/ jueves 18 de mayo de 2023

Estafador de Instagram se hacia pasar por "soldado" para enamorar mujeres

Uno de los incidentes más reportados por mujeres son los fraudes relacionados con el amor, según la Policía Cibernética

M. se despertó como todas las mañanas e inmediatamente revisó su teléfono inteligente para enterarse de lo que había pasado por la noche. Como todas las mañanas, vio que tenía notificaciones de Facebook, de Twitter, de Whatsapp y de Instagram (IG). Como siempre, pensó que, a través de IG, su mejor amigo le había enviado una publicación de interés mutuo o algún video gracioso. Pero no fue así.

TE PUEDE INTERESAR: ¡Cuidado con los fraudes esotéricos! Se aprovechan de la depresión

M. tenía una solicitud de mensaje de alguien que se hacía llamar Christian Alexander (@alexanderchris128). Vaya, es un chico mono, pensó, pero no le dio importancia al texto sino hasta unos 15 días después, cuando decidió responder el “hola”.

Así empezó una serie de mensajes que a veces llegaban por la madrugada, y a veces llegaban por la tarde, a veces por la noche.

Christian dijo ser un judío de 43 años, originario de Las Vegas, Nevada, aunque extrañamente escribía en un español bastante fluido y no usaba el America o USA, también dijo ser soldado, destacado en Yemen; M. preguntó si había bases militares estadounidenses en Yemen, porque, por lo que recordaba no era así, sin embargo, él insistió en que era verdad y que podía cotejar dicha información…

Pero, ¿dónde M. había escuchado esa historia antes?

No era la primera vez que alguien la contactaba por alguna red social, ya había tenido experiencias en Twitter, Instagram, Facebook y Tinder. Aunque de todas ellas siempre terminaban mudando las conversaciones a Whatsapp, aplicación de mensajería instantánea que tiene 2 mil millones de usuarios en el mundo.

Foto: Especial

Zona minada

Al hablar de víctimas de violencia digital, la Policía cibernética señala que los tres incidentes más reportados por mujeres son: fraudes relacionados con el amor, conductas relacionadas con violencia sexual y ciberacoso.

El 60% de los reportes recibidos a nivel general en la Unidad de Policía Cibernética, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), son realizados por mujeres, entre 25 y 40 años de edad, seguido de la población que tiene entre 18 y 25 años de edad.

Según el 18° Estudio sobre los Hábitos de Personas Usuarias de Internet en México 2022, de Asociación de Internet MX, al 2021 había 88.6 millones de internautas en nuestro país, lo que representa 75.6% de la población de 6 años o más.

Este crecimiento, señala el texto, es explicado por la recuperación del poder adquisitivo, reconfiguración de gasto en el hogar y nuevas necesidades digitales derivadas del confinamiento. También indica que hay una mayor penetración de dispositivos móviles y acceso a redes sociales y mensajería instantánea.

La Policía Cibernética recomienda que en las redes institucionales se ponga atención a las fechas de creación del perfil, número de seguidores, cantidad de interacciones y, como en Twitter, revisar la palomita azul que indica una cuenta verificada. Esa recomendación la deberíamos seguir no solo en cuentas institucionales, sino en todo momento.

La comunidad virtual, señala la Policía Cibernética, “es un foro, página o red social enfocada a una idea en común, donde todos los usuarios comparten y disfrutan alguna de las facetas que las componen. Los usuarios activos aportan contenidos específicos, mientras que los roles pasivos, obtienen esa información con diversas intenciones (...)

Hasta la realización de este texto, el usuario alexandrchris128 solo tiene 7 publicaciones en IG, 494 seguidores y 65 personas seguidas, es una cuenta privada y para seguirla él dueño tiene que dar su autorización.

Uno de los riesgos de comunidades virtuales en las redes sociales, según la Policía Cibernética, es la suplantación de identidad: las personas no siempre son lo que dicen ser y buscan obtener beneficios con base en engaños.

Foto: Especial

Una de las recomendaciones que hace la Policía Cibernética para aumentar la seguridad en redes sociales y comunidades virtuales, es: “Desconfía de los datos que te dan usuarios desconocidos, pueden ser falsos, al igual que las imágenes”.

