/ sábado 6 de agosto de 2022

Disco Duro | Un mundo peligroso

Por Alejandro Jiménez

Estamos viviendo un mundo tan irracional como el de 1939. El equilibrio de fuerzas derivado de la Guerra Fría se ha roto en favor de un modelo multipolar donde Estados Unidos ya no es el supremo poder, sino que se ha disuelto hacia Rusia y China, quienesr eclaman su parte del pastel, por las buenas o por las malas.

Jubilada Angela Merkel, Alemania ha dejado de ser el punto sensato de la ecuación mundial, que mantenía la paz y cierto desarrollo económico, generando un vacío que han aprovechado los liderazgos autoritarios como el de Vladimir Putin, en Rusia, y Xi Jinping, en China. Estados Unidos se encuentra debilitado por el locuaz Donald Trump y su errático sucesor John Biden, quien muy probablemente sea de nuevo relevado por Trump, gracias a los curantismo dominante en nuestra nación vecina.

Gran Bretaña no cuenta. Boris Johnson fue una caricatura, capaz de embaucar a su pueblo en la aventura del Brexit, pero incapaz de guiar a su país hacia la prosperidad y al mundo al equilibrio político. A este grave escenario hay que agregar la presencia latente de los países radicales de Medio Oriente (Afganistán y el Estado Islámico), así como Corea del Norte, que concentran su odio en EU y son capaces de sumarse a cualquier coalición anti Occidente. Juntamos todo en una coctelera y lo que tenemos es un ambiente de pre guerra mundial muy preocupante, que está yendo cada vez más allá de las declaraciones hostiles.

No es alarmismo. La invasión de Rusia a Ucrania es el mayor atropello de la era moderna y no ha encontrado freno. Esta semana Nancy Pelosi, la vocera de la mayoría en la Cámara de Representantes de EU viajó de manera imprudente a Taiwán, provocando a los chinos, quienes usaron un lenguaje de guerra para responder al viaje. Finlandia y Suecia están en proceso de incorporarse de emergencia a la OTAN, ante los amagos rusos, que no quieren a esa coalición tocando sus fronteras.

Irracionalidad pura, disfrazada de intereses geopolíticos. Predominan las narrativas nacionalistas, que sólo inflaman los sentimientos más primarios de los pueblos, preparándolos para el sacrificio. Vivimos un mundo muy peligroso. Esta grave alineación de factores toma a México es un momento de desconcierto en su política exterior, en el que las prioridades parecen extraviadas: donde se apoya al EU de Trump y se ataca al de Biden; donde Rusia es un buen amigo; donde el canciller se dedica a detenerle migrantes a EU, comprar medicinas, y a trabajar por una pre candidatura presidencial que jamás le darán.

Ante la gravedad de los acontecimientos urge que los que saben de política exterior en México tomen el control de la diplomacia. Se requiere habilidad para no quedar expuestos a graves peligros por calcular mal nuestras prioridades exteriores. Apostar visceralmente por Putin o mostrar entusiasmo por el regreso a la Casa Blanca de un Trump inestable, capaz de apretar frívolamente el botón nuclear, no parece que sean las mejores opciones mexicanas.

Tampoco pedirle inocentemente a las super potencias que suspendan cinco años sus planes de guerra. Cierto, en el Consejo de Seguridad de la ONU, Juan Ramón de la Fuente ha mantenido posiciones sensatas, pero siendo realistas, debemos reconocer que la política exterior pragmática se hace en Palacio Nacional y no en Nueva York.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem


Por Alejandro Jiménez

Estamos viviendo un mundo tan irracional como el de 1939. El equilibrio de fuerzas derivado de la Guerra Fría se ha roto en favor de un modelo multipolar donde Estados Unidos ya no es el supremo poder, sino que se ha disuelto hacia Rusia y China, quienesr eclaman su parte del pastel, por las buenas o por las malas.

Jubilada Angela Merkel, Alemania ha dejado de ser el punto sensato de la ecuación mundial, que mantenía la paz y cierto desarrollo económico, generando un vacío que han aprovechado los liderazgos autoritarios como el de Vladimir Putin, en Rusia, y Xi Jinping, en China. Estados Unidos se encuentra debilitado por el locuaz Donald Trump y su errático sucesor John Biden, quien muy probablemente sea de nuevo relevado por Trump, gracias a los curantismo dominante en nuestra nación vecina.

Gran Bretaña no cuenta. Boris Johnson fue una caricatura, capaz de embaucar a su pueblo en la aventura del Brexit, pero incapaz de guiar a su país hacia la prosperidad y al mundo al equilibrio político. A este grave escenario hay que agregar la presencia latente de los países radicales de Medio Oriente (Afganistán y el Estado Islámico), así como Corea del Norte, que concentran su odio en EU y son capaces de sumarse a cualquier coalición anti Occidente. Juntamos todo en una coctelera y lo que tenemos es un ambiente de pre guerra mundial muy preocupante, que está yendo cada vez más allá de las declaraciones hostiles.

No es alarmismo. La invasión de Rusia a Ucrania es el mayor atropello de la era moderna y no ha encontrado freno. Esta semana Nancy Pelosi, la vocera de la mayoría en la Cámara de Representantes de EU viajó de manera imprudente a Taiwán, provocando a los chinos, quienes usaron un lenguaje de guerra para responder al viaje. Finlandia y Suecia están en proceso de incorporarse de emergencia a la OTAN, ante los amagos rusos, que no quieren a esa coalición tocando sus fronteras.

Irracionalidad pura, disfrazada de intereses geopolíticos. Predominan las narrativas nacionalistas, que sólo inflaman los sentimientos más primarios de los pueblos, preparándolos para el sacrificio. Vivimos un mundo muy peligroso. Esta grave alineación de factores toma a México es un momento de desconcierto en su política exterior, en el que las prioridades parecen extraviadas: donde se apoya al EU de Trump y se ataca al de Biden; donde Rusia es un buen amigo; donde el canciller se dedica a detenerle migrantes a EU, comprar medicinas, y a trabajar por una pre candidatura presidencial que jamás le darán.

Ante la gravedad de los acontecimientos urge que los que saben de política exterior en México tomen el control de la diplomacia. Se requiere habilidad para no quedar expuestos a graves peligros por calcular mal nuestras prioridades exteriores. Apostar visceralmente por Putin o mostrar entusiasmo por el regreso a la Casa Blanca de un Trump inestable, capaz de apretar frívolamente el botón nuclear, no parece que sean las mejores opciones mexicanas.

Tampoco pedirle inocentemente a las super potencias que suspendan cinco años sus planes de guerra. Cierto, en el Consejo de Seguridad de la ONU, Juan Ramón de la Fuente ha mantenido posiciones sensatas, pero siendo realistas, debemos reconocer que la política exterior pragmática se hace en Palacio Nacional y no en Nueva York.

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