México padece una “hecatombe de las violencias”, son las afirmaciones contundentes del obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro que incomodan a los responsables de esta situación; y las nueve caminatas por la paz con sus peculiaridades que se han realizado en Morelos, son con el objetivo de erradicar la violencia en esa entidad y en todo México, afirmó el Centro Católico Multimedial.
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Resaltó que el también Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Ramón Castro ha manifestado que ante la supuesta transformación del país, lo que impera es la descomposición de la realidad. “México está salpicando sangre por todas partes” sentenció el obispo al enumerar todos esos males perturbadores de la paz individual y social.
En el editorial titulado “La hecatombe de las violencias” resaltó que la historia es de sobra conocida cuando, al realizar la primera visita a la diócesis, el obispo se dio cuenta de las graves violaciones a los derechos humanos, la crisis de seguridad y la impunidad tras la comisión de delitos.
“La sociedad está en descomposición” advirtió el obispo Castro Castro en un duro y profético mensaje en el que llamó a todos a unirse para resarcir el tejido social y trabajar por la paz como artesanos.
Pero el mensaje tuvo también una advertencia, una señalada preocupación, que de esa indignación crezcan deseos de odio y revancha, de justicia por propia mano y venganza. Cosa que no es menor, indicó.
A pesar de los “otros datos”, la realidad demuestra que el enojo crece. Como bien afirmó el obispo: “Hay disimulo y tolerancia con el delito por parte de aquellas autoridades irresponsables de la procuración, impartición y ejecución de la justicia…
Morelos exige justicia
En marzo de 2014, los habitantes de Morelos tomaron las calles de Cuernavaca para realizar un clamor sin precedentes para manifestar el deseo de vivir en paz, un derecho inexcusable al que está obligado cualquier régimen, sea municipal, estatal o federal.
En ese momento, el obispo Castro y el gobierno del perredista Graco Ramírez mantenían una tensa relación, pero eso no era lo único. Morelos se desangraba.
Crímenes de todo tipo desde secuestros hasta homicidios, nadie era castigado y los habitantes tomaron esta primera marcha como una oportunidad para lograr un cambio de cosas.
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El organismo católico resaltó que las nueve marchas han transcurrido ininterrumpidamente a pesar de la pandemia. La IX Caminata por la Paz del pasado tuvo la misma respuesta: Un pueblo ofendido, decepcionado, traicionado que tomó las calles con la misma consigna.
Caminata por la paz
A pesar de los colores partidistas, de las ilusorias promesas de cambio, de la demagógica transformación y de “no ser iguales a los demás”, miles volvieron a tomar las calles en una consigna pacífica de que esto debe cambiar de una vez.
Ya no puede decirse “antes de que sea demasiado tarde”, hay miles de desaparecidos, los homicidios se cuentan, por igual, el delito es la regla y la política, el cómplice.
Por eso, en esta marcha, el obispo no caminó sólo por las calles, sino que fue a las casas de las víctimas para consolar, escuchar y suscitar el perdón que no olvida la necesidad de justicia y reparación ante los horrores que han padecido.
Se ha hecho evidente la infiltración y dominio de la delincuencia organizada en instituciones y territorios de nuestro país…” Duras afirmaciones en boca del obispo quien también es secretario general de la CEM. Si lo dice, no es de oídas.
Castro Castro resaltó que aunque las estrategias son fallidas, hay esperanza. “Somos más los buenos que queremos la vida… Somos hijos de un mismo Padre”, finalizó el CCM.
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