/ domingo 25 de agosto de 2019

¿Y el cuplé?

Miro el resquicio de las nostalgias cómo se nos escurre como agua entre los dedos el sortilegio de la música de la madre patria. Cada día, bohemio irredento, son menos las zarzuelas y revistas representadas, las bulerías y tonadillas entonadas, las coplas cantadas y sobre todo el maravilloso arte del exquisito Cuplé.

El encuentro musical hispanoamericano a través de la música ibérica ha estado íntimamente ligado a la historia de México desde que nuestro país se llamaba Nueva España. Todavía, no hace más de 50 años, existieron en la ciudad de México maravillosos escenarios que preservaban y enaltecían la seductora gitanía de la música del reino hispanoparlante.

En el número 15 de las calles de Oaxaca en la colonia Roma, existió uno de los últimos reductos de la españolería mediante tablao, bailaores, declamadores, guitarristas y cantaores. Refugio de tradición para artistas de la talla de Juan Legido, Los Churumbeles de España, Camarón, Rafael Acevedo, Lola Flores, Manuel Benítez Carrasco o Naty Mistral, “Gitanerías” fue uno de los principales bastiones de la maravillosa música de España en nuestro país.

Sin embargo, por sobre todas estas expresiones existe un elegantísimo género que logró un destacado arraigo en nuestra cultura musical desde fines del siglo XIX, que lo mismo abarca la sátira o la picardía hasta las más dramáticas historias de la pasión: El Cuplé.

El Cuplé, querido bohemio lector, es la crónica de una época. A través de sus letras los autores se inspiraban en paisajes y personajes reales de la España de principios del siglo XX. El auge del cuplé fue en los años 20, abarcando diversos estilos, tales como el dramático, cómico, picaresco, militar, sentimental, frívolo, crónica histórica y hasta el sicalíptico con letras que rayaron en lo explícito (¡Salve a La Vaselina!).

Célebres autores de Cuplé son Juan Martínez Abades (Agua que no has de beber), Joaquín Zamacois (Nena), Montesinos (La violetera, letra), José Juan Cadenas “El Pigmalión de la Fornarina” (El ojo de cristal), Álvaro Retana y Monreal (Las Tardes del Ritz), José Padilla (La violetera y El Relicario), Valverde y Cadenas (Clavelitos), Maestro Alonso (Sus pícaros ojos) o Juan Viladomat (Fumando espero).

Nacido en Francia y reinventado en España el Cuplé tiene una asombrosa riqueza de cadencias cifrada en diversos ritmos, entre ellos el Fox trot, Habanera, Java, Pasodoble, Pasacalle, Vals, Mazurka, Charleston, Dixieland, Fox Shimmy o el Chotis... Madrid, a través de sus plazas, calles, sitios, personajes y tradiciones fue marco inspirador de una gran mayoría de cuplés.

”El cuplé hay que escucharlo con devoción en la penumbra abacial del local recoleto”

- Ángel del Río, cronista de la Villa de Madrid.

Raquel Meller, La Fornarina, La Goya, La Bella Chelito, Julia Fons, Amalia Molina, Dora La Cordobesita, Lilián de Celis y Olga Ramos son algunas de la más célebres cupletistas españolas. En México, María Conesa, Esperanza Iris, Virginia Fábregas, Lupe Rivas Cacho o Celia Montalbán cultivaron dicho género en sus repertorios.

A partir del estreno en México de la película ”El último Cuplé” (Dir. Juan de Orduña, 1957), en donde la seductora actriz y cantante Sarita Montiel invoca nuevamente una centenaria tradición que parecía extinta, nuevas voces comienzan a retomar el Cuplé. En México, Sofía Álvarez y Esmeralda incluyeron en sus repertorios un sinnúmero de estas nostálgicas obras.

Ante el surgimiento de nuevas tendencias, ritmos, estilos y géneros, el Cuplé ha quedado un tanto relegado y desplazado en la actualidad de la industria del entretenimiento. Sin embargo, en Madrid continúa vigente y en plenitud de facultades la cupletista y cupletóloga Olga María Ramos, hija de quien fuera la más completa y devota representante de dicho género durante la segunda mitad del siglo XX, la maestra Olga Ramos. Legataria del talento de su madre y heredera de una de las colecciones más completas de la historia del Cuplé, Olga María no solamente sigue recreando con excelencia dicho género a través de la dulzura de su voz, ataviada de sus mejores mantones de Manila, estolas de pluma, delicadas mantillas de encaje, guantes, peinetas y abanicos antiguos, sino que es en la actualidad la última cupletista que además de interpretar con histrionismo es también autora y compositora de Cuplé.

Permítame que le presuma, dilecto seguidor de #PeligroSóloBohemios, que he tenido el privilegio de acompañar desde la amistad hasta el piano infaltable a esta célebre artista, tanto en España como en México. El gran Agustín Lara es uno de los autores mexicanos predilectos que no puede faltar en cada espectáculo de “La Ramos”. Desde México aplaudimos de pie la tercera llamada en la escena de uno de los más finos géneros musicales de la lengua castellana a través del embrujo de nuestra Olga María. Y ven y ven y ven...

¡Que viva el Cuplé!

Nota: Olga María Ramos es colaboradora de nuestro espacio #NuevamenteBolero con #LosBohemiosNecios en ABC radio los sábados a las seis de la tarde.

Bueno. Ya me voy a bohemiar porque un domingo sin Boleros es Lunes. Escríbame, no lo olvide. Yo siempre contesto. rodrigodelacadena@yahoo.com

¡Ni una línea más!

