/ lunes 22 de agosto de 2022

La Mora parte 12: No me importan los 30 mil, solo te quiero de vuelta

Sammy Loren es un escritor y productor de videos. Está lanzando ‘Cartel, Inc.,’ una novela sobre un videoartista fracasado que es secuestrado por un cartel mexicano y forzado a dirigir sus publicidades de TikTok. Ahora vive en LA y cura Casual Encounters, una serie de lectura semanal

Las trajineras se mecían en las aguas de Xochimilco. Descendiendo del muelle por los escalones de piedra, abordé y el trajinero condujo por los laberínticos canales que se entrecruzan en la parte sur de la Ciudad de México. Un pensamiento atormentaba mi mente: ¿cómo podría conseguir una reservación en Pujol?

Mi trajinero se estacionó en la dirección de mi isla y mis zapatos se hundieron en el pasto esponjoso. Un jardín atiborrado con muñecas mutiladas y guillotinadas colgaban frente a la cabaña. Si Pollo tenía razón, entonces La Mora estaba aquí en la Isla de las Muñecas.

Mi corazón se aceleró mientras ensayaba mis líneas: No me importa que hayas robado mi Mac o mis $35,000 dólares. Solo te quiero de vuelta.

—¿Mora? ¿Está ahí?—pregunté mientras tocaba la puerta que se abrió.

Photos/Arte: Arte - Lina Bailón @b0mbay__ Polaroids - Sammy Loren @sjlorenn

Apareció una anciana con una camiseta (tres tallas más grande) del Che Guevara, cabello plateado acomodado en dos trenzas y un par de tenis aparatosos Dolce & Gabbana en los pies. Tenía los labios de La Mora y los ojos muy abiertos. ¿Debería llamarla mamá? Tras observarme por un largo rato, se aclaró la garganta y dijo: “Creo que estás perdido, Cicatriz está en la Roma.”

—No estoy buscando a Cicatriz —respondí mientras husmeaba para ver si La Mora estaba adentro. ¿Por qué se escondería de mí?—Busco a La Mora, soy de Los Ángeles.

—¿Los Ángeles? Dios mío, odio a los Estados Unidos. Clinton, Bush, Obama, Trump, Biden: un montón de criminales de guerra.

—Eso no es mi culpa, yo voté por el partido más progre; el Partido Verde—respondí tratando de ser simpático; aunque la verdad es que no había votado ni una vez en mi vida.

¡Mazel tov y Bien por ti! ¿Quieres un premio por no ser un completo imbécil? Le diré a la puta que la pasaste por aquí.

Empezó a cerrar la puerta, pero pusé el pie para mantenerla abierta. Me examinó con sus ojos como el carbón, ahumados. ¡Los ojos de La Mora!

—¿Sabes dónde puedo encontrarla?

—¿Crees que La Mora le dice algo a su madre? Esa maleante necesita unas buens nalgadas y no de ese tipo, un ladrón capitalista balbuceante con el que escuché que está saliendo.

Photos/Arte: Arte - Lina Bailón @b0mbay__ Polaroids - Sammy Loren @sjlorenn

—¿Ladrón capitalista?—Pregunté, mientras mi mente daba vueltas. Empujé la puerta, pero su madre no se movió.—¿Cómo se llama ese hombre?

—Tengo mejores cosas que saberme los nombres de sus pretendientes. Y ahora vuelve corriendo a la Roma antes de que llame a los muchachos del cartel de al lado para que vengan a volarte el pito con sus pistolas.

Con todas mis fuerzas empujé la puerta para abrirla, pero la madre de La Mora ya se había hecho a un lado y entré volando a su casa. En el sofá vi la playera de Aliens and Anorexia de La Mora. La tomé e inhalé su aroma. En la mesa encontré mi computadora portátil, ¡ella había estado aquí! Mientras tanto, afuera, la madre de La Mora chifló.

No olvides seguirnos en Google Noticias para mantenerte informado

—Te lo advertí, gringo. Vuelve a tu país de mierda—Lo dijo mientras dos hombres con botas de cocodrilo y sombreros vaqueros entraron en la casa. Uno tenía un martillo y el otro una llave inglesa.

Como en una película, me desvanecí. Conmocionado estaba de nuevo en la trajinera, sin zapatos, enlodado hasta las rodillas y sangrando por un corte sobre la ceja. Acuné mi computadora portátil en mis brazos y sostube un trozo de la camiseta de La Mora en mi mano. Gentilmente, el trajinero miró hacia otro lado cuando llamé a Pujol y le grité al host hasta que en el iPhone de Pollo apareció un mensaje: “¿Estaba La Mora en casa?”

Tiré su iPhone al canal sin responder.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

Photos/Arte: Arte - Lina Bailón @b0mbay__ Polaroids - Sammy Loren @sjlorenn


La Mora Part 12: I don´t care about the 30k, I just want you back


Gondolas rocked about in Xochimilco’s waters. Descending from the dock down the stone steps, I boarded and the gondolier steered us into the labyrinthine canals crisscrossing Mexico City’s southern rind. One thought wracked my mind: how could I get a reservation at Pujol?

