/ martes 20 de junio de 2023

En memoria de los sacerdotes jesuitas, todas las iglesias en México sonarán sus campanas

En punto de las 3pm, todos los templos del país honraran a Javier y Joaquín de la iglesia de Cerocahui

Este martes 20 de junio a las 3 de la tarde,hora en que murieron los sacerdotes jesuitas Javier y Joaquín de la iglesia de Cerocahui, Sierra Tarahumara, todos los templos católicos del país harán sonar las campanas, por un minuto, como llamada a la memoria y a la oración por todas las víctimas de la violencia, al compromiso y a la exigencia de justicia y paz en nuestra nación.

Hace un año, en la Iglesia de Cerocahui, dos jesuitas: Javier y Joaquín, padres de los pueblos que habitan la Sierra Tarahumara, fueron atacados por un criminal que mató a Pedro y a los dos misioneros que intentaron disuadirlo de su acción violenta.

TE RECOMENDAMOS: Pobladores recuerdan a jesuitas asesinados en Cerocahui con “Caravana por la Paz”

La iglesia católica reconoció que causas de la violencia en México son diversas y complejas: injusticia, corrupción, desigualdad y polarización, son algunos fundamentos de ésta; que en tanto su gran complejidad, requieren de acciones complejas.

La Conferencia del Episcopado Mexicano junto con la Compañía de Jesús llamó a que este 20 de junio, a las tres de la tarde, suenen las campanas de todos los templos y capillas de México.

El Centro Católico Multimedial resaltó que las acciones por la paz convocadas por la CEM, los jesuitas de México y los superiores religiosos pretenden una sacudida a nuestras conciencias.

“Repicar las campanas el 20 de junio será una acción para hacer silencio y reflexión. Una señal y signo, un grito cuyo tañido habrá de reproducirse en cada rincón del territorio nacional para decir al mundo que son más quienes buscan y quieren la Paz”.

La CEM resaltó que “la sangre de las víctimas esta vez fue derramada en el altar del templo, y sacudió a toda la sociedad. Esta sangre derramada se unió a la de miles de víctimas, amplificó el reclamo de justicia, el cese de la impunidad y la violencia, y se convirtió en llamada para reforzar o sumarnos a la tarea de construir la paz.

Destacó la Iglesia que no ha habido daño en la integridad física de los sacerdotes y laicos de las comunidades, pero sí un detrimento patrimonial / Foto: Cuartoscuro

Esa paz social que es trabajosa, artesanal, esa paz que es fruto y es sostenida por la cultura del encuentro; no es una paz que brota de acallar las voces, ni de consensos de escritorio; no es la paz efímera que hace sólo a una minoría feliz.

“El compromiso por la construcción de paz no es una novedad en la Iglesia, es más, no es tradición, es vocación”, resaltò.

Esto no excluye renunciar a la memoria, ni mucho menos al reclamo por la justicia; nuestra vocación a la paz nos coloca del lado de las víctimas, caminando y tratando de dar consuelo, uniendo nuestra voz a su reclamo y orando juntos para que el Señor nos envíe su Espíritu, que nos da la paz y nos dinamiza para tener sabiduría y creatividad para construirla.

A un año de los hechos violentos de Cerocahui, el domingo 18, la iglesia celebró una misa en memoria de todas las víctimas de la violencia en México; “queremos orar juntos y encontrarnos, fortalecernos para seguir en la incansable tarea de construir la paz”.

Foto: Ilustrativa Graciela López /Cuartoscuro

En el Mensaje del Episcopado Mexicano, la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y la Dimensión Episcopal de Laicos, subrayaron que en estos tiempos difíciles, “nos encontramos consternados por las numerosas muertes que se producen a diario en nuestro país”.

Pues cada pérdida de vida es una tragedia que nos entristece profundamente, pero también nos hace reflexionar sobre la importancia de trabajar juntos por el bien y la paz.

A un año de su asesinato en la Sierra Tarahumara, en el altar de la iglesia de Cerocahui, Chihuahua y por aquellos que han trabajado incansablemente por el bien común y han sido víctimas de la violencia, así también nuestras hermanas Catequistas asesinadas en la diócesis de Huajuapan de León.

Por su parte, el Centro Católico Multimedial reconoció que construir la paz de forma artesanal lleva tiempo, pero ese tiempo parece agotarse. Cada vez más, indignados toman las calles para levantar su voz a la manera de clamor por la inacción de los responsables que han depuesto su responsabilidad para que otros hagan justicia desde el trono de la impunidad y la violencia.

