/ domingo 5 de enero de 2020

Una ilustre desconocida

María Grever es un caso excepcional de talento artístico. Desde adolescente está llamada a ser un fenómeno de la composición musical. Sus canciones se proyectan, no sólo en las películas sonoras, si no también a través de los acetatos y la industria de la fonografía que hace que el arte llegue hasta los últimos rincones del orbe. Es el disco el medio que contribuye decisivamente a la difusión de los grandes éxitos musicales en el mundo.

María Joaquina de la Portilla y Torres, hija del español Francisco de la Portilla y la mexicana Julia Torres, nace en la ciudad de León, Guanajuato el 16 de Agosto de 1884, según algunos de sus biógrafos (también existe la hipótesis de que nació un 14 de Septiembre de 1885). El hecho es que nació en México y estudió en el colegio del Sagrado Corazón, recibiendo una formación integral que incluía la academia musical desde niña, logrando su primera composición en letra y música de su autoría a los cuatro años, se trataba de un villancico navideño. A los seis, su familia se traslada a Sevilla, España, ciudad de donde era originario su padre. Luego, viajó a París, en donde recibe clases de los músicos Claude Debussy, icono del romanticismo y el impresionismo francés y el músico húngaro Franz Lehárd, quien le sugirió que no se sujetara a la técnica musical y conservara su espontaneidad natural. De regreso a México ingresó en la escuela de canto de su tía “Cuca” Torres.

La primera compositora con éxito mundial

María Grever satura el ambiente con su creatividad. Es admirable su talento en el campo de la composición, sin quedarse atrás en el aspecto autoral; ella misma escribía las letras de sus canciones, tan diversas en estilos y de una originalidad como nadie de esa época. María logra apoderarse de los sentimientos del oyente. Cada canción es un éxito que recorre los países de habla hispana y de la unión americana. El ya popularísimo cantante José Mojica, estrella internacional, da a conocer en 1926 la primera de sus grandes creaciones exitosas, la pasional “Júrame”, sentenciada a recorrer el mundo en las voces de los más grandes cantantes. Por esos años el bolero comenzaba a convertirse en la música más popular del momento. Esta pieza es el principio de una interminable serie de expresiones románticas emanadas de la inspiración de esta joven mexicana. El hecho indiscutible es que María impregnó de romanticismo a su generación a través de los años en las voces de los más importantes intérpretes. Sus canciones siguen escuchándose, no obstante las nuevas corrientes musicales.

Desde un principio, rápidamente las editoras internacionales promovían una a una sus canciones publicadas; mismas que gozaban de una calidad tal, que no cualquiera podía ejecutar, dada la complejidad asombrosa hermosamente conjugada de sus espaciados intervalos melódicos armonizados con exquisitas sonoridades. Se consideran las canciones de María Greever equiparables a obras técnicamente demandantes tales como la canzone napolitana, romanzas de zarzuela o arias de ópera. María elevó el bolero a niveles insospechados. Un claro ejemplo de estas canciones que desempeñan un papel fundamental en la lírica y son un vehículo de expresión fundamental en el bel canto son: Despedida, Por si no te vuelvo a ver, Volveré, Cuando Me vaya, Alma mía o Así...

Se dice que su primera canción publicada en México fue “Rayito de sol”, canción homónima del repertorio de la trova tradicional yucateca, misma que originalmente Guty Cárdenas tuvo que cambiar de nombre a “Por la mañana”; resultando a la postre, muchísimo más difundida la de Cárdenas y López Méndez que la de la propia Grever.

A partir del éxito obtenido con “Júrame” las grandes y más privilegiadas voces de su época comenzaron a grabar cuanta canción de María llegaba a sus manos; tal es el caso del Doctor Alfonso Ortiz Tirado, Juan Arvizu, Néstor Mesta Chayres, Ramón Armengod o Vicente Bergman. Posteriormente, cantantes como Mario Alberto Rodríguez, Emilio Tuero, Genaro Salinas, Nicolás Urcelay o Hugo Avendaño. Hoy día, tenores de la talla de Rolando Villazón, Javier Camarena o Plácido Domingo no podrían terminar un concierto sin cantar, al menos, una de las joyas del repertorio greveriano.

