/ viernes 8 de marzo de 2024

RUBÉN MOREIRA VALDEZ | La Utopía de Moro, que perteneció a fray Juan de Zumárraga

En su artículo Utopistas del siglo XVI en México, el historiador Silvio Zavala (1909-2014) sostiene que fray Juan de Zumárraga (1468-1548), obispo de la diócesis de México, se inspiró en las ideas y textos de Erasmo de Róterdam (1466-1536) y en la Utopía del humanista inglés Tomás Moro (1478-1535).

Zavala tuvo en sus manos un ejemplar de la Utopía que perteneció a Zumárraga. Ostenta el ex-libris de Genaro García (1867-1920), y cuando su biblioteca se vendió a la Universidad de Texas, en Austin, este ejemplar extraordinario pasó al acervo de esa institución.

En su momento, con motivo de su encuentro con el texto, escribió que “se trata de un volumen en cuarto, empastado en pergamino, de la edición hecha por Juan Frobenius, en 1518”. En la portada se lee esta inscripción, escrita a tinta con letra del siglo XVI: “Es del obpo. de México fray Joa Zumárraga”.

Y afirma que “a juzgar por la marca de fuego, el ejemplar pasó a formar parte de la biblioteca del Convento de San Francisco de México. Lleva dos censuras manuscritas: una del agustino fray Pedro de Agurto, fechada en México el 18 de julio de 1587; otra de fray Juan de Truxillo, del año 1634 (…)”.

Zavala, sobre las notas manuscritas del siglo XVI que están en el texto, dice que en un principio pensó que pudieran ser del obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga (1470-1565), o del propio Zumárraga. Es notable la coincidencia de Quiroga “que se descubre entre las notas puestas al ejemplar de Utopía y los rasgos de la república que propuso para gobernar a los indios”.

Y añade que, sin embargo, se carece “de una carta autógrafa de Quiroga que nos permita verificar las comprobaciones caligráficas indispensables para atribuirle la paternidad de las notas mencionadas. Pero no olvidemos que el ejemplar de Moro estaba en México, en época temprana, y que una estrecha amistad unía a Zumárraga con de Quiroga. No es imposible, por esto, que estemos en presencia del libro que leyó don Vasco para inspirarse cuando escribió su parecer de 1532”.

Zavala sostiene que “otra interpretación, no menos importante, sería la de asignar las notas a Zumárraga” y comenta que “las dudas a que daba pie el ejemplar anotado de la Utopía vinieron a disiparse bien pronto. La comparación de la letra de las notas con la que aparece en otros libros y cartas de Zumárraga me llevó al convencimiento de que este era el autor de dichas notas”.

Es evidente que Zumárraga leyó la Utopía, anotó su ejemplar. Y todo indica que el obispo de Michoacán también conoció y admiró la obra de Moro. Erasmo y Moro, estos dos grandes humanistas europeos, inspiraron las ideas y trabajo de los obispos de México y Michoacán “sendos puestos de vanguardia en la historia de nuestro humanismo”.

Zavala sostiene que la amistad que existió entre Zumárraga y de Quiroga no se “entibió” a causa del “pleito grande” que tuvieron con motivo de los límites de los obispados y “que en conversaciones refinadas debieron comunicarse sus lecturas y sus ideas acerca de la organización del Nuevo Mundo; tal vez pronunciaron muchas veces los nombres de Erasmo y de Moro”.

Zumarraga es, por cierto, quien dice la historia, le correspondió presenciar el milagro de las rosas. Como están las cosas, debemos agradecer que lo que terminó en la universidad texana fue el libro de Moro y no la imagen de la morena del Tepeyac.

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02.03.24

Opinión por Rubén Moreira Valdez


En su artículo Utopistas del siglo XVI en México, el historiador Silvio Zavala (1909-2014) sostiene que fray Juan de Zumárraga (1468-1548), obispo de la diócesis de México, se inspiró en las ideas y textos de Erasmo de Róterdam (1466-1536) y en la Utopía del humanista inglés Tomás Moro (1478-1535).

Zavala tuvo en sus manos un ejemplar de la Utopía que perteneció a Zumárraga. Ostenta el ex-libris de Genaro García (1867-1920), y cuando su biblioteca se vendió a la Universidad de Texas, en Austin, este ejemplar extraordinario pasó al acervo de esa institución.

En su momento, con motivo de su encuentro con el texto, escribió que “se trata de un volumen en cuarto, empastado en pergamino, de la edición hecha por Juan Frobenius, en 1518”. En la portada se lee esta inscripción, escrita a tinta con letra del siglo XVI: “Es del obpo. de México fray Joa Zumárraga”.

Y afirma que “a juzgar por la marca de fuego, el ejemplar pasó a formar parte de la biblioteca del Convento de San Francisco de México. Lleva dos censuras manuscritas: una del agustino fray Pedro de Agurto, fechada en México el 18 de julio de 1587; otra de fray Juan de Truxillo, del año 1634 (…)”.

Zavala, sobre las notas manuscritas del siglo XVI que están en el texto, dice que en un principio pensó que pudieran ser del obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga (1470-1565), o del propio Zumárraga. Es notable la coincidencia de Quiroga “que se descubre entre las notas puestas al ejemplar de Utopía y los rasgos de la república que propuso para gobernar a los indios”.

Y añade que, sin embargo, se carece “de una carta autógrafa de Quiroga que nos permita verificar las comprobaciones caligráficas indispensables para atribuirle la paternidad de las notas mencionadas. Pero no olvidemos que el ejemplar de Moro estaba en México, en época temprana, y que una estrecha amistad unía a Zumárraga con de Quiroga. No es imposible, por esto, que estemos en presencia del libro que leyó don Vasco para inspirarse cuando escribió su parecer de 1532”.

Zavala sostiene que “otra interpretación, no menos importante, sería la de asignar las notas a Zumárraga” y comenta que “las dudas a que daba pie el ejemplar anotado de la Utopía vinieron a disiparse bien pronto. La comparación de la letra de las notas con la que aparece en otros libros y cartas de Zumárraga me llevó al convencimiento de que este era el autor de dichas notas”.

Es evidente que Zumárraga leyó la Utopía, anotó su ejemplar. Y todo indica que el obispo de Michoacán también conoció y admiró la obra de Moro. Erasmo y Moro, estos dos grandes humanistas europeos, inspiraron las ideas y trabajo de los obispos de México y Michoacán “sendos puestos de vanguardia en la historia de nuestro humanismo”.

Zavala sostiene que la amistad que existió entre Zumárraga y de Quiroga no se “entibió” a causa del “pleito grande” que tuvieron con motivo de los límites de los obispados y “que en conversaciones refinadas debieron comunicarse sus lecturas y sus ideas acerca de la organización del Nuevo Mundo; tal vez pronunciaron muchas veces los nombres de Erasmo y de Moro”.

Zumarraga es, por cierto, quien dice la historia, le correspondió presenciar el milagro de las rosas. Como están las cosas, debemos agradecer que lo que terminó en la universidad texana fue el libro de Moro y no la imagen de la morena del Tepeyac.

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02.03.24

Opinión por Rubén Moreira Valdez