/ domingo 30 de junio de 2019

El baile de salón en peligro de extinción

El pasado domingo retrocedí en el tiempo al ser invitado a cantar junto con la Big Band de Tino Martin al salón Gran Fórum, constatando que aún existen bastiones convertidos en los últimos reductos del baile de salón, pero mi desilusión se intensificó cuando vi que cada vez hay menos asistencia. Ante la poca difusión de esta hermosa tradición viva en nuestra ciudad, hoy le contaré qué refugios todavía sobreviven.


La danza es un arte y el baile de salón una de las más arraigadas y finas costumbres en América Latina. Conforme las décadas pasaron, la polca, el charlestón, dixieland, foxtrot o twostep fueron desplazados por el swing, tango, danzón y el bolero; luego vinieron el mambo y el chachachá, después el twist, rock ’n’ roll, el bule-bule, la cumbia, el disco, la salsa, etcétera.


Todos estos ritmos tienen algo en común; cada género y época demandan un estilo de baile y una indumentaria distinta. El auténtico baile de salón, el de parejas o grupos, hoy representa una disciplina que es dominada en campeonatos y concursos en los últimos salones que quedan.


Tengo 30 años, querido lector y, sin embargo, mi alma vieja comenzó a buscar refugio en las nostalgias adoptadas a partir de mi mágico encuentro con las glorias y tradiciones del pasado. Mi emoción era incontenible cuando descubrí a mis 13 años que aún sobrevivían salones como El Colonia o el Riviera, donde pude disfrutar de las orquestas de Pablo Beltrán Ruiz, Ingeniería, Luis Arcaraz, Acerina y su Danzonera.


Ahí aprendí a valorar y asombrarme con grandes bailarines, pachucos y personajes de todas las edades que compartían la pasión por el baile con clase. Aprendí lo que es darle su lugar al buen vestir y la caracterización de cada época.


Aún recuerdo cuando mi padre me acompañó al último baile del Salón Riviera, elegante y majestuoso recinto donde se celebraba el baile de gala “blanco y negro” y se coronaba a la reina, mientras que varias parejas eran premiadas por su desempeño. Todos lloramos ante la inminente desaparición de una de las catedrales del baile.


Hoy existen tres salones que se niegan a morir. Yo los invito a que los visiten y contribuyan a enriquecer la tradición del baile auténtico con músicos de verdad. Si no bailan, aprenderán; si no aprenden, disfrutarán de los extraordinarios músicos. No hace falta llevar pareja. Mucha gente asiste sola y siempre encuentra con quien bailar. ¡Ah!, y los precios... irrisorios.


• Salón Los Ángeles

• California Dancing Club

• Gran Fórum


En fin, querido bohemio lector... Espero que esta nota sirva para incentivar la música en vivo y recuerde que pongo a su disposición mi correo electrónico rodrigodelacadena@yahoo.com

El pasado domingo retrocedí en el tiempo al ser invitado a cantar junto con la Big Band de Tino Martin al salón Gran Fórum, constatando que aún existen bastiones convertidos en los últimos reductos del baile de salón, pero mi desilusión se intensificó cuando vi que cada vez hay menos asistencia. Ante la poca difusión de esta hermosa tradición viva en nuestra ciudad, hoy le contaré qué refugios todavía sobreviven.


La danza es un arte y el baile de salón una de las más arraigadas y finas costumbres en América Latina. Conforme las décadas pasaron, la polca, el charlestón, dixieland, foxtrot o twostep fueron desplazados por el swing, tango, danzón y el bolero; luego vinieron el mambo y el chachachá, después el twist, rock ’n’ roll, el bule-bule, la cumbia, el disco, la salsa, etcétera.


Todos estos ritmos tienen algo en común; cada género y época demandan un estilo de baile y una indumentaria distinta. El auténtico baile de salón, el de parejas o grupos, hoy representa una disciplina que es dominada en campeonatos y concursos en los últimos salones que quedan.


Tengo 30 años, querido lector y, sin embargo, mi alma vieja comenzó a buscar refugio en las nostalgias adoptadas a partir de mi mágico encuentro con las glorias y tradiciones del pasado. Mi emoción era incontenible cuando descubrí a mis 13 años que aún sobrevivían salones como El Colonia o el Riviera, donde pude disfrutar de las orquestas de Pablo Beltrán Ruiz, Ingeniería, Luis Arcaraz, Acerina y su Danzonera.


Ahí aprendí a valorar y asombrarme con grandes bailarines, pachucos y personajes de todas las edades que compartían la pasión por el baile con clase. Aprendí lo que es darle su lugar al buen vestir y la caracterización de cada época.


Aún recuerdo cuando mi padre me acompañó al último baile del Salón Riviera, elegante y majestuoso recinto donde se celebraba el baile de gala “blanco y negro” y se coronaba a la reina, mientras que varias parejas eran premiadas por su desempeño. Todos lloramos ante la inminente desaparición de una de las catedrales del baile.


Hoy existen tres salones que se niegan a morir. Yo los invito a que los visiten y contribuyan a enriquecer la tradición del baile auténtico con músicos de verdad. Si no bailan, aprenderán; si no aprenden, disfrutarán de los extraordinarios músicos. No hace falta llevar pareja. Mucha gente asiste sola y siempre encuentra con quien bailar. ¡Ah!, y los precios... irrisorios.


• Salón Los Ángeles

• California Dancing Club

• Gran Fórum


En fin, querido bohemio lector... Espero que esta nota sirva para incentivar la música en vivo y recuerde que pongo a su disposición mi correo electrónico rodrigodelacadena@yahoo.com