La célebre musa guanajuatense es un claro ejemplo del sueño americano, ya que desde muy joven, en 1916, contrae nupcias con el piloto aviador norteamericano León Grever, de quien adopta apellido y ciudadanía estadounidense, estableciéndose en la cosmopolita ciudad de Nueva York. Tuvo dos hijas y un hijo, la menor ellas murió cuando tenía apenas seis meses de edad; dicha tragedia marcó para siempre su vida y en memoria de su pequeña, María escribió el bolero-arrullo berceuse “Te quiero diijiste” rebautizado por el público como “Muñequita linda”.

Su lugar de residencia, lejos de su tierra natal, no fue impedimento para que la inspirada maestra siguiera creando. Después de casi 30 años lejos de su terruño, una enfermedad que disminuyó significativamente su capacidad motora y tras varios intentos fallidos de las más diversas personalidades e instituciones por traerla a su país, la compositora de “Alma mía” al fin acepta volver a su añorada tierra en 1949 para recibir una serie de reconocimientos y homenajes que incluían una serie radiofónica autobiográfica y conciertos por parte de la XEW, la voz de la América Latina desde México y el gobierno mexicano, en donde participaron los más destacados artistas de aquel tiempo. No era poco común observar las enormes filas de gente que luchaba por ingresar a aquellos históricos estudios “Verde y Oro” y “Azul y Plata” de las calles de Ayuntamiento 52 y 54. Sin embargo, con la ocasión de la visita de Grever a México, aquella aglomeración multitudinaria detuvo por completo la circulación varias cuadras a la redonda. Muy poca gente conocía a la artista en persona; incluso muchos dudaban de su existencia. Algunos periodistas aseguraban que “María Grever” era un seudónimo, un mito, ya que no solía aparecer en actos públicos desde hace años. Su soledad y enclaustro a manera de un extraño autoexilio fue provocado probablemente por el obsesivo y posesivo carácter de su esposo. Incluso hay expertos que aseguran que en sus textos se puede entrever una lectura de lesbianismo, sufrimiento, depresión y soledad provocados por el amor no correspondido en la obra de la compositora.

Recuerdo que hace muchos años, conversando con mi amigo Enrique Quezada (†), quien fuera la primera voz del legendario trío “Los Tres Diamantes”, éste me comentó que la entonces joven agrupación tuvo oportunidad de ser convocada a dicho homenaje radiofónico y que mucho les sorprendió que la maestra, con una enorme sensibilidad y lágrimas en los ojos, con norteamericano acento extranjero les manifestó su gratitud transformada en emoción por haberle cantado sus canciones. Dicho testimonio fue confirmado por otro de mis grandes y admirados amigos, el maestro Jorge Fernández (†), quien presenció ese histórico reencuentro de la compositora con el público de su tierra natal, reafirmándome que la condición física de Grever se veía muy menguada; incluso, la emoción y albricias de dicho momento no podían ocultar el vago perfume de melancolía en la mirada cansada de quien fuera la más importante mujer en el ámbito autoral en la primera mitad del siglo XX.

Grever y Lara

Considero que entre Lara y Grever existe un sincretismo especial, no obstante la diferencia generacional. María Grever ya era una figura internacional para cuando Lara comenzaba. Incluso el carácter lírico y la infinita riqueza de “Júrame” (1926) encuentra cierta similitud en la grandeza sonora de “Granada” (1932); ambas, piezas sublimes que son, hasta nuestros días, parte del repertorio infaltable de las mejores voces del mundo en el caso de las tesituras de hombre (bajo, barítono, tenor, contratenor) y de mujer (contralto, mezzosoprano y soprano).

