/ domingo 27 de agosto de 2023

Pierden abuelitos ilusión de vivir por la depresión

Especialistas en psicología y psiquiatría geriátrica advierten el aumento en la prevalencia de depresión en adultos mayores, que podría afectar a 3 de cada 10 mujeres y 1 de cada 5 hombres

Una de las secuelas más agudas que dejó la pandemia de Covid-19 en personas mayores de 60 años es la elevada prevalencia de depresión, sobre todo, en aquellos que adquirieron el virus o sufrieron el fallecimiento de su pareja, de alguno de sus hijos o un familiar cercano.

En ocasión del Día del Abuelo, que se celebra el 28 de agosto, especialistas en psicología y psiquiatría geriátrica advierten el aumento en la prevalencia de depresión y síntomas de anhedonia en adultos mayores, que podría afectar a 3 de cada 10 mujeres y a 1 de cada 5 varones de ese grupo etario.

Los especialistas explicaron que la anhedonia se caracteriza por la incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades. Se considera como la falta de reactividad a los estímulos habitualmente placenteros y un síntoma clave de la depresión.

De acuerdo con datos del INEGI, en el segundo trimestre de 2022 se estima que a nivel nacional hay 17, 958,707 personas de 60 años y más; es decir, es el 14% de la población total.

No obstante, la estadística disponible advierte que en México, el 26.9% de las personas mayores de 60 años que no enfermaron de Covid-19 refieren sentimientos de depresión.

Además, de las diez enfermedades más discapacitantes, tres son neuropsiquiátricas: Desórdenes mentales, desórdenes neurológicos y uso de sustancias.

La depresión no es sinónimo de tristeza, pues ésta última se trata de una emoción --muchas veces pasajera--, mientras que en el Trastorno Depresivo Mayor, el paciente tiene baja autoestima, se siente inútil y padece constantes sentimientos de culpa, explicó el doctor Ricardo Nanni, director general de Grupo Punto de Partida y especialista certificado por el Consejo Mexicano de Psiquiatría.

“También puede tener ideas suicidas que suelen ir acompañadas por expresiones, como: “No sirvo para nada”, “mi vida no tiene sentido”, “sólo doy molestias” y/o “ya no quiero vivir”, señaló el especialista.

Entre la población de 60 años y más que padeció COVID-19 ha aumentado la prevalencia de sentimientos de depresión. Por ejemplo, en 2018 se estimaba que 26.4% de los adultos mayores padecía depresión; sin embargo, en 2021, esta cifra aumentó a 35.5%, señala la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento (ENASEM).

Los especialistas indicaron que recientemente el INEGI, en coordinación con el Centro Médico de la Universidad de Texas (UTMB), presentó los resultados de la sexta edición de la ENASEM, los cuales revelan que el 26.9% de las personas mayores de 60 años que no enfermaron de Covid-19 se encuentran con sentimientos de depresión.

“La depresión ocurre debido a condiciones biológicas, sicológicas o sociales. Se sabe que hay más 300 millones de personas deprimidas a nivel mundial, este trastorno es muy prevalente e incapacitante”, explicó el doctor Ricardo Nanni.

“Por ejemplo, los adultos mayores son más susceptibles a deprimirse cuando tuvieron este padecimiento en su infancia o juventud; asimismo, otros condicionantes son la muerte de un ser querido, la disminución de la vida sexual o cualquier pérdida de las capacidades físicas o cognitivas, además de las dificultades para valerse por sí mismo”, indicó el doctor Ricardo Nanni.

De acuerdo con información del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en México se registra una considerable diferencia en la prevalencia de depresión entre los sexos. En los hombres oscila entre 5.1% y 5.5%, mientras que en las mujeres es de 15.4%; es decir, casi el triple que los varones.

“Los abuelos deprimidos tienen dificultades para mantenerse atentos en tareas simples de la vida diaria, padecen alteraciones en la memoria, suspenden, o no son constantes, en sus tratamientos médicos (si padecen alguna enfermedad crónica como diabetes e hipertensión, o algún tipo de cáncer), son menos sociables, están irritables, podrían molestarse por cosas insignificantes y son indiferentes ante situaciones que habitualmente disfrutaban o les afectaban. También, algunos pacientes lloran frecuentemente, duermen muchas horas y no tienen ganas de comer”, señaló Florencia Rubio de Anda, neuropsicóloga clínica adscrita a Grupo Punto de Partida.

En muchas ocasiones el cese de la vida laboral productiva podría desencadenar el Trastorno Depresivo Mayor, pues la persona llega a sentirse inútil al no estar trabajando para una empresa o de manera independiente.

