/ domingo 12 de febrero de 2023

La pintura, un confidente y desahogo en el Pabellón de Psiquiatría del penal de Tepepan

Con la guía del artista visual y profesor, Ricardo Caballero, las internas tienen un encuentro con su creatividad al expresarse por medio de la pintura

Margarita encontró la llave para salir de la cárcel en los talleres de arte que toma dentro del Penal Femenil de Tepepan, donde es libre cuando desliza los pinceles sobre el papel o cartón y también cuando participa en alguna exposición fuera de la prisión, donde tiene la posibilidad de vender sus obras.

Bajo la guía del artista visual y profesor de los talleres de pintura, Ricardo Caballero, las mujeres privadas de la libertad tienen un encuentro con su creatividad al expresarse por medio de la pintura.

Para Margarita es una actividad terapéutica favorable en su padecimiento psiquiátrico, recuerda que desde “la secundaria tenía artes plásticas y era muy buena”, y mientras estudió la licenciatura en derecho no tuvo un acercamiento con el arte, pero fue en prisión donde se reencontró con los talentos que ahora le dan satisfacciones.

LEE TAMBIÉN: Quién es Tracey Palafox y por qué hay siete detenidos por presunto secuestro?

Con una sonrisa, mientras sujeta uno de sus recientes cuadros, relata acerca de su participación en la exposición del año pasado en el Museo del Objeto del Objeto (MODO), donde exhibió la pintura de un jabón Zote, donde explica parte de las necesidades básicas dentro de la cárcel.

“A veces carecemos de muchísimas cosas, una de las más indispensables son las personales para el aseo y a veces nos quejamos de que no hay jabón de tocador y te tienes que bañar con detergente o jabón Zote, por lo que haciendo alusión a eso realicé mi dibujo ‘para el rigor de la cárcel’”, expresó la también abogada.

En la pintura han encontrado un confidente, un terapeuta / Foto: Luis A. Barrera

LAS REJAS, UNA INSPIRACIÓN

Plasmar una idea en imagen y colores o degradados es “un escape, es algo que que te confiesa tu manera de sentir, tu estado de ánimo. De acuerdo con el estado de ánimo es lo que expresas en lo que pintas, porque te llama la atención; por ejemplo, dibujaba muchísimas rejas de la cárcel, de que me siento encerrada”, explicó Margarita para los lectores de LA PRENSA.

Le ha tocado pintar triste, y las plantas le dan nostalgia, melancolía, pero también tranquilidad y, a pesar de que se siente orgullosa de su arte, su familia no opina lo mismo, para ellos es una actividad de niños, aunque eso no la detiene a la hora de seguir creando.

TE PUEDE INTERESAR: Semáforo Delictivo: 80% de los homicidios en México están relacionados con las drogas

La mujer de 43 años, quien llegó acusada de feminicidio en el caso de su mamá, se inspira también en las rejas de la cárcel, en lo que mira en su entorno, pero le apasiona dibujar ojos y centrarse en los detalles de cada una de sus piezas.

Lo que llena de emoción a Margarita es que hay visitas que se llevan sus dibujos, le pagan su talento y hay quienes regresan y le muestran que los han enmarcado o colocado en la pared o en un lugar especial.

No todos los días son iguales dentro del Pabellón de Psiquiatría del Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, “a veces es dura la convivencia porque nos estamos peleando por el material y por el espacio. Es un poco difícil, más que nada te involucras en tu cuadro, en lo que tú estás haciendo y en acabarlo”, explica.

Las mujeres privadas de la libertad tienen un encuentro con su creatividad al expresarse por medio de la pintura / Foto: Luis A. Barrera

Aún le faltan 52 años para purgar su condena y tiene pensado meter un amparo porque quiere salir y continuar con sus actividades artísticas. Afuera, su familia no está convencida de querer verla en libertad, su estado de salud les preocupa. Ella, como muchos presos con diagnósticos psiquiátricos, son abandonados eventualmente.

“Me aloqué, toqué el cadáver y quedaron mis huellas y permanecí en el lugar de los hechos, por lo que me imputaron el feminicidio”, narra la mujer, quien en medio del encierro, también supera la pérdida de su hija de tres años de edad, a la que no podía cuidar por su padecimiento.

Los ocho años que lleva dentro de la cárcel le han hecho progresar y tener mejor control de sí misma por el tratamiento, medicamentos y actividades como la pintura, que le proporcionan a ella y a sus compañeras, con las que convive diariamente dentro del pabellón.

En la pintura ha encontrado un confidente, un terapeuta, “vale la pena, ha valido mucho, porque gracias a estos cuadros muchas compañeras y yo, nos hemos beneficiado de la venta (…) eso nos ha ayudado para comprar jabón, dulces, pero sobre todo cosas que necesitamos, queremos estar limpias y no apestar”.

Margarita ha optado por tener el cabello corto, dice que ahorra en jabón y es más difícil que se le peguen los piojos o las chinches. Aunque se siente mejor de salud que antes de ingresar y pone mucho de su parte para hacer mejor su estancia, sabe que está en una cárcel y no en una “institución privada”, como su padre y su tía lo piensan.

