/ martes 13 de septiembre de 2022

Devora mancha urbana suelos de conservación desde 1990

Las alcaldías Xochimilco, Tláhuac, Cuajimalpa, Milpa Alta, Tlalpan y Magdalena Contreras son las más afectadas, advierten expertos 

En la Ciudad de México no se detiene el avance de la marcha urbana y el crecimiento desordenado con sus asentamientos irregulares, en áreas del suelo de conservación y en zonas de alto riesgo, en las alcaldías Xochimilco, Tláhuac, Cuajimalpa, Milpa Alta, Tlalpan y Magdalena Contreras, regiones que albergan bosques, barrancas, cuencas, ríos y zonas de cultivos.

Estiman que diariamente se pierde una hectárea de suelo de conservación por deforestación, asentamientos irregulares y tala ilegal, de acuerdo con datos relevantes de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX.

Lee también: CFE deja sin agua a 100 mil vecinos de Ecatepec por adeudo de 2013

El 59% del territorio capitalino es suelo de conservación, distribuido en 9 delegaciones políticas, principalmente al sur, con más 900 asentamientos irregulares y más de 200 mil pobladores.

Partidos se aprovechan de la necesidad de la gente

Elizabeth Caracheo, académica de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, en entrevista con LA PRENSA, aseguró que el boom de la expansión urbana se registró en 1990. Con los cambios en la Ley Agraria del 1992, los ejidos se incorporan a los mercados inmobiliarios y aumentó la oferta de suelo más barato, en zonas de conservación y áreas de alto riesgo.

Recordó que la mayoría de las colonias populares en la Ciudad de México iniciaron como asentamientos irregulares.

Otro fenómeno que abonó al crecimiento desordenado fue que partidos políticos y organizaciones populares se aprovecharon de la necesidad de vivienda; “llevaban a la gente a mítines y protestas con la promesa de vivienda y se fueron invadiendo zonas ecológicas, minadas, cerros, bosques o áreas de cultivo”. Los tomaron como botín político de compra de votos, con promesas de regularización; ante autoridades muy permisivas”, refirió la especialista.

Crecen viviendas precarias en zonas altas

En zonas de reserva se pueden apreciar casas precarias que invaden las faldas del cerro, las orillas de ríos y de acuerdo con vecinos entrevistados en el pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, en Xochimilco, en los últimos 30 años se empezó a poblar de manera irregular las partes altas, como La Guadalupita, San Miguel, Las Torres, entre otras, donde no debería haber casas.

A la fecha, es un reto para las autoridades rescatar las zonas que de la noche a la mañana se invaden con viviendas, con basura o cascajo; en esa misma zona, la autoridad capitalina recuperó la Brecha.

Asimismo, productores de Milpa Alta destacan que luchan a diario para evitar que el suelo rural, se urbanice y no se permitan los asentamientos irregulares. Lo mismo sucede en San Juan Ixtayopan, en Tláhuac, con los campesinos que siembran diversos cultivos. Ellos platican que ha sido muy complicado detener la expansión y crecimiento desordenado en las áreas de cultivos.

“Aquí como es ejido no se puede construir, aunque sí ha habido varios intentos con casas de cartón y lámina, las autoridades correspondientes han tirado algunas viviendas”, comentó un productor de maíz.

Partidos políticos y organizaciones populares se aprovecharon de la necesidad de vivienda de la gente y eso aumentó el crecimiento desordenado de la mancha urbana / Foto: Ignacio Huitzil

En pandemia aumentó la invasión

El año pasado durante la pandemia por Covid-19, la invasión de zonas naturales protegidas, como San Salvador Cuauhtenco y San Francisco Tlalnepantla, en Milpa Alta; la zona del Ajusco, en Tlalpan, y en Magdalena Atlitic, en Magdalena Contreras.

En la carretera Picacho-Ajusco, en Tlalpan, se evidenció la invasión de casitas de lámina en el paraje Resumideros, de acuerdo con denuncias de vecinos.

Ante el crecimiento de asentamientos irregulares ubicados en la alcaldía Magdalena Contreras, como Cazulco, Ixtlahualtongo, Subestación, El Gavillero y Tecutlalpan, que combinan lotificación y vialidades irregulares, el Instituto de Geografía de la UNAM y esa alcaldía firmaron un convenio de colaboración.

