Ciudad de México.- Su sana distancia parece no tener lugar al viajar en Metro, hombro a hombro los usuarios se trasladan de un punto a otro sin tomar en cuenta la emergencia sanitaria, tienen contacto con torniquetes, escaleras, asientos, puertas y tubos, sin dejar de lado, la cercanía con el resto de las personas en andenes y vagones.
Nomás entrar a la estación, la afluencia de personas es abundante, nadie controla el paso a las personas a los andenes, donde poco a poco de aglutinan en espera del tren para abordad, tan solo, uno de los vagones cuenta con la capacidad para 1,500 pasajeros que, en pandemia no se llenan, pero tampoco se viaja seguro.
La coordinación entre el personal del Sistema de Transporte Colectivo (STC) que, previo a la pandemia, registraba un promedio de 5.5 millones de usuarios, de los cuales, el 60 por cientos lo siguen usando por necesidad, no existe en medio del repunte de la Covid-19.
Dentro de las estaciones, no podemos hablar de dispensadores de gel o sanitizante, solo en algunas, las de mayor tránsito, hay personal que ofrece gel en los accesos principales, y si hay necesidad por la razón que sea, no existe forma de contar con un algunas de estas medidas, en las que el personal del STC también tomó medidas al proporcionar cubrebocas a los usuarios en su momento.
Al interior del vagón, tampoco hay vigilancia para sugerir un espacio prudente entre personas, pero lo más peligroso, no son las omisiones del personal del Metro, quienes también han sido afectados por la pandemia de diferentes maneras, sino, la poca importancia de la gente que a medias, respeta el ingreso al tren.
En un día cualquiera, sin ser hora pico, se observa el convoy a media capacidad, una persona sentada a un lado de otra, algunos, muy pocos, sin cubrebocas, la ventilación es constante en el interior, pero no suficiente para el número de usuarios que ocupan el vagón.
Adentro, la gente es incapaz de respetar el espacio sugerido para evitar los contagios, quizá, no alcanzan a comprender la importancia de la emergencia, y mucho menos, hacer consciencia sobre la falta de camas para los contagiados que día a día llegan a los hospitales, sin pensar que quizá, mañana pueda ser uno de los suyos.
El peligro no solo radica en las acciones que no consideran los medios de transporte, el riesgo, en su mayoría, radica en las medidas que como sociedad no aplicamos, cargar y usar gel de manera constante, usar cubrebocas, respetar el espacio entre pasajeros al dejar algunos asientos de distancia y tener presente que en muchos casos la falta de alguna de éstas puede representar una amenaza a la vida.
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