Datos del INEGI en 2022 señalan que 67 de cada 100 personas de 60 años y más son Población No Económicamente Activa. “No obstante, en muchos casos sí pueden desempeñar alguna labor en perfectas condiciones, pero la discriminación de algunas empresas obstaculiza el acceso a los adultos mayores a contar con un sueldo”, sentencia Ricardo Nanni, integrante de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, A.C.

Detección y apoyo oportuno

Los especialistas señalaron que la familia o los amigos pueden ofrecer apoyo al paciente, pero no es posible que traten a una persona con este trastorno, por lo que dieron a conocer las siguientes recomendaciones, para el caso de las familias, cuyo alguno de sus integrantes presenta síntomas de depresión mayor:

-Buscar tratamiento y seguir puntualmente las recomendaciones del experto en salud mental.

- Buscar un grupo de apoyo.

-Participar en actividades que la persona solía disfrutar.

Los especialistas destacaron que aunque el adulto mayor o la persona deprimida escuche constantemente: “échale ganas, tú puedes con esto, no te rindas”, no es suficiente y, siempre necesitarán del acompañamiento médico.

Informaron que Grupo Punto de Partida cuenta con un equipo de especialistas de alto nivel perfectamente capacitado para atender a cualquier persona con Trastorno Depresivo Mayor.

Carencia de acceso a la seguridad social

El porcentaje de personas (de todos los grupos de edad) con carencia de acceso a la seguridad social pasó de 53.5% a 50.2% entre 2018 y 2022, que se traduce en un cambio de 66.2 a 64.7 millones de personas que presentaron esta carencia en este periodo, según revela la última medición de pobreza realizada por el Coneval.

En 2022, 63.6% de las personas ocupadas no cuenta con acceso a la seguridad social por prestación laboral, informa el organismo al destacar que en el caso de las personas adultas mayores, 29.3% no contaban con un ingreso por programas para adultos mayores, igual o superior al promedio de las LPEI (a Línea de Pobreza Extrema por Ingresos) y no contaban con una pensión (jubilación) en el mismo periodo.

Es decir, aproximadamente, 70.0% de la población de 65 años o más tenía acceso a una pensión no contributiva (ingresos por programas de adultos mayores) que le permitía adquirir la canasta alimentaria o tenían acceso a una pensión contributiva (jubilaciones y pensiones).

Hallazgos en población adulta mayor

Para 2020, el porcentaje de personas mayores en situación de pobreza fue del 37.9%, lo que significó una reducción de 5.3 puntos porcentuales, respecto a 2018.

La carencia social con mayor incidencia en este grupo de edad fue el rezago educativo. El porcentaje de la población de 65 años o más que tenía esta carencia fue de 56.9% en 2016, 54.3% en 2018 y 49.1% en 2020.

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En 2020, 8.7 millones de personas de 65 años o más recibieron pensión, ya sea contributiva, no contributiva o ambas; esto fue equivalente al 73% del total de este grupo poblacional.

Coneval revela que en 2020, del total de hogares con población de 65 años o más, en 8 de cada 10 alguna persona de este grupo poblacional ocupaba la jefatura del hogar, y de ellos, el 30% se mantiene activo en el mercado laboral.

Otro de los factores a destacar es que, dentro de la población de 65 años o más, existe mayor proporción de mujeres que de hombres, esto debido a la mayor esperanza de vida al nacimiento que registran las mujeres (Conapo, 2018).

En 2020, tres de cada diez personas de 65 años o más se mantenían incorporadas al mercado laboral y, además, entre las personas que trabajaron o buscaron trabajo la incidencia de pobreza fue mayor en comparación con aquellas que eran parte de la población no económicamente activa, además de que las actividades que desempeñan están relacionadas (en su mayoría) con sectores que no ofrecen prestaciones ni sueldos suficientes para adquirir las canastas alimentaria y no alimentaria.

Abuelos cuidadores

De acuerdo con los resultados de la Ensanut 2022, a nivel nacional el 19.3% de las niñas y niños de 24 a 59 meses no alcanzaron su máximo nivel de desarrollo; es decir, cerca de 1 de cada 5 niños o niñas y alrededor del 50% recibe cuidados por parte de sus abuelos u otros familiares, en su casa.

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En el país, según datos de la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social (ENESS), existen aproximadamente 14 millones de niñas y niños de 0 a 6 años.

Seis de cada diez niñas y niños tienen una madre que trabaja de manera no remunerada y se encarga de su cuidado.

Destaca que al 24.5% de las y los niños de 0 a 6 años, cuya madre trabaja de manera remunerada son cuidados por ellas en su lugar de trabajo, 49.6% son cuidados por las redes de apoyo de las propias madres (abuela/o, padre, otros familiares o no familiares), al 9.6% lo llevan a una institución de cuidado como una estancia infantil pública o privada, y un 15.1% va a la escuela.

