Ecatepec - Antonio Zosaya Morales, quien se desempeñaba como custodio foráneo de los Cuerpos de Seguridad Auxiliares del Estado de México (Cusaem), sufrió un accidente en servicio, el cual le provocó secuelas irreversibles y lo tiene incapacitado de por vida. Recibió un mal diagnóstico médico y lo quieren pensionar, pero por enfermedad general.
En la clínica del ISSEMyM Región 3, localizada en el centro de Ecatepec, recibió un mal diagnóstico por parte del médico asignado, quien desestimó las afectaciones físicas que Antonio padecía, lo cual provocó que este perdiera su patrimonio pagando tratamiento médico particular y que la empresa para la que laboraba, lo quiera pensionar por enfermedad general y no por riesgo de trabajo.
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"Les tocó ir a Cancún. Iban custodiando una camioneta y en Ciudad del Carmen los interceptó un vehículo con gente armada. Lograron evadirlos y llegar a un hotel. Ahí se resguardaron. En la madrugada escucharon un ruido y pensaron que los iban a robar y mi esposo bajo corriendo", dijo la señora Rosa Mejía, quien asiste al señor Antonio en todo momento.
Durante la madrugada del 14 de septiembre de 2018, el hombre que se desempeñaba como custodio trató de evitar un aparente robo. En dicha acción, debido a la falta de iluminación y a que no conocía el lugar, tropezó con un tope, cayó sobre al pavimento, golpeó su mandíbula de forma contundente y perdió el conocimiento.
"Cuando me caí, mis pies se levantaron. Me iba a dar una marometa, la barba me detuvo y me regresó para atrás, pero tronó y se me apagó la luz. Ya no supe nada", dice Antonio con voz pausada y pronunciando con dificultad, mientras sostiene con la mano derecha el bastón que le sirve para caminar, siempre a paso lento y con dificultad.
"Avisan del accidente y en lugar de que lo mandaran a descansar, lo mandan a otra custodia a Querétaro. Cuando regresó lo llevé a la clínica del ISSEMyM Ecatepec, traía desintería y le dieron una semana de incapacidad por esa enfermedad, pero no hicieron caso del golpe. Le dolía mucho el brazo", comentó la señora Rosa, quien denunció un mal trato por parte de médicos y personal administrativo que labora en dichas instalaciones.
Durante el mes de octubre siguiente, le otorgaron varios días de incapacidad, pero al regresar a laborar, le impusieron un servicio de 9:00 a 21:00 horas, los siete días de la semana, en una tienda de venta de electrodomésticos ubicada sobre la avenida Ticomán, como castigo por haberse ido a "descansar", siendo esta la dinámica recurrente en dicha empresa, según expresa el afectado.
Al paso del tiempo, las lesiones sufridas en las serviciales y en el cerebro, han ido mermando la condición física de Antonio, sin que los médicos de la clínica ubicada sobre avenida del Trabajo, esquina con avenida Revolución, en la colonia El Carmen, en el municipio de Ecatepec, realicen una valoración correcta. Lo han intentado dar de alta, obligándolo a presentarse a laborar.
En un diagnóstico emitido por la doctora Tania Inés Nava, del Instituto Nacional de Rehabilitación, ubicado en la alcaldía Tlalpan, se establece que "El paciente tiene evidentes lesiones crónicas y secuelas que imposibilitan definitivamente reintegración laboral al tipo de trabajo previamente realizado. Persiste con dolor, debilidad y adormecimiento de brazo derecho y limitación severa para la movilidad".
Por si fuera poco, la señora Rosa manifestó que su esposo fue víctima de una agresión por parte de un comandante de la corporación de seguridad y varios guardias, durante el pasado jueves 5 de octubre, en las instalaciones de Cusaem, ubicadas en la colonia La Loma, en el municipio de Tlalnepantla.
"Le quitaron su teléfono, lo privaron de la libertad y le causaron un trastorno. Voy a proceder legalmente", aseguró.
En la sala de su domicilio ubicado en la colonia Tulpetlac, en el municipio de Ecatepec, Antonio afirma que, si él acepta que se le pensione por un padecimiento crónico y no por accidente laboral, la empresa le estaría otorgando únicamente el 30 por ciento de su sueldo, lo cual, afirma, sería una percepción económica que no le permitiría mantener a su familia.
"Mis hijos tuvieron que dejar de estudiar, vendí mi casa y me quedé sin dinero. Ahora rento, no tengo un lugar propio donde vivir. Ahora, ¿qué futuro les voy a dar?", dijo Antonio, quien a más de cinco años del accidente que le cambió la vida, sigue buscando junto con su esposa que las autoridades intervengan para que su caso sea revisado y tratado de manera justa.
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