En su ensayo “María Grever una famosa desconocida” Alejandro C. Moreno narra que en una ocasión en que la célebre compositora viajó a México, Don Emilio Azcárraga Vidaurreta (fundador de XEW) pidió a Agustín Lara que fuera a recibirla y le hiciera una visita de cortesía. Ella citó a Lara en su habitación del Hotel Regis. Hablaron distendidamente durante varias horas. Le comentó al joven compositor lo duro que era llegar al triunfo... Por último, le obsequió una botella de Oporto, se despidieron y ordenó a su chofer que llevara al veracruzano de regreso a su domicilio. Cuando Agustín Lara ya estaba en su casa, encontró una nota que Grever le había depositado entre sus cosas, sin que éste se diese cuenta, en donde se leía: “De todas las canciones mexicanas que llegaron a Nueva York, inconscientemente elegí sólo cinco de entre ochenta de ellas y fue una sorpresa ver que eran todas del mismo autor: Agustín Lara. Es mi convicción que tiene un gran porvenir, pues su inspiración es purísima y espontánea. No tardará mucho ser una gloria nacional”.

Grever en Estados Unidos

Pocos compositores de la música popular tenían la formación académica; tal es el caso de Esparza Oteo, Manuel Esperón o Gonzalo Curiel, quienes musicalizaron varias películas. María Grever no solamente musicalizó filmes nacionales, si no que fue contratada por la Paramount Pictures y posteriormente la 20th Century Fox, para componer operetas e incluso dirigir orquestas para sus filmaciones.

Estados Unidos influyó también de muchas formas positivas en la inspiración musical a través del Jazz. Claro ejemplo de este influjo es notable en piezas como “Cuando vuelva a tu lado” bolero-blues, que bajo el título de “What a difference a day makes” logró trascendencia en Norteamérica en las voces de grandes intérpretes que van desde Ella Fitzgerald y Dinah Washington hasta Jamie Cullum y Tonny Bennett.

En este contexto María Grever afirma en una entrevista: “Tuve que dejar mi país y ahora, en Nueva York, estoy interesada en el jazz, en la música moderna pero, sobre todo, en la música mexicana que deseo presentarla a los estadounidenses. No creo que sepan mucho de ella. Valdría la pena darla a conocer. Existe una riqueza en la cultura de la canción en México (su origen hispano e indígena y la mezcla de ambos). Melodía y ritmo convergen ahí. Es mi deseo y ambición presentar las melodías y ritmos nativos en perspectiva real, pero con la flexibilidad necesaria para hacer una llamada al oído universal.”

Orgullo mexicano

La trascendencia mundial de la obra de María Grever se debe, entre otras cualidades, al alto nivel académico que la guanajuatense poseía. La enorme musicalidad de las piezas de corte romántico y lírico de la compositora demuestran una evidente influencia de Debussy, Saint-Saens, Satie, Ravel, Shubert y Brahms. Su obra abarca un amplísimo recorrido sentimentalista a través de las más diversas formas en donde la armonía desempeña un papel fundamental de excelencia sin dejar de lado la fina complejidad de las demandantes melodías que son materia prima para exaltar la belleza y riqueza en la sonoridad vocal: A una ola, Alma mía, Ya no me quieres, Qué dirías de mí, Te quiero dijiste, Así, Ausencia, Por si no te vuelvo a ver, Cuando me vaya, Júrame, Volveré, Cuando vuelva a tu lado, Tipitín, Tú, tú y tú, Mi secreto y Devuélveme mis besos son sólo algunos ejemplos que engrandecen el catálogo de oro de la lírica mexicana.

En 1954, tres años después de la muerte de la ilustre artista, el cineasta y director Tito Davison estrena la cinta “Cuando me vaya”; dramatización de la vida de la guanajuatense, estelarizada por Libertad Lamarque. Por cierto, no muy apegada a la realidad.