My gondolier docked at my island address and my shoes sank into the spongy grass. A garden canopy of mutilated, guillotined dolls hung outfront of the cottage. If Pollo was right, then La Mora was here on the Island of the Dolls.

My heart raced as I rehearsed my lines: I don’t care that you stole my MacBook Pro or my $35,000. I just want you back.

La Mora? I called, knocking on the door. Are you there?

The door cracked open.

The old woman swam inside a Che Guevara t-shirt, silver hair in two long braids, a pair of Dolce & Gabbana cinder blocks on her feet. She had La Mora’s lips, the wide-set eyes. Should I just call her mom? She looked at me for a long time, cleared her throat. Sorry, you must be lost, Cicatriz is way back in Roma Norte.

I’m not looking for Cicatriz, I said, trying to see behind her, was La Mora inside? Why would she hide from me? I’m looking for La Mora, I’m from LA.

LA? Good grief, I hate the United States, the woman said. Clinton, Bush, Obama, Trump, Biden - bunch of war criminals.

Don’t blame me, I voted Green Party, I replied, trying to be charming, the truth was I’d never voted once in my life.

Mazel tov! You want an award for not being a total moron? she asked. I’ll tell the tramp you visited.

She began closing the door, but I jammed my foot to keep it open. She examined me, her eyes charcoaled, smoky. The eyes of La Mora!

Do you know where she is? I asked.

You think La Mora tells her mother anything? she asked. That little con artist needs a spanking, and not from that babbling old capitalist crook I heard she’s reeling in.

Capitalist crook? I asked, my mind spiraling. I pushed on the door, but her mother wouldn’t budge. Do you know this man’s...name?

I got better things to do than keep track of all her suitors, she snapped. Now run on back to Cicatriz before I call the cartel boys next door to come shoot your dick off.

With all my strength I shoved the door open, but La Mora’s mother had already stepped aside and I sailed into her home. On the couch I saw La Mora’s Aliens and Anorexia t-shirt. I grabbed it, inhaled her sweaty perfume. On the table I found my laptop - she was here! Meanwhile La Mora’s mother stood outside, whistling.

Gringo, I warned you. Go back to your shithole country, she said, as two men in crocodile boots and cowboy hats entered the house. One held a hammer, the other a wrench.

As if in a film fade I found myself back on the gondola, shellshocked, shoeless, mud staining my knees, bleeding from a cut over my eyebrow. I cradled my laptop in my arms and a scrap of La Mora’s t-shirt in my hand. Graciously, the gondolier looked away when I phoned Pujol and screamed at the host until Pollo’s iPhone dinged with a message: Was La Mora home?

I tossed his iPhone into the canal without responding.


Las trajineras se mecían en las aguas de Xochimilco. Descendiendo del muelle por los escalones de piedra, abordé y el trajinero condujo por los laberínticos canales que se entrecruzan en la parte sur de la Ciudad de México. Un pensamiento atormentaba mi mente: ¿cómo podría conseguir una reservación en Pujol?

Mi trajinero se estacionó en la dirección de mi isla y mis zapatos se hundieron en el pasto esponjoso. Un jardín atiborrado con muñecas mutiladas y guillotinadas colgaban frente a la cabaña. Si Pollo tenía razón, entonces La Mora estaba aquí en la Isla de las Muñecas.

Mi corazón se aceleró mientras ensayaba mis líneas: No me importa que hayas robado mi Mac o mis $35,000 dólares. Solo te quiero de vuelta.

—¿Mora? ¿Está ahí?—pregunté mientras tocaba la puerta que se abrió.

Photos/Arte: Arte - Lina Bailón @b0mbay__ Polaroids - Sammy Loren @sjlorenn

Apareció una anciana con una camiseta (tres tallas más grande) del Che Guevara, cabello plateado acomodado en dos trenzas y un par de tenis aparatosos Dolce & Gabbana en los pies. Tenía los labios de La Mora y los ojos muy abiertos. ¿Debería llamarla mamá? Tras observarme por un largo rato, se aclaró la garganta y dijo: “Creo que estás perdido, Cicatriz está en la Roma.”

—No estoy buscando a Cicatriz —respondí mientras husmeaba para ver si La Mora estaba adentro. ¿Por qué se escondería de mí?—Busco a La Mora, soy de Los Ángeles.

—¿Los Ángeles? Dios mío, odio a los Estados Unidos. Clinton, Bush, Obama, Trump, Biden: un montón de criminales de guerra.

—Eso no es mi culpa, yo voté por el partido más progre; el Partido Verde—respondí tratando de ser simpático; aunque la verdad es que no había votado ni una vez en mi vida.

¡Mazel tov y Bien por ti! ¿Quieres un premio por no ser un completo imbécil? Le diré a la puta que la pasaste por aquí.

Empezó a cerrar la puerta, pero pusé el pie para mantenerla abierta. Me examinó con sus ojos como el carbón, ahumados. ¡Los ojos de La Mora!

