/ lunes 27 de mayo de 2024

PAZ Y RECONCILIACIÓN | Relación fallida Iglesia-AMLO

Las elecciones de este 2 de junio serán una consulta, un examen, un referéndum, sobre el desempeño de Andrés Manuel López Obrador con muchos temas e instituciones. Aquí vamos a tratar de explicar cómo ha sido la relación de la iglesia católica con el presidente de la República y las consecuencias en la elección presidencial.

En el tiempo en que López Obrador recorrió el país como luchador social, dirigente del PRD, Morena, Jefe de gobierno de la Ciudad de México y presidente de la República, se reunió -una y varias veces- con cientos de cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, religiosas y catequistas de la iglesia católica.

El López Obrador de antes, el que coincidía en la lucha social con sacerdotes y religiosos (jesuitas, dominicos, franciscanos, agustinos, entre otros), así como con monjas, catequistas e intelectuales de la izquierda, que pugnaban por la reivindicación de los derechos civiles de campesinos, indígenas y habitantes de colonias populares, se ganó a pulso el respeto y admiración en diócesis del centro-sur del país.

Recuerdo haber escuchado hablar maravillas del político tabasqueño a obispos, sacerdotes y laicos. Creían que por encima de Vicente Fox y Felipe Calderon, que habían nacido en hogares católicos, con López Obrador -a pesar de ser un un cristiano y masón- se podía construir y colaborar con él cuando llegara a ser presidente de la República.

Desde hace décadas el priísta, perredista y hoy morenista, ya había dividido a los miembros de la jerarquía católica: el bajo clero, el cura de pueblo, aun siendo conservador, simpatizaba con la lucha por la democracia y contra el autoritarismo de los gobiernos panistas y priístas; sin embargo, la jerarquía católica de las ciudades medias y grandes siempre vio con desconfianza al político que venía del sur.

Hubo eventos cuando López Obrador llegó a la jefatura de gobierno de la CDMX que le ganaron la simpatía de muchos obispos católicos: se hizo amigo del cardenal Norberto Rivera Carrera y dejó de promover legislaciones en favor del aborto. Ese gesto le ganó el apoyo de muchos en la Ciudad de México.

López, presidente que no escucha

La rechifla y el rechazo a Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana, provocó el apoyo a López Obrador de parte de las congregaciones religiosas que tienen universidades católicas. Muchos jesuitas, franciscanos, dominicos y el clero diocesano, promovieron entre sus grupos pastorales la candidatura de Morena. Desde el clero se impulsó su candidatura y llegada a Palacio Nacional.

Cuando el actual presidente llegó a Palacio, empezó a tomar decisiones que polarizaron a la ciudadanía y en particular el sentir “de los católicos”, pero sobre todo cuando dejó de escuchar y reunirse con los miembros de la Conferencia Episcopal, el apoyo del bajo y alto clero se derrumbó.

La gota que derramó el vaso de la no relación obispos-presidente fue el asesinato de los jesuitas, Javier Campos y Joaquín Mora; aunado a la petición recurrente de la Iglesia Católica de cambiar el combate al crimen y la política de “abrazos, no balazos”. Aunque el distanciamiento con los obispos ya se venía gestando desde Lopez Obrado como candidato y más cuando asumió funciones en Palacio Nacional.

Cierto que fue un par de veces a la casa de la conferencia episcopal, en el Estado de México, para platicar de lo que han sido los logros en su gobierno; pero en esta reuniones nunca aceptó un diálogo donde se le cuestionaran sus políticas en materia de seguridad, salud, apoyo a los grupos vulnerables, pero sobre todo a su actitud de polarizar a la sociedad.

En el mejor de los casos, el presidente envió a su esposa Beatriz Muller para platicar algunos temas relacionados con la iglesia y sus vínculos con el Vaticano. Pero hoy existe un mal sabor de boca entre la jerarquía católica respecto a la relación que tienen con López Obrador.

El protagonismo de la conferencia episcopal en materia de política electoral, exhortando a los católicos con una media docena de cartas pastorales a votar, es una manera indirecta de manifestar la inconformidad que tienen con el actual gobierno. Muchos jerarcas expresan abiertamente su rechazo a Morena y a lo que ésta representa y su apoyo discreto a la alianza opositora que encabeza Xóchitl Gálvez.

¿Qué tanto será la iglesia un factor de decisión en la elecciones del 2 de junio? Esa es una muy buena interrogante que veremos en las próximas semanas. La mayoría de los observadores considera que la influencia es limitada.