Lo anterior implica que únicamente el 24.7% del total de menores de hasta seis años cuyas madres trabajan son cuidados en una institución pública o privada.

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Una de las secuelas más agudas que dejó la pandemia de Covid-19 en personas mayores de 60 años es la elevada prevalencia de depresión, sobre todo, en aquellos que adquirieron el virus o sufrieron el fallecimiento de su pareja, de alguno de sus hijos o un familiar cercano.

En ocasión del Día del Abuelo, que se celebra el 28 de agosto, especialistas en psicología y psiquiatría geriátrica advierten el aumento en la prevalencia de depresión y síntomas de anhedonia en adultos mayores, que podría afectar a 3 de cada 10 mujeres y a 1 de cada 5 varones de ese grupo etario.

Los especialistas explicaron que la anhedonia se caracteriza por la incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades. Se considera como la falta de reactividad a los estímulos habitualmente placenteros y un síntoma clave de la depresión.

De acuerdo con datos del INEGI, en el segundo trimestre de 2022 se estima que a nivel nacional hay 17, 958,707 personas de 60 años y más; es decir, es el 14% de la población total.

No obstante, la estadística disponible advierte que en México, el 26.9% de las personas mayores de 60 años que no enfermaron de Covid-19 refieren sentimientos de depresión.

Además, de las diez enfermedades más discapacitantes, tres son neuropsiquiátricas: Desórdenes mentales, desórdenes neurológicos y uso de sustancias.

La depresión no es sinónimo de tristeza, pues ésta última se trata de una emoción --muchas veces pasajera--, mientras que en el Trastorno Depresivo Mayor, el paciente tiene baja autoestima, se siente inútil y padece constantes sentimientos de culpa, explicó el doctor Ricardo Nanni, director general de Grupo Punto de Partida y especialista certificado por el Consejo Mexicano de Psiquiatría.

“También puede tener ideas suicidas que suelen ir acompañadas por expresiones, como: “No sirvo para nada”, “mi vida no tiene sentido”, “sólo doy molestias” y/o “ya no quiero vivir”, señaló el especialista.

Entre la población de 60 años y más que padeció COVID-19 ha aumentado la prevalencia de sentimientos de depresión. Por ejemplo, en 2018 se estimaba que 26.4% de los adultos mayores padecía depresión; sin embargo, en 2021, esta cifra aumentó a 35.5%, señala la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento (ENASEM).

Los especialistas indicaron que recientemente el INEGI, en coordinación con el Centro Médico de la Universidad de Texas (UTMB), presentó los resultados de la sexta edición de la ENASEM, los cuales revelan que el 26.9% de las personas mayores de 60 años que no enfermaron de Covid-19 se encuentran con sentimientos de depresión.

“La depresión ocurre debido a condiciones biológicas, sicológicas o sociales. Se sabe que hay más 300 millones de personas deprimidas a nivel mundial, este trastorno es muy prevalente e incapacitante”, explicó el doctor Ricardo Nanni.

“Por ejemplo, los adultos mayores son más susceptibles a deprimirse cuando tuvieron este padecimiento en su infancia o juventud; asimismo, otros condicionantes son la muerte de un ser querido, la disminución de la vida sexual o cualquier pérdida de las capacidades físicas o cognitivas, además de las dificultades para valerse por sí mismo”, indicó el doctor Ricardo Nanni.

De acuerdo con información del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en México se registra una considerable diferencia en la prevalencia de depresión entre los sexos. En los hombres oscila entre 5.1% y 5.5%, mientras que en las mujeres es de 15.4%; es decir, casi el triple que los varones.

“Los abuelos deprimidos tienen dificultades para mantenerse atentos en tareas simples de la vida diaria, padecen alteraciones en la memoria, suspenden, o no son constantes, en sus tratamientos médicos (si padecen alguna enfermedad crónica como diabetes e hipertensión, o algún tipo de cáncer), son menos sociables, están irritables, podrían molestarse por cosas insignificantes y son indiferentes ante situaciones que habitualmente disfrutaban o les afectaban. También, algunos pacientes lloran frecuentemente, duermen muchas horas y no tienen ganas de comer”, señaló Florencia Rubio de Anda, neuropsicóloga clínica adscrita a Grupo Punto de Partida.

En muchas ocasiones el cese de la vida laboral productiva podría desencadenar el Trastorno Depresivo Mayor, pues la persona llega a sentirse inútil al no estar trabajando para una empresa o de manera independiente.

Datos del INEGI en 2022 señalan que 67 de cada 100 personas de 60 años y más son Población No Económicamente Activa. “No obstante, en muchos casos sí pueden desempeñar alguna labor en perfectas condiciones, pero la discriminación de algunas empresas obstaculiza el acceso a los adultos mayores a contar con un sueldo”, sentencia Ricardo Nanni, integrante de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, A.C.

