/ domingo 18 de diciembre de 2022

“Teníamos a Dios en la cancha y a Maradona en el cielo"

Argentinos viven intensamente la final de la Copa del Mundo y se rinden ante Lionel Messi en el Monumento a la Revolución

Quizá los argentinos no se esperaban una final tan sufrida para alzar su tercera Copa del Mundo y la vivieron con los nervios de punta; sin embargo, al final los pocos aficionados que se dieron cita en el Monumento a la Revolución explotaron de alegría y reconocieron el gran jugador que es Lionel Messi, a quien le rinden tributo.

El ambiente estaba listo, los ingredientes para la final del Mundial de Qatar la hacían atractiva. Por un lado, Messi y del otro lado Kyllian Mbappe, dos grandes jugadores del momento, se ganaron los reflectores, pero fue “La Pulga” quien tocó la gloria.

Como lo hacemos los mexicanos, argentinos festejaron el triunfo de su selección / Foto: Sergio Vázquez

El partido comenzó como se esperaba, con ambos equipos estudiándose, pero fue Argentina quien pegó primero en la persona de Messi por la vía de un penal muy dudoso, y luego Ángel di María, en la primera parte.

LEE TAMBIÉN: Kun Agüero celebra a Messi y su victoria en Qatar: el mejor del mundo debe llevarse la copa

Por ello los argentinos aplaudieron y gozaron ambas anotaciones que los ilusionó con la obtención del título; sin embargo, en la parte complementaria Mbappe terminó de apagar por unos cuantos minutos la ilusión de los sudamericanos al empatar el marcador.

Cada minuto que pasaba los aficionados de ambos equipos vivían con intensidad el partido, una final que será recordada como la más disputada.

En el Monumento a la Revolución, en el FIFA Fan Festival, también se vivió intensamente la final entre Argentina y Francia / Foto: Sergio Vázquez

Pero los tiempos extra también fueron cardiacos, al anotar un tanto más Argentina y Francia para llegar hasta los penales, con los que Messi por fin ganó un campeonato del mundo y traspasó aún más la eternidad, regresó a Argentina a la cima del futbol por tercera ocasión en su historia, 36 años después de Maradona en México 1986.

A sus 35 años, un Mundial de Futbol ya es suyo. Ni siquiera había nacido cuando la albiceleste conquistó su última Copa del Mundo de la mano del genial Diego Armando Maradona, que parecía inigualable hasta que apareció Messi, que se ha rebelado contra la presión, ha soportado la responsabilidad y lo ha canalizado todo para emocionar a un país entero, liderar a un equipo que lo complementó como nunca y trasladar al césped la destreza técnica del entrenador Lionel Scaloni, un magnífico seleccionador, a la altura ya de César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo.

Banderas de Argentina lucieron alrededor del Ángel de la Independencia / Foto: Sergio Vázquez

TE PUEDE INTERESAR: Messi festeja con su esposa Antonela y sus hijos la victoria de Argentina en Qatar 2022 (Fotos)

Ahora, ni Mbappe, el delantero más deslumbrante del planeta, ni Griezmann, un futbolista total, nadie ha logrado oponerse a Messi ni al grupo de Scaloni, al de Argentina, resurgida de los dos goles en un minuto que logró el conjunto galo, entre el 80 y el 81, también del 3-3 en la prórroga, para dominar de nuevo el mundo con la pelota, para ganar la copa dorada cuyo brillo va mucho más allá de lo visible.

Con imágenes del astro argentino y cánticos festejaron su tercer campeonato del mundo / Foto: Sergio Vázquez

Mbappe lanzó el primero. Gol. Messi transformó el segundo. El tercero de Coman lo paró “Dibu” Martínez. El cuarto lo marcó Dybala. El quinto lo mandó fuera Tchouameni. El sexto lo anotó Paredes, el séptimo Kolo Muani y el octavo, el definitivo, Montiel para confirmar a Argentina como la campeona del mundo y a Messi como un jugador aún más eterno.

Mereció ganar antes Argentina, que dinamitó de inicio el desafío. No dudó ni un segundo. Su convicción, su ambición, sin matices. Ninguno. No hay apenas nada al azar en la pizarra de Scaloni (salvo alguien como Mbappe). Huye de frases hechas, lo analiza todo, exhaustivo, lo comprime en una idea y lo expone sobre el terreno con unos futbolistas que lo ejecutaron con una determinación absoluta. Todo el primer tiempo. Hasta casi el final.

