/ lunes 8 de agosto de 2022

La Mora parte 10: Ponte el gorro

Sammy Loren es un escritor y productor de videos. Está lanzando ‘Cartel, Inc.,’ una novela sobre un videoartista fracasado que es secuestrado por un cartel mexicano y forzado a dirigir sus publicidades de TikTok. Ahora vive en LA y cura Casual Encounters, una serie de lectura semanal

10

—Me muero de hambre—dijo Chapu en cuanto salimos del elevador hacia la cima de lo que alguna vez fue el rascacielos más alto y sexy del país: la Torre Latinoamericana. Ahora era sólo una vergüenza de ascensores chirriantes, oficinas abandonadas, un milagro resistente a los terremotos. Chapu nos saludó mientras agarraba una bolsa de McDonalds. Vestía unos calzoncillos de cuero negro que cubrían su paquete. Verlo comer me revolvió la panza. No importaba su fama en Instagram ni sus abdominales de lavadero. Ya encontraría el momento adecuado para tomarme una selfie con él.

—Vamos a empezar, dijo Pollo, sacándonos fotos con su cámara de marca Hasselblad.

Salvador Cosio, el estilista, me pasó un negligé negro para que me lo pusiera.

—Quiero amariconar la masculinidad, subvertir el género y feminizar la política. Ahora Chapu, termina de comer y amordaza al gringo.

—¿Amordaza?—pregunté.

—¿Quieres saber de La Mora, no? Para eso, hay que aplastar al patriarcado, gringuito rico—y me aventó un arnés para mi rostro.

Me quise morir cuando me desvestía, estaba en muy mala forma desde que abandoné mi régimen de ejercicios que hacía en LA; pero me puse el outfit y me metí el arnes a la boca. ¡Las cosas que hacemos por amor!

—¡Sexy!—comentó Chapu en lo que me esposaba a las cadenas que colgaban del techo.

—Ahora, arrodíllate—me indicó Pollo—Y a Chapu, ponte la capucha y lo vas a azotar…pero tienes que ser gentil, tal y como los gringos tratan a los niños inmigrantes en la frontera.

Chapu se paró sobre mí, sin rostro detrás de la capucha gimp, una cremallera donde debería haber estado su boca, su polla a una papa frita de mi cara.

El azotador me mordió la espalda.

—¿Por qué buscas a La Mora?

—¿Cómo?—pregunté, atorándome por el arnés.

—Estrangúlalo, le ordenó Pollo que tomaba fotos mientras Chapu apretaba sus dedos alrededor de mi cuello. La cámara hizo clic. —¿Cuáles son tus intenciones?

—¿Intenciones?—grité mientras el Chapu me azotaba. ¡Estoy enamorado de ella!

—¿Enamorado? ¿Entonces, La Mora no te mandó para estafarme?

—¿De qué hablas?

El elevador hizo un “ding” y una artista argentina flaca, una curadora curvilínea y un semental barbudo entraron en la habitación. Llevaban unas bolsitas con polvos y unas pizzas de Dominos.

—Ok—pausa para almorzar, dijo Pollo, quitándome las esposas y desabrochándome la mordaza. Me pasó un pedazo de pizza—¿Te gusta Dominos?

—Me encanta—le dije, dando un mordisco, masticando y en cuanto Pollo se alejó escupí el pedazo en una servilleta.

Observé a las dos mujeres. ¿Las conocía de Instagram cuando estaba buscando compulsivamente a La Mora? El semental barbudo puso una bolsita bajo mi rostro e inhalé.

El semental barbudo se presentó: —Soy un gay nivel platino. Nunca he tocado una panocha ni una vez en mi vida, ni siquiera al nacer, fui cesárea.

Pollo fotografió a las dos mujeres; Milagros y Fabiola, humillando al semental barbudo. Finalmente reuní el coraje para enfrentarlo.