Para ella es importante que la gente sepa que pueden donar materiales para los talleres que toman con el profesor Ricardo Caballero, pero también comprar los cuadros que los internos hacen, ya sea por medio de las exposiciones que se realizan en las galerías.

UNA CIENTÍFICA DEDICADA AL ARTE

Dentro de los cambios que vivió Marisol al ingresar al Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, fue dejar su carrera de física para enfocarse en el deporte y el arte, ella también se siente motivada por las clases del profesor Ricardo Caballero, “Richard”, como también le conocen.

Una de las internas asegura que en el arte disfruta combinar colores y expresar emociones / Foto: Luis A. Barrera

Su ingreso también por feminicidio fue inicialmente en la cárcel de Santa Martha, pero fue trasladada para recibir atención médica en el Pabellón de Psiquiatría en Tepepan, donde ha recibido la orientación artística, así como la motivación para crear sus dibujos y también para continuar con la docencia, actividad que ejercía en libertad.

Marisol no ha recibido una sentencia por el delito del que se le acusa y está en espera de una audiencia a celebrarse hasta enero de 2024, mientras lleva tres años en prisión y dos de ellos ha colaborado como profesora para adultos.

“Yo daba clases afuera, para secundaria y prepa, me gusta la docencia, el hecho de transmitir esto, que a mí me costó mucho trabajo y explicarlo de una manera que sea fácil para los demás”, dijo la profesora.

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También ser alumna le gusta, “es como un desahogo tomar las clases de pintura e impartirlas es una forma de expresión, de sacar lo que nosotros llevamos aquí adentro. Al principio me acuerdo que el primer dibujo que hice fueron muchos colores, me gusta mezclar los colores o figuras geométricas”.

En el profesor ha encontrado apoyo, “nos anima mucho a seguir, nos echa porras. Cada quien tiene su forma de pintar y él tiene esa facilidad de decirnos sí te quedó bien o a lo mejor, lo que en ese momento está plasmando en su dibujo como que él lo entiende”.

Para Marisol, esta actividad es parte de la terapia que se suma al gusto, en reclusión, le ha tomado a los deportes, le gustaría integrarse a un equipo de basquetbol o voleibol y entrar en competencias, incluso al salir de prisión.

En el arte disfruta combinar colores y expresar emociones, pero lo que más sencillo se le hace es la ciencia, “desde la primaria se me facilitaron las matemáticas, aritmética, geometría y cálculo”, junto con su vocación por enseñar.

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La mujer de 42 años no pierde la esperanza de que se esclarezca su caso y que la espera de su audiencia no sea tan larga.

Afuera le esperan su hijo y el resto de su familia, a los que quiere abrazar y disfrutar con ellos los nuevos talentos que aprende en el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

Margarita encontró la llave para salir de la cárcel en los talleres de arte que toma dentro del Penal Femenil de Tepepan, donde es libre cuando desliza los pinceles sobre el papel o cartón y también cuando participa en alguna exposición fuera de la prisión, donde tiene la posibilidad de vender sus obras.

Bajo la guía del artista visual y profesor de los talleres de pintura, Ricardo Caballero, las mujeres privadas de la libertad tienen un encuentro con su creatividad al expresarse por medio de la pintura.

Para Margarita es una actividad terapéutica favorable en su padecimiento psiquiátrico, recuerda que desde “la secundaria tenía artes plásticas y era muy buena”, y mientras estudió la licenciatura en derecho no tuvo un acercamiento con el arte, pero fue en prisión donde se reencontró con los talentos que ahora le dan satisfacciones.

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Con una sonrisa, mientras sujeta uno de sus recientes cuadros, relata acerca de su participación en la exposición del año pasado en el Museo del Objeto del Objeto (MODO), donde exhibió la pintura de un jabón Zote, donde explica parte de las necesidades básicas dentro de la cárcel.

“A veces carecemos de muchísimas cosas, una de las más indispensables son las personales para el aseo y a veces nos quejamos de que no hay jabón de tocador y te tienes que bañar con detergente o jabón Zote, por lo que haciendo alusión a eso realicé mi dibujo ‘para el rigor de la cárcel’”, expresó la también abogada.

En la pintura han encontrado un confidente, un terapeuta / Foto: Luis A. Barrera

LAS REJAS, UNA INSPIRACIÓN

Plasmar una idea en imagen y colores o degradados es “un escape, es algo que que te confiesa tu manera de sentir, tu estado de ánimo. De acuerdo con el estado de ánimo es lo que expresas en lo que pintas, porque te llama la atención; por ejemplo, dibujaba muchísimas rejas de la cárcel, de que me siento encerrada”, explicó Margarita para los lectores de LA PRENSA.

Le ha tocado pintar triste, y las plantas le dan nostalgia, melancolía, pero también tranquilidad y, a pesar de que se siente orgullosa de su arte, su familia no opina lo mismo, para ellos es una actividad de niños, aunque eso no la detiene a la hora de seguir creando.

