/ lunes 12 de diciembre de 2022

Alcohol y tabaco provocan daño cerebral en la niñez, alertan especialistas

El consumo en edades tempranas daña el aprendizaje, concentración y memoria, y también afecta funciones neurológicas 

El consumo de alcohol y tabaco en niños, niñas y adolescentes provoca daños a nivel cerebral que afectan desde habilidades cognitivas, como aprendizaje, concentración y memoria, hasta funciones neurológicas más complejas relacionadas con la toma de decisiones, empatía, manejo de emociones y razonamiento.

Así lo alertaron las doctoras Claudia Montesinos, presidente de la Sociedad Mexicana de Pediatría, y Maura Ramírez, jefa de Laboratorio de Neuropsicología y Cognición de la Facultad de Psicología de la UNAM, al participar en el webinar “Consumo de alcohol y tabaco en menores de edad: impactos cerebrales y emocionales”, organizado por el Consejo de la Comunicación y la Fundación Gonzalo Ríos Arronte, como parte del movimiento por la salud “No está chido”.

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Las especialistas alertaron sobre el daño que puede provocar el consumo de cualquier tipo de sustancias a edad temprana, cuando el cerebro se encuentra en etapa de desarrollo.

La doctora Montesinos señaló que el consumo de tabaco y alcohol en menores “es una pandemia oculta que no hemos podido erradicar”, por lo que destacó la importancia de conocer y difundir los efectos adversos que producen estas sustancias en la salud, como una estrategia de prevención.

El consumo de tabaco y alcohol en menores “es una pandemia oculta que no hemos podido erradicar” / Foto: David Deolarte

La Organización Mundial de la Salud reconoce las adicciones como una enfermedad crónica y recurrente del cerebro. “La adicción se basa en la búsqueda de alivio, a través de sustancias, la persona enfrenta una incapacidad para controlarla, dificultad para abstenerse y la disminución del reconocimiento del problema”, indicó la especialista.

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La doctora Montesinos indicó que los adolescentes son un grupo vulnerable a desarrollar problemas serios con el consumo de alcohol, tabaco y otras adicciones, siendo más propensos aquellos que tienen historial familiar de abuso de sustancias o aquellos con problemas emocionales, falta de atención y baja autoestima.

“Se ha registrado una mayor posibilidad de ser fumador y haber consumido alcohol en aquellos adolescentes que tienen un trabajo remunerado, cuando nuestros niños no deberían tener un trabajo remunerado”, puntualizó la especialista al advertir que los apoyos económicos que reciben estudiantes a través de programas gubernamentales deben ser administrados y supervisados por los padres o tutores.

La OMS reconoce las adicciones como una enfermedad crónica y recurrente del cerebro / Foto: David Deolarte

Señaló que el consumo de tabaco y alcohol en hombres adolescentes es más alto en comparación con las adolescentes mujeres, en una relación de 1 mujer por cada 4.5 varones.

MÍLTIPLES TRASTORNOS

Cuando el consumo de tabaco se inicia en la adolescencia, es mayor la probabilidad de que continúe en etapa adulta. Esta adicción provoca cada año 50 mil muertes en México por enfermedades asociadas, lo que representa el 10% de toda la mortalidad a nivel nacional.

La doctora Claudia Montesinos indicó que la pérdida de años de vida saludable por tabaquismo es de aproximadamente 12 años. “En México hay 15 millones de fumadores, de ellos, 684 mil; es decir, 5% son adolescentes de 12 a 17 años, de los cuales, 74 mil menores fuman en promedio casi 6 cigarrillos al día y su primer cigarrillo fue a los 14 años”, apuntó.

Entre los problemas de salud que se presentan en etapas iniciales de consumo, los adolescentes refieren fatiga, problemas para conciliar el sueño, quejas de malestares en general (dolor de cabeza, de articulaciones), ojos enrojecidos, apáticos, tristeza y tos persistente.

A nivel emocional, indicó que hay cambios de personalidad, cambios rápidos de ánimo, comportamiento irresponsable, baja autoestima, depresión, retraimiento, falta de interés y bajo rendimiento escolar, debido a las alteraciones en memoria, racionamiento y aprendizaje.