—Ya hice tu sesión fotográfica. Así que ahora dime las noticias sobre La Mora.

—¡Ay gringo! Relájate un chingo. La Mora tenía razón sobre ti…

—¿Razón de qué? ¿qué está pasando?

—¿Neto crees que a ella le gustas? La Mora y yo vimos tus redes sociales de mierda, sabíamos que serías un blanco fácil, una entrada fácil en ese estúpido trabajo tuyo, todo estaba listo para la estafa, pero ella me traicionó.—Pollo mordió una rebanada de pizza.

—¿Qué estafa? ¿Qué tengo yo que ver con todo eso?

—Ya regresó—dijo Pollo, ignorando mi pregunta, mientras me esforzaba por no desmayarme.

¿Podría estar tan cerca de volver a tener a La Mora entre mis brazos?

Pollo me tomó otra foto.

—Regresó, y yo sé dónde se está quedando.

10


I’m starving, said Chapu when we filed out of the elevator onto the peak of what had once been the region’s tallest, sexiest skyscraper, the Torre Latinoamericana. Now it was just an embarrassment of wheezy elevators, abandoned offices, everyone amazed it hadn’t collapsed in an earthquake. Black leather briefs covering his cock, Chapu nodded hello and snatched a bag of McDonalds we’d picked up and I felt nauseous watching him eat, even though he was Insta-famous and had abs like the back of an ice cube tray. I’d find the right time to take a selfie with him.

Let’s get started, said Pollo, snapping pics of us with his Hasselblad. The stylist Salvador Cosio held a black slip before me. Yes, put that on. I want to queer masculinity, subvert gender, feminize politics. Now Chapu, finish eating and gag the gringo.

Gag? I asked.

You want to hear about La Mora? Pollo asked, tossing a harness bit at me. Then let’s smash that patriarchy, Big Chanel Boi.

I wanted to die having them watch me get undressed, I was in terrible shape since abandoning my regular fitness regimen back home, but changed into the slip and buckled the bit into my mouth. The things we do for love!

Hot, remarked Chapu, cuffing me to the chains hanging from the ceiling.

Now on your knees, Pollo directed me. And Chapu, put on the gimp hood and whip him. But be gentle, just like the gringos are with immigrant kids at the border.

Chapu stood above me, faceless behind the gimp hood, a zipper where his mouth should’ve been, his cock a french fry from my face.

The flogger bit into my back.

Why are you looking for La Mora?

What? I asked, gargling from the bit.

Choke him, Pollo ordered, snapping photos as Chapu tightened his fingers around my neck. The camera clicked. What’s your angle?

Angle? I shouted as Chapu flogged me. I’m in love with her!

In love with her? Pollo asked. So La Mora didn’t send you to scam me?

What are you talking about?

The elevator dinged and a leggy Argentine artist, a curvy curator, and a bearded stud stepped into the room. They carried bags of powders and boxes of Dominos.

Let’s break for lunch, said Pollo, uncuffing me, unbuckling my gag. He passed me a slice. You like Dominos?

Love it, I said, taking a bite, chewing and when Pollo looked away spat it into a napkin. I eyed the two women. Had I crossed their profiles on one of my La Mora Instagram binge searches? The Bearded Stud put a baggie beneath my face and I inhaled.

I’m a platinum gay, the Bearded Stud said. I’ve never touched a vagina once in my life, not even at birth - I was a c-section.

Pollo photographed the two women - Milagros and Fabiola - humiliating the Bearded Stud and I finally built up the courage to confront him.

I did your shoot, I said. Now what’s the news with La Mora?

Damn Gucci, chill, said Pollo. La Mora was right about you.

Right about me? I asked. Tell me what’s going on!

You really think she likes you, don’t you? La Mora and I saw your shitty social media, knew you’d be an easy mark, an easy in at that stupid job of yours, the hiest was all set - but she double crossed me. Pollo bit into a slice of pizza.

What heist? I asked. What do I have to do with any of it?

