/ martes 11 de agosto de 2020

Dejan suicidios al año 800 mil víctimas en el mundo, por la pandemia ésta cifra podría aumentar

En México la tasa promedio por cada 100 mil habitantes es de 9.3

En el mundo se suicidan 800 mil personas al año, siendo la segunda causa de muerte en adolescentes, según reportes de la Organización Mundial de Salud de 2019 y es altamente probable que se agudice por los efectos nocivos de la pandemia de COVID-19, informó la maestra Karla Patricia Valdés García.

En México la tasa promedio por cada 100 mil habitantes es de 9.3, para los hombres, de 15.1 en jóvenes de 20 a 24 años, en tanto que en las mujeres se ubica en 4.0 en edades de 15 a 19 años.

La especialista expuso que la mayor tasa se presenta en el estado de Chihuahua con 10.7 por cada 100 mil habitantes, seguido por Aguascalientes con 10.1 y Sonora con 9.1, mientras que en el otro extremo se encuentran Guerrero con 1.9, Veracruz con 2.6, y Oaxaca con un porcentaje de 3.1.

En el Ciclo de conferencias Miércoles en las Ciencias Sociales y Humanidades organizado por la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la investigadora de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAC) abundó que en México la incidencia de esta problemática tuvo un crecimiento rápido entre 1990 y 2000 experimentando una estabilidad relativa hasta 2008, cuando se incrementó a causa de la crisis económica.

Explicó que la teoría volitiva-motivacional contempla las fases premotivacional, motivacional y volitiva. En la primera existen factores ambientales y biológicos en los que están presentes sucesos de la vida; en la segunda se muestra la ideación y formación de la intención suicida por sentirse derrotado y, finalmente, se quitan la vida.

La teoría interpersonal del comportamiento de este tipo, propuesta por el doctor Thomas Joiner, destaca dos elementos importantes: la falta de pertenencia a grupos sociales, núcleo familiar y laboral, y la percepción de ser una carga para los parientes.

Elementos que bastan para tener intenciones de quitarse la vida, pero hace falta tener la capacidad para cometerla, aunque cuando se combinan los tres aspectos se intenta o perpetra el acto.

La docente de la maestría en psicología clínica explicó que el modelo bio-psicosocial de riesgo suicida del psiquiatra y neurocientífico canadiense Gustavo Turecki analiza los elementos que llevan a este tipo de conducta, en la que inciden normas socioculturales, dificultades económicas, valores sociales y el acceso a formas para atentar contra la vida propia.

Este modelo ubica los valores internos de cada individuo, los factores remotos, de desarrollo y próximos, y valora los aspectos adversos desde la infancia, poniendo énfasis en temas epigenéticos, genéticos e historia de familia.

Entre los de riesgo destaca el uso y el abuso de drogas, los duelos no resueltos o perturbaciones del estado de ánimo, incluidos depresión, esquizofrenia y el trastorno límite de la personalidad, pero también situaciones externas, entre ellas pobreza, desintegración social, sociedades violentas o conflictos con parejas.

Si bien en muchos casos son prevenibles en otros tantos no lo es, por lo que para su atención es fundamental usar tratamientos basados en evidencias cuyos beneficios han sido probados, aunque “debemos comprender el caso y las características del sujeto para determinar el procedimiento adecuado”.

Algunos métodos destacados son la terapia cognitiva conductual, que permite prevenir y disminuir la ideación, la dialéctica conductual (DBT) o el modelo de evaluación colaborativo y manejo de suicidios (CAMS).

JLP

En el mundo se suicidan 800 mil personas al año, siendo la segunda causa de muerte en adolescentes, según reportes de la Organización Mundial de Salud de 2019 y es altamente probable que se agudice por los efectos nocivos de la pandemia de COVID-19, informó la maestra Karla Patricia Valdés García.

En México la tasa promedio por cada 100 mil habitantes es de 9.3, para los hombres, de 15.1 en jóvenes de 20 a 24 años, en tanto que en las mujeres se ubica en 4.0 en edades de 15 a 19 años.

La especialista expuso que la mayor tasa se presenta en el estado de Chihuahua con 10.7 por cada 100 mil habitantes, seguido por Aguascalientes con 10.1 y Sonora con 9.1, mientras que en el otro extremo se encuentran Guerrero con 1.9, Veracruz con 2.6, y Oaxaca con un porcentaje de 3.1.

En el Ciclo de conferencias Miércoles en las Ciencias Sociales y Humanidades organizado por la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la investigadora de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAC) abundó que en México la incidencia de esta problemática tuvo un crecimiento rápido entre 1990 y 2000 experimentando una estabilidad relativa hasta 2008, cuando se incrementó a causa de la crisis económica.

Explicó que la teoría volitiva-motivacional contempla las fases premotivacional, motivacional y volitiva. En la primera existen factores ambientales y biológicos en los que están presentes sucesos de la vida; en la segunda se muestra la ideación y formación de la intención suicida por sentirse derrotado y, finalmente, se quitan la vida.

La teoría interpersonal del comportamiento de este tipo, propuesta por el doctor Thomas Joiner, destaca dos elementos importantes: la falta de pertenencia a grupos sociales, núcleo familiar y laboral, y la percepción de ser una carga para los parientes.

Elementos que bastan para tener intenciones de quitarse la vida, pero hace falta tener la capacidad para cometerla, aunque cuando se combinan los tres aspectos se intenta o perpetra el acto.

La docente de la maestría en psicología clínica explicó que el modelo bio-psicosocial de riesgo suicida del psiquiatra y neurocientífico canadiense Gustavo Turecki analiza los elementos que llevan a este tipo de conducta, en la que inciden normas socioculturales, dificultades económicas, valores sociales y el acceso a formas para atentar contra la vida propia.

Este modelo ubica los valores internos de cada individuo, los factores remotos, de desarrollo y próximos, y valora los aspectos adversos desde la infancia, poniendo énfasis en temas epigenéticos, genéticos e historia de familia.

Entre los de riesgo destaca el uso y el abuso de drogas, los duelos no resueltos o perturbaciones del estado de ánimo, incluidos depresión, esquizofrenia y el trastorno límite de la personalidad, pero también situaciones externas, entre ellas pobreza, desintegración social, sociedades violentas o conflictos con parejas.

Si bien en muchos casos son prevenibles en otros tantos no lo es, por lo que para su atención es fundamental usar tratamientos basados en evidencias cuyos beneficios han sido probados, aunque “debemos comprender el caso y las características del sujeto para determinar el procedimiento adecuado”.

Algunos métodos destacados son la terapia cognitiva conductual, que permite prevenir y disminuir la ideación, la dialéctica conductual (DBT) o el modelo de evaluación colaborativo y manejo de suicidios (CAMS).

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