Grever hoy

Así como hoy están de moda las películas y bioseries de conocidos artistas, yo propondría reivindicar la apasionante historia de este portento de la creación a través de un trabajo que dignifique y devuelva a esta mujer ejemplar un poco de la gloria que le pertenece y que le ha sido arrebatada, en gran parte por la ignorancia de quienes ostentan los cargos de autoridad en materia cultural y de divulgación. Hoy, como muchas figuras brillantes en su tiempo, la leyenda de la insigne María Grever se encuentra en franca subestimación de manera lamentable y vergonzosa. Alzamos la voz desde esta plataforma periodística exigiendo justicia histórica para los próceres de nuestro arte nacional.

En lo personal, haciéndome un honor inmerecido por encima de mis escasos méritos, en diversas ocasiones el público me ha permitido tomar parte en la recordación de la triunfal y grandiosa melodía inmortal de los pedazos de vida de Grever. Naturalmente mis palabras siempre serán un compendio de elogiosa exaltación hacia esta maravillosa mujer. María le cantó al amor y nosotros, esta y todas las noches, a través de los años, le seguiremos cantando con la gratitud de todo un pueblo.

Aquí mi top 10 greveriano y sus mejores intérpretes:

1. Júrame - Rolando Villazón

2. Alma mía - Bola de Nieve

3. Cuando vuelva a tu lado - Jamie Cullum

4. Ya no me quieres - Cuarteto D’Aida

5. Ti-pi-tin - The Andrew Sisters

6. Te quiero dijiste - Dr. Alfonso Ortiz Tirado

7. Volveré - Nicolás Urcelay

8. Cuando me vaya - Libertad Lamarque

9. Así - Marco Antonio Muñiz y la rondalla tapatía

10. Por si no te vuelvo a ver - Chucho Avellanet

Ya sabe, mi bohemio y atrevido lector, nadie más que usted puede entrar en mi buzón de afectos escribiéndome y comentándome éste y todos mis escritos. Yo siempre contesto. Aquí mi correo: rodrigodelacadena@yahoo.com

¡Ni una línea más!

María Grever es un caso excepcional de talento artístico. Desde adolescente está llamada a ser un fenómeno de la composición musical. Sus canciones se proyectan, no sólo en las películas sonoras, si no también a través de los acetatos y la industria de la fonografía que hace que el arte llegue hasta los últimos rincones del orbe. Es el disco el medio que contribuye decisivamente a la difusión de los grandes éxitos musicales en el mundo.

María Joaquina de la Portilla y Torres, hija del español Francisco de la Portilla y la mexicana Julia Torres, nace en la ciudad de León, Guanajuato el 16 de Agosto de 1884, según algunos de sus biógrafos (también existe la hipótesis de que nació un 14 de Septiembre de 1885). El hecho es que nació en México y estudió en el colegio del Sagrado Corazón, recibiendo una formación integral que incluía la academia musical desde niña, logrando su primera composición en letra y música de su autoría a los cuatro años, se trataba de un villancico navideño. A los seis, su familia se traslada a Sevilla, España, ciudad de donde era originario su padre. Luego, viajó a París, en donde recibe clases de los músicos Claude Debussy, icono del romanticismo y el impresionismo francés y el músico húngaro Franz Lehárd, quien le sugirió que no se sujetara a la técnica musical y conservara su espontaneidad natural. De regreso a México ingresó en la escuela de canto de su tía “Cuca” Torres.

La primera compositora con éxito mundial

María Grever satura el ambiente con su creatividad. Es admirable su talento en el campo de la composición, sin quedarse atrás en el aspecto autoral; ella misma escribía las letras de sus canciones, tan diversas en estilos y de una originalidad como nadie de esa época. María logra apoderarse de los sentimientos del oyente. Cada canción es un éxito que recorre los países de habla hispana y de la unión americana. El ya popularísimo cantante José Mojica, estrella internacional, da a conocer en 1926 la primera de sus grandes creaciones exitosas, la pasional “Júrame”, sentenciada a recorrer el mundo en las voces de los más grandes cantantes. Por esos años el bolero comenzaba a convertirse en la música más popular del momento. Esta pieza es el principio de una interminable serie de expresiones románticas emanadas de la inspiración de esta joven mexicana. El hecho indiscutible es que María impregnó de romanticismo a su generación a través de los años en las voces de los más importantes intérpretes. Sus canciones siguen escuchándose, no obstante las nuevas corrientes musicales.