Detección y apoyo oportuno

Los especialistas señalaron que la familia o los amigos pueden ofrecer apoyo al paciente, pero no es posible que traten a una persona con este trastorno, por lo que dieron a conocer las siguientes recomendaciones, para el caso de las familias, cuyo alguno de sus integrantes presenta síntomas de depresión mayor:

-Buscar tratamiento y seguir puntualmente las recomendaciones del experto en salud mental.

- Buscar un grupo de apoyo.

-Participar en actividades que la persona solía disfrutar.

Los especialistas destacaron que aunque el adulto mayor o la persona deprimida escuche constantemente: “échale ganas, tú puedes con esto, no te rindas”, no es suficiente y, siempre necesitarán del acompañamiento médico.

Informaron que Grupo Punto de Partida cuenta con un equipo de especialistas de alto nivel perfectamente capacitado para atender a cualquier persona con Trastorno Depresivo Mayor.

Carencia de acceso a la seguridad social

El porcentaje de personas (de todos los grupos de edad) con carencia de acceso a la seguridad social pasó de 53.5% a 50.2% entre 2018 y 2022, que se traduce en un cambio de 66.2 a 64.7 millones de personas que presentaron esta carencia en este periodo, según revela la última medición de pobreza realizada por el Coneval.

En 2022, 63.6% de las personas ocupadas no cuenta con acceso a la seguridad social por prestación laboral, informa el organismo al destacar que en el caso de las personas adultas mayores, 29.3% no contaban con un ingreso por programas para adultos mayores, igual o superior al promedio de las LPEI (a Línea de Pobreza Extrema por Ingresos) y no contaban con una pensión (jubilación) en el mismo periodo.

Es decir, aproximadamente, 70.0% de la población de 65 años o más tenía acceso a una pensión no contributiva (ingresos por programas de adultos mayores) que le permitía adquirir la canasta alimentaria o tenían acceso a una pensión contributiva (jubilaciones y pensiones).

Hallazgos en población adulta mayor

Para 2020, el porcentaje de personas mayores en situación de pobreza fue del 37.9%, lo que significó una reducción de 5.3 puntos porcentuales, respecto a 2018.

La carencia social con mayor incidencia en este grupo de edad fue el rezago educativo. El porcentaje de la población de 65 años o más que tenía esta carencia fue de 56.9% en 2016, 54.3% en 2018 y 49.1% en 2020.

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En 2020, 8.7 millones de personas de 65 años o más recibieron pensión, ya sea contributiva, no contributiva o ambas; esto fue equivalente al 73% del total de este grupo poblacional.

Coneval revela que en 2020, del total de hogares con población de 65 años o más, en 8 de cada 10 alguna persona de este grupo poblacional ocupaba la jefatura del hogar, y de ellos, el 30% se mantiene activo en el mercado laboral.

Otro de los factores a destacar es que, dentro de la población de 65 años o más, existe mayor proporción de mujeres que de hombres, esto debido a la mayor esperanza de vida al nacimiento que registran las mujeres (Conapo, 2018).

En 2020, tres de cada diez personas de 65 años o más se mantenían incorporadas al mercado laboral y, además, entre las personas que trabajaron o buscaron trabajo la incidencia de pobreza fue mayor en comparación con aquellas que eran parte de la población no económicamente activa, además de que las actividades que desempeñan están relacionadas (en su mayoría) con sectores que no ofrecen prestaciones ni sueldos suficientes para adquirir las canastas alimentaria y no alimentaria.

Abuelos cuidadores

De acuerdo con los resultados de la Ensanut 2022, a nivel nacional el 19.3% de las niñas y niños de 24 a 59 meses no alcanzaron su máximo nivel de desarrollo; es decir, cerca de 1 de cada 5 niños o niñas y alrededor del 50% recibe cuidados por parte de sus abuelos u otros familiares, en su casa.

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En el país, según datos de la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social (ENESS), existen aproximadamente 14 millones de niñas y niños de 0 a 6 años.

Seis de cada diez niñas y niños tienen una madre que trabaja de manera no remunerada y se encarga de su cuidado.

Destaca que al 24.5% de las y los niños de 0 a 6 años, cuya madre trabaja de manera remunerada son cuidados por ellas en su lugar de trabajo, 49.6% son cuidados por las redes de apoyo de las propias madres (abuela/o, padre, otros familiares o no familiares), al 9.6% lo llevan a una institución de cuidado como una estancia infantil pública o privada, y un 15.1% va a la escuela.

Lo anterior implica que únicamente el 24.7% del total de menores de hasta seis años cuyas madres trabajan son cuidados en una institución pública o privada.

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