Incrementar la inversión en educación temprana y preescolar es fundamental para garantizar un desarrollo adecuado en la niñez y sentar las bases para un futuro próspero de la población y de todo el país.
Actualmente, 8.2 millones de niñas y niños no asisten a programas de educación inicial y preescolar y 7 de cada 100 menores de 5 años quedaron fuera de la escuela derivado de los efectos de la Covid-19, por la ausencia de seguimiento y mecanismos de control para medir la participación y enseñanza de las clases a distancia, así como por la falta de priorización presupuestaria a la educación.
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En 2023, el gobierno federal prevé destinar 10 mil 315 millones de pesos para el Desarrollo Infantil Temprano (DIT); sin embargo, incorporar a los 8.2 millones de niños y niñas que no asisten a programas de educación inicial y preescolar requeriría, al menos, duplicar la inversión actual, señalan especialistas del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, A.C. (CIEP).
En el documento “Desarrollo Infantil Temprano Desafíos Presupuestales”, emitido con motivo del Día del Niño y de la Niña, las investigadoras Alejandra Llanos Guerrero y Tania Beltrán Castillo explican que, de acuerdo con la UNICEF, para medir el progreso del Índice de Desarrollo Infantil Temprano (IDIT) se consideran 4 ámbitos: alfabetización, físico, social y emocional, y aprendizaje.
Las investigadoras señalan que en 2018 el 80.1% de las niñas y los niños de 3 a 4 años 11 meses de edad cumplían con al menos 3 de los 4 ámbitos de este indicador; es decir, 8 de cada 10 infantes de 3 a 5 años se desarrollan adecuadamente en términos de salud, aprendizaje y bienestar.
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Sin embargo, las especialistas advierten que este nivel se encuentra por debajo de otros países de la región como Cuba, Uruguay, Argentina y Costa Rica (UNICEF, 2021).
En 2018, las infancias de México presentaron mayor rezago en el ámbito de alfabetización, sólo 24.3 % mostraron tener las habilidades básicas de lectura y escritura en edad temprana. En contraste, el ámbito de aprendizaje fue el que mostró mayor avance; 98.2 % de las infancias lograron seguir instrucciones simples.
Otro aspecto relevante que se debe tomar en cuenta al medir el IDIT es la desigualdad que registran las regiones del país, destacan las investigadoras al detectar que las infancias de la región sur reportan los mayores rezagos (73.1%) en comparación con los niños y niñas del centro y norte del país, que registran un desempeño de 86.7%.
DESIGUALDAD POR REGIONES
Las regiones norte y centro presentaron el mejor desempeño en el ámbito físico y de aprendizaje; sin embargo, la región de la capital del país y Estado de México fueron las que tuvieron mejor desempeño en el ámbito con mayores desafíos, como es la alfabetización.
La investigación detectó que la pertenencia a cierto sector económico también tiene una influencia determinante en la primera etapa de la vida, pues los niveles de DIT fueron superiores en niños de familias de estrato de ingresos más alto (84%), en comparación con el estrato bajo que fue de 78%.
“En cuanto a las habilidades de alfabetización, sólo el 17 % de las infancias del estrato más bajo mostró habilidades lecto-escritoras, en comparación con el 32 % de las infancias del estrato alto. Respecto al desarrollo socioemocional, las infancias del estrato medio alto fueron los que mostraron mayor avance”, señala la investigación.
CUÁNTO SE INVIERTE
En 2023, el Gobierno Federal destina 10 mil 315 millones de pesos para el DIT, equivalente a 0.03 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) o 0.12 % del gasto público total mediante cinco Programas Presupuestarios (PPs).
“De 2018 a 2023, el presupuesto para DIT disminuyó 4.1 %, en términos reales, debido a que Servicios de educación básica en la Ciudad de México recibió 2 mil 432 millones de pesos menos para la atención de la primera infancia. En 2021, el presupuesto para DIT alcanzó su nivel más bajo, 9 mil 565 millones de pesos, en esta ocasión la disminución fue resultado de menores recursos para Educación inicial y básica comunitaria. Este programa tiene como propósito que niñas y niños de localidades de alta y muy alta marginación concluyan los niveles escolares”, señala el documento.