Columna por Luis Vega


Las elecciones de este 2 de junio serán una consulta, un examen, un referéndum, sobre el desempeño de Andrés Manuel López Obrador con muchos temas e instituciones. Aquí vamos a tratar de explicar cómo ha sido la relación de la iglesia católica con el presidente de la República y las consecuencias en la elección presidencial.

En el tiempo en que López Obrador recorrió el país como luchador social, dirigente del PRD, Morena, Jefe de gobierno de la Ciudad de México y presidente de la República, se reunió -una y varias veces- con cientos de cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, religiosas y catequistas de la iglesia católica.

El López Obrador de antes, el que coincidía en la lucha social con sacerdotes y religiosos (jesuitas, dominicos, franciscanos, agustinos, entre otros), así como con monjas, catequistas e intelectuales de la izquierda, que pugnaban por la reivindicación de los derechos civiles de campesinos, indígenas y habitantes de colonias populares, se ganó a pulso el respeto y admiración en diócesis del centro-sur del país.

Recuerdo haber escuchado hablar maravillas del político tabasqueño a obispos, sacerdotes y laicos. Creían que por encima de Vicente Fox y Felipe Calderon, que habían nacido en hogares católicos, con López Obrador -a pesar de ser un un cristiano y masón- se podía construir y colaborar con él cuando llegara a ser presidente de la República.

Desde hace décadas el priísta, perredista y hoy morenista, ya había dividido a los miembros de la jerarquía católica: el bajo clero, el cura de pueblo, aun siendo conservador, simpatizaba con la lucha por la democracia y contra el autoritarismo de los gobiernos panistas y priístas; sin embargo, la jerarquía católica de las ciudades medias y grandes siempre vio con desconfianza al político que venía del sur.

Hubo eventos cuando López Obrador llegó a la jefatura de gobierno de la CDMX que le ganaron la simpatía de muchos obispos católicos: se hizo amigo del cardenal Norberto Rivera Carrera y dejó de promover legislaciones en favor del aborto. Ese gesto le ganó el apoyo de muchos en la Ciudad de México.

López, presidente que no escucha

La rechifla y el rechazo a Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana, provocó el apoyo a López Obrador de parte de las congregaciones religiosas que tienen universidades católicas. Muchos jesuitas, franciscanos, dominicos y el clero diocesano, promovieron entre sus grupos pastorales la candidatura de Morena. Desde el clero se impulsó su candidatura y llegada a Palacio Nacional.

Cuando el actual presidente llegó a Palacio, empezó a tomar decisiones que polarizaron a la ciudadanía y en particular el sentir “de los católicos”, pero sobre todo cuando dejó de escuchar y reunirse con los miembros de la Conferencia Episcopal, el apoyo del bajo y alto clero se derrumbó.

La gota que derramó el vaso de la no relación obispos-presidente fue el asesinato de los jesuitas, Javier Campos y Joaquín Mora; aunado a la petición recurrente de la Iglesia Católica de cambiar el combate al crimen y la política de “abrazos, no balazos”. Aunque el distanciamiento con los obispos ya se venía gestando desde Lopez Obrado como candidato y más cuando asumió funciones en Palacio Nacional.

Cierto que fue un par de veces a la casa de la conferencia episcopal, en el Estado de México, para platicar de lo que han sido los logros en su gobierno; pero en esta reuniones nunca aceptó un diálogo donde se le cuestionaran sus políticas en materia de seguridad, salud, apoyo a los grupos vulnerables, pero sobre todo a su actitud de polarizar a la sociedad.

En el mejor de los casos, el presidente envió a su esposa Beatriz Muller para platicar algunos temas relacionados con la iglesia y sus vínculos con el Vaticano. Pero hoy existe un mal sabor de boca entre la jerarquía católica respecto a la relación que tienen con López Obrador.

El protagonismo de la conferencia episcopal en materia de política electoral, exhortando a los católicos con una media docena de cartas pastorales a votar, es una manera indirecta de manifestar la inconformidad que tienen con el actual gobierno. Muchos jerarcas expresan abiertamente su rechazo a Morena y a lo que ésta representa y su apoyo discreto a la alianza opositora que encabeza Xóchitl Gálvez.

¿Qué tanto será la iglesia un factor de decisión en la elecciones del 2 de junio? Esa es una muy buena interrogante que veremos en las próximas semanas. La mayoría de los observadores considera que la influencia es limitada.

Columna por Luis Vega