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Confesiones

M. y Christian platicaban, a veces en las madrugadas de México, y él decía que estaba despierto (Yemen está 9 horas por delante de Ciudad de México) porque le había tocado patrullar “su campamento”; y M. intrigada le preguntaba “siendo el ‘Army’ tan estricto, ¿te dejan usar IG?”, “Soy sargento oficial y soy el jefe de mi equipo. Uso mi computadora de escritorio para vigilar nuestro campamento y tengo la oportunidad de ir a mi IG. Puedes ver que realmente no respondo todo el tiempo debido a demasiado trabajo”.

“Cuidaba” su campamento de “los terroristas”, tenía algunos momentos libres para platicar con ella. “Sólo llevo un mes aquí y es muy difícil”, aunque después aclaró que no era un trabajo nuevo. “He estado en el ejército durante diez años”.

“Buen día, cómo estás y cómo está todo por allá. No pude comunicarme contigo porque estaba muy ocupado con el trabajo, cómo va el trabajo y cómo va tu día”, escribía Christian, o “buen día cómo están hoy y como está todo por allá. Estoy cada vez mejor ahora. No me sentía demasiado fuerte antes de eso, por eso no podía conectarme”, justificaba sus ausencias. Después M. confirmaría lo que ya sospechaba.

Al fin no era la primera vez que, después de algunos días de plática, un cirujano le decía que necesitaba dinero para pagar una deuda, o que un soldado estadounidense, que tenía un número telefónico de Sudáfrica, le decía que quería que fuera su novia y que le mandara dinero para poder salir de Afganistán o de algún lugar en guerra y que, meses después le volvió a escribir para preguntar de dónde se conocían; o que un viudo triste le pedía ser la madre de sus hijos, porque la familia se sentía muy sola y la necesitaba a ella (con todo y su dinero, claro), o un hombre que decía ser el actor John Cusack, con quien que podía convivir por una módica suma de por medio…

Foto: Especial

“He estado hablando contigo por un tiempo, sabes? me has hecho preguntas, te respondí porque me gustas y aprecio mucho nuestra amistad. No tengo mala personalidad, por qué digo que si te gustará mi tipo de persona es por mi trabajo, luchamos con armas, algunas personas se asustan por eso, no dañamos a personas inocentes, pero lo usamos contra terroristas y rebeldes (…) Sería bueno tener un hijo.”

Cada vez los mensajes eran más y más “lindos”, señalando lo amable y buena persona que es M., confesando que le gustaba y que sería maravilloso empezar algo, porque su última novia lo dejó, pues el año pasado estuvo en Siria, “le supliqué que me esperará pero ella me dejó y siguió a otro hombre”. Había que despertar la compasión.

El mundo es un pañuelo

Una mañana M. recibe un mensaje de una de sus mejores amigas, A. le pregunta, con un mensaje y una foto del perfil de Christian, qué relación tenía con él, intrigada M. responde que empezó a platicar con él hacía poco menos de tres meses, que no era nada serio y que se estaban conociendo, y cuál sería la sorpresa que a ¡A. también le escribía!, más o menos la misma historia, con la salvedad de que ella ya le había dicho que era casada y que, por el momento, no trabajaba.

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Pero no sólo eso, una amiga de A., llamada C., también había aceptado la solicitud de mensaje de Christian, aunque aún no entablaba conversación alguna con él. Tres mujeres, una misma historia de sufrimiento en la guerra –”atacaron nuestro campamento y me lesioné”, “mira a mi amigo cercano aquí, el último atentado, miren lo que sufrió y no creo que pueda estar vivo, no quiero ser como estos”– con un solo objetivo: obtener dinero.

Foto: Especial

Entre el amor y el dinero

“Muchas gracias querida, eres fabulosa. Bueno, estoy realmente cansado de aquí, no se cómo será quiero irme de aquí y volver a casa. Yo también quiero conocerte. Iré y le preguntaré a mi comandante cómo debo hacer para irme de aquí”, le escribió a A.