Desde un principio, rápidamente las editoras internacionales promovían una a una sus canciones publicadas; mismas que gozaban de una calidad tal, que no cualquiera podía ejecutar, dada la complejidad asombrosa hermosamente conjugada de sus espaciados intervalos melódicos armonizados con exquisitas sonoridades. Se consideran las canciones de María Greever equiparables a obras técnicamente demandantes tales como la canzone napolitana, romanzas de zarzuela o arias de ópera. María elevó el bolero a niveles insospechados. Un claro ejemplo de estas canciones que desempeñan un papel fundamental en la lírica y son un vehículo de expresión fundamental en el bel canto son: Despedida, Por si no te vuelvo a ver, Volveré, Cuando Me vaya, Alma mía o Así...

Se dice que su primera canción publicada en México fue “Rayito de sol”, canción homónima del repertorio de la trova tradicional yucateca, misma que originalmente Guty Cárdenas tuvo que cambiar de nombre a “Por la mañana”; resultando a la postre, muchísimo más difundida la de Cárdenas y López Méndez que la de la propia Grever.

A partir del éxito obtenido con “Júrame” las grandes y más privilegiadas voces de su época comenzaron a grabar cuanta canción de María llegaba a sus manos; tal es el caso del Doctor Alfonso Ortiz Tirado, Juan Arvizu, Néstor Mesta Chayres, Ramón Armengod o Vicente Bergman. Posteriormente, cantantes como Mario Alberto Rodríguez, Emilio Tuero, Genaro Salinas, Nicolás Urcelay o Hugo Avendaño. Hoy día, tenores de la talla de Rolando Villazón, Javier Camarena o Plácido Domingo no podrían terminar un concierto sin cantar, al menos, una de las joyas del repertorio greveriano.

La célebre musa guanajuatense es un claro ejemplo del sueño americano, ya que desde muy joven, en 1916, contrae nupcias con el piloto aviador norteamericano León Grever, de quien adopta apellido y ciudadanía estadounidense, estableciéndose en la cosmopolita ciudad de Nueva York. Tuvo dos hijas y un hijo, la menor ellas murió cuando tenía apenas seis meses de edad; dicha tragedia marcó para siempre su vida y en memoria de su pequeña, María escribió el bolero-arrullo berceuse “Te quiero diijiste” rebautizado por el público como “Muñequita linda”.

Su lugar de residencia, lejos de su tierra natal, no fue impedimento para que la inspirada maestra siguiera creando. Después de casi 30 años lejos de su terruño, una enfermedad que disminuyó significativamente su capacidad motora y tras varios intentos fallidos de las más diversas personalidades e instituciones por traerla a su país, la compositora de “Alma mía” al fin acepta volver a su añorada tierra en 1949 para recibir una serie de reconocimientos y homenajes que incluían una serie radiofónica autobiográfica y conciertos por parte de la XEW, la voz de la América Latina desde México y el gobierno mexicano, en donde participaron los más destacados artistas de aquel tiempo. No era poco común observar las enormes filas de gente que luchaba por ingresar a aquellos históricos estudios “Verde y Oro” y “Azul y Plata” de las calles de Ayuntamiento 52 y 54. Sin embargo, con la ocasión de la visita de Grever a México, aquella aglomeración multitudinaria detuvo por completo la circulación varias cuadras a la redonda. Muy poca gente conocía a la artista en persona; incluso muchos dudaban de su existencia. Algunos periodistas aseguraban que “María Grever” era un seudónimo, un mito, ya que no solía aparecer en actos públicos desde hace años. Su soledad y enclaustro a manera de un extraño autoexilio fue provocado probablemente por el obsesivo y posesivo carácter de su esposo. Incluso hay expertos que aseguran que en sus textos se puede entrever una lectura de lesbianismo, sufrimiento, depresión y soledad provocados por el amor no correspondido en la obra de la compositora.