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La mujer de 43 años, quien llegó acusada de feminicidio en el caso de su mamá, se inspira también en las rejas de la cárcel, en lo que mira en su entorno, pero le apasiona dibujar ojos y centrarse en los detalles de cada una de sus piezas.

Lo que llena de emoción a Margarita es que hay visitas que se llevan sus dibujos, le pagan su talento y hay quienes regresan y le muestran que los han enmarcado o colocado en la pared o en un lugar especial.

No todos los días son iguales dentro del Pabellón de Psiquiatría del Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, “a veces es dura la convivencia porque nos estamos peleando por el material y por el espacio. Es un poco difícil, más que nada te involucras en tu cuadro, en lo que tú estás haciendo y en acabarlo”, explica.

Las mujeres privadas de la libertad tienen un encuentro con su creatividad al expresarse por medio de la pintura / Foto: Luis A. Barrera

Aún le faltan 52 años para purgar su condena y tiene pensado meter un amparo porque quiere salir y continuar con sus actividades artísticas. Afuera, su familia no está convencida de querer verla en libertad, su estado de salud les preocupa. Ella, como muchos presos con diagnósticos psiquiátricos, son abandonados eventualmente.

“Me aloqué, toqué el cadáver y quedaron mis huellas y permanecí en el lugar de los hechos, por lo que me imputaron el feminicidio”, narra la mujer, quien en medio del encierro, también supera la pérdida de su hija de tres años de edad, a la que no podía cuidar por su padecimiento.

Los ocho años que lleva dentro de la cárcel le han hecho progresar y tener mejor control de sí misma por el tratamiento, medicamentos y actividades como la pintura, que le proporcionan a ella y a sus compañeras, con las que convive diariamente dentro del pabellón.

En la pintura ha encontrado un confidente, un terapeuta, “vale la pena, ha valido mucho, porque gracias a estos cuadros muchas compañeras y yo, nos hemos beneficiado de la venta (…) eso nos ha ayudado para comprar jabón, dulces, pero sobre todo cosas que necesitamos, queremos estar limpias y no apestar”.

Margarita ha optado por tener el cabello corto, dice que ahorra en jabón y es más difícil que se le peguen los piojos o las chinches. Aunque se siente mejor de salud que antes de ingresar y pone mucho de su parte para hacer mejor su estancia, sabe que está en una cárcel y no en una “institución privada”, como su padre y su tía lo piensan.

Para ella es importante que la gente sepa que pueden donar materiales para los talleres que toman con el profesor Ricardo Caballero, pero también comprar los cuadros que los internos hacen, ya sea por medio de las exposiciones que se realizan en las galerías.

UNA CIENTÍFICA DEDICADA AL ARTE

Dentro de los cambios que vivió Marisol al ingresar al Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, fue dejar su carrera de física para enfocarse en el deporte y el arte, ella también se siente motivada por las clases del profesor Ricardo Caballero, “Richard”, como también le conocen.

Una de las internas asegura que en el arte disfruta combinar colores y expresar emociones / Foto: Luis A. Barrera

Su ingreso también por feminicidio fue inicialmente en la cárcel de Santa Martha, pero fue trasladada para recibir atención médica en el Pabellón de Psiquiatría en Tepepan, donde ha recibido la orientación artística, así como la motivación para crear sus dibujos y también para continuar con la docencia, actividad que ejercía en libertad.

Marisol no ha recibido una sentencia por el delito del que se le acusa y está en espera de una audiencia a celebrarse hasta enero de 2024, mientras lleva tres años en prisión y dos de ellos ha colaborado como profesora para adultos.

“Yo daba clases afuera, para secundaria y prepa, me gusta la docencia, el hecho de transmitir esto, que a mí me costó mucho trabajo y explicarlo de una manera que sea fácil para los demás”, dijo la profesora.

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También ser alumna le gusta, “es como un desahogo tomar las clases de pintura e impartirlas es una forma de expresión, de sacar lo que nosotros llevamos aquí adentro. Al principio me acuerdo que el primer dibujo que hice fueron muchos colores, me gusta mezclar los colores o figuras geométricas”.

En el profesor ha encontrado apoyo, “nos anima mucho a seguir, nos echa porras. Cada quien tiene su forma de pintar y él tiene esa facilidad de decirnos sí te quedó bien o a lo mejor, lo que en ese momento está plasmando en su dibujo como que él lo entiende”.

Para Marisol, esta actividad es parte de la terapia que se suma al gusto, en reclusión, le ha tomado a los deportes, le gustaría integrarse a un equipo de basquetbol o voleibol y entrar en competencias, incluso al salir de prisión.

En el arte disfruta combinar colores y expresar emociones, pero lo que más sencillo se le hace es la ciencia, “desde la primaria se me facilitaron las matemáticas, aritmética, geometría y cálculo”, junto con su vocación por enseñar.

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La mujer de 42 años no pierde la esperanza de que se esclarezca su caso y que la espera de su audiencia no sea tan larga.

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