Hacer un testamento ayuda a dejar seguridad jurídica a los seres queridos, sin embargo, los mexicanos carecen de cultura de prevención. El Colegio de Notarios apunta solo uno de cada 20 ha formalizado su última voluntad.
Estos tiempos de pandemia llevan a reflexionar sobre temas que generalmente no se quieren tocar, pero que es necesario. Datos de la Secretaría de Gobernación revelan que existen 4.8 millones de avisos de testamento registrados, es decir menos del 4% de la población ha llevado a cabo este trámite.
Septiembre es considerado como el mes del testamento, desde el 2003, con la intención de motivar a más mexicanos a poner en orden sus propiedades; se ofrecen descuentos especiales en los trámites durante este periodo.
La realización de un testamento debería ser considerado dentro de la previsión para plantificar situaciones extraordinarias, consideró Paola Andrade Cordeiro, académica de la licenciatura en Derecho en UVM Campus Lago de Guadalupe.
A partir de la pandemia se incrementó hasta un 50 por ciento la actividad de notarios para otorgar este instrumento.
Miguel Ángel Beltrán Lara, presidente del Colegio de Profesores de Derecho Civil de la UNAM, dijo que durante el “mes del testamento” aumenta ese porcentaje. “Antes de la pandemia, firmábamos tres o cuatro veces más testamentos en septiembre, que los que firmamos en un mes ordinario”.
Al acudir a cualquiera de las 250 notarías que hay en la Ciudad de México, por ejemplo, las personas recibirán asesoría. El costo de un testamento (que se puede otorgar a partir de los 16 años de edad), el cual generalmente es de cinco a seis mil pesos; en septiembre es de dos mil 798 pesos, a fin de que la población proteja su patrimonio y a sus seres queridos.
En casos en los que la persona fallece sin haber dejado testamento, la ley específica a los familiares más cercanos que heredarán los bienes, esto puede traer problemas.
Textualmente hay que decirlo: Los expertos recomendaron a las personas que hagan el testamento avisar a las personas cercanas; es importante que los herederos sepan que ese documento existe y dónde está guardado, el cual debe ser un lugar seguro, pero accesible.
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