/ martes 24 de noviembre de 2020

La violencia de género también viaja en transporte público

La diputada de Morena en la Ciudad de México, Ana Cristina Trejo, presentó una iniciativa para sancionar con cuatro años de prisión el acoso sexual en el transporte público

Una mirada constante recorría mis piernas mientras él iba sentado, en un vagón que viajaba sobre la Línea 1 del Metro, pocas cosas lo distraían de mi cuerpo, ese día vestí con falda poco arriba de la rodilla, luego me miraba el busto y yo tenía miedo decir algo, así que me aguanté y traté de ignorarlo y seguir con mi ruta.

Así comenzó su relato Sara Chávez para el periódico La Prensa, donde narró uno de los varios momentos en los que ha sufrido violencia dentro del Sistema de Transporte Público (STC) Metro, y que no se atrevió a denunciar, “por no perder el tiempo y por miedo a que no me creyeran”.

“Cuando te miran como si te quisieran tocar, o como si te quitaran la ropa con los ojos es un acto violento, te roban la paz, te llena de impotencia, te arrepientes de la ropa que usaste, aunque sean cosas sencillas”, expresó la usuaria.

En su relato describe varios episodios en los que se sintió acosada por la forma en que los hombres la han mirado, o cuando se percata de que lo hacen con otra mujer de manera “lasciva”, por lo que reclamar se ha convertido en su única herramienta en varios años.

“Reclamar no arregla nada, ellos se burlan de ti, si acaso alguien más interviene y por lo general son otras mujeres, pero no pasa de ahí y que ellos mismos se bajen del tren en la siguiente estación. Tampoco creo que mi denuncia trascienda, pero eso invisibiliza este tipo de violencia”, contó.

Actualmente, el Código Penal de la Ciudad de México castiga el acoso sexual con uno o tres años de prisión o una multa de hasta de 800 días de salario mínimo como multa, sin agravante por haber ocurrido en el transporte público.

Este sentido, la diputada de Morena en la Ciudad de México, Ana Cristina Trejo, presentó una iniciativa para sancionar con cuatro años de prisión el acoso sexual en el transporte público y pide que la persona que agreda física o verbalmente a otra en el transporte público tenga esta pena como una forma de asegurar un mejor tránsito en las calles.

“He tenido varias, y lo que más coraje me da es que nunca he denunciado porque siempre ha sido al momento de salir del vagón, y eso me impide ver al tipo”, dice Mariana Estrada, ella relata que a los 19 años vivió un episodio desagradable al viajar en la Línea 2 del Metro.

Al descender en Hidalgo, acompañada de su novio y la mamá del joven, con el vagón lleno, “yo me voy atrás de ellos dos y empujada por toda una multitud, sentí como alguien metió la mano a mis pants y calzones, me tocó la nalga, grité y volteé de inmediato, pero no identifiqué a mi agresor. Solo me enojé y seguí caminando sin creer que me habían tocado así”, contó.

Entre las anécdotas de Mariana, recuerda una a los 10 años de edad, “Iba sentada, mi mamá venía parada dándome la cara. Y el señor que estaba frente a mí se sacó el pene y me lo enseñó. Mi mamá no vio porque ella estaba a espaldas de él. Le grite a mi mamá y el cerdo bajo corriendo en la siguiente estación. Eso para mí fue muy traumante”.

La violencia sexual, a pesar de afectar a diversas personas, por lo general, son mujeres, niñas y niños quienes padecen las consecuencias en diversos ámbitos, uno de ellos, el transporte público o en las calles y por miedo o falta de tiempo no realizan una denuncia formal.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

Una mirada constante recorría mis piernas mientras él iba sentado, en un vagón que viajaba sobre la Línea 1 del Metro, pocas cosas lo distraían de mi cuerpo, ese día vestí con falda poco arriba de la rodilla, luego me miraba el busto y yo tenía miedo decir algo, así que me aguanté y traté de ignorarlo y seguir con mi ruta.

Así comenzó su relato Sara Chávez para el periódico La Prensa, donde narró uno de los varios momentos en los que ha sufrido violencia dentro del Sistema de Transporte Público (STC) Metro, y que no se atrevió a denunciar, “por no perder el tiempo y por miedo a que no me creyeran”.

“Cuando te miran como si te quisieran tocar, o como si te quitaran la ropa con los ojos es un acto violento, te roban la paz, te llena de impotencia, te arrepientes de la ropa que usaste, aunque sean cosas sencillas”, expresó la usuaria.

En su relato describe varios episodios en los que se sintió acosada por la forma en que los hombres la han mirado, o cuando se percata de que lo hacen con otra mujer de manera “lasciva”, por lo que reclamar se ha convertido en su única herramienta en varios años.

“Reclamar no arregla nada, ellos se burlan de ti, si acaso alguien más interviene y por lo general son otras mujeres, pero no pasa de ahí y que ellos mismos se bajen del tren en la siguiente estación. Tampoco creo que mi denuncia trascienda, pero eso invisibiliza este tipo de violencia”, contó.

Actualmente, el Código Penal de la Ciudad de México castiga el acoso sexual con uno o tres años de prisión o una multa de hasta de 800 días de salario mínimo como multa, sin agravante por haber ocurrido en el transporte público.

Este sentido, la diputada de Morena en la Ciudad de México, Ana Cristina Trejo, presentó una iniciativa para sancionar con cuatro años de prisión el acoso sexual en el transporte público y pide que la persona que agreda física o verbalmente a otra en el transporte público tenga esta pena como una forma de asegurar un mejor tránsito en las calles.

“He tenido varias, y lo que más coraje me da es que nunca he denunciado porque siempre ha sido al momento de salir del vagón, y eso me impide ver al tipo”, dice Mariana Estrada, ella relata que a los 19 años vivió un episodio desagradable al viajar en la Línea 2 del Metro.

Al descender en Hidalgo, acompañada de su novio y la mamá del joven, con el vagón lleno, “yo me voy atrás de ellos dos y empujada por toda una multitud, sentí como alguien metió la mano a mis pants y calzones, me tocó la nalga, grité y volteé de inmediato, pero no identifiqué a mi agresor. Solo me enojé y seguí caminando sin creer que me habían tocado así”, contó.

Entre las anécdotas de Mariana, recuerda una a los 10 años de edad, “Iba sentada, mi mamá venía parada dándome la cara. Y el señor que estaba frente a mí se sacó el pene y me lo enseñó. Mi mamá no vio porque ella estaba a espaldas de él. Le grite a mi mamá y el cerdo bajo corriendo en la siguiente estación. Eso para mí fue muy traumante”.

La violencia sexual, a pesar de afectar a diversas personas, por lo general, son mujeres, niñas y niños quienes padecen las consecuencias en diversos ámbitos, uno de ellos, el transporte público o en las calles y por miedo o falta de tiempo no realizan una denuncia formal.

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