Con lo cual van a realizar un diagnóstico para brindar apoyo en la atención del problema y proponer alternativas de solución, que quedó integrado al documento llamado “Actualización de estudios de afectación urbana y ambiental y de riesgo específico en cinco asentamientos humanos irregulares de la alcaldía Magdalena Contreras”.

Debido a ese crecimiento, la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr) destaca que las invasiones y la deforestación generan diversos problemas al medio ambiente, como la pérdida de hábitat de millones de especies y afectación a la calidad del suelo.

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Crecimiento de la mancha urbana

En ese sentido, Irma Escamilla Herrera, académica del Instituto de Geografía de la UNAM, apuntó que la principal afectación del suelo de conservación es la mancha urbana, que crece rápida y desordenadamente, sobre todo por los asentamientos irregulares en la periferia, en donde se mezclan pobreza y segregación socio-espacial.

Esto se refleja en las condiciones de las viviendas de autoconstrucción, muchas ocasiones improvisadas con materiales no consolidados y carentes de servicios básicos como agua potable, drenaje y luz (Gaceta Unam).

Los asentamientos inician con pequeñas familias que delimitan lo que consideran su terreno con la colocación de cuatro palos; luego autoconstruyen sus viviendas con cartón, lámina y tabicón. Inicialmente son poco visibles, y luego empiezan a crecer de manera desmedida, describió la experta.

Milpa Alta, Tlalpan y Xochimilco son las alcaldías con mayor superficie de suelo de conservación; le siguen Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón, Tláhuac y parte de Iztapalapa (el Cerro de la Estrella).

Esas áreas naturales protegidas son el hábitat de más de mil 800 especies de plantas y animales, algunas endémicas; permiten que haya captación de carbono, con la zona de cubierta vegetal de las serranías del sur; regulan el clima, facilitan la infiltración de agua en época de lluvias y favorecen la recarga de acuíferos, subrayó Escamilla Herrera.

El Instituto de Geografía ha realizado diversos estudios, mediante imágenes satelitales, que muestran el aumento de los asentamientos irregulares, “que van de comunidades de ocho a 10 personas, a colonias completas, con la consecuente pérdida de cobertura vegetal a causa de incendios ocasionados para la expansión de la frontera agrícola o la ocupación ilegal del suelo”.

Áreas naturales protegidas, 25

La capital mexicana cuenta con 25 Áreas Naturales Protegidas, que abarcan 21,661.31 hectáreas, representando 14.61 por ciento de la superficie total de la capital que están a cargo de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), algunas en coordinación entre ambas dependencia y alcaldías.

En entrevista con este diario, el arquitecto Claudio Nieto Rojas, jefe de carrera de la licenciatura en arquitectura de la Universidad La Salle, expuso que el siglo XX fue un periodo de expansión urbana y demográfica que se acentuó en todas las ciudades; se dio crecimiento desmedido, ante los nulos mecanismos políticos para controlar y proteger zonas de conservación, ríos, cerros que dieron origen a muchas colonias que ahora se ubican en áreas de alto riesgo.

El catedrático y urbanista explicó que la mancha urbana en la zona metropolitana del Valle de México se ha expandido por todos lados y se concentra en zonas no apropiadas para los asentamientos humanos.

Nieto Rojas citó que en el caso del sur o norte de la CDMX, en los municipios de Ecatepec, Tlalnepantla, fue avanzando la marcha urbana, “empezaron a aparecer pequeños asentamientos con un patrón de crecimiento desordenado”.

El arquitecto lasallista aclaró que la Ciudad de México tiene programas de desarrollo urbano en cada alcaldía y ahí se va marcando las zonas donde debería crecer la ciudad, con que usos y densidades, y si bien las zonas destinadas a conservación o cultivo, no debería haber asentamientos humanos, la realidad es distinta, ya que rebasan a la autoridad”.

En varios de esos asentamientos son terrenos poco accesibles y por ende es difícil aplicar la gestión urbana. “La gente va asentándose en edificaciones rurales de baja densidad, de autoconstrucción, sin aplicar los procedimientos de desarrollo urbano, como se hace en la zona céntrica de la ciudad, donde la construcción está más consolidada y concentrada”.

Falta planeación a corto plaza

En opinión del catedrático, hace falta más planeación, a corto plazo y mayor inspección para ir conteniendo el problema, aunque no sería la solución, ante la necesidad y alto precio de la vivienda.

“El gran problema que tiene la Zona Metropolitana del Valle de México es que no ha tenido una planeación significativa a largo plazo. En México existe la tendencia de ir muy acotados a los tiempos administrativos; pero en los proyectos de infraestructura se debe hacer una planificación a largo plazo, a 20 o 30 años, para que la ciudad se vaya reordenando y consolidando”.

