/ sábado 20 de agosto de 2022

Buscan familiares, esclarecer muerte de mujer recluida en Morelos

Cuando superó el cáncer, su traslado al Cereso de Acapulco de Juárez complicó el panorama

La muerte de Guadalupe Merino es un enigma que no han podido resolver sus familiares, en principio porque las autoridades del Cereso Morelos Femenil, reportaron causas del deceso que no concuerdan con las lesiones que le hallaron en el cuerpo de la mujer de 47 años de edad.

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A la señora Lupita le faltaban ocho años para cumplir la sentencia de 30 en prisión por complicidad de homicidio, su deceso le impidió convivir con su familia fuera de las rejas donde también superó el cáncer y, por medio del desempeño en varios oficios, logró mantener a sus dos hijas.

En el 2021 le diagnosticaron cáncer de páncreas, fue su hija menor, Guadalupe, quien cargó con toda la responsabilidad de las citas médicas y los estudios para salvar su vida por medio de los tratamientos y, cuando superó la terrible enfermedad, su traslado del Cereso de Acapulco de Juárez complicó el panorama.

Traslado inesperado

Sin previo aviso, Lupita fue reubicada en la cárcel del Estado de Morelos mientras, su familia tuvo que hacer gestiones para saber de ella y tener un reporte de su estado de salud, para evitar una recaída del cáncer que poco a poco superó, según narró su hija Guadalupe para LA PRENSA.

“Cuando la trasladaron le dijeron que le iban a dar seguimiento, pero nunca fuimos notificados, pero no nos dieron nada. Me dijeron que era información federal y que no me podían dar ninguna información yo me salí y estuve buscando la manera de saber de mi mamá, afortunadamente pude hablar con ella después y si me comentó que no había atención médica y la llevaron al hospital y que no había medicamentos para nada”, comentó la hija.

En cuanto me di cuenta donde se la habían llevado, hice todo lo posible para a pedir todo el expediente clínico, para mí era primordial, que adonde se la llevaran le dieran atención médica, para evitar que fuera a recaer”, explicó.

A pesar de que Guadalupe movió todo para que en el nuevo reclusorio tuvieran el expediente clínico de su madre, no sirvió de mucho porque el estado de salud empeoró cada vez más, sin darle información oportuna. “El temor de mi mamá siempre fue que se iba a morir más rápido ahí porque no la atendían”, dijo.

Entre las puertas que tocó Guadalupe, también estuvo la de Derechos Humanos en la entidad morelense, sin tener respuesta favorable, “decían que le daban seguimiento, pero no hacían nada, yo marcaba seguido y después dejaron de contestarme”.

La señora Lupita decía a su hija que no tenía dolores ni molestias, pero le suministraban un medicamento que la mantenía sedada y le producía vómito, no lograban explicarse por qué su estado de salud se deterioraba tan rápido.

El contacto entre madre e hija se dio vía telefónica, los días de visita quedaron en el pasado, cuando podía convivir con ella en el Cereso de Acapulco de Juárez. Por medio de llamadas y mensajes sabían una de la otra, pero sin información oficial para la familia.

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Fallece Lupita

El 29 me dicen que se la van a llevar a una revisión porque su respiración estaba baja y que le harían pruebas por lo del Covid. Mis compañeros me ayudaron y el día 30 cuando me marcaron yo estaba en la terminal y me dijeron que mi mamá había firmado para que se lo intubaran si era necesario”, agregó Guadalupe.

El mismo día, le informaron que Lupita había fallecido de un paro cardíaco, “cuando llegué allá estaban los de jurídico y me dijeron cómo fue. Nunca se hicieron cargo de mi mamá, si ellos no le hicieron los estudios el 26 hablé con ella y me dijo que estaba bien. Reconocí el cuerpo de lejos, solo su cara, pero cuando nos la llevaron pudimos ver que tenía golpes en el cuerpo lastimado con una herida en la pierna y piquetes en el estómago”.

Traslado del cuerpo a Guerrero

Ante la negativa de las autoridades para trasladar los restos de Lupita, la activista Viridiana Molina, integrante del colectivo Artículo 20 y de la Red de #MujeresXLaLibertad, intervino para que la familia no pagará los 10 mil pesos que no tenían para llevar el cuerpo de regreso a Guerrero.

“Nosotros no teníamos dinero y Viridiana del colectivo nos ayudó y querían que pagara el traslado y yo no tenía dinero, empezó la desesperación por arreglar el tema y nos ayudaron con la presión y así se logró el traslado, pero falta comprobar las causas de la muerte de mi mamá”, agregó Guadalupe.

