/ lunes 4 de abril de 2022

Ser mujer en tiempo de estereotipos. Nada te da derecho a opinar sobre mí y mi cuerpo

columna de opinión por Cristina Cruz, secretaria para el Fortalecimiento de Ideales y Valores Morales, Espirituales y Cívicos de Morena

Te invito a ser mujer por tan solo 24 horas. Sé mujer en el transporte público, en la calle, en la oscuridad, en oficinas públicas y privadas, en el gimnasio, en el centro comercial, estando a la expectativa de quién nos sigue, quién nos mira lascivamente, quién te acosa, quién tiene intenciones de tocarte y/o simplemente juzgarte y criticarte.

Sé mujer en los tiempos de los estereotipos de género y de belleza, en los cuales nos han sumergido a las mujeres; mismos que día a día luchamos contra ellos desde nuestra sororidad. Los estereotipos de género y de belleza, es una manera de construir socialmente el tipo de mujer que necesita la sociedad, como se debe de comportar, mirar y a lo que debe de aspirar, pareciera que cometemos un delito al salirnos de aquellos cánones de conducta y belleza.

No obstante, mientras más incorporadas estamos las mujeres a la sociedad, más se incrementa la violencia de género por parte del patriarcado y dichos estereotipos de género y belleza, cuando se habla de discriminación, marginación y violencia hacia las mujeres, hombres y hasta algunas mujeres se extrañan. Derivado de que el constructo social neoliberal y contemporáneo les resulte difícil entender y comprender que la impronta de ideas respecto a cómo debe ser una mujer y cómo debe de actuar están erróneas, emana de años de replicar actos y/o conductas que solo fortalecen a los paradigmas de belleza y conducta en lugar de pugnar por mujeres más libres de pensamiento conducta y belleza.

Esto refleja la “naturalización” de las desigualdades que enfrentamos las mujeres, por ejemplo, como la explotación femenina y el que las mujeres seamos objeto de señalamientos por nuestro pensar, vestir, actuar y como expresamos nuestra identidad.

Esta normalización de los valores y estereotipos sexistas que se ejercen sobre nosotras deriva en violencia estética y social, procede de la reproducción de las desigualdades, inequidades, discriminación y los estereotipos de género.

En esa tesitura, cuando las mujeres cambian su imagen, se maquillan, muestran su sexy figura, en definitiva, alcanzan la tan anhelada belleza que les impuso el patriarcado; cumplen con los estereotipos de género que según debemos de anhelar las mujeres para poder ser amadas, reconocidas o consideradas en la vida pública de diario.

Intentar encajar en el canon de belleza históricamente impuesto podría ser contraproducente ya que contribuye a propiciar enfermedades mentales que lleva a muchas a atentar contra su vida.

Los discursos estigmatizaste sobre nuestros cuerpos y nuestro comportamiento en medios de comunicación y redes sociales refuerzan los mandatos de belleza y conducta hegemónica y presionan a una expectativa que se ha generado sobre nosotras por el simple hecho de ser mujer, donde la belleza y la conducta es valor social sin importar las condiciones en las que nos encontremos, estás siempre siendo juzgada y expuesta a ser violentada por tu apariencia física si por alguna razón no respondes a la expectativa de belleza que se ha construido para ti.

Somos millones de mujeres que pensamos y sentimos esta presión y violencia todos los días, siendo víctimas de un sistema patriarcal que permite que la violencia estética por los estigmas de belleza y conductas que carcomen nuestros cuerpos y pensamientos.

Pero ya basta de normalizar la violencia en forma de chiste, comentario y/o opinión sobre nuestros cuerpos. Las mujeres somos hermosas por el hecho de ser mujeres.

Nuestro cuerpo, nuestras enfermedades y nuestras características únicas, no son objeto de comedia. Las mujeres somos más que los estereotipos de género que nos han impuesto. ¡Cero tolerancias a la violencia estética!

Sé libre de expresar tu feminidad, tu belleza, tu amor propio sin que te importe el qué dirán. Somos libres y hermosas.

