/ miércoles 17 de junio de 2020

Crisis por Covid-19 afectó principalmente a Jóvenes; perderán empleos y abandonarán estudios

Las mujeres jóvenes tienen mayor brecha de desempleo y menor tasa de participación laboral debido a su ocupación en tareas no remuneradas de cuidado y del hogar

En la presente pandemia a las y los jóvenes fue a los primeros que corrieron, y ello se comprueba con que de los empleos formales registrados ante el IMSS que se perdieron en marzo, el 70% fueron jóvenes hasta 29 años de edad, y lo más grave es que muchos estudiantes que tenían un empleo para pagar sus estudios, van a abandonar la escuela.

Así lo manifestaron organizaciones de la Alianza Jóvenes con Trabajo Digno de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza; red multisectorial y plural que agrupa a organizaciones civiles con trabajo directo con jóvenes, a centros de investigación, académicos y expertos, al señalar que la tasa de desempleo a nivel nacional se elevó a 34% en abril, incluyendo a quienes están en la desocupación y quienes están disponibles.

Pero fue peor para jóvenes, el desempleo para jóvenes es de 41%; mientras para no jóvenes (30-64 de edad) es de 28%. Los datos muestran un panorama laboral muy negativo para personas entre 16 y 30 años, que tienen alguna forma de trabajo.

En una videoconferencia, integrantes de esa red que encabezó Rogelio Gómez Hermosillo, demandaron no cerrar las puertas a jóvenes, pues hacerlo compromete el futuro y también el presente; las personas jóvenes son el grupo mayoritario de la población y aún representan un bono demográfico que debemos capitalizar como país.

La pérdida de empleos es gravísima para todos, pero más para jóvenes, que ya de por sí tenían mayor nivel de desempleo desde antes de esta emergencia. La brecha del desempleo para jóvenes, que ya era grande antes del Covid-19, se hizo más grande.

La falta de oportunidades de trabajo para jóvenes representa un riesgo no solo para su desarrollo personal, sino también para sus familias, para las comunidades donde viven y para el país en su conjunto.

La inclusión de jóvenes en la economía es indispensable para detonar crecimiento sostenible, para superar la pobreza y también para romper la espiral de criminalidad y violencia, dijeron.

Si el sistema laboral en México presentaba ya altos índices de precariedad a principios de año, para jóvenes las condiciones eran aún peores.

Las personas jóvenes además de tener una tasa más alta de desempleo tienen también trabajos más precarios. Antes del Covid-19 y de esta crisis económica, la mayoría de las y los jóvenes que trabajaban carecían de salario suficiente, de contrato estable y de afiliación sindical.

Además, muchos padecen de subempleo y muchos otros, en contraste, tienen jornadas laborales excesivas.

A inicio de año, antes del golpe económico derivado del Covid-19: El 67% de jóvenes ocupados carece de ingreso suficiente para cubrir el costo de la canasta básica de una familia de 2 personas. Es decir, para quien trabaja y otra persona. Son 9.4 millones de jóvenes.

  • · El 61% de jóvenes ocupados carece de afiliación a la seguridad social por su trabajo. Son 9 millones de jóvenes. El 7% de jóvenes ocupados está subempleado. Son 1.1 millones de jóvenes.
  • · El 25% de jóvenes ocupados tiene jornadas laborales excesivas, por encima de 48 horas a la semana. Son 3.9 millones de jóvenes.
  • · El 43% de jóvenes con empleo, es decir con trabajo asalariado y subordinado, no cuenta con prestaciones. Son 5.1 millones de jóvenes.
  • · El 63 % de jóvenes con empleo asalariado carece de contrato estable. Son 7.5 millones de jóvenes.
  • · El 84% de jóvenes con empleo asalariado carece de afiliación sindical. Son 19 millones de jóvenes. 3. Desigualdad de género y juventud Cuando además de la juventud, se agrega la desigualdad de género, el panorama se hace aún más sombrío.