“Se necesita voluntad política para generar varios instrumentos de planeación y mantenimiento que excedan tiempos administrativos que es lo que acota todo”.

El tema de los asentamientos humanos ha sido ampliamente estudiado en la academia y con la idea de cambiar el suelo urbano y rural, ante los procesos de expulsión al mercado inmobiliario que dificulta el ingreso a una vivienda por los altos costos, que no permite que la población vulnerable pueda tener acceso en zonas céntricas, puntualizó la maestra Caracheo Miguel.

Invasiones que afectan al medio ambiente

Los asentamientos irregulares en la periferia no sólo ocupan suelos de conservación, sino de alto riesgo, lo que se ha convertido en un problema de política pública y también con un gobierno permisivo.

Lo cual afecta el medio ambiente, a la filtración de agua, a la pérdida de zonas verdes de la capital y ha dado pie a desalojos de invasiones, para mantener esas zonas de conservación como sucede en el Ajusco, en los pueblos de Xochimilco, Tláhuac, Milpa Alta y Magdalena Contreras.

Si bien no es tan preciso el dato de todos los asentamientos irregulares en la ZMVM, porque no siempre se mide, y de repente ya hay personas instaladas, en áreas de alto riesgo ponen en peligro su integridad física, citó la arquitecta.

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De acuerdo con Evalúa de la CDMX, en 2010 había 877 asentamientos irregulares en una superficie de 2 mil 820 hectáreas, mientras que la Sedema citaba que en 2015 eran 812 las mayores concentraciones de asentamientos humanos irregulares en las alcaldías Tlalpan, Xochimilco y Milpa Alta, “pero es un hecho que los asentamientos se duplican”, indicó Elizabeth Caracheo.

Puntualizó que en los últimos 20 años, el área urbana creció 15 por ciento; en el 2000 la superficie era de 68 mil 939 hectáreas y ya en 2019 era de 79 mil 307 hectáreas; de acuerdo con datos del INEGI, en ese periodo se registró un aumento de 10 mil 368 nuevas hectáreas de suelo urbano.

Adelantó que en el Instituto de Geografía de la UNAM, se va a realizar un gran proyecto para la medición de los asentamientos humanos irregulares.

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En la Ciudad de México no se detiene el avance de la marcha urbana y el crecimiento desordenado con sus asentamientos irregulares, en áreas del suelo de conservación y en zonas de alto riesgo, en las alcaldías Xochimilco, Tláhuac, Cuajimalpa, Milpa Alta, Tlalpan y Magdalena Contreras, regiones que albergan bosques, barrancas, cuencas, ríos y zonas de cultivos.

Estiman que diariamente se pierde una hectárea de suelo de conservación por deforestación, asentamientos irregulares y tala ilegal, de acuerdo con datos relevantes de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX.

Lee también: CFE deja sin agua a 100 mil vecinos de Ecatepec por adeudo de 2013

El 59% del territorio capitalino es suelo de conservación, distribuido en 9 delegaciones políticas, principalmente al sur, con más 900 asentamientos irregulares y más de 200 mil pobladores.

Partidos se aprovechan de la necesidad de la gente

Elizabeth Caracheo, académica de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, en entrevista con LA PRENSA, aseguró que el boom de la expansión urbana se registró en 1990. Con los cambios en la Ley Agraria del 1992, los ejidos se incorporan a los mercados inmobiliarios y aumentó la oferta de suelo más barato, en zonas de conservación y áreas de alto riesgo.

Recordó que la mayoría de las colonias populares en la Ciudad de México iniciaron como asentamientos irregulares.

Otro fenómeno que abonó al crecimiento desordenado fue que partidos políticos y organizaciones populares se aprovecharon de la necesidad de vivienda; “llevaban a la gente a mítines y protestas con la promesa de vivienda y se fueron invadiendo zonas ecológicas, minadas, cerros, bosques o áreas de cultivo”. Los tomaron como botín político de compra de votos, con promesas de regularización; ante autoridades muy permisivas”, refirió la especialista.

Crecen viviendas precarias en zonas altas

En zonas de reserva se pueden apreciar casas precarias que invaden las faldas del cerro, las orillas de ríos y de acuerdo con vecinos entrevistados en el pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, en Xochimilco, en los últimos 30 años se empezó a poblar de manera irregular las partes altas, como La Guadalupita, San Miguel, Las Torres, entre otras, donde no debería haber casas.