La pérdida de años de vida saludable por tabaquismo es de aproximadamente 12 años / Foto: David Deolarte

La especialista advirtió que el problema no solo es de consumo, toda vez que el 40% de niños y adolescentes son fumadores pasivos que desde antes del nacimiento están expuestos al humo de segunda mano, lo que provoca muerte súbita (muerte de cuna), sibilancias precoces, enfermedad respiratoria recurrente, otitis e incluso desarrollo de asma.

En cuanto al consumo de alcohol, la especialista indicó que el 70% de la población mexicana consume alcohol en mayor o menor medida, por lo que constituye la principal causa de atención en servicios de urgencia, y se estima una pérdida promedio de 16 años de vida saludable cuando el consumo inicia en la adolescencia o juventud.

El alcohol es un depresivo del sistema nervioso central que bloquea el sistema cerebral responsable de controlar las inhibiciones, “por lo que los jóvenes se sienten desinhibidos, eufóricos y extrovertidos, lo que los alienta a continuar el consumo”, alertó.

“Al ser una sustancia depresora, también va a condicionar lo contrario y un cerebro que se encuentra en etapa de desarrollo tendrá una muerte neuronal más rápida”, indicó la doctora Montesinos al precisar que en el último año, 1 de cada 10 adolescentes reportó consumo de alcohol en el último mes, de ellos, 3% lo hizo de manera excesiva.

El 39.8% de niños y adolescentes (de 12 a 17 años) tienen antecedentes de consumo de alcohol; de ellos, 15.2% lo hace de manera excesiva, no obstante que esta adicción se relaciona al desarrollo de hasta 200 enfermedades, además de ser factor de alto riesgo de discapacidad y mortalidad, por accidentes vehiculares, lesiones y violencia.

“El consumo de alcohol causa alteraciones mentales, como: problemas de memoria, aprendizaje, concentración, riesgo de intoxicación y comportamientos sexuales de riesgo. Además, es detonante de estados de ansiedad, depresión, baja autoestima y suicidio”.

En adolescentes, el alcohol provoca alteraciones en el crecimiento, anemia por deficiencia de ácido fólico y deficiencia de complejo B, además de problemas cardiovasculares, neuropatía, alteraciones digestivas (esofagitis, colitis, gastritis), y es factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de mama, hígado, colon y recto, indicó la presidenta de la Sociedad Mexicana de Pediatría.

EFECTOS DEL ALCOHOL Y TABACO EN EL CEREBRO ADOLESCENTE

El cerebro humano se desarrolla por etapas, por lo que habilidades como hablar, caminar, ver o escuchar se desarrollan de forma más temprana, mientras que funciones cognitivas como la toma de decisiones, pensamiento complejo, razonamiento y la empatía tienen un desarrollo más lento.

La doctora Maura Ramírez explicó que las funciones más complejas se encuentran en la corteza prefrontal, cuyo nivel de maduración y conectividad neuronal es paulatino, y alcanza su desarrollo óptimo a partir de los 25 años.

Explicó que el consumo de drogas, como el tabaco y alcohol en edad temprana es un factor de vulnerabilidad en la actividad cerebral al provocar deficiencia en la capacidad de las neuronas para conectarse con otras.

“El consumo de alcohol en la etapa de la adolescencia afecta la zona prefrontal que ayuda a tomar decisiones y también la región conocida como sistema límbico que está compuesta de una serie de estructuras cerebrales que permiten integrar las emociones y darles una interpretación, no solo de lo que se siente individualmente, sino también darle una interpretación en el medio exterior”, explicó la especialista.

“En el estudio de cerebros de niños y adolescentes que tienen un consumo excesivo de alcohol se observa la pérdida de grupos neuronales, pero también hay un efecto donde no se pueden regenerar nuevas, e incluso, pueden dañar el cuerpo de la neurona dificultando la comunicación entre ellas”, puntualizó la doctora Maura Ramírez.

La académica de la UNAM señaló que esto hace que los niños, niñas y adolescentes tengan dificultades para interpretar sus propias emociones y las de otros, tengan conductas impulsivas y desinhibidas, presenten alteraciones de sueño, conductas de ansiedad, depresión o tomen decisiones riesgosas, además de pobre desempeño escolar y poca capacidad para cambiar de un aprendizaje a otro o comprender nuevas situaciones.

