que busca privilegiar -como siempre- la agenda político-proselitista-ideológica-electoral del actual grupo gobernante.

Todo parece indicar que lo demás puede esperar, ya sea el desabasto de medicamentos -que un día se acepta y al otro se niega- la carestía, el aumento de la pobreza, desempleo y la creciente ola delictiva, que es el único sector que verdaderamente ya se encuentra reactivado y ha vuelto con todo para recuperar sus pérdidas tras el confinamiento por la pandemia.

Si la población no es lo importante, que al menos lo sea la enorme pérdida económica que ha provocado la pandemia a las finanzas del país. Que las autoridades reflexionen, sobre el costo que ha tenido la pandemia y lo que se hubiera evitado de haberse tomado las medidas preventivas a tiempo, como la instalación de filtros sanitarios en aeropuertos con llegadas internacionales y restricciones para el desembarque de cruceros o realización de actos multitudinarios.

La pandemia de Covid-19 ha tenido hasta el momento un costo incuantificable para México, en términos de pérdidas de vidas, enfermedad, dolor, desempleo, pobreza, quiebre de empresas e impacto presupuestal. Ojalá que lo vivido sirva de experiencia, para no repetir errores y atender lo que verdaderamente es importante.

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