/ domingo 11 de junio de 2023

"Ola de violencia en México se advirtió hace más de 15 años": Centro Católico Multimedial.

Años atrás, expertos del CCM predijeron el momento que se vive en el país actualmente

Nuestro país vive un recrudecimiento de la violencia inusitado, algunos especialistas la comparan con la del movimiento revolucionario de 1910 en el que murieron entre 1.5 y tres millones de personas, consideró el Centro Católico Multimedial.

En ese proceso se tocaron todos los aspectos de la vida. Muestras de ese inhumano odio entre mexicanos era el ajusticiamiento público. Cadáveres pudriéndose en la vía pública en la necrolatría de las facciones vencedoras.

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Tal parece que las cosas no han cambiado, sólo los actores, métodos y difusión. Se pierden valores y el único respeto es el que dicta quien usa armas, mete miedo y controla todo.

En el editorial titulado “La neopersecución” señaló que en Guachochi, Chihuahua, de nuevo un acto que tuvo la condena de todos: el ataque a un humilde templo donde el mensaje de miedo fue el peor, un decapitado a las puertas del recinto y el deleznable rafagueo del lugar como si se tratara de las peores épocas de guerra.

Desde hace más de 15 años, el Centro Católico Multimedial -CCM-, a través de sus estudios y reportes, venía advirtiendo lo que hoy dice el padre Urzúa. No se trata de un odio a la fe, sino de lo que representa: Estabilización social.

En las comunidades, los párrocos son un factor de equilibrio y símbolo que no se encuentra en otros actores sociales al ser “intermediarios” y actores que propicia la paz.

En sus investigaciones, el CCM ha encontrado que los crímenes contra clérigos, en un alto porcentaje, se deben a una labor pastoral incómoda al imperio del crimen y el mal.

Años atrás, cuando el CCM así lo advirtió, se le tachó de amarillista y de tendencioso. Incluso algunos obispos e influyentes clérigos desdeñaron los informes anuales echándolos al bote de la basura.

Otros, siendo más miserables que intelectuales, colocaron al Centro Católico Multimedial como “medio marginal” para quedar bien lamiendo la mano que sujetaba sus cadenas. Se equivocaron.

Pero también existen aquellos medios y grupos católicos que se han montado en lo que no les ha costado. Esos se quieren alzar ahora como indiscutibles defensores de los sacerdotes asesinados, plagiando y apropiándose inmoralmente de lo que el CCM ha dado a la sociedad y a la Iglesia. En pocas palabras, su indecencia es igual a su cinismo haciendo fama escalando sobre cadáveres. Son mercenarios de la información.

El organismo Católico resaltó que con la voz entrecortada y una valentía evangélica, el párroco de Santa Anita Guachochi, padre Enrique Urzúa Romero, usó los recursos digitales para lanzar un mensaje cuyas palabras emulan las mismas que San Romero de América pronunció el 23 de mayo de 1980, la urgencia de un llamado a la paz y deponer los instrumentos de muerte antes de que esto ya no tenga punto de regreso. Urzúa Romero fue más allá.

Lo expresó al decir que el ataque al templo fue una profanación “lastimando “lo más sagrado de un pueblo que es profundamente religioso, se ha profanado el lugar comunitario del encuentro, el lugar donde una comunidad vive su historia…”

El llamado a la paz de los obispos de México es urgente y requiere de todos porque es una labor artesanal. El Centro Católico Multimedial lo había advertido en lo que llama neopersecución.

De no darse un giro drástico, seguirá aumentando y quizá con peores consecuencias. Como afirma el padre Urzúa Romero: “en varios lugares de nuestra patria se viven y escuchan los dolores que a nosotros nos aquejan” porque el pueblo católico está herido.

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Nuestro país vive un recrudecimiento de la violencia inusitado, algunos especialistas la comparan con la del movimiento revolucionario de 1910 en el que murieron entre 1.5 y tres millones de personas, consideró el Centro Católico Multimedial.

En ese proceso se tocaron todos los aspectos de la vida. Muestras de ese inhumano odio entre mexicanos era el ajusticiamiento público. Cadáveres pudriéndose en la vía pública en la necrolatría de las facciones vencedoras.

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Tal parece que las cosas no han cambiado, sólo los actores, métodos y difusión. Se pierden valores y el único respeto es el que dicta quien usa armas, mete miedo y controla todo.

En el editorial titulado “La neopersecución” señaló que en Guachochi, Chihuahua, de nuevo un acto que tuvo la condena de todos: el ataque a un humilde templo donde el mensaje de miedo fue el peor, un decapitado a las puertas del recinto y el deleznable rafagueo del lugar como si se tratara de las peores épocas de guerra.

Desde hace más de 15 años, el Centro Católico Multimedial -CCM-, a través de sus estudios y reportes, venía advirtiendo lo que hoy dice el padre Urzúa. No se trata de un odio a la fe, sino de lo que representa: Estabilización social.

En las comunidades, los párrocos son un factor de equilibrio y símbolo que no se encuentra en otros actores sociales al ser “intermediarios” y actores que propicia la paz.

En sus investigaciones, el CCM ha encontrado que los crímenes contra clérigos, en un alto porcentaje, se deben a una labor pastoral incómoda al imperio del crimen y el mal.

Años atrás, cuando el CCM así lo advirtió, se le tachó de amarillista y de tendencioso. Incluso algunos obispos e influyentes clérigos desdeñaron los informes anuales echándolos al bote de la basura.

Otros, siendo más miserables que intelectuales, colocaron al Centro Católico Multimedial como “medio marginal” para quedar bien lamiendo la mano que sujetaba sus cadenas. Se equivocaron.

Pero también existen aquellos medios y grupos católicos que se han montado en lo que no les ha costado. Esos se quieren alzar ahora como indiscutibles defensores de los sacerdotes asesinados, plagiando y apropiándose inmoralmente de lo que el CCM ha dado a la sociedad y a la Iglesia. En pocas palabras, su indecencia es igual a su cinismo haciendo fama escalando sobre cadáveres. Son mercenarios de la información.

El organismo Católico resaltó que con la voz entrecortada y una valentía evangélica, el párroco de Santa Anita Guachochi, padre Enrique Urzúa Romero, usó los recursos digitales para lanzar un mensaje cuyas palabras emulan las mismas que San Romero de América pronunció el 23 de mayo de 1980, la urgencia de un llamado a la paz y deponer los instrumentos de muerte antes de que esto ya no tenga punto de regreso. Urzúa Romero fue más allá.

Lo expresó al decir que el ataque al templo fue una profanación “lastimando “lo más sagrado de un pueblo que es profundamente religioso, se ha profanado el lugar comunitario del encuentro, el lugar donde una comunidad vive su historia…”

El llamado a la paz de los obispos de México es urgente y requiere de todos porque es una labor artesanal. El Centro Católico Multimedial lo había advertido en lo que llama neopersecución.

De no darse un giro drástico, seguirá aumentando y quizá con peores consecuencias. Como afirma el padre Urzúa Romero: “en varios lugares de nuestra patria se viven y escuchan los dolores que a nosotros nos aquejan” porque el pueblo católico está herido.

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