A la fecha, es un reto para las autoridades rescatar las zonas que de la noche a la mañana se invaden con viviendas, con basura o cascajo; en esa misma zona, la autoridad capitalina recuperó la Brecha.

Asimismo, productores de Milpa Alta destacan que luchan a diario para evitar que el suelo rural, se urbanice y no se permitan los asentamientos irregulares. Lo mismo sucede en San Juan Ixtayopan, en Tláhuac, con los campesinos que siembran diversos cultivos. Ellos platican que ha sido muy complicado detener la expansión y crecimiento desordenado en las áreas de cultivos.

“Aquí como es ejido no se puede construir, aunque sí ha habido varios intentos con casas de cartón y lámina, las autoridades correspondientes han tirado algunas viviendas”, comentó un productor de maíz.

Partidos políticos y organizaciones populares se aprovecharon de la necesidad de vivienda de la gente y eso aumentó el crecimiento desordenado de la mancha urbana / Foto: Ignacio Huitzil

En pandemia aumentó la invasión

El año pasado durante la pandemia por Covid-19, la invasión de zonas naturales protegidas, como San Salvador Cuauhtenco y San Francisco Tlalnepantla, en Milpa Alta; la zona del Ajusco, en Tlalpan, y en Magdalena Atlitic, en Magdalena Contreras.

En la carretera Picacho-Ajusco, en Tlalpan, se evidenció la invasión de casitas de lámina en el paraje Resumideros, de acuerdo con denuncias de vecinos.

Ante el crecimiento de asentamientos irregulares ubicados en la alcaldía Magdalena Contreras, como Cazulco, Ixtlahualtongo, Subestación, El Gavillero y Tecutlalpan, que combinan lotificación y vialidades irregulares, el Instituto de Geografía de la UNAM y esa alcaldía firmaron un convenio de colaboración.

Con lo cual van a realizar un diagnóstico para brindar apoyo en la atención del problema y proponer alternativas de solución, que quedó integrado al documento llamado “Actualización de estudios de afectación urbana y ambiental y de riesgo específico en cinco asentamientos humanos irregulares de la alcaldía Magdalena Contreras”.

Debido a ese crecimiento, la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr) destaca que las invasiones y la deforestación generan diversos problemas al medio ambiente, como la pérdida de hábitat de millones de especies y afectación a la calidad del suelo.

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Crecimiento de la mancha urbana

En ese sentido, Irma Escamilla Herrera, académica del Instituto de Geografía de la UNAM, apuntó que la principal afectación del suelo de conservación es la mancha urbana, que crece rápida y desordenadamente, sobre todo por los asentamientos irregulares en la periferia, en donde se mezclan pobreza y segregación socio-espacial.

Esto se refleja en las condiciones de las viviendas de autoconstrucción, muchas ocasiones improvisadas con materiales no consolidados y carentes de servicios básicos como agua potable, drenaje y luz (Gaceta Unam).

Los asentamientos inician con pequeñas familias que delimitan lo que consideran su terreno con la colocación de cuatro palos; luego autoconstruyen sus viviendas con cartón, lámina y tabicón. Inicialmente son poco visibles, y luego empiezan a crecer de manera desmedida, describió la experta.

Milpa Alta, Tlalpan y Xochimilco son las alcaldías con mayor superficie de suelo de conservación; le siguen Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón, Tláhuac y parte de Iztapalapa (el Cerro de la Estrella).

Esas áreas naturales protegidas son el hábitat de más de mil 800 especies de plantas y animales, algunas endémicas; permiten que haya captación de carbono, con la zona de cubierta vegetal de las serranías del sur; regulan el clima, facilitan la infiltración de agua en época de lluvias y favorecen la recarga de acuíferos, subrayó Escamilla Herrera.

El Instituto de Geografía ha realizado diversos estudios, mediante imágenes satelitales, que muestran el aumento de los asentamientos irregulares, “que van de comunidades de ocho a 10 personas, a colonias completas, con la consecuente pérdida de cobertura vegetal a causa de incendios ocasionados para la expansión de la frontera agrícola o la ocupación ilegal del suelo”.

Áreas naturales protegidas, 25

La capital mexicana cuenta con 25 Áreas Naturales Protegidas, que abarcan 21,661.31 hectáreas, representando 14.61 por ciento de la superficie total de la capital que están a cargo de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), algunas en coordinación entre ambas dependencia y alcaldías.