Argentinos sufrían cada que la selección francesa empataba el marcador / Foto: Sergio Vázquez

Cuando en el minuto 21 Dembele cometió una torpeza tan visible que no le quedó otra al árbitro que pitar penalti por el derribo dentro del área de Di María, más discutido por la fuerza que por el contacto en sí mismo, cuando Messi lo transformó con la seguridad propia de un fuera de serie, con un lanzamiento con el que no dio ninguna opción a Hugo Lloris, la albiceleste imponía ya su propio encuentro de manera irrebatible en todo el campo.

Por futbol, por posesión, por colocación, por ocasiones, por concepto y por intensidad. En lo colectivo y en cada individualidad. Siempre llegó antes entonces. En cada lance, en cada choque, en cada cobertura. En cada aspecto que define la superioridad en un partido, con la dimensión gigantesca que todo eso toma en la final más grande de todas, en la Copa del Mundo. Quizá también en la emoción con la que asumió el duelo. Eso no decide quién gana.

Cada minuto que pasaba, los argentinos vivían intensamente el encuentro / Foto: Sergio Vázquez

Sí lo hacen decisiones. Con sólo ocho minutos en los últimos tres choques, impedido por una sobrecarga, Di María regresó directo al once. Una tormenta para Dembele y Koundé, destrozados por el extremo, sobrepasados por el escenario, desbordados cada vez que Messi abría a la izquierda. El plan "claro" y "decidido" de Scaloni. El desastre de Francia.

Por ahí fue el penalti y definió el 2-0 en el minuto 35. Todo de “El Fideo”, que remachó el trepidante y fantástico contragolpe que provocó un despeje a la nada de Upamecano y la actividad vertiginosa de Argentina, que en seis toques rebasó todas las expectativas en 35 minutos, con un gol que no sólo realzó la rotundidad de Di María, sino de todo un bloque, desde el primero al último, desde De Paul y Messi hasta Mac Allister, origen y asistente.

La desfiguración más expresiva de Francia. Arrollada por los lados, desactivada por el medio, inferior nombre por nombre (magnífica la primera hora de De Paul), sitio por sitio, sin una sola noticia de su hombre crucial, Antoine Griezmann, desaparecido entre la estructura compacta de Argentina, sin visión ni opción más allá de una cantidad de camisetas celestes y blancas que lo redujeron a la nada.

Argentinos tomaron la glorieta del Ángel para continuar con los festejos / Foto: Sergio Vázquez

El fracaso general de los “bleus” parecía entonces irremediable. Tanto demérito, tanta concesión, en una final fue un peso insoportable para Francia, sin reacción, sin espíritu, sin futbol y sin plan. El amago de rebelión que sugirió en algunos momentos fue nada más que eso, una sucesión de pases, algún regate, por fin alguna internada por la banda... La Brasil de Pelé, la última ganadora de dos Mundiales seguidos, le quedaba demasiado lejos. Tan complejo. Tan extraño. Tan definitivo. O no tanto.

Porque la peor Francia de este Mundial tiene a uno de los mejores futbolistas del planeta, capaz de destrozar incluso todas las leyes de la lógica. Ya con casi hora y media de juego, entre el primer tiempo, los 7 minutos añadidos antes del descanso y casi 40 de la segunda parte, reemplazado hasta Griezmann en la desesperación de Deschamps, renació de repente. Sin anunciarlo. Sin preverlo Argentina. Sin otra explicación. Es futbol.

Mexicanos y argentinos celebraban las anotaciones de la escuadra albiceleste / Foto: Sergio Vázquez

Había persistido en la irrelevancia más absoluta, hasta que otro penalti tan discutido como el primero ofreció a Francia una oportunidad que ni siquiera intuía, por una acción de Otamendi sobre Kolo Mouani que transformó Mbappe en su primer tiro a portería. Era el minuto 80. En el 81, el segundo, también fue gol: una volea desde la esquina del área que sobrepasó a Argentina y a “Dibu” Martínez. Imparable. De pronto. Una revolución.

Y la prórroga, porque Lloris voló en el último suspiro para repeler el último intento de Messi, porque nadie pudo oponerse a la resurrección repentina de su oponente, porque el futbol es tan imprevisible que ni 80 minutos de una evidente superioridad son suficientes para sentirse campeón del mundo.