La exposición al humo ambiental o consumo de tabaco, la doctora Ramírez indicó que el 22% de los niños puede desarrollar trastornos mentales, en 21% prevalecen problemas de comportamiento, en 20% Trastornos del Déficit de Atención e Hiperactividad, 21% depresión y 19% en problemas de aprendizaje.

La especialista alertó que actualmente algunos estudios advierten que el consumo de cigarros ha disminuido; sin embargo, la nicotina se está consumiendo a través del vapeo de los cigarros electrónicos.

Indicó que un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública en 2022 encontró que 51% de los adolescentes y jóvenes mexicanos han escuchado del cigarro electrónico, y el 20% de ellos, cree que son menos dañinos que el cigarro tradicional, mientras que 10% ha probado el cigarro electrónico y 4% lo han hecho de manera exclusiva.

Un dato preocupante que arrojó esta investigación es que el inicio de vapeo está ocurriendo entre los 10 y 11 años de edad, alertó la especialista al destacar que el cigarro electrónico introduce la nicotina al organismo y al cerebro hasta en un 40% más rápido que el cigarro convencional, lo que aumenta de manera súbita el circuito de recompensa en el cerebro (dopamina) y, por ende, es mayor la probabilidad de adicción, además de daño cardiaco y pulmonar.

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Al indicar que el vapeo registró un aumento de 12% en 2017 contra el 2% que lo hacía en 2011, la especialista señaló que el consumo de nicotina en niños, niñas y adolescentes, independientemente de su forma de administración, provoca problemas de conducta, lentitud para pensar, dificultad para distinguir conductas riesgosas y para planear y conductas impulsivas.

Las especialistas advirtieron que el consumo de nicotina y alcohol en la adolescencia produce alteraciones permanentes en las habilidades cognitivas tempranas y complejas, así como en la capacidad para interpretar y entender las emociones; la empatía hacia otros, toma de decisiones y las habilidades para comprender las verdaderas intenciones de los demás y poder determinar situaciones ciertas o falsas.

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El consumo de alcohol y tabaco en niños, niñas y adolescentes provoca daños a nivel cerebral que afectan desde habilidades cognitivas, como aprendizaje, concentración y memoria, hasta funciones neurológicas más complejas relacionadas con la toma de decisiones, empatía, manejo de emociones y razonamiento.

Así lo alertaron las doctoras Claudia Montesinos, presidente de la Sociedad Mexicana de Pediatría, y Maura Ramírez, jefa de Laboratorio de Neuropsicología y Cognición de la Facultad de Psicología de la UNAM, al participar en el webinar “Consumo de alcohol y tabaco en menores de edad: impactos cerebrales y emocionales”, organizado por el Consejo de la Comunicación y la Fundación Gonzalo Ríos Arronte, como parte del movimiento por la salud “No está chido”.

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Las especialistas alertaron sobre el daño que puede provocar el consumo de cualquier tipo de sustancias a edad temprana, cuando el cerebro se encuentra en etapa de desarrollo.

La doctora Montesinos señaló que el consumo de tabaco y alcohol en menores “es una pandemia oculta que no hemos podido erradicar”, por lo que destacó la importancia de conocer y difundir los efectos adversos que producen estas sustancias en la salud, como una estrategia de prevención.

El consumo de tabaco y alcohol en menores “es una pandemia oculta que no hemos podido erradicar” / Foto: David Deolarte

La Organización Mundial de la Salud reconoce las adicciones como una enfermedad crónica y recurrente del cerebro. “La adicción se basa en la búsqueda de alivio, a través de sustancias, la persona enfrenta una incapacidad para controlarla, dificultad para abstenerse y la disminución del reconocimiento del problema”, indicó la especialista.

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La doctora Montesinos indicó que los adolescentes son un grupo vulnerable a desarrollar problemas serios con el consumo de alcohol, tabaco y otras adicciones, siendo más propensos aquellos que tienen historial familiar de abuso de sustancias o aquellos con problemas emocionales, falta de atención y baja autoestima.