She’s back, Pollo said, ignoring my question and anyway, I had to fight off fainting. Could I be this close to having La Mora in my arms again? Pollo took another pic of me. And I know where she’s staying.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

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—Me muero de hambre—dijo Chapu en cuanto salimos del elevador hacia la cima de lo que alguna vez fue el rascacielos más alto y sexy del país: la Torre Latinoamericana. Ahora era sólo una vergüenza de ascensores chirriantes, oficinas abandonadas, un milagro resistente a los terremotos. Chapu nos saludó mientras agarraba una bolsa de McDonalds. Vestía unos calzoncillos de cuero negro que cubrían su paquete. Verlo comer me revolvió la panza. No importaba su fama en Instagram ni sus abdominales de lavadero. Ya encontraría el momento adecuado para tomarme una selfie con él.

—Vamos a empezar, dijo Pollo, sacándonos fotos con su cámara de marca Hasselblad.

Salvador Cosio, el estilista, me pasó un negligé negro para que me lo pusiera.

—Quiero amariconar la masculinidad, subvertir el género y feminizar la política. Ahora Chapu, termina de comer y amordaza al gringo.

—¿Amordaza?—pregunté.

—¿Quieres saber de La Mora, no? Para eso, hay que aplastar al patriarcado, gringuito rico—y me aventó un arnés para mi rostro.

Me quise morir cuando me desvestía, estaba en muy mala forma desde que abandoné mi régimen de ejercicios que hacía en LA; pero me puse el outfit y me metí el arnes a la boca. ¡Las cosas que hacemos por amor!

—¡Sexy!—comentó Chapu en lo que me esposaba a las cadenas que colgaban del techo.

—Ahora, arrodíllate—me indicó Pollo—Y a Chapu, ponte la capucha y lo vas a azotar…pero tienes que ser gentil, tal y como los gringos tratan a los niños inmigrantes en la frontera.

Chapu se paró sobre mí, sin rostro detrás de la capucha gimp, una cremallera donde debería haber estado su boca, su polla a una papa frita de mi cara.

El azotador me mordió la espalda.

—¿Por qué buscas a La Mora?

—¿Cómo?—pregunté, atorándome por el arnés.

—Estrangúlalo, le ordenó Pollo que tomaba fotos mientras Chapu apretaba sus dedos alrededor de mi cuello. La cámara hizo clic. —¿Cuáles son tus intenciones?

—¿Intenciones?—grité mientras el Chapu me azotaba. ¡Estoy enamorado de ella!

—¿Enamorado? ¿Entonces, La Mora no te mandó para estafarme?

—¿De qué hablas?

El elevador hizo un “ding” y una artista argentina flaca, una curadora curvilínea y un semental barbudo entraron en la habitación. Llevaban unas bolsitas con polvos y unas pizzas de Dominos.

—Ok—pausa para almorzar, dijo Pollo, quitándome las esposas y desabrochándome la mordaza. Me pasó un pedazo de pizza—¿Te gusta Dominos?

—Me encanta—le dije, dando un mordisco, masticando y en cuanto Pollo se alejó escupí el pedazo en una servilleta.

Observé a las dos mujeres. ¿Las conocía de Instagram cuando estaba buscando compulsivamente a La Mora? El semental barbudo puso una bolsita bajo mi rostro e inhalé.

El semental barbudo se presentó: —Soy un gay nivel platino. Nunca he tocado una panocha ni una vez en mi vida, ni siquiera al nacer, fui cesárea.

Pollo fotografió a las dos mujeres; Milagros y Fabiola, humillando al semental barbudo. Finalmente reuní el coraje para enfrentarlo.

—Ya hice tu sesión fotográfica. Así que ahora dime las noticias sobre La Mora.

—¡Ay gringo! Relájate un chingo. La Mora tenía razón sobre ti…

—¿Razón de qué? ¿qué está pasando?