Ni siquiera con el 3-2. Ni con Messi, que remachó el gol en el minuto 109. Porque en el otro lado hubo respuesta inmediata, a través de un penalti promovido por Kolo Muani, como el primero, por mano de Montiel y transformado por Mbappe, protagonista de un triplete en la final del Mundial desconocido salvo para Geoff Hurst, en 1966, de nuevo para discutir el triunfo de Argentina, entre la locura en la que derivó el partido, con ocasiones para los dos. Hasta los penaltis. El final feliz de Messi. Ya tiene la Copa del Mundo.

SUFRIMIENTO EN EL MONUMENTO A LA REVOLUCIÓN

Albertina no cabía de felicidad luego de vivir con intensidad el partido en la explanada del Monumento a la Revolución, pues ambos equipos se entregaron en el campo.

“¡Increíble, Increíble! Muy emocionada, no puedo ni llorar. Messi demostró que es un gran jugador y se cargó al equipo”, dijo muy emocionada.

Agregó: “Fue una copa muy sufrida, nos merecíamos esta copa, dimos un gran partido, pero la selección de Francia, nos hizo que sufriéramos esta copa y ahí fue donde Messi apareció en su mundial. Teníamos a Dios en la cancha y a Maradona en el cielo”, señaló muy efusiva, mientras besaba su playera.

Por su parte, Alfredo, también muy contento no cabía de alegría: “Fue muy sufrido, pero estamos para sufrir y al final tenemos nuestra recompensa”.

A su vez, los pocos franceses que se encontraban en el Monumento a la Revolución, lejos de estar tristes reconocieron el gran esfuerzo de su selección y quedaron muy complacidos con Mbappe, quien mostró su gran calidad.

FESTEJOS EN EL ÁNGEL

También la columna de la Independencia se pintó de albiazul entre la algarabía de los fanáticos que siguieron el festejo.

Ahí, donde los fanáticos de México suelen celebrar los triunfos de la Selección Mexicana, el Ángel de la Independencia, los argentinos lo tomaron para continuar con sus festejos, lo hicieron suyo por espacio de varias horas.

Alabaron y gritaron a más no poder el nombre de Lionel Messi, quien se encumbró en la historia del futbol argentino.

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“Messi, Messi”, gritaban los fanáticos que reconocieron el gran jugador que es “La Pulga”.

Con playeras de Argentina, banderas, bufandas, pelucas y gorros, los aficionados se dieron cita en el centro de la ciudad para celebrar a distancia el campeonato logrado en Qatar.

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Quizá los argentinos no se esperaban una final tan sufrida para alzar su tercera Copa del Mundo y la vivieron con los nervios de punta; sin embargo, al final los pocos aficionados que se dieron cita en el Monumento a la Revolución explotaron de alegría y reconocieron el gran jugador que es Lionel Messi, a quien le rinden tributo.

El ambiente estaba listo, los ingredientes para la final del Mundial de Qatar la hacían atractiva. Por un lado, Messi y del otro lado Kyllian Mbappe, dos grandes jugadores del momento, se ganaron los reflectores, pero fue “La Pulga” quien tocó la gloria.

Como lo hacemos los mexicanos, argentinos festejaron el triunfo de su selección / Foto: Sergio Vázquez

El partido comenzó como se esperaba, con ambos equipos estudiándose, pero fue Argentina quien pegó primero en la persona de Messi por la vía de un penal muy dudoso, y luego Ángel di María, en la primera parte.

LEE TAMBIÉN: Kun Agüero celebra a Messi y su victoria en Qatar: el mejor del mundo debe llevarse la copa

Por ello los argentinos aplaudieron y gozaron ambas anotaciones que los ilusionó con la obtención del título; sin embargo, en la parte complementaria Mbappe terminó de apagar por unos cuantos minutos la ilusión de los sudamericanos al empatar el marcador.

Cada minuto que pasaba los aficionados de ambos equipos vivían con intensidad el partido, una final que será recordada como la más disputada.

En el Monumento a la Revolución, en el FIFA Fan Festival, también se vivió intensamente la final entre Argentina y Francia / Foto: Sergio Vázquez

Pero los tiempos extra también fueron cardiacos, al anotar un tanto más Argentina y Francia para llegar hasta los penales, con los que Messi por fin ganó un campeonato del mundo y traspasó aún más la eternidad, regresó a Argentina a la cima del futbol por tercera ocasión en su historia, 36 años después de Maradona en México 1986.