Porque, claro, necesitaba al menos 1,400 dólares para pagar una “tarifa de reemplazo”, pues aunque “esto no se suele hacer”, él “tiene suerte de que podamos encontrar algún reemplazo”. Al menos eso se lee en el email que le mandó a A. y que describe lo que su “comandante” dice que tiene que pagar; por lo que se entiende, por un reemplazo de EE.UU se deben pagar 3,250 dls., por uno del ejército británico, 2,750 dls., y por uno del ejército asiático, 1,450 dls.

Te pido que me prestes por favor, no quiero molestarte, pero por favor, si puedes ayudarme, seré muy feliz. Te lo devolveré en doble lo prometo”, se lee en uno de los tantos mensajes que le envió a A., insistiendo en que le dé el dinero para salir de su “terrible” situación.

“Bueno, siento mucho preguntarte, pero está bien si no puedes ayudarme, pero tienes que entender que no es mi intención lastimarte en absoluto. Eres una mujer amable y encantadora. Realmente te aprecio y sigo creyendo que nos vamos a encontrar”, se lee en las capturas de pantalla enviadas a este diario, antes de que, tras varios días de seguir insistiendo en que A. le diera el dinero y ella supuestamente accediera a hacerlo.

Foto: Especial

Así, Christian le envió los datos a dónde debe depositar: Una cuenta a nombre de Megan Mossop, en el banco Cooperativa de Crédito Alliant, con una dirección que sólo es un P.O. Box (lo que en México conocemos como un Apartado Postal) en Chicago, Illinois, más otra dirección en Newark, Delaware, que si se busca en Google Maps es una casa en los suburbios.

Después A. recibió otro número de cuenta, de Banco Azteca, con un nombre que parece más bien mexicano: Rafael Erick Pacheco Hernández, por si tenía algún problema con realizar la transferencia al primero…

Y así terminan las historias de “amor y amistad” con un “buen hombre”, que ejerce el trabajo de luchar contra “terroristas”, pero que quiere escapar de eso con la ayuda de una “buena” mujer que ha contactado en Instagram y a la que promete conocer en cuanto salga de Yemen, y claro, devolverle el dinero…

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M. se despertó como todas las mañanas e inmediatamente revisó su teléfono inteligente para enterarse de lo que había pasado por la noche. Como todas las mañanas, vio que tenía notificaciones de Facebook, de Twitter, de Whatsapp y de Instagram (IG). Como siempre, pensó que, a través de IG, su mejor amigo le había enviado una publicación de interés mutuo o algún video gracioso. Pero no fue así.

TE PUEDE INTERESAR: ¡Cuidado con los fraudes esotéricos! Se aprovechan de la depresión

M. tenía una solicitud de mensaje de alguien que se hacía llamar Christian Alexander (@alexanderchris128). Vaya, es un chico mono, pensó, pero no le dio importancia al texto sino hasta unos 15 días después, cuando decidió responder el “hola”.

Así empezó una serie de mensajes que a veces llegaban por la madrugada, y a veces llegaban por la tarde, a veces por la noche.

Christian dijo ser un judío de 43 años, originario de Las Vegas, Nevada, aunque extrañamente escribía en un español bastante fluido y no usaba el America o USA, también dijo ser soldado, destacado en Yemen; M. preguntó si había bases militares estadounidenses en Yemen, porque, por lo que recordaba no era así, sin embargo, él insistió en que era verdad y que podía cotejar dicha información…

Pero, ¿dónde M. había escuchado esa historia antes?

No era la primera vez que alguien la contactaba por alguna red social, ya había tenido experiencias en Twitter, Instagram, Facebook y Tinder. Aunque de todas ellas siempre terminaban mudando las conversaciones a Whatsapp, aplicación de mensajería instantánea que tiene 2 mil millones de usuarios en el mundo.

Foto: Especial

Zona minada

Al hablar de víctimas de violencia digital, la Policía cibernética señala que los tres incidentes más reportados por mujeres son: fraudes relacionados con el amor, conductas relacionadas con violencia sexual y ciberacoso.