“Se ha registrado una mayor posibilidad de ser fumador y haber consumido alcohol en aquellos adolescentes que tienen un trabajo remunerado, cuando nuestros niños no deberían tener un trabajo remunerado”, puntualizó la especialista al advertir que los apoyos económicos que reciben estudiantes a través de programas gubernamentales deben ser administrados y supervisados por los padres o tutores.

La OMS reconoce las adicciones como una enfermedad crónica y recurrente del cerebro / Foto: David Deolarte

Señaló que el consumo de tabaco y alcohol en hombres adolescentes es más alto en comparación con las adolescentes mujeres, en una relación de 1 mujer por cada 4.5 varones.

MÍLTIPLES TRASTORNOS

Cuando el consumo de tabaco se inicia en la adolescencia, es mayor la probabilidad de que continúe en etapa adulta. Esta adicción provoca cada año 50 mil muertes en México por enfermedades asociadas, lo que representa el 10% de toda la mortalidad a nivel nacional.

La doctora Claudia Montesinos indicó que la pérdida de años de vida saludable por tabaquismo es de aproximadamente 12 años. “En México hay 15 millones de fumadores, de ellos, 684 mil; es decir, 5% son adolescentes de 12 a 17 años, de los cuales, 74 mil menores fuman en promedio casi 6 cigarrillos al día y su primer cigarrillo fue a los 14 años”, apuntó.

Entre los problemas de salud que se presentan en etapas iniciales de consumo, los adolescentes refieren fatiga, problemas para conciliar el sueño, quejas de malestares en general (dolor de cabeza, de articulaciones), ojos enrojecidos, apáticos, tristeza y tos persistente.

A nivel emocional, indicó que hay cambios de personalidad, cambios rápidos de ánimo, comportamiento irresponsable, baja autoestima, depresión, retraimiento, falta de interés y bajo rendimiento escolar, debido a las alteraciones en memoria, racionamiento y aprendizaje.

La pérdida de años de vida saludable por tabaquismo es de aproximadamente 12 años / Foto: David Deolarte

La especialista advirtió que el problema no solo es de consumo, toda vez que el 40% de niños y adolescentes son fumadores pasivos que desde antes del nacimiento están expuestos al humo de segunda mano, lo que provoca muerte súbita (muerte de cuna), sibilancias precoces, enfermedad respiratoria recurrente, otitis e incluso desarrollo de asma.

En cuanto al consumo de alcohol, la especialista indicó que el 70% de la población mexicana consume alcohol en mayor o menor medida, por lo que constituye la principal causa de atención en servicios de urgencia, y se estima una pérdida promedio de 16 años de vida saludable cuando el consumo inicia en la adolescencia o juventud.

El alcohol es un depresivo del sistema nervioso central que bloquea el sistema cerebral responsable de controlar las inhibiciones, “por lo que los jóvenes se sienten desinhibidos, eufóricos y extrovertidos, lo que los alienta a continuar el consumo”, alertó.

“Al ser una sustancia depresora, también va a condicionar lo contrario y un cerebro que se encuentra en etapa de desarrollo tendrá una muerte neuronal más rápida”, indicó la doctora Montesinos al precisar que en el último año, 1 de cada 10 adolescentes reportó consumo de alcohol en el último mes, de ellos, 3% lo hizo de manera excesiva.

El 39.8% de niños y adolescentes (de 12 a 17 años) tienen antecedentes de consumo de alcohol; de ellos, 15.2% lo hace de manera excesiva, no obstante que esta adicción se relaciona al desarrollo de hasta 200 enfermedades, además de ser factor de alto riesgo de discapacidad y mortalidad, por accidentes vehiculares, lesiones y violencia.

“El consumo de alcohol causa alteraciones mentales, como: problemas de memoria, aprendizaje, concentración, riesgo de intoxicación y comportamientos sexuales de riesgo. Además, es detonante de estados de ansiedad, depresión, baja autoestima y suicidio”.

