La famosa “curva aplanada” se convirtió en un tobogán y sin poder bajarse, la ciudadanía hace lo que puede no solo para no enfermar y morir de Covid-19, sino ahora también sobrevivir a la carencia económica, la pobreza y el hambre.
El escenario ya no es catastrófico, es dantesco, pues al aumento imparable de casos y defunciones hay que sumar la saturación de hospitales que se encuentran al 75% de su capacidad en el Valle de México, lo cual ocurre en plena temporada invernal, justo cuando estaba prevista la convivencia del coronavirus con otros virus respiratorios, como la influenza estacional.
El tema sanitario se agrava con el cierre de al menos el 80% de la actividad económica en la Ciudad de México y el Estado de México. Las autoridades piden a los ciudadanos quedarse en casa, pero no dicen cómo las familias que sobreviven al día podrán resolver sus necesidades básicas, sin salir a la calle, sin trabajar y sin tener un ingreso.
A diez meses del inicio de la pandemia, la autoridad sanitaria ha mantenido una comunicación confusa y contradictoria. Ni siquiera ha podido posesionar en la opinión pública un mensaje claro y preciso como: el uso de cubrebocas o el “Quédate en Casa”, y así se evidenció este fin de semana en la zona metropolitana pese al semáforo rojo.
El gobierno de la 4T pretende dar tranquilidad de que a finales de diciembre llegará la vacuna y será para todos, pero no ha podido cubrir la demanda de vacuna contra influenza estacional ni de tratamientos para niños con cáncer.
Ante este escenario, tampoco faltó el regaño de la OMS. El segundo, después del llamado que el organismo internacional hizo al gobierno mexicano para que tome con seriedad el manejo de la pandemia.
Tras la nueva crítica de la OMS de que México nunca superó la primera ola de Covid-19 y ya entra en la etapa de intensificación de la transmisión, el Secretario de Salud, Jorge aseguró que México superó exitosamente el primer oleaje.
A unos días de que termine el 2020, año marcado por la peor pandemia en la era moderna, lejos quedaron aquellos días en que se decía que el Covid-19 no era más agresivo que la influenza, que no era necesario el uso de cubrebocas y otras muchas expresiones más que solo contribuyeron a generar entre la población una falsa sensación de seguridad.