/ miércoles 17 de abril de 2024

Arquitectura mexicana es cultura nacional: Daniel Esquenazi Beraha

México es uno de los países que mejor conserva sus joyas arquitectónicas

Para el arquitecto mexicano Daniel Esquenazi Beraha el legado arquitectónico de México representa un crisol de influencias que abarca milenios, desde las majestuosas pirámides prehispánicas hasta las innovadoras creaciones de arquitectos contemporáneos. Este patrimonio no solo embellece el paisaje urbano, sino que también constituye un testimonio vivo de la rica historia y cultura del país.

Las pirámides de Teotihuacán, como la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna, se erigen como monumentos silenciosos de la grandeza de las civilizaciones mesoamericanas. Construidas hace más de dos mil años, estas imponentes estructuras continúan asombrando a los visitantes con su monumentalidad y precisión arquitectónica.

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De acuerdo con Daniel Esquenazi Beraha, “las pirámides son un símbolo perdurable de la grandeza de las culturas precolombinas y un testimonio de su avanzado conocimiento en ingeniería y arquitectura”.

Explorar los anales del tiempo revela una narrativa de evolución arquitectónica, desde las impresionantes estructuras de la era Prehispánica hasta la ecléctica mezcla de estilos observada en la arquitectura mexicana contemporánea.

El periodo Prehispánico sentó las bases de la identidad arquitectónica de México, con civilizaciones como los Maya dejando una marca indeleble en el paisaje. El estilo Puuc, evidente en estructuras como Chichén Itzá, mostró una fusión de influencias Maya y del centro de México, subrayando la interconexión cultural de la región.

El siglo XIX y principios del XX presenciaron una transformación arquitectónica adicional, impulsada por influencias externas y una búsqueda de identidad nacional. La visión del Emperador Maximiliano I para una Ciudad de México moderna introdujo diseños neoclásicos y neogóticos, mientras que el régimen porfirista adoptó temas neo indigenistas, celebrando el patrimonio prehispánico de México.

La CDMX también cuenta con joyas arquitectónicas

Ejemplos destacados de esta fusión son la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y el Palacio de Bellas Artes, que aún hoy reflejan la riqueza histórica y cultural del país.

El siglo XX vio el surgimiento de arquitectos mexicanos que dejaron una marca indeleble en el panorama arquitectónico mundial. Figuras como Luis Barragán, reconocido con el Premio Pritzker en 1980, revolucionaron la forma en la que se concebía el espacio y la luz en la arquitectura. Sus diseños, caracterizados por el uso audaz del color y la geometría, continúan inspirando a arquitectos de todo el mundo.

Daniel Esquenazi Beraha destaca que “Barragán elevó la arquitectura mexicana a nivel internacional, demostrando que la innovación y la tradición pueden coexistir armoniosamente”. Puntualiza, “Sus diseños, caracterizados por el uso audaz del color y la geometría, continúan inspirando a arquitectos de todo el mundo.”

En el siglo XXI, el paisaje arquitectónico de México continúa evolucionando, reflejando cambios en los valores sociales y la conciencia ambiental. La búsqueda de identidad en medio de la globalización ha llevado a una reevaluación de los paradigmas arquitectónicos, con un renovado enfoque en la sostenibilidad y el patrimonio cultural.

En la actualidad, México vive una efervescencia arquitectónica, con proyectos que combinan la herencia cultural con la visión vanguardista. Desde el Museo Internacional del Barroco en Puebla, diseñado por el arquitecto japonés Toyo Ito, hasta el Museo Soumaya en Ciudad de México, creado por el arquitecto Fernando Romero, el país continúa siendo un crisol de creatividad y diversidad arquitectónica.

“La arquitectura mexicana contemporánea refleja la diversidad y la riqueza cultural del país, así como su compromiso con la innovación y la sostenibilidad. Con proyectos que abarcan desde la revitalización de espacios urbanos hasta la integración de tecnologías ecoamigables, los arquitectos mexicanos están dejando una marca indeleble en el panorama mundial”, señala Daniel Esquenazi Beraha.