La familia espera que la verdad del traslado inesperado y el fallecimiento de Lupita se dé a través de la justicia, confían en que el caso no se quedará en la impunidad.

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La muerte de Guadalupe Merino es un enigma que no han podido resolver sus familiares, en principio porque las autoridades del Cereso Morelos Femenil, reportaron causas del deceso que no concuerdan con las lesiones que le hallaron en el cuerpo de la mujer de 47 años de edad.

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A la señora Lupita le faltaban ocho años para cumplir la sentencia de 30 en prisión por complicidad de homicidio, su deceso le impidió convivir con su familia fuera de las rejas donde también superó el cáncer y, por medio del desempeño en varios oficios, logró mantener a sus dos hijas.

En el 2021 le diagnosticaron cáncer de páncreas, fue su hija menor, Guadalupe, quien cargó con toda la responsabilidad de las citas médicas y los estudios para salvar su vida por medio de los tratamientos y, cuando superó la terrible enfermedad, su traslado del Cereso de Acapulco de Juárez complicó el panorama.

Traslado inesperado

Sin previo aviso, Lupita fue reubicada en la cárcel del Estado de Morelos mientras, su familia tuvo que hacer gestiones para saber de ella y tener un reporte de su estado de salud, para evitar una recaída del cáncer que poco a poco superó, según narró su hija Guadalupe para LA PRENSA.

“Cuando la trasladaron le dijeron que le iban a dar seguimiento, pero nunca fuimos notificados, pero no nos dieron nada. Me dijeron que era información federal y que no me podían dar ninguna información yo me salí y estuve buscando la manera de saber de mi mamá, afortunadamente pude hablar con ella después y si me comentó que no había atención médica y la llevaron al hospital y que no había medicamentos para nada”, comentó la hija.

En cuanto me di cuenta donde se la habían llevado, hice todo lo posible para a pedir todo el expediente clínico, para mí era primordial, que adonde se la llevaran le dieran atención médica, para evitar que fuera a recaer”, explicó.

A pesar de que Guadalupe movió todo para que en el nuevo reclusorio tuvieran el expediente clínico de su madre, no sirvió de mucho porque el estado de salud empeoró cada vez más, sin darle información oportuna. “El temor de mi mamá siempre fue que se iba a morir más rápido ahí porque no la atendían”, dijo.

Entre las puertas que tocó Guadalupe, también estuvo la de Derechos Humanos en la entidad morelense, sin tener respuesta favorable, “decían que le daban seguimiento, pero no hacían nada, yo marcaba seguido y después dejaron de contestarme”.

La señora Lupita decía a su hija que no tenía dolores ni molestias, pero le suministraban un medicamento que la mantenía sedada y le producía vómito, no lograban explicarse por qué su estado de salud se deterioraba tan rápido.

El contacto entre madre e hija se dio vía telefónica, los días de visita quedaron en el pasado, cuando podía convivir con ella en el Cereso de Acapulco de Juárez. Por medio de llamadas y mensajes sabían una de la otra, pero sin información oficial para la familia.

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Fallece Lupita

El 29 me dicen que se la van a llevar a una revisión porque su respiración estaba baja y que le harían pruebas por lo del Covid. Mis compañeros me ayudaron y el día 30 cuando me marcaron yo estaba en la terminal y me dijeron que mi mamá había firmado para que se lo intubaran si era necesario”, agregó Guadalupe.

El mismo día, le informaron que Lupita había fallecido de un paro cardíaco, “cuando llegué allá estaban los de jurídico y me dijeron cómo fue. Nunca se hicieron cargo de mi mamá, si ellos no le hicieron los estudios el 26 hablé con ella y me dijo que estaba bien. Reconocí el cuerpo de lejos, solo su cara, pero cuando nos la llevaron pudimos ver que tenía golpes en el cuerpo lastimado con una herida en la pierna y piquetes en el estómago”.

Traslado del cuerpo a Guerrero

Ante la negativa de las autoridades para trasladar los restos de Lupita, la activista Viridiana Molina, integrante del colectivo Artículo 20 y de la Red de #MujeresXLaLibertad, intervino para que la familia no pagará los 10 mil pesos que no tenían para llevar el cuerpo de regreso a Guerrero.

“Nosotros no teníamos dinero y Viridiana del colectivo nos ayudó y querían que pagara el traslado y yo no tenía dinero, empezó la desesperación por arreglar el tema y nos ayudaron con la presión y así se logró el traslado, pero falta comprobar las causas de la muerte de mi mamá”, agregó Guadalupe.

La familia espera que la verdad del traslado inesperado y el fallecimiento de Lupita se dé a través de la justicia, confían en que el caso no se quedará en la impunidad.

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