Luego de la clausura del local llamado Mery Jane, a escasos metros del CCH Azcapotzalco sobre avenida El Rosario, vecinos acusan que otros establecimientos también venden bebidas alcohólicas a menores.
Una denuncia ciudadana puso en alerta a las autoridades para cerrar dicho establecimiento que, algunos conocían como Centro Cultural, con razón social de cafetería, que al interior vendía bebidas etílicas a menores de edad, muchos de ellos, estudiantes del CCH.
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Al sitio que se convirtió en favorito para los estudiantes, le fueron colocados los sellos por operar sin las especificaciones que marca la ley en ese tipo de comercios, ya que los menores de edad podían comprar e ingerir bebidas alcohólicas sin alimentos (cervezas, mojitos, azulitos), en una superficie de 360 metros cuadrados, entre otros.
Esta denuncia logró que el establecimiento cerrará, pero incrementó las ganancias de las tiendas cercanas a donde se venden licor a menores de edad, la mayoría de ellos, estudiantes del plante Azcapotzalco, según investigaciones del diario La Prensa.
Los habitantes de la zona, aseguran que los jóvenes convivían tranquilamente en el lugar por varias horas, "pero sin la edad para comprar alcohol. Uno como padre los hace en la escuela y hay quienes los tienen atolondrados bebiendo", comentó Julio, comerciante aledaño de dicho lugar.
Para los colonos de Tierra Nueva, ya era habitual ver a los jóvenes consumiendo al interior del 980, con escándalos a altas horas, "pero también en las atiendas que están alrededor de la escuela, incluso del otro lado, seguro hay lugares clandestinos con venta de alcohol a menores", agregó Julio, quien tiene hijos adolescentes.
Al visitar una de las tiendas frente al Mery Jane, la fila de alumnos era una constante, ahí pueden comprar cervezas o bebidas preparadas con licor, mismas que guardan en sus mochilas para convivir en un parque o intentar ingresarlas a la escuela.
El escándalo entre los jóvenes no es lo único que preocupa a los vecinos, que además generan basura en los lugares donde consumen, “sino el peligro al que se exponen al estar ebrios en las calles, lejos de sus casas y sin el conocimiento de sus padres del estado en que se encuentran”, puntualizó Julio.
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