La semana pasada Sara Lugo se vistió y maquilló para presentarse en el Metro de la Ciudad de México. Lleva más de 40 años trabajando como imitadora de Divine, un reconocido cantante estadounidense, icono LGBTQ, quien en la década de los setenta revolucionó el mundo drag y la música del high energy.
Después de más de dos horas para prepararse se trasladó desde San Pedro Xalpa, en la alcaldía Azcapotzalco, hasta la estación del Metro San Lázaro, donde fue recibida por la comunidad del high con aplausos, admiración y respeto.
Puede interesarte: Albergue LGBT+ denuncia acoso por proteger a víctima de terapias de conversión
“Hoy Sara tiene el reconocimiento del movimiento High en México, es un honor que se encuentre aquí”, expresó uno de los sonideros después de cuatro canciones que Sara interpretó en la pista de baile del Metro.
Cuando no tiene show, está en la Casa de las Muñecas Tiresias, una fundación que apoya a las personas trans, donde acompaña y orienta a las nuevas generaciones para realizar su cambio de identidad. También se ha convertido en una activista que asiste cada año a la marcha del Día Internacional de la Visibilidad Trans y del orgullo LGBT+.
“Cuando yo estaba en la secundaria el high energy era la música que estaba de moda, crecí en esos tiempos, siempre me gustó y me encanta el baile del high. Un día un amigo que tiene un sonido me dijo que me parecía a Divine, que lo imitara, yo ya imitaba a Lucha Villa y Lola Beltrán, pero cuando vi las portadas de los discos me gustó mucho y ahí empecé”, contó a El Sol de México.
Como una réplica de la estrella drag, la mujer trans de 60 años, viste extravagante y se maquilla de modo exagerado. Cejas gruesas color negro, pestañas extra largas, lunar prominente en la mejilla derecha, labios grandes color rojo, vestido de lentejuelas y peluca blanca.
“Cuando empecé en el show travesti era ropa de mi mamá que agarraba porque no trabajaba, acababa de salir de la escuela y no tenía cómo generar para comprarme mis cosas, entonces agarraba cosas de ella y de mis tías y así fue como inicié. Cuando comencé a tener ingresos invertí en mis vestuarios”, explicó.
Sara adoptó como un estilo de vida la imitación de este personaje y comenzó la forma de autoemplearse y generar ingresos. Actualmente es un icono reconocido en la Ciudad de México como “Mexican Divine”, quien ha pisado escenarios como el Hotel de México, la Sala de Armas, la Alberca Olímpica o el World Trade Center.
“Esto se ha convertido para mi un estilo de vida. Le digo a mi hermana que yo me quiero ir de este mundo maquillada y vestida de Divine, quiero que cuando me muera ella me maquille”, expresó.
Ella obtuvo su acta de nacimiento como mujer trans en mayo de 2022, donde finalmente logró cambiar su identidad de género y sentirse reconocida.
Según los datos públicos más recientes del Registro Civil de la Ciudad de México, durante 2022 se realizaron un total de 738 reasignaciones sexogenéricas administrativas.
El bloque de edad que concentró estas peticiones fue el de 18 a 30 años, con 490 solicitudes de personas trans. Le siguen el bloque de 31 a 40 años con 110 trámites y los menores de 12 a 17 con 63 reasignaciones. Luego está el bloque de personas de 41 a 50 años, con 49; el de 51 a 60 años con 23 y por último el de 61 a 70, con tres reasignaciones.
“Necesitamos hacernos visibles porque todavía hay mucho machismo y homofobia, por eso acompaño a las chicas en la Casa de las Muñecas Tiresias”, dice Sara.
IDENTIDAD
Rocío Suárez Hernández, directora del Centro de Apoyo de las Identidades Trans (CAIT), resaltó que aunque desde hace 16 años se realizó la primera reforma del Código Civil en la Ciudad de México para reconocer la identidad de género y que las mujeres trans puedan contar con su acta de nacimiento, es un documento que no les garantiza el acceso a empleos formales.
“El 44 por ciento de las personas que participaron en una encuesta que realizamos, señalan que principalmente les sirvió para contar con una identificación oficial el INE básicamente y para mejorar su autoestima, pero no les ha permitido acceder a empleos o a la educación por la estigmatización y discriminación”, señaló.
Durante estos años Sara ha trabajado con sonideros destacados en la música del high energy, como Polymarchs, y cada 15 días asiste al legendario centro nocturno, Patrick Miller, donde acuden a bailar los amantes de esta música. También se presenta en fiestas, salones y eventos donde la contraten.
De acuerdo con el Centro de Apoyo a las Identidades Trans (CAIT), 65 por ciento de las mujeres trans laboran en la informalidad en actividades como el trabajo sexual, estilismo y el autempleo como es el caso de las imitadoras de artistas o celebridaes.
Rocío Suárez explicó la importancia de que el proceso de transición de identidad de género se pueda iniciar desde la niñez para que tengan la oportunidad de desarrollarse en las escuelas de manera adecuada y contar con una carrera profesional que les permita contar con un empleo.
“Hay una competencia desigual por los empleos de las personas que cuentan con una carrera profesional y con experiencia contra las que no y esto pasa también con la población en general, pero las mujeres trans viven diversas desigualdades que no les permite desarrollarse en empleos formales”, manifestó.
Aunque Sara se siente afortunada de poder vivir con el dinero que genera de las imitaciones, también ha vivido discriminación y violencia por ser mujer trans, por lo que ha buscado otras alternativas para generar ingresos extra, como la venta de comida corrida y banquetes especiales.
“Yo nunca recurrí al trabajo sexual en la calle y me dediqué a esto, pero hay testimonios de otras chicas que se dedicaban al trabajo sexual y eran maltradas por los polícias, ni eso podían, trabajar bien. A mi cuando me llegaron a agarrar en la calle por ser trans era horrible, por eso actualmente no tenemos una pensión, ni una casa en Infonavit, no tenemos ninguna prestación porque no tuvimos la oportunidad de tener un empleo formal”, resaltó.
La directora del Centro de Apoyo de las Identidades Trans (CAIT), señaló que la falta de oportunidad en los empleos formales se debe principalmente por la discriminación y la falta de sensibilización de las personas que contratan el personal.
“Muchas veces ellas generan sus propios empleos como sobrevivencia porque no les dan la oportunidad. El ejemplo es el famoso currículum que les piden sobre cuántos empleos ha tenido y cuál es su experiencia, cuando sabemos que las mujeres trans han pasado por procesos de vulnerabilización, de estigmatización y no van a tener esta experiencia”, señaló.
➡️ Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante
De acuerdo con la Encuesta-T 2021 realizada por el CAIT, 45 por ciento de las mujeres trans cuentan con una licenciatura, 22.8 por ciento con bachillerato, 11.4 por ciento con secundaria, 2.7 por ciento con primaria, 10.5 por ciento con carrera técnica y 7.3 por ciento con maestría, doctorado y posgrado.
“Este trabajo me ha traído muchas satisfacciones, he conocido mucha gente con la que me ha tocado trabajar, con iconos sonideros del high energy y para mi ha sido todo un sueño hacer esto”, manifestó Sara.