La violencia, racismo y discriminación no solo hiere, sino también mata. El racismo, la violencia y la discriminación no solo nos daña a una colectividad como sociedad, sino daña a quien lo expresa porque no se permite construir desde el amor y la diferencia.


columna de opinión por Cristina Cruz, secretaria para el Fortalecimiento de Ideales y Valores Morales, Espirituales y Cívicos de Morena

Te invito a ser mujer por tan solo 24 horas. Sé mujer en el transporte público, en la calle, en la oscuridad, en oficinas públicas y privadas, en el gimnasio, en el centro comercial, estando a la expectativa de quién nos sigue, quién nos mira lascivamente, quién te acosa, quién tiene intenciones de tocarte y/o simplemente juzgarte y criticarte.

Sé mujer en los tiempos de los estereotipos de género y de belleza, en los cuales nos han sumergido a las mujeres; mismos que día a día luchamos contra ellos desde nuestra sororidad. Los estereotipos de género y de belleza, es una manera de construir socialmente el tipo de mujer que necesita la sociedad, como se debe de comportar, mirar y a lo que debe de aspirar, pareciera que cometemos un delito al salirnos de aquellos cánones de conducta y belleza.

No obstante, mientras más incorporadas estamos las mujeres a la sociedad, más se incrementa la violencia de género por parte del patriarcado y dichos estereotipos de género y belleza, cuando se habla de discriminación, marginación y violencia hacia las mujeres, hombres y hasta algunas mujeres se extrañan. Derivado de que el constructo social neoliberal y contemporáneo les resulte difícil entender y comprender que la impronta de ideas respecto a cómo debe ser una mujer y cómo debe de actuar están erróneas, emana de años de replicar actos y/o conductas que solo fortalecen a los paradigmas de belleza y conducta en lugar de pugnar por mujeres más libres de pensamiento conducta y belleza.

Esto refleja la “naturalización” de las desigualdades que enfrentamos las mujeres, por ejemplo, como la explotación femenina y el que las mujeres seamos objeto de señalamientos por nuestro pensar, vestir, actuar y como expresamos nuestra identidad.

Esta normalización de los valores y estereotipos sexistas que se ejercen sobre nosotras deriva en violencia estética y social, procede de la reproducción de las desigualdades, inequidades, discriminación y los estereotipos de género.

En esa tesitura, cuando las mujeres cambian su imagen, se maquillan, muestran su sexy figura, en definitiva, alcanzan la tan anhelada belleza que les impuso el patriarcado; cumplen con los estereotipos de género que según debemos de anhelar las mujeres para poder ser amadas, reconocidas o consideradas en la vida pública de diario.

Intentar encajar en el canon de belleza históricamente impuesto podría ser contraproducente ya que contribuye a propiciar enfermedades mentales que lleva a muchas a atentar contra su vida.

Los discursos estigmatizaste sobre nuestros cuerpos y nuestro comportamiento en medios de comunicación y redes sociales refuerzan los mandatos de belleza y conducta hegemónica y presionan a una expectativa que se ha generado sobre nosotras por el simple hecho de ser mujer, donde la belleza y la conducta es valor social sin importar las condiciones en las que nos encontremos, estás siempre siendo juzgada y expuesta a ser violentada por tu apariencia física si por alguna razón no respondes a la expectativa de belleza que se ha construido para ti.

Somos millones de mujeres que pensamos y sentimos esta presión y violencia todos los días, siendo víctimas de un sistema patriarcal que permite que la violencia estética por los estigmas de belleza y conductas que carcomen nuestros cuerpos y pensamientos.

Pero ya basta de normalizar la violencia en forma de chiste, comentario y/o opinión sobre nuestros cuerpos. Las mujeres somos hermosas por el hecho de ser mujeres.

Nuestro cuerpo, nuestras enfermedades y nuestras características únicas, no son objeto de comedia. Las mujeres somos más que los estereotipos de género que nos han impuesto. ¡Cero tolerancias a la violencia estética!

Sé libre de expresar tu feminidad, tu belleza, tu amor propio sin que te importe el qué dirán. Somos libres y hermosas.

La violencia, racismo y discriminación no solo hiere, sino también mata. El racismo, la violencia y la discriminación no solo nos daña a una colectividad como sociedad, sino daña a quien lo expresa porque no se permite construir desde el amor y la diferencia.