La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM) dio a conocer que acompaña la eliminación de estigmas y tabúes en contra de las mujeres y personas menstruantes, así como el reconocimiento de su derecho a la gestión menstrual basada en la comodidad, el acceso a la información y la salud.
La Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM), Nashieli Ramírez Hernández, señaló lo anterior, durante su participación en el Parlamento Abierto sobre Salud de la Mujer y Personas Menstruantes, convocado por la Diputada Elva Agustina Vigil Hernández.
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De cuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Gestión Menstrual, de 2022, la carencia de agua y de insumos de higiene personal generan mayores posibilidades de que las mujeres y personas menstruantes adquieran una infección o enfermedad asociada o que sean víctimas de discriminación o estigmatización durante su periodo menstrual, lo que impacta en el ejercicio de sus derechos para asistir a la escuela o de ingreso y permanencia en el mercado laboral.
La discusión, agregó, contribuye a normalizar la atención a la salud menstrual en el espacio laboral y en otros ámbitos, y la aproximación -desde la salud pública- a un asunto relegado tradicionalmente al espacio doméstico y personal de las mujeres.
La Defensora capitalina comentó que el ejercicio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Essity ─empresa enfocada en higiene y salud─ y la colectiva Menstruación Digna México, señala que del 76% de las personas que utiliza toallas desechables, 31% tuvo dificultades para comprarlas; lo anterior, aunado a que, según datos del INEGI, en el país, sólo 52.3% de las personas cuenta con suministro constante de agua potable.
En ese contexto, insistió, se entiende que 42% de las niñas y adolescentes ha faltado alguna vez a clases por la menstruación: 20% se queda en casa por miedo a manchar la ropa, o a que los demás se den cuenta que está menstruando.
Puntualizó que la salud sexual y reproductiva incluyen la salud e higiene menstrual, al margen de que las mujeres elijan ser madres o no, por lo que el reconocimiento del derecho a la gestión menstrual debe partir del enfoque diferencial e interseccional del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y de los elementos de Disponibilidad, Accesibilidad, Aceptabilidad y Calidad.
Se refirió a la disponibilidad y número suficiente de bienes, servicios y programas públicos de salud que, en cuanto a salud e higiene menstrual, significan garantizar toallas sanitarias, tampones, copas menstruales y otras opciones, así como tratamientos para los dolores relacionados.
La accesibilidad debe ser entendida, apuntó, desde la no Discriminación, la accesibilidad física, económica y de información, por lo que la menstruación debe ser entendida como un proceso biológico que se presenta en mujeres o personas menstruantes privadas de la libertad, en situación de calle, con discapacidad y/o en condición de vulnerabilidad económica.
Al respecto, alertó que la menstruación y su gestión es parte de la agenda de los derechos humanos de las mujeres, adolescentes y niñas, como proceso biológico presente en las distintas etapas de sus vidas, incluidas las personas no binarias y/o que decidieron su transición.
La aceptabilidad refiere que los productos e insumos para la gestión menstrual deben ser respetuosos de la ética médica y culturalmente apropiados.
Garantizar una higiene menstrual de calidad implica, explicó Ramírez Hernández, que las mujeres y personas menstruantes tengan acceso a los productos e insumos novedosos, basados en evidencia científica y médica, como parte esencial en la integración del derecho a la salud en general y de la salud sexual y reproductiva.
La Presidenta de la CDHCM enfatizó que las Iniciativas en la Cámara de Diputados, sobre la salud e higiene menstrual relacionadas con la licencia médica o permiso para que las mujeres y personas menstruantes no asistan al centro de trabajo debido a malestares y dolores incapacitantes, deben ser analizadas y adecuadas para evitar que amplíen las brechas laborales.
“Vale la pena analizar si las licencias menstruales ponen el foco o no en un problema equivocado, pues en muchas ocasiones lo que hace insufrible el periodo no está asociado a factores biológicos, sino al entorno en el que se vive, a partir de condiciones laborales precarias, infraestructura de higiene inadecuada, falta de acceso a productos y servicios de salud menstrual, carencia de licencias por enfermedad, entre otros”, citó.
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