De 2018 a 2023, el gasto por alumno aumentó 86 pesos, al pasar de 2 mil 597 a 2 mil 683 pesos. El presupuesto per cápita permite conocer cuál sería el monto destinado, en teoría, para cada menor de 5 años que recibe educación temprana.
“Este gasto puede incrementarse por dos vías: una disminución en la matrícula o un aumento en el presupuesto. El aumento en el gasto por alumno fue resultado de una caída en la matrícula educativa pública; 295 mil 763 niños y niñas quedaron fuera de programas de educación inicial y preescolar derivado de los efectos por la Covit-19”, advierten las investigadoras.
La baja inversión pública en DIT puede generar mayores desigualdades en el futuro para las infancias, pues delega las responsabilidades de desarrollo a las familias. El gasto público per cápita en DIT representa una séptima parte de lo que reciben las primeras infancias con mayores recursos en el país.
INVESTIGADORAS DEL CIEP PRESENTAN RESULTADOS:
Educación inicial: 3.5 % de cobertura. En 2023, 6.1 millones de infantes no recibirán educación inicial. De los que asisten, 43.4 % lo hacen en educación pública y 56.6 % en educación privada. La cobertura educativa es 0.7 puntos porcentuales menor a la cobertura de prepandemia.
Preescolar: 67.5 % de cobertura. En 2023, 2.1 millones de la niñez no asiste al preescolar. De los que asisten, 86.5 % lo hacen en educación pública y 13.5 % en educación privada. Tampoco se han logrado recuperar los niveles de prepandemia; la matrícula disminuyó 4.9 puntos porcentuales.
Brecha presupuestaria. En México, la principal limitante del DIT es el acceso a educación de calidad que se refleja en los bajos niveles de alfabetización. En 2023 brindar educación al total de la primera infancia requeriría 32 mil 236 millones de pesos, esto es 21 mil 921 millones de pesos más de lo que se invierte actualmente, equivalente a 0.07 puntos del PIB.
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Entre 2018 y 2023, se ha identificado una brecha presupuestaria, que equivale a entre 2.0 y 2.3 veces el presupuesto actual en DIT. No obstante, esta estimación no considera una evaluación de la calidad y eficacia de los programas que actualmente se destinan al DIT. Tampoco se contemplan las razones multifactoriales de la inasistencia a educación temprana tales como la falta de confianza en las instituciones que brindan estos servicios, las distancias y el tiempo que requiere llevarlos o la decisión de cuidarlos en casa.
NO INVERTIR LIMITA DESARROLLO DE ETAPAS POSTERIORES DE LA VIDA
La falta de priorización de la educación en los primeros años de vida limita los retornos de las inversiones en etapas posteriores de la vida y que la educación garantice igualdad de oportunidades principalmente para los hogares más pobres, señalan las investigadoras del CIEP, Alejandra Llanos Guerrero y Tania Beltrán Castillo.
“Esto da como resultado que actualmente, 8.2 millones de niñas y niños no asisten a programas de educación inicial y preescolar y 7 de cada 100 menores de 5 años quedaron fuera de la escuela derivado de los efectos de la Covid-19 y por la ausencia de seguimiento y mecanismos de control para medir la participación y enseñanza de las clases a distancia, así como por la falta de priorización presupuestaria a la educación”.
Indican que en 2023, el gobierno federal invierte únicamente 0.03 puntos del PIB o 0.12 % del gasto público total al DIT. Estos recursos son insuficientes para garantizar un desarrollo adecuado, en términos de salud, acceso a educación y bienestar para la primera infancia.
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La ausencia de inversión pública en desarrollo infantil generará mayores desigualdades en el futuro para las infancias, pues delega las responsabilidades del desarrollo de las infancias a las familias, muchas de las cuales cuentan con recursos limitados.
“Las intervenciones tempranas, oportunas y de calidad durante los primeros años de vida tienen implicaciones en el desarrollo humano, social y económico del presente y del futuro. Las infancias que hayan recibido educación de calidad y servicios de salud tendrán mejores oportunidades de desarrollo en el futuro”, concluyen las especialistas del CIEP.
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