Recuerdo que hace muchos años, conversando con mi amigo Enrique Quezada (†), quien fuera la primera voz del legendario trío “Los Tres Diamantes”, éste me comentó que la entonces joven agrupación tuvo oportunidad de ser convocada a dicho homenaje radiofónico y que mucho les sorprendió que la maestra, con una enorme sensibilidad y lágrimas en los ojos, con norteamericano acento extranjero les manifestó su gratitud transformada en emoción por haberle cantado sus canciones. Dicho testimonio fue confirmado por otro de mis grandes y admirados amigos, el maestro Jorge Fernández (†), quien presenció ese histórico reencuentro de la compositora con el público de su tierra natal, reafirmándome que la condición física de Grever se veía muy menguada; incluso, la emoción y albricias de dicho momento no podían ocultar el vago perfume de melancolía en la mirada cansada de quien fuera la más importante mujer en el ámbito autoral en la primera mitad del siglo XX.

Grever y Lara

Considero que entre Lara y Grever existe un sincretismo especial, no obstante la diferencia generacional. María Grever ya era una figura internacional para cuando Lara comenzaba. Incluso el carácter lírico y la infinita riqueza de “Júrame” (1926) encuentra cierta similitud en la grandeza sonora de “Granada” (1932); ambas, piezas sublimes que son, hasta nuestros días, parte del repertorio infaltable de las mejores voces del mundo en el caso de las tesituras de hombre (bajo, barítono, tenor, contratenor) y de mujer (contralto, mezzosoprano y soprano).

En su ensayo “María Grever una famosa desconocida” Alejandro C. Moreno narra que en una ocasión en que la célebre compositora viajó a México, Don Emilio Azcárraga Vidaurreta (fundador de XEW) pidió a Agustín Lara que fuera a recibirla y le hiciera una visita de cortesía. Ella citó a Lara en su habitación del Hotel Regis. Hablaron distendidamente durante varias horas. Le comentó al joven compositor lo duro que era llegar al triunfo... Por último, le obsequió una botella de Oporto, se despidieron y ordenó a su chofer que llevara al veracruzano de regreso a su domicilio. Cuando Agustín Lara ya estaba en su casa, encontró una nota que Grever le había depositado entre sus cosas, sin que éste se diese cuenta, en donde se leía: “De todas las canciones mexicanas que llegaron a Nueva York, inconscientemente elegí sólo cinco de entre ochenta de ellas y fue una sorpresa ver que eran todas del mismo autor: Agustín Lara. Es mi convicción que tiene un gran porvenir, pues su inspiración es purísima y espontánea. No tardará mucho ser una gloria nacional”.

Grever en Estados Unidos

Pocos compositores de la música popular tenían la formación académica; tal es el caso de Esparza Oteo, Manuel Esperón o Gonzalo Curiel, quienes musicalizaron varias películas. María Grever no solamente musicalizó filmes nacionales, si no que fue contratada por la Paramount Pictures y posteriormente la 20th Century Fox, para componer operetas e incluso dirigir orquestas para sus filmaciones.

Estados Unidos influyó también de muchas formas positivas en la inspiración musical a través del Jazz. Claro ejemplo de este influjo es notable en piezas como “Cuando vuelva a tu lado” bolero-blues, que bajo el título de “What a difference a day makes” logró trascendencia en Norteamérica en las voces de grandes intérpretes que van desde Ella Fitzgerald y Dinah Washington hasta Jamie Cullum y Tonny Bennett.