A sus 35 años, un Mundial de Futbol ya es suyo. Ni siquiera había nacido cuando la albiceleste conquistó su última Copa del Mundo de la mano del genial Diego Armando Maradona, que parecía inigualable hasta que apareció Messi, que se ha rebelado contra la presión, ha soportado la responsabilidad y lo ha canalizado todo para emocionar a un país entero, liderar a un equipo que lo complementó como nunca y trasladar al césped la destreza técnica del entrenador Lionel Scaloni, un magnífico seleccionador, a la altura ya de César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo.

Banderas de Argentina lucieron alrededor del Ángel de la Independencia / Foto: Sergio Vázquez

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Ahora, ni Mbappe, el delantero más deslumbrante del planeta, ni Griezmann, un futbolista total, nadie ha logrado oponerse a Messi ni al grupo de Scaloni, al de Argentina, resurgida de los dos goles en un minuto que logró el conjunto galo, entre el 80 y el 81, también del 3-3 en la prórroga, para dominar de nuevo el mundo con la pelota, para ganar la copa dorada cuyo brillo va mucho más allá de lo visible.

Con imágenes del astro argentino y cánticos festejaron su tercer campeonato del mundo / Foto: Sergio Vázquez

Mbappe lanzó el primero. Gol. Messi transformó el segundo. El tercero de Coman lo paró “Dibu” Martínez. El cuarto lo marcó Dybala. El quinto lo mandó fuera Tchouameni. El sexto lo anotó Paredes, el séptimo Kolo Muani y el octavo, el definitivo, Montiel para confirmar a Argentina como la campeona del mundo y a Messi como un jugador aún más eterno.

Mereció ganar antes Argentina, que dinamitó de inicio el desafío. No dudó ni un segundo. Su convicción, su ambición, sin matices. Ninguno. No hay apenas nada al azar en la pizarra de Scaloni (salvo alguien como Mbappe). Huye de frases hechas, lo analiza todo, exhaustivo, lo comprime en una idea y lo expone sobre el terreno con unos futbolistas que lo ejecutaron con una determinación absoluta. Todo el primer tiempo. Hasta casi el final.

Argentinos sufrían cada que la selección francesa empataba el marcador / Foto: Sergio Vázquez

Cuando en el minuto 21 Dembele cometió una torpeza tan visible que no le quedó otra al árbitro que pitar penalti por el derribo dentro del área de Di María, más discutido por la fuerza que por el contacto en sí mismo, cuando Messi lo transformó con la seguridad propia de un fuera de serie, con un lanzamiento con el que no dio ninguna opción a Hugo Lloris, la albiceleste imponía ya su propio encuentro de manera irrebatible en todo el campo.

Por futbol, por posesión, por colocación, por ocasiones, por concepto y por intensidad. En lo colectivo y en cada individualidad. Siempre llegó antes entonces. En cada lance, en cada choque, en cada cobertura. En cada aspecto que define la superioridad en un partido, con la dimensión gigantesca que todo eso toma en la final más grande de todas, en la Copa del Mundo. Quizá también en la emoción con la que asumió el duelo. Eso no decide quién gana.

Cada minuto que pasaba, los argentinos vivían intensamente el encuentro / Foto: Sergio Vázquez

Sí lo hacen decisiones. Con sólo ocho minutos en los últimos tres choques, impedido por una sobrecarga, Di María regresó directo al once. Una tormenta para Dembele y Koundé, destrozados por el extremo, sobrepasados por el escenario, desbordados cada vez que Messi abría a la izquierda. El plan "claro" y "decidido" de Scaloni. El desastre de Francia.

Por ahí fue el penalti y definió el 2-0 en el minuto 35. Todo de “El Fideo”, que remachó el trepidante y fantástico contragolpe que provocó un despeje a la nada de Upamecano y la actividad vertiginosa de Argentina, que en seis toques rebasó todas las expectativas en 35 minutos, con un gol que no sólo realzó la rotundidad de Di María, sino de todo un bloque, desde el primero al último, desde De Paul y Messi hasta Mac Allister, origen y asistente.

La desfiguración más expresiva de Francia. Arrollada por los lados, desactivada por el medio, inferior nombre por nombre (magnífica la primera hora de De Paul), sitio por sitio, sin una sola noticia de su hombre crucial, Antoine Griezmann, desaparecido entre la estructura compacta de Argentina, sin visión ni opción más allá de una cantidad de camisetas celestes y blancas que lo redujeron a la nada.