El 60% de los reportes recibidos a nivel general en la Unidad de Policía Cibernética, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), son realizados por mujeres, entre 25 y 40 años de edad, seguido de la población que tiene entre 18 y 25 años de edad.

Según el 18° Estudio sobre los Hábitos de Personas Usuarias de Internet en México 2022, de Asociación de Internet MX, al 2021 había 88.6 millones de internautas en nuestro país, lo que representa 75.6% de la población de 6 años o más.

Este crecimiento, señala el texto, es explicado por la recuperación del poder adquisitivo, reconfiguración de gasto en el hogar y nuevas necesidades digitales derivadas del confinamiento. También indica que hay una mayor penetración de dispositivos móviles y acceso a redes sociales y mensajería instantánea.

La Policía Cibernética recomienda que en las redes institucionales se ponga atención a las fechas de creación del perfil, número de seguidores, cantidad de interacciones y, como en Twitter, revisar la palomita azul que indica una cuenta verificada. Esa recomendación la deberíamos seguir no solo en cuentas institucionales, sino en todo momento.

La comunidad virtual, señala la Policía Cibernética, “es un foro, página o red social enfocada a una idea en común, donde todos los usuarios comparten y disfrutan alguna de las facetas que las componen. Los usuarios activos aportan contenidos específicos, mientras que los roles pasivos, obtienen esa información con diversas intenciones (...)

Hasta la realización de este texto, el usuario alexandrchris128 solo tiene 7 publicaciones en IG, 494 seguidores y 65 personas seguidas, es una cuenta privada y para seguirla él dueño tiene que dar su autorización.

Uno de los riesgos de comunidades virtuales en las redes sociales, según la Policía Cibernética, es la suplantación de identidad: las personas no siempre son lo que dicen ser y buscan obtener beneficios con base en engaños.

Foto: Especial

Una de las recomendaciones que hace la Policía Cibernética para aumentar la seguridad en redes sociales y comunidades virtuales, es: “Desconfía de los datos que te dan usuarios desconocidos, pueden ser falsos, al igual que las imágenes”.

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Confesiones

M. y Christian platicaban, a veces en las madrugadas de México, y él decía que estaba despierto (Yemen está 9 horas por delante de Ciudad de México) porque le había tocado patrullar “su campamento”; y M. intrigada le preguntaba “siendo el ‘Army’ tan estricto, ¿te dejan usar IG?”, “Soy sargento oficial y soy el jefe de mi equipo. Uso mi computadora de escritorio para vigilar nuestro campamento y tengo la oportunidad de ir a mi IG. Puedes ver que realmente no respondo todo el tiempo debido a demasiado trabajo”.

“Cuidaba” su campamento de “los terroristas”, tenía algunos momentos libres para platicar con ella. “Sólo llevo un mes aquí y es muy difícil”, aunque después aclaró que no era un trabajo nuevo. “He estado en el ejército durante diez años”.

“Buen día, cómo estás y cómo está todo por allá. No pude comunicarme contigo porque estaba muy ocupado con el trabajo, cómo va el trabajo y cómo va tu día”, escribía Christian, o “buen día cómo están hoy y como está todo por allá. Estoy cada vez mejor ahora. No me sentía demasiado fuerte antes de eso, por eso no podía conectarme”, justificaba sus ausencias. Después M. confirmaría lo que ya sospechaba.

Al fin no era la primera vez que, después de algunos días de plática, un cirujano le decía que necesitaba dinero para pagar una deuda, o que un soldado estadounidense, que tenía un número telefónico de Sudáfrica, le decía que quería que fuera su novia y que le mandara dinero para poder salir de Afganistán o de algún lugar en guerra y que, meses después le volvió a escribir para preguntar de dónde se conocían; o que un viudo triste le pedía ser la madre de sus hijos, porque la familia se sentía muy sola y la necesitaba a ella (con todo y su dinero, claro), o un hombre que decía ser el actor John Cusack, con quien que podía convivir por una módica suma de por medio…

Foto: Especial

“He estado hablando contigo por un tiempo, sabes? me has hecho preguntas, te respondí porque me gustas y aprecio mucho nuestra amistad. No tengo mala personalidad, por qué digo que si te gustará mi tipo de persona es por mi trabajo, luchamos con armas, algunas personas se asustan por eso, no dañamos a personas inocentes, pero lo usamos contra terroristas y rebeldes (…) Sería bueno tener un hijo.”

