/ viernes 16 de septiembre de 2022

Así se vivió el Desfile Militar en la Ciudad de México

Después de que las actividades multitudinarias estuvieron limitadas por un par de años gracias a la pandemia, este 16 de septiembre miles de personas se dieron cita en las principales avenidas del Centro de la Ciudad de México para apreciar el tradicional desfile militar, y que fungió como el pretexto perfecto para unir familias y motivo suficiente para exaltar el orgullo de ser mexicanos.

Desde antes de las 8:00 horas de ayer, ya se veían llegar adultos y niños, ataviados con adornos tricolores o prendas típicas, con la ilusión de ver marchar a los integrantes de las Fuerzas Armadas y pasar un momento agradable.

Entre risas y comentarios chuscos, caminaba la señora Carmen, acompañada por sus dos hijos hacia Paseo de la Reforma. "Venimos desde Toluca a ver a mi nieto Ulises, que va a desfilar. Está en el Colegio Militar", dijo la abuela con evidente emoción, mientras apuraba el paso.

Tras un recorrido de 45 minutos, la señora Hortensia llegó a la capital desde el municipio de Coacalco, Estado de México, acompañada de un amigo, su hija y sus dos nietas, para presenciar por primera vez dicho evento. Ella llevaba un collar tricolor y una de las niñas un sombrero de charro.

Ya sobre Paseo de la Reforma, a unos metros de la Glorieta del Caballito, entre los asistentes estaba la señora Juanita, quien llegó desde la colonia Pensil acompañada por su hija, su yerno y tres de sus nietos.

"Tengo 47 años viniendo al desfile. Me gusta ver mucha gente, que vengan en familia. Ver la motivación es lo que me gusta, aunque no alcance a ver el desfile por cuidar a los más chicos".

La mujer de 62 años, compartía un vaso de sandía con los dos pequeños de 6 y 7 años, a los que acomodó en dos sillas rojas de plástico, sobre una mesa plegable, para que alcanzaran a observar. "El verles la cara de emoción es lo que más me llena, que se quieran sacar la foto con los soldados", manifestó.

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Entre la vendimia se podían observar unos banquitos de madera que eran adquiridos al por mayor, para aumentar la estatura unos 50 centímetros. "Hay de 100, 150 y 200" anunciaba la comerciante enfundada en un vestido negro con bordados sencillos.

Las tlayudas de a 35 pesos, preparadas con frijoles, nopales, queso y salsa, saciaban el hambre de los asistentes. También había tacos de suadero, longaniza y campechanos, esos costaban 20 y las aguas de sabor de a 25 el litro.

Al paso de los diferentes agrupamientos de la Guardia Nacional, mismos que encabezaron el contingente, los presentes otorgaron aplausos por mera inercia, pero al visualizar a los del uniforme verde olivo, comenzaron los gritos y los silbidos, eran los protagonistas esperados.

La belleza y gallardía de las mujeres soldado que tripulaban los vehículos del arma de Artillería, robaron suspiros. Estas respondieron a los piropos con una sonrisa y un saludo discreto.

"Sale chavos, me voy a enlistar", dijo al calor del momento Daniel, un joven de 23 años, quien asistió al evento acompañado por sus amigos por primera vez, tras la aparición de los integrantes del servicio de Transmisiones.

"Me gusta la formación y la educación que tienen, el armamento que utilizan, aunque honestamente nunca he tenido la intención de pertenecer al Ejército", comentó el joven mientras reía con sus acompañantes.

Y así, entre muestras de unidad, respeto y civilidad, se celebraron 212 años del inicio de la Independencia. No había ambiente más propicio para gritar con mucho orgullo: ¡Viva México!.

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Después de que las actividades multitudinarias estuvieron limitadas por un par de años gracias a la pandemia, este 16 de septiembre miles de personas se dieron cita en las principales avenidas del Centro de la Ciudad de México para apreciar el tradicional desfile militar, y que fungió como el pretexto perfecto para unir familias y motivo suficiente para exaltar el orgullo de ser mexicanos.

Desde antes de las 8:00 horas de ayer, ya se veían llegar adultos y niños, ataviados con adornos tricolores o prendas típicas, con la ilusión de ver marchar a los integrantes de las Fuerzas Armadas y pasar un momento agradable.

Entre risas y comentarios chuscos, caminaba la señora Carmen, acompañada por sus dos hijos hacia Paseo de la Reforma. "Venimos desde Toluca a ver a mi nieto Ulises, que va a desfilar. Está en el Colegio Militar", dijo la abuela con evidente emoción, mientras apuraba el paso.

Tras un recorrido de 45 minutos, la señora Hortensia llegó a la capital desde el municipio de Coacalco, Estado de México, acompañada de un amigo, su hija y sus dos nietas, para presenciar por primera vez dicho evento. Ella llevaba un collar tricolor y una de las niñas un sombrero de charro.

Ya sobre Paseo de la Reforma, a unos metros de la Glorieta del Caballito, entre los asistentes estaba la señora Juanita, quien llegó desde la colonia Pensil acompañada por su hija, su yerno y tres de sus nietos.

"Tengo 47 años viniendo al desfile. Me gusta ver mucha gente, que vengan en familia. Ver la motivación es lo que me gusta, aunque no alcance a ver el desfile por cuidar a los más chicos".

La mujer de 62 años, compartía un vaso de sandía con los dos pequeños de 6 y 7 años, a los que acomodó en dos sillas rojas de plástico, sobre una mesa plegable, para que alcanzaran a observar. "El verles la cara de emoción es lo que más me llena, que se quieran sacar la foto con los soldados", manifestó.

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Entre la vendimia se podían observar unos banquitos de madera que eran adquiridos al por mayor, para aumentar la estatura unos 50 centímetros. "Hay de 100, 150 y 200" anunciaba la comerciante enfundada en un vestido negro con bordados sencillos.

Las tlayudas de a 35 pesos, preparadas con frijoles, nopales, queso y salsa, saciaban el hambre de los asistentes. También había tacos de suadero, longaniza y campechanos, esos costaban 20 y las aguas de sabor de a 25 el litro.

Al paso de los diferentes agrupamientos de la Guardia Nacional, mismos que encabezaron el contingente, los presentes otorgaron aplausos por mera inercia, pero al visualizar a los del uniforme verde olivo, comenzaron los gritos y los silbidos, eran los protagonistas esperados.

La belleza y gallardía de las mujeres soldado que tripulaban los vehículos del arma de Artillería, robaron suspiros. Estas respondieron a los piropos con una sonrisa y un saludo discreto.

"Sale chavos, me voy a enlistar", dijo al calor del momento Daniel, un joven de 23 años, quien asistió al evento acompañado por sus amigos por primera vez, tras la aparición de los integrantes del servicio de Transmisiones.

"Me gusta la formación y la educación que tienen, el armamento que utilizan, aunque honestamente nunca he tenido la intención de pertenecer al Ejército", comentó el joven mientras reía con sus acompañantes.

Y así, entre muestras de unidad, respeto y civilidad, se celebraron 212 años del inicio de la Independencia. No había ambiente más propicio para gritar con mucho orgullo: ¡Viva México!.

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