Argentinos tomaron la glorieta del Ángel para continuar con los festejos / Foto: Sergio Vázquez

El fracaso general de los “bleus” parecía entonces irremediable. Tanto demérito, tanta concesión, en una final fue un peso insoportable para Francia, sin reacción, sin espíritu, sin futbol y sin plan. El amago de rebelión que sugirió en algunos momentos fue nada más que eso, una sucesión de pases, algún regate, por fin alguna internada por la banda... La Brasil de Pelé, la última ganadora de dos Mundiales seguidos, le quedaba demasiado lejos. Tan complejo. Tan extraño. Tan definitivo. O no tanto.

Porque la peor Francia de este Mundial tiene a uno de los mejores futbolistas del planeta, capaz de destrozar incluso todas las leyes de la lógica. Ya con casi hora y media de juego, entre el primer tiempo, los 7 minutos añadidos antes del descanso y casi 40 de la segunda parte, reemplazado hasta Griezmann en la desesperación de Deschamps, renació de repente. Sin anunciarlo. Sin preverlo Argentina. Sin otra explicación. Es futbol.

Mexicanos y argentinos celebraban las anotaciones de la escuadra albiceleste / Foto: Sergio Vázquez

Había persistido en la irrelevancia más absoluta, hasta que otro penalti tan discutido como el primero ofreció a Francia una oportunidad que ni siquiera intuía, por una acción de Otamendi sobre Kolo Mouani que transformó Mbappe en su primer tiro a portería. Era el minuto 80. En el 81, el segundo, también fue gol: una volea desde la esquina del área que sobrepasó a Argentina y a “Dibu” Martínez. Imparable. De pronto. Una revolución.

Y la prórroga, porque Lloris voló en el último suspiro para repeler el último intento de Messi, porque nadie pudo oponerse a la resurrección repentina de su oponente, porque el futbol es tan imprevisible que ni 80 minutos de una evidente superioridad son suficientes para sentirse campeón del mundo.

Ni siquiera con el 3-2. Ni con Messi, que remachó el gol en el minuto 109. Porque en el otro lado hubo respuesta inmediata, a través de un penalti promovido por Kolo Muani, como el primero, por mano de Montiel y transformado por Mbappe, protagonista de un triplete en la final del Mundial desconocido salvo para Geoff Hurst, en 1966, de nuevo para discutir el triunfo de Argentina, entre la locura en la que derivó el partido, con ocasiones para los dos. Hasta los penaltis. El final feliz de Messi. Ya tiene la Copa del Mundo.

SUFRIMIENTO EN EL MONUMENTO A LA REVOLUCIÓN

Albertina no cabía de felicidad luego de vivir con intensidad el partido en la explanada del Monumento a la Revolución, pues ambos equipos se entregaron en el campo.

“¡Increíble, Increíble! Muy emocionada, no puedo ni llorar. Messi demostró que es un gran jugador y se cargó al equipo”, dijo muy emocionada.

Agregó: “Fue una copa muy sufrida, nos merecíamos esta copa, dimos un gran partido, pero la selección de Francia, nos hizo que sufriéramos esta copa y ahí fue donde Messi apareció en su mundial. Teníamos a Dios en la cancha y a Maradona en el cielo”, señaló muy efusiva, mientras besaba su playera.

Por su parte, Alfredo, también muy contento no cabía de alegría: “Fue muy sufrido, pero estamos para sufrir y al final tenemos nuestra recompensa”.

A su vez, los pocos franceses que se encontraban en el Monumento a la Revolución, lejos de estar tristes reconocieron el gran esfuerzo de su selección y quedaron muy complacidos con Mbappe, quien mostró su gran calidad.

FESTEJOS EN EL ÁNGEL

También la columna de la Independencia se pintó de albiazul entre la algarabía de los fanáticos que siguieron el festejo.

Ahí, donde los fanáticos de México suelen celebrar los triunfos de la Selección Mexicana, el Ángel de la Independencia, los argentinos lo tomaron para continuar con sus festejos, lo hicieron suyo por espacio de varias horas.

Alabaron y gritaron a más no poder el nombre de Lionel Messi, quien se encumbró en la historia del futbol argentino.

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“Messi, Messi”, gritaban los fanáticos que reconocieron el gran jugador que es “La Pulga”.

Con playeras de Argentina, banderas, bufandas, pelucas y gorros, los aficionados se dieron cita en el centro de la ciudad para celebrar a distancia el campeonato logrado en Qatar.

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