Las mujeres jóvenes tienen mayor brecha de desempleo y menor tasa de participación laboral debido a su ocupación en tareas no remuneradas de cuidado y del hogar. Solo por citar dos datos, aún antes de Covid 19, la brecha de desempleo entre mujeres jóvenes y hombres no jóvenes es de 23 a 4%, casi seis veces más.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

En la presente pandemia a las y los jóvenes fue a los primeros que corrieron, y ello se comprueba con que de los empleos formales registrados ante el IMSS que se perdieron en marzo, el 70% fueron jóvenes hasta 29 años de edad, y lo más grave es que muchos estudiantes que tenían un empleo para pagar sus estudios, van a abandonar la escuela.

Así lo manifestaron organizaciones de la Alianza Jóvenes con Trabajo Digno de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza; red multisectorial y plural que agrupa a organizaciones civiles con trabajo directo con jóvenes, a centros de investigación, académicos y expertos, al señalar que la tasa de desempleo a nivel nacional se elevó a 34% en abril, incluyendo a quienes están en la desocupación y quienes están disponibles.

Pero fue peor para jóvenes, el desempleo para jóvenes es de 41%; mientras para no jóvenes (30-64 de edad) es de 28%. Los datos muestran un panorama laboral muy negativo para personas entre 16 y 30 años, que tienen alguna forma de trabajo.

En una videoconferencia, integrantes de esa red que encabezó Rogelio Gómez Hermosillo, demandaron no cerrar las puertas a jóvenes, pues hacerlo compromete el futuro y también el presente; las personas jóvenes son el grupo mayoritario de la población y aún representan un bono demográfico que debemos capitalizar como país.

La pérdida de empleos es gravísima para todos, pero más para jóvenes, que ya de por sí tenían mayor nivel de desempleo desde antes de esta emergencia. La brecha del desempleo para jóvenes, que ya era grande antes del Covid-19, se hizo más grande.

La falta de oportunidades de trabajo para jóvenes representa un riesgo no solo para su desarrollo personal, sino también para sus familias, para las comunidades donde viven y para el país en su conjunto.

La inclusión de jóvenes en la economía es indispensable para detonar crecimiento sostenible, para superar la pobreza y también para romper la espiral de criminalidad y violencia, dijeron.

Si el sistema laboral en México presentaba ya altos índices de precariedad a principios de año, para jóvenes las condiciones eran aún peores.

Las personas jóvenes además de tener una tasa más alta de desempleo tienen también trabajos más precarios. Antes del Covid-19 y de esta crisis económica, la mayoría de las y los jóvenes que trabajaban carecían de salario suficiente, de contrato estable y de afiliación sindical.

Además, muchos padecen de subempleo y muchos otros, en contraste, tienen jornadas laborales excesivas.

A inicio de año, antes del golpe económico derivado del Covid-19: El 67% de jóvenes ocupados carece de ingreso suficiente para cubrir el costo de la canasta básica de una familia de 2 personas. Es decir, para quien trabaja y otra persona. Son 9.4 millones de jóvenes.

  • · El 61% de jóvenes ocupados carece de afiliación a la seguridad social por su trabajo. Son 9 millones de jóvenes. El 7% de jóvenes ocupados está subempleado. Son 1.1 millones de jóvenes.
  • · El 25% de jóvenes ocupados tiene jornadas laborales excesivas, por encima de 48 horas a la semana. Son 3.9 millones de jóvenes.
  • · El 43% de jóvenes con empleo, es decir con trabajo asalariado y subordinado, no cuenta con prestaciones. Son 5.1 millones de jóvenes.
  • · El 63 % de jóvenes con empleo asalariado carece de contrato estable. Son 7.5 millones de jóvenes.
  • · El 84% de jóvenes con empleo asalariado carece de afiliación sindical. Son 19 millones de jóvenes. 3. Desigualdad de género y juventud Cuando además de la juventud, se agrega la desigualdad de género, el panorama se hace aún más sombrío.

Las mujeres jóvenes tienen mayor brecha de desempleo y menor tasa de participación laboral debido a su ocupación en tareas no remuneradas de cuidado y del hogar. Solo por citar dos datos, aún antes de Covid 19, la brecha de desempleo entre mujeres jóvenes y hombres no jóvenes es de 23 a 4%, casi seis veces más.

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