No cesan los miles de desaparecidos, muertos y más muertos.

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Este martes 20 de junio a las 3 de la tarde,hora en que murieron los sacerdotes jesuitas Javier y Joaquín de la iglesia de Cerocahui, Sierra Tarahumara, todos los templos católicos del país harán sonar las campanas, por un minuto, como llamada a la memoria y a la oración por todas las víctimas de la violencia, al compromiso y a la exigencia de justicia y paz en nuestra nación.

Hace un año, en la Iglesia de Cerocahui, dos jesuitas: Javier y Joaquín, padres de los pueblos que habitan la Sierra Tarahumara, fueron atacados por un criminal que mató a Pedro y a los dos misioneros que intentaron disuadirlo de su acción violenta.

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La iglesia católica reconoció que causas de la violencia en México son diversas y complejas: injusticia, corrupción, desigualdad y polarización, son algunos fundamentos de ésta; que en tanto su gran complejidad, requieren de acciones complejas.

La Conferencia del Episcopado Mexicano junto con la Compañía de Jesús llamó a que este 20 de junio, a las tres de la tarde, suenen las campanas de todos los templos y capillas de México.

El Centro Católico Multimedial resaltó que las acciones por la paz convocadas por la CEM, los jesuitas de México y los superiores religiosos pretenden una sacudida a nuestras conciencias.

“Repicar las campanas el 20 de junio será una acción para hacer silencio y reflexión. Una señal y signo, un grito cuyo tañido habrá de reproducirse en cada rincón del territorio nacional para decir al mundo que son más quienes buscan y quieren la Paz”.

La CEM resaltó que “la sangre de las víctimas esta vez fue derramada en el altar del templo, y sacudió a toda la sociedad. Esta sangre derramada se unió a la de miles de víctimas, amplificó el reclamo de justicia, el cese de la impunidad y la violencia, y se convirtió en llamada para reforzar o sumarnos a la tarea de construir la paz.

Destacó la Iglesia que no ha habido daño en la integridad física de los sacerdotes y laicos de las comunidades, pero sí un detrimento patrimonial / Foto: Cuartoscuro

Esa paz social que es trabajosa, artesanal, esa paz que es fruto y es sostenida por la cultura del encuentro; no es una paz que brota de acallar las voces, ni de consensos de escritorio; no es la paz efímera que hace sólo a una minoría feliz.

“El compromiso por la construcción de paz no es una novedad en la Iglesia, es más, no es tradición, es vocación”, resaltò.

Esto no excluye renunciar a la memoria, ni mucho menos al reclamo por la justicia; nuestra vocación a la paz nos coloca del lado de las víctimas, caminando y tratando de dar consuelo, uniendo nuestra voz a su reclamo y orando juntos para que el Señor nos envíe su Espíritu, que nos da la paz y nos dinamiza para tener sabiduría y creatividad para construirla.

A un año de los hechos violentos de Cerocahui, el domingo 18, la iglesia celebró una misa en memoria de todas las víctimas de la violencia en México; “queremos orar juntos y encontrarnos, fortalecernos para seguir en la incansable tarea de construir la paz”.

Foto: Ilustrativa Graciela López /Cuartoscuro

En el Mensaje del Episcopado Mexicano, la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y la Dimensión Episcopal de Laicos, subrayaron que en estos tiempos difíciles, “nos encontramos consternados por las numerosas muertes que se producen a diario en nuestro país”.

Pues cada pérdida de vida es una tragedia que nos entristece profundamente, pero también nos hace reflexionar sobre la importancia de trabajar juntos por el bien y la paz.

A un año de su asesinato en la Sierra Tarahumara, en el altar de la iglesia de Cerocahui, Chihuahua y por aquellos que han trabajado incansablemente por el bien común y han sido víctimas de la violencia, así también nuestras hermanas Catequistas asesinadas en la diócesis de Huajuapan de León.

Por su parte, el Centro Católico Multimedial reconoció que construir la paz de forma artesanal lleva tiempo, pero ese tiempo parece agotarse. Cada vez más, indignados toman las calles para levantar su voz a la manera de clamor por la inacción de los responsables que han depuesto su responsabilidad para que otros hagan justicia desde el trono de la impunidad y la violencia.

No cesan los miles de desaparecidos, muertos y más muertos.

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