Sin duda, el actual paisaje arquitectónico de México se erige como testimonio de la resiliencia, la creatividad y la riqueza cultural. Es a través de la preservación y celebración de este patrimonio arquitectónico que México continúa inspirando y cautivando al mundo con su belleza e ingenio incomparables.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

Para el arquitecto mexicano Daniel Esquenazi Beraha el legado arquitectónico de México representa un crisol de influencias que abarca milenios, desde las majestuosas pirámides prehispánicas hasta las innovadoras creaciones de arquitectos contemporáneos. Este patrimonio no solo embellece el paisaje urbano, sino que también constituye un testimonio vivo de la rica historia y cultura del país.

Las pirámides de Teotihuacán, como la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna, se erigen como monumentos silenciosos de la grandeza de las civilizaciones mesoamericanas. Construidas hace más de dos mil años, estas imponentes estructuras continúan asombrando a los visitantes con su monumentalidad y precisión arquitectónica.

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De acuerdo con Daniel Esquenazi Beraha, “las pirámides son un símbolo perdurable de la grandeza de las culturas precolombinas y un testimonio de su avanzado conocimiento en ingeniería y arquitectura”.

Explorar los anales del tiempo revela una narrativa de evolución arquitectónica, desde las impresionantes estructuras de la era Prehispánica hasta la ecléctica mezcla de estilos observada en la arquitectura mexicana contemporánea.

El periodo Prehispánico sentó las bases de la identidad arquitectónica de México, con civilizaciones como los Maya dejando una marca indeleble en el paisaje. El estilo Puuc, evidente en estructuras como Chichén Itzá, mostró una fusión de influencias Maya y del centro de México, subrayando la interconexión cultural de la región.

El siglo XIX y principios del XX presenciaron una transformación arquitectónica adicional, impulsada por influencias externas y una búsqueda de identidad nacional. La visión del Emperador Maximiliano I para una Ciudad de México moderna introdujo diseños neoclásicos y neogóticos, mientras que el régimen porfirista adoptó temas neo indigenistas, celebrando el patrimonio prehispánico de México.

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Ejemplos destacados de esta fusión son la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y el Palacio de Bellas Artes, que aún hoy reflejan la riqueza histórica y cultural del país.

El siglo XX vio el surgimiento de arquitectos mexicanos que dejaron una marca indeleble en el panorama arquitectónico mundial. Figuras como Luis Barragán, reconocido con el Premio Pritzker en 1980, revolucionaron la forma en la que se concebía el espacio y la luz en la arquitectura. Sus diseños, caracterizados por el uso audaz del color y la geometría, continúan inspirando a arquitectos de todo el mundo.

Daniel Esquenazi Beraha destaca que “Barragán elevó la arquitectura mexicana a nivel internacional, demostrando que la innovación y la tradición pueden coexistir armoniosamente”. Puntualiza, “Sus diseños, caracterizados por el uso audaz del color y la geometría, continúan inspirando a arquitectos de todo el mundo.”

En el siglo XXI, el paisaje arquitectónico de México continúa evolucionando, reflejando cambios en los valores sociales y la conciencia ambiental. La búsqueda de identidad en medio de la globalización ha llevado a una reevaluación de los paradigmas arquitectónicos, con un renovado enfoque en la sostenibilidad y el patrimonio cultural.

En la actualidad, México vive una efervescencia arquitectónica, con proyectos que combinan la herencia cultural con la visión vanguardista. Desde el Museo Internacional del Barroco en Puebla, diseñado por el arquitecto japonés Toyo Ito, hasta el Museo Soumaya en Ciudad de México, creado por el arquitecto Fernando Romero, el país continúa siendo un crisol de creatividad y diversidad arquitectónica.

“La arquitectura mexicana contemporánea refleja la diversidad y la riqueza cultural del país, así como su compromiso con la innovación y la sostenibilidad. Con proyectos que abarcan desde la revitalización de espacios urbanos hasta la integración de tecnologías ecoamigables, los arquitectos mexicanos están dejando una marca indeleble en el panorama mundial”, señala Daniel Esquenazi Beraha.

Sin duda, el actual paisaje arquitectónico de México se erige como testimonio de la resiliencia, la creatividad y la riqueza cultural. Es a través de la preservación y celebración de este patrimonio arquitectónico que México continúa inspirando y cautivando al mundo con su belleza e ingenio incomparables.

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