/ lunes 11 de diciembre de 2023

Árbol de Navidad natural desde 500 a 2,500 pesos; impulsan su venta en el Ajusco

La producción de estos pinos salva las zonas boscosas y detiene el avance de la mancha urbana

Para los amantes de los árboles de Navidad naturales existen buenas opciones para comprarlos directamente a los productores, en la zona boscosa del Ajusco, donde se venden de diferentes tamaños y precios, que harán que se lleve el olor a pino a los hogares capitalinos. Y se ayuda a que los silvicultores de Tlalpan, con su labor en la tierra, paren el crecimiento de la marcha urbana.

La temporada de ventas arrancó en la última semana de noviembre. Una opción es ir a El Encinal, propiedad de Pedro Ávila Monterde, ubicado en el Paraje Punta de Cerro, en el Ejido Magdalena Petlacalco, en Tlalpan.

TE RECOMENDAMOS: Declaración como Área Natural Protegida del lago de Tláhuac-Xico permitirá conservación de la biodiversidad

O bien al Paraje Las Ratas. de Salvador Villaseca Romero, donde aún hay zonas boscosas ya sea en tierra comunal o ejidal.

Los dos, don Pedro de 71 años y Salvador de 42 años, siembran árboles de Navidad de dos especies oyamel (Abies religiosa) o ayacahuite, conocido como Vikingo, que tras seis años de cuidados ya tienen la altura necesaria para los compradores. El Encinal se ubica en el kilómetro 25 de la carretera federal a Cuernavaca.

Con una gran sonrisa y de trato amable, don Pedro, oriundo del pueblo de La Magdalena, padre de 6 hijos, 3 hombres y 3 mujeres, platicó que se inició en la silvicultura hace 18 años. Para este año sembró 1200 pinos, en hectárea y media, que se le dan con buena calidad, gracias a la asistencia técnica y apoyos de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, que también le permiten vender árboles a buen precio.

Señala sus árboles grandes y comenta que en 5 años logró esa altura. Y refirió que cada año vende cerca de 400 árboles, cuya temporada empezó el 20 de noviembre y termina el 24 de diciembre.

Foto: Aracely Martínez

Ávila Monterde con sus manos toscas por el pesado trabajo de años en la tierra describe que a cada árbol se le debe hacer su “jacalito” bien hecho para echarle agua, “y cuando ya no llueva, echarle su litro de agua cada 15 días por si los descuidas se muere”. Además, tienen que batallar contra las tuzas, roedores que se comen 500 árboles al año.

Los árboles se los donan del Vivero de la Corenard de San Luis Tlaxialtemalco, Xochimilco, quien rescata las semillas de los bosques, por lo cual dicen, “podemos ofrecer más barato los pinos navideños”.

Técnicos