En adolescentes, el alcohol provoca alteraciones en el crecimiento, anemia por deficiencia de ácido fólico y deficiencia de complejo B, además de problemas cardiovasculares, neuropatía, alteraciones digestivas (esofagitis, colitis, gastritis), y es factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de mama, hígado, colon y recto, indicó la presidenta de la Sociedad Mexicana de Pediatría.

EFECTOS DEL ALCOHOL Y TABACO EN EL CEREBRO ADOLESCENTE

El cerebro humano se desarrolla por etapas, por lo que habilidades como hablar, caminar, ver o escuchar se desarrollan de forma más temprana, mientras que funciones cognitivas como la toma de decisiones, pensamiento complejo, razonamiento y la empatía tienen un desarrollo más lento.

La doctora Maura Ramírez explicó que las funciones más complejas se encuentran en la corteza prefrontal, cuyo nivel de maduración y conectividad neuronal es paulatino, y alcanza su desarrollo óptimo a partir de los 25 años.

Explicó que el consumo de drogas, como el tabaco y alcohol en edad temprana es un factor de vulnerabilidad en la actividad cerebral al provocar deficiencia en la capacidad de las neuronas para conectarse con otras.

“El consumo de alcohol en la etapa de la adolescencia afecta la zona prefrontal que ayuda a tomar decisiones y también la región conocida como sistema límbico que está compuesta de una serie de estructuras cerebrales que permiten integrar las emociones y darles una interpretación, no solo de lo que se siente individualmente, sino también darle una interpretación en el medio exterior”, explicó la especialista.

“En el estudio de cerebros de niños y adolescentes que tienen un consumo excesivo de alcohol se observa la pérdida de grupos neuronales, pero también hay un efecto donde no se pueden regenerar nuevas, e incluso, pueden dañar el cuerpo de la neurona dificultando la comunicación entre ellas”, puntualizó la doctora Maura Ramírez.

La académica de la UNAM señaló que esto hace que los niños, niñas y adolescentes tengan dificultades para interpretar sus propias emociones y las de otros, tengan conductas impulsivas y desinhibidas, presenten alteraciones de sueño, conductas de ansiedad, depresión o tomen decisiones riesgosas, además de pobre desempeño escolar y poca capacidad para cambiar de un aprendizaje a otro o comprender nuevas situaciones.

La exposición al humo ambiental o consumo de tabaco, la doctora Ramírez indicó que el 22% de los niños puede desarrollar trastornos mentales, en 21% prevalecen problemas de comportamiento, en 20% Trastornos del Déficit de Atención e Hiperactividad, 21% depresión y 19% en problemas de aprendizaje.

La especialista alertó que actualmente algunos estudios advierten que el consumo de cigarros ha disminuido; sin embargo, la nicotina se está consumiendo a través del vapeo de los cigarros electrónicos.

Indicó que un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública en 2022 encontró que 51% de los adolescentes y jóvenes mexicanos han escuchado del cigarro electrónico, y el 20% de ellos, cree que son menos dañinos que el cigarro tradicional, mientras que 10% ha probado el cigarro electrónico y 4% lo han hecho de manera exclusiva.

Un dato preocupante que arrojó esta investigación es que el inicio de vapeo está ocurriendo entre los 10 y 11 años de edad, alertó la especialista al destacar que el cigarro electrónico introduce la nicotina al organismo y al cerebro hasta en un 40% más rápido que el cigarro convencional, lo que aumenta de manera súbita el circuito de recompensa en el cerebro (dopamina) y, por ende, es mayor la probabilidad de adicción, además de daño cardiaco y pulmonar.

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Al indicar que el vapeo registró un aumento de 12% en 2017 contra el 2% que lo hacía en 2011, la especialista señaló que el consumo de nicotina en niños, niñas y adolescentes, independientemente de su forma de administración, provoca problemas de conducta, lentitud para pensar, dificultad para distinguir conductas riesgosas y para planear y conductas impulsivas.

Las especialistas advirtieron que el consumo de nicotina y alcohol en la adolescencia produce alteraciones permanentes en las habilidades cognitivas tempranas y complejas, así como en la capacidad para interpretar y entender las emociones; la empatía hacia otros, toma de decisiones y las habilidades para comprender las verdaderas intenciones de los demás y poder determinar situaciones ciertas o falsas.

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