Cada vez los mensajes eran más y más “lindos”, señalando lo amable y buena persona que es M., confesando que le gustaba y que sería maravilloso empezar algo, porque su última novia lo dejó, pues el año pasado estuvo en Siria, “le supliqué que me esperará pero ella me dejó y siguió a otro hombre”. Había que despertar la compasión.

El mundo es un pañuelo

Una mañana M. recibe un mensaje de una de sus mejores amigas, A. le pregunta, con un mensaje y una foto del perfil de Christian, qué relación tenía con él, intrigada M. responde que empezó a platicar con él hacía poco menos de tres meses, que no era nada serio y que se estaban conociendo, y cuál sería la sorpresa que a ¡A. también le escribía!, más o menos la misma historia, con la salvedad de que ella ya le había dicho que era casada y que, por el momento, no trabajaba.

Si quieres recibir las noticias en tu Whatsapp, envía la palabra ALTA

Pero no sólo eso, una amiga de A., llamada C., también había aceptado la solicitud de mensaje de Christian, aunque aún no entablaba conversación alguna con él. Tres mujeres, una misma historia de sufrimiento en la guerra –”atacaron nuestro campamento y me lesioné”, “mira a mi amigo cercano aquí, el último atentado, miren lo que sufrió y no creo que pueda estar vivo, no quiero ser como estos”– con un solo objetivo: obtener dinero.

Foto: Especial

Entre el amor y el dinero

“Muchas gracias querida, eres fabulosa. Bueno, estoy realmente cansado de aquí, no se cómo será quiero irme de aquí y volver a casa. Yo también quiero conocerte. Iré y le preguntaré a mi comandante cómo debo hacer para irme de aquí”, le escribió a A.

Porque, claro, necesitaba al menos 1,400 dólares para pagar una “tarifa de reemplazo”, pues aunque “esto no se suele hacer”, él “tiene suerte de que podamos encontrar algún reemplazo”. Al menos eso se lee en el email que le mandó a A. y que describe lo que su “comandante” dice que tiene que pagar; por lo que se entiende, por un reemplazo de EE.UU se deben pagar 3,250 dls., por uno del ejército británico, 2,750 dls., y por uno del ejército asiático, 1,450 dls.

Te pido que me prestes por favor, no quiero molestarte, pero por favor, si puedes ayudarme, seré muy feliz. Te lo devolveré en doble lo prometo”, se lee en uno de los tantos mensajes que le envió a A., insistiendo en que le dé el dinero para salir de su “terrible” situación.

“Bueno, siento mucho preguntarte, pero está bien si no puedes ayudarme, pero tienes que entender que no es mi intención lastimarte en absoluto. Eres una mujer amable y encantadora. Realmente te aprecio y sigo creyendo que nos vamos a encontrar”, se lee en las capturas de pantalla enviadas a este diario, antes de que, tras varios días de seguir insistiendo en que A. le diera el dinero y ella supuestamente accediera a hacerlo.

Foto: Especial

Así, Christian le envió los datos a dónde debe depositar: Una cuenta a nombre de Megan Mossop, en el banco Cooperativa de Crédito Alliant, con una dirección que sólo es un P.O. Box (lo que en México conocemos como un Apartado Postal) en Chicago, Illinois, más otra dirección en Newark, Delaware, que si se busca en Google Maps es una casa en los suburbios.

Después A. recibió otro número de cuenta, de Banco Azteca, con un nombre que parece más bien mexicano: Rafael Erick Pacheco Hernández, por si tenía algún problema con realizar la transferencia al primero…

Y así terminan las historias de “amor y amistad” con un “buen hombre”, que ejerce el trabajo de luchar contra “terroristas”, pero que quiere escapar de eso con la ayuda de una “buena” mujer que ha contactado en Instagram y a la que promete conocer en cuanto salga de Yemen, y claro, devolverle el dinero…

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