En este contexto María Grever afirma en una entrevista: “Tuve que dejar mi país y ahora, en Nueva York, estoy interesada en el jazz, en la música moderna pero, sobre todo, en la música mexicana que deseo presentarla a los estadounidenses. No creo que sepan mucho de ella. Valdría la pena darla a conocer. Existe una riqueza en la cultura de la canción en México (su origen hispano e indígena y la mezcla de ambos). Melodía y ritmo convergen ahí. Es mi deseo y ambición presentar las melodías y ritmos nativos en perspectiva real, pero con la flexibilidad necesaria para hacer una llamada al oído universal.”

Orgullo mexicano

La trascendencia mundial de la obra de María Grever se debe, entre otras cualidades, al alto nivel académico que la guanajuatense poseía. La enorme musicalidad de las piezas de corte romántico y lírico de la compositora demuestran una evidente influencia de Debussy, Saint-Saens, Satie, Ravel, Shubert y Brahms. Su obra abarca un amplísimo recorrido sentimentalista a través de las más diversas formas en donde la armonía desempeña un papel fundamental de excelencia sin dejar de lado la fina complejidad de las demandantes melodías que son materia prima para exaltar la belleza y riqueza en la sonoridad vocal: A una ola, Alma mía, Ya no me quieres, Qué dirías de mí, Te quiero dijiste, Así, Ausencia, Por si no te vuelvo a ver, Cuando me vaya, Júrame, Volveré, Cuando vuelva a tu lado, Tipitín, Tú, tú y tú, Mi secreto y Devuélveme mis besos son sólo algunos ejemplos que engrandecen el catálogo de oro de la lírica mexicana.

En 1954, tres años después de la muerte de la ilustre artista, el cineasta y director Tito Davison estrena la cinta “Cuando me vaya”; dramatización de la vida de la guanajuatense, estelarizada por Libertad Lamarque. Por cierto, no muy apegada a la realidad.

Grever hoy

Así como hoy están de moda las películas y bioseries de conocidos artistas, yo propondría reivindicar la apasionante historia de este portento de la creación a través de un trabajo que dignifique y devuelva a esta mujer ejemplar un poco de la gloria que le pertenece y que le ha sido arrebatada, en gran parte por la ignorancia de quienes ostentan los cargos de autoridad en materia cultural y de divulgación. Hoy, como muchas figuras brillantes en su tiempo, la leyenda de la insigne María Grever se encuentra en franca subestimación de manera lamentable y vergonzosa. Alzamos la voz desde esta plataforma periodística exigiendo justicia histórica para los próceres de nuestro arte nacional.

En lo personal, haciéndome un honor inmerecido por encima de mis escasos méritos, en diversas ocasiones el público me ha permitido tomar parte en la recordación de la triunfal y grandiosa melodía inmortal de los pedazos de vida de Grever. Naturalmente mis palabras siempre serán un compendio de elogiosa exaltación hacia esta maravillosa mujer. María le cantó al amor y nosotros, esta y todas las noches, a través de los años, le seguiremos cantando con la gratitud de todo un pueblo.

Aquí mi top 10 greveriano y sus mejores intérpretes:

1. Júrame - Rolando Villazón

2. Alma mía - Bola de Nieve

3. Cuando vuelva a tu lado - Jamie Cullum

4. Ya no me quieres - Cuarteto D’Aida

5. Ti-pi-tin - The Andrew Sisters

6. Te quiero dijiste - Dr. Alfonso Ortiz Tirado

7. Volveré - Nicolás Urcelay

8. Cuando me vaya - Libertad Lamarque

9. Así - Marco Antonio Muñiz y la rondalla tapatía

10. Por si no te vuelvo a ver - Chucho Avellanet

Ya sabe, mi bohemio y atrevido lector, nadie más que usted puede entrar en mi buzón de afectos escribiéndome y comentándome éste y todos mis escritos. Yo siempre contesto. Aquí mi correo: rodrigodelacadena@yahoo.com

¡Ni una línea más!