Miro el resquicio de las nostalgias cómo se nos escurre como agua entre los dedos el sortilegio de la música de la madre patria. Cada día, bohemio irredento, son menos las zarzuelas y revistas representadas, las bulerías y tonadillas entonadas, las coplas cantadas y sobre todo el maravilloso arte del exquisito Cuplé.

El encuentro musical hispanoamericano a través de la música ibérica ha estado íntimamente ligado a la historia de México desde que nuestro país se llamaba Nueva España. Todavía, no hace más de 50 años, existieron en la ciudad de México maravillosos escenarios que preservaban y enaltecían la seductora gitanía de la música del reino hispanoparlante.

En el número 15 de las calles de Oaxaca en la colonia Roma, existió uno de los últimos reductos de la españolería mediante tablao, bailaores, declamadores, guitarristas y cantaores. Refugio de tradición para artistas de la talla de Juan Legido, Los Churumbeles de España, Camarón, Rafael Acevedo, Lola Flores, Manuel Benítez Carrasco o Naty Mistral, “Gitanerías” fue uno de los principales bastiones de la maravillosa música de España en nuestro país.

Sin embargo, por sobre todas estas expresiones existe un elegantísimo género que logró un destacado arraigo en nuestra cultura musical desde fines del siglo XIX, que lo mismo abarca la sátira o la picardía hasta las más dramáticas historias de la pasión: El Cuplé.

El Cuplé, querido bohemio lector, es la crónica de una época. A través de sus letras los autores se inspiraban en paisajes y personajes reales de la España de principios del siglo XX. El auge del cuplé fue en los años 20, abarcando diversos estilos, tales como el dramático, cómico, picaresco, militar, sentimental, frívolo, crónica histórica y hasta el sicalíptico con letras que rayaron en lo explícito (¡Salve a La Vaselina!).

Célebres autores de Cuplé son Juan Martínez Abades (Agua que no has de beber), Joaquín Zamacois (Nena), Montesinos (La violetera, letra), José Juan Cadenas “El Pigmalión de la Fornarina” (El ojo de cristal), Álvaro Retana y Monreal (Las Tardes del Ritz), José Padilla (La violetera y El Relicario), Valverde y Cadenas (Clavelitos), Maestro Alonso (Sus pícaros ojos) o Juan Viladomat (Fumando espero).

Nacido en Francia y reinventado en España el Cuplé tiene una asombrosa riqueza de cadencias cifrada en diversos ritmos, entre ellos el Fox trot, Habanera, Java, Pasodoble, Pasacalle, Vals, Mazurka, Charleston, Dixieland, Fox Shimmy o el Chotis... Madrid, a través de sus plazas, calles, sitios, personajes y tradiciones fue marco inspirador de una gran mayoría de cuplés.

”El cuplé hay que escucharlo con devoción en la penumbra abacial del local recoleto”

- Ángel del Río, cronista de la Villa de Madrid.

Raquel Meller, La Fornarina, La Goya, La Bella Chelito, Julia Fons, Amalia Molina, Dora La Cordobesita, Lilián de Celis y Olga Ramos son algunas de la más célebres cupletistas españolas. En México, María Conesa, Esperanza Iris, Virginia Fábregas, Lupe Rivas Cacho o Celia Montalbán cultivaron dicho género en sus repertorios.

A partir del estreno en México de la película ”El último Cuplé” (Dir. Juan de Orduña, 1957), en donde la seductora actriz y cantante Sarita Montiel invoca nuevamente una centenaria tradición que parecía extinta, nuevas voces comienzan a retomar el Cuplé. En México, Sofía Álvarez y Esmeralda incluyeron en sus repertorios un sinnúmero de estas nostálgicas obras.

Ante el surgimiento de nuevas tendencias, ritmos, estilos y géneros, el Cuplé ha quedado un tanto relegado y desplazado en la actualidad de la industria del entretenimiento. Sin embargo, en Madrid continúa vigente y en plenitud de facultades la cupletista y cupletóloga Olga María Ramos, hija de quien fuera la más completa y devota representante de dicho género durante la segunda mitad del siglo XX, la maestra Olga Ramos. Legataria del talento de su madre y heredera de una de las colecciones más completas de la historia del Cuplé, Olga María no solamente sigue recreando con excelencia dicho género a través de la dulzura de su voz, ataviada de sus mejores mantones de Manila, estolas de pluma, delicadas mantillas de encaje, guantes, peinetas y abanicos antiguos, sino que es en la actualidad la última cupletista que además de interpretar con histrionismo es también autora y compositora de Cuplé.

Permítame que le presuma, dilecto seguidor de #PeligroSóloBohemios, que he tenido el privilegio de acompañar desde la amistad hasta el piano infaltable a esta célebre artista, tanto en España como en México. El gran Agustín Lara es uno de los autores mexicanos predilectos que no puede faltar en cada espectáculo de “La Ramos”. Desde México aplaudimos de pie la tercera llamada en la escena de uno de los más finos géneros musicales de la lengua castellana a través del embrujo de nuestra Olga María. Y ven y ven y ven...

¡Que viva el Cuplé!

Nota: Olga María Ramos es colaboradora de nuestro espacio #NuevamenteBolero con #LosBohemiosNecios en ABC radio los sábados a las seis de la tarde.

Bueno. Ya me voy a bohemiar porque un domingo sin Boleros es Lunes. Escríbame, no lo olvide. Yo siempre contesto. rodrigodelacadena@yahoo.com

¡Ni una línea más!