En entrevista con este diario, el arquitecto Claudio Nieto Rojas, jefe de carrera de la licenciatura en arquitectura de la Universidad La Salle, expuso que el siglo XX fue un periodo de expansión urbana y demográfica que se acentuó en todas las ciudades; se dio crecimiento desmedido, ante los nulos mecanismos políticos para controlar y proteger zonas de conservación, ríos, cerros que dieron origen a muchas colonias que ahora se ubican en áreas de alto riesgo.

El catedrático y urbanista explicó que la mancha urbana en la zona metropolitana del Valle de México se ha expandido por todos lados y se concentra en zonas no apropiadas para los asentamientos humanos.

Nieto Rojas citó que en el caso del sur o norte de la CDMX, en los municipios de Ecatepec, Tlalnepantla, fue avanzando la marcha urbana, “empezaron a aparecer pequeños asentamientos con un patrón de crecimiento desordenado”.

El arquitecto lasallista aclaró que la Ciudad de México tiene programas de desarrollo urbano en cada alcaldía y ahí se va marcando las zonas donde debería crecer la ciudad, con que usos y densidades, y si bien las zonas destinadas a conservación o cultivo, no debería haber asentamientos humanos, la realidad es distinta, ya que rebasan a la autoridad”.

En varios de esos asentamientos son terrenos poco accesibles y por ende es difícil aplicar la gestión urbana. “La gente va asentándose en edificaciones rurales de baja densidad, de autoconstrucción, sin aplicar los procedimientos de desarrollo urbano, como se hace en la zona céntrica de la ciudad, donde la construcción está más consolidada y concentrada”.

Falta planeación a corto plaza

En opinión del catedrático, hace falta más planeación, a corto plazo y mayor inspección para ir conteniendo el problema, aunque no sería la solución, ante la necesidad y alto precio de la vivienda.

“El gran problema que tiene la Zona Metropolitana del Valle de México es que no ha tenido una planeación significativa a largo plazo. En México existe la tendencia de ir muy acotados a los tiempos administrativos; pero en los proyectos de infraestructura se debe hacer una planificación a largo plazo, a 20 o 30 años, para que la ciudad se vaya reordenando y consolidando”.

“Se necesita voluntad política para generar varios instrumentos de planeación y mantenimiento que excedan tiempos administrativos que es lo que acota todo”.

El tema de los asentamientos humanos ha sido ampliamente estudiado en la academia y con la idea de cambiar el suelo urbano y rural, ante los procesos de expulsión al mercado inmobiliario que dificulta el ingreso a una vivienda por los altos costos, que no permite que la población vulnerable pueda tener acceso en zonas céntricas, puntualizó la maestra Caracheo Miguel.

Invasiones que afectan al medio ambiente

Los asentamientos irregulares en la periferia no sólo ocupan suelos de conservación, sino de alto riesgo, lo que se ha convertido en un problema de política pública y también con un gobierno permisivo.

Lo cual afecta el medio ambiente, a la filtración de agua, a la pérdida de zonas verdes de la capital y ha dado pie a desalojos de invasiones, para mantener esas zonas de conservación como sucede en el Ajusco, en los pueblos de Xochimilco, Tláhuac, Milpa Alta y Magdalena Contreras.

Si bien no es tan preciso el dato de todos los asentamientos irregulares en la ZMVM, porque no siempre se mide, y de repente ya hay personas instaladas, en áreas de alto riesgo ponen en peligro su integridad física, citó la arquitecta.

No olvides seguirnos en Google Noticias para mantenerte informado

De acuerdo con Evalúa de la CDMX, en 2010 había 877 asentamientos irregulares en una superficie de 2 mil 820 hectáreas, mientras que la Sedema citaba que en 2015 eran 812 las mayores concentraciones de asentamientos humanos irregulares en las alcaldías Tlalpan, Xochimilco y Milpa Alta, “pero es un hecho que los asentamientos se duplican”, indicó Elizabeth Caracheo.

Puntualizó que en los últimos 20 años, el área urbana creció 15 por ciento; en el 2000 la superficie era de 68 mil 939 hectáreas y ya en 2019 era de 79 mil 307 hectáreas; de acuerdo con datos del INEGI, en ese periodo se registró un aumento de 10 mil 368 nuevas hectáreas de suelo urbano.

Adelantó que en el Instituto de Geografía de la UNAM, se va a realizar un gran proyecto para la medición de los asentamientos humanos irregulares.

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