—¿Neto crees que a ella le gustas? La Mora y yo vimos tus redes sociales de mierda, sabíamos que serías un blanco fácil, una entrada fácil en ese estúpido trabajo tuyo, todo estaba listo para la estafa, pero ella me traicionó.—Pollo mordió una rebanada de pizza.

—¿Qué estafa? ¿Qué tengo yo que ver con todo eso?

—Ya regresó—dijo Pollo, ignorando mi pregunta, mientras me esforzaba por no desmayarme.

¿Podría estar tan cerca de volver a tener a La Mora entre mis brazos?

Pollo me tomó otra foto.

—Regresó, y yo sé dónde se está quedando.

10


I’m starving, said Chapu when we filed out of the elevator onto the peak of what had once been the region’s tallest, sexiest skyscraper, the Torre Latinoamericana. Now it was just an embarrassment of wheezy elevators, abandoned offices, everyone amazed it hadn’t collapsed in an earthquake. Black leather briefs covering his cock, Chapu nodded hello and snatched a bag of McDonalds we’d picked up and I felt nauseous watching him eat, even though he was Insta-famous and had abs like the back of an ice cube tray. I’d find the right time to take a selfie with him.

Let’s get started, said Pollo, snapping pics of us with his Hasselblad. The stylist Salvador Cosio held a black slip before me. Yes, put that on. I want to queer masculinity, subvert gender, feminize politics. Now Chapu, finish eating and gag the gringo.

Gag? I asked.

You want to hear about La Mora? Pollo asked, tossing a harness bit at me. Then let’s smash that patriarchy, Big Chanel Boi.

I wanted to die having them watch me get undressed, I was in terrible shape since abandoning my regular fitness regimen back home, but changed into the slip and buckled the bit into my mouth. The things we do for love!

Hot, remarked Chapu, cuffing me to the chains hanging from the ceiling.

Now on your knees, Pollo directed me. And Chapu, put on the gimp hood and whip him. But be gentle, just like the gringos are with immigrant kids at the border.

Chapu stood above me, faceless behind the gimp hood, a zipper where his mouth should’ve been, his cock a french fry from my face.

The flogger bit into my back.

Why are you looking for La Mora?

What? I asked, gargling from the bit.

Choke him, Pollo ordered, snapping photos as Chapu tightened his fingers around my neck. The camera clicked. What’s your angle?

Angle? I shouted as Chapu flogged me. I’m in love with her!

In love with her? Pollo asked. So La Mora didn’t send you to scam me?

What are you talking about?

The elevator dinged and a leggy Argentine artist, a curvy curator, and a bearded stud stepped into the room. They carried bags of powders and boxes of Dominos.

Let’s break for lunch, said Pollo, uncuffing me, unbuckling my gag. He passed me a slice. You like Dominos?

Love it, I said, taking a bite, chewing and when Pollo looked away spat it into a napkin. I eyed the two women. Had I crossed their profiles on one of my La Mora Instagram binge searches? The Bearded Stud put a baggie beneath my face and I inhaled.

I’m a platinum gay, the Bearded Stud said. I’ve never touched a vagina once in my life, not even at birth - I was a c-section.

Pollo photographed the two women - Milagros and Fabiola - humiliating the Bearded Stud and I finally built up the courage to confront him.

I did your shoot, I said. Now what’s the news with La Mora?

Damn Gucci, chill, said Pollo. La Mora was right about you.

Right about me? I asked. Tell me what’s going on!

You really think she likes you, don’t you? La Mora and I saw your shitty social media, knew you’d be an easy mark, an easy in at that stupid job of yours, the hiest was all set - but she double crossed me. Pollo bit into a slice of pizza.

What heist? I asked. What do I have to do with any of it?

She’s back, Pollo said, ignoring my question and anyway, I had to fight off fainting. Could I be this close to having La Mora in my arms again? Pollo took another pic of me. And I know where she’s staying.

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