—¿Sabes dónde puedo encontrarla?

—¿Crees que La Mora le dice algo a su madre? Esa maleante necesita unas buens nalgadas y no de ese tipo, un ladrón capitalista balbuceante con el que escuché que está saliendo.

Photos/Arte: Arte - Lina Bailón @b0mbay__ Polaroids - Sammy Loren @sjlorenn

—¿Ladrón capitalista?—Pregunté, mientras mi mente daba vueltas. Empujé la puerta, pero su madre no se movió.—¿Cómo se llama ese hombre?

—Tengo mejores cosas que saberme los nombres de sus pretendientes. Y ahora vuelve corriendo a la Roma antes de que llame a los muchachos del cartel de al lado para que vengan a volarte el pito con sus pistolas.

Con todas mis fuerzas empujé la puerta para abrirla, pero la madre de La Mora ya se había hecho a un lado y entré volando a su casa. En el sofá vi la playera de Aliens and Anorexia de La Mora. La tomé e inhalé su aroma. En la mesa encontré mi computadora portátil, ¡ella había estado aquí! Mientras tanto, afuera, la madre de La Mora chifló.

No olvides seguirnos en Google Noticias para mantenerte informado

—Te lo advertí, gringo. Vuelve a tu país de mierda—Lo dijo mientras dos hombres con botas de cocodrilo y sombreros vaqueros entraron en la casa. Uno tenía un martillo y el otro una llave inglesa.

Como en una película, me desvanecí. Conmocionado estaba de nuevo en la trajinera, sin zapatos, enlodado hasta las rodillas y sangrando por un corte sobre la ceja. Acuné mi computadora portátil en mis brazos y sostube un trozo de la camiseta de La Mora en mi mano. Gentilmente, el trajinero miró hacia otro lado cuando llamé a Pujol y le grité al host hasta que en el iPhone de Pollo apareció un mensaje: “¿Estaba La Mora en casa?”

Tiré su iPhone al canal sin responder.

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Photos/Arte: Arte - Lina Bailón @b0mbay__ Polaroids - Sammy Loren @sjlorenn


La Mora Part 12: I don´t care about the 30k, I just want you back


Gondolas rocked about in Xochimilco’s waters. Descending from the dock down the stone steps, I boarded and the gondolier steered us into the labyrinthine canals crisscrossing Mexico City’s southern rind. One thought wracked my mind: how could I get a reservation at Pujol?

My gondolier docked at my island address and my shoes sank into the spongy grass. A garden canopy of mutilated, guillotined dolls hung outfront of the cottage. If Pollo was right, then La Mora was here on the Island of the Dolls.

My heart raced as I rehearsed my lines: I don’t care that you stole my MacBook Pro or my $35,000. I just want you back.

La Mora? I called, knocking on the door. Are you there?

The door cracked open.

The old woman swam inside a Che Guevara t-shirt, silver hair in two long braids, a pair of Dolce & Gabbana cinder blocks on her feet. She had La Mora’s lips, the wide-set eyes. Should I just call her mom? She looked at me for a long time, cleared her throat. Sorry, you must be lost, Cicatriz is way back in Roma Norte.

I’m not looking for Cicatriz, I said, trying to see behind her, was La Mora inside? Why would she hide from me? I’m looking for La Mora, I’m from LA.

LA? Good grief, I hate the United States, the woman said. Clinton, Bush, Obama, Trump, Biden - bunch of war criminals.

Don’t blame me, I voted Green Party, I replied, trying to be charming, the truth was I’d never voted once in my life.

Mazel tov! You want an award for not being a total moron? she asked. I’ll tell the tramp you visited.

She began closing the door, but I jammed my foot to keep it open. She examined me, her eyes charcoaled, smoky. The eyes of La Mora!

Do you know where she is? I asked.

You think La Mora tells her mother anything? she asked. That little con artist needs a spanking, and not from that babbling old capitalist crook I heard she’s reeling in.

Capitalist crook? I asked, my mind spiraling. I pushed on the door, but her mother wouldn’t budge. Do you know this man’s...name?

I got better things to do than keep track of all her suitors, she snapped. Now run on back to Cicatriz before I call the cartel boys next door to come shoot your dick off.

With all my strength I shoved the door open, but La Mora’s mother had already stepped aside and I sailed into her home. On the couch I saw La Mora’s Aliens and Anorexia t-shirt. I grabbed it, inhaled her sweaty perfume. On the table I found my laptop - she was here! Meanwhile La Mora’s mother stood outside, whistling.

Gringo, I warned you. Go back to your shithole country, she said, as two men in crocodile boots and cowboy hats entered the house. One held a hammer, the other a wrench.

As if in a film fade I found myself back on the gondola, shellshocked, shoeless, mud staining my knees, bleeding from a cut over my eyebrow. I cradled my laptop in my arms and a scrap of La Mora’s t-shirt in my hand. Graciously, the gondolier looked away when I phoned Pujol and screamed at the host until Pollo’s iPhone dinged with a message: Was La Mora home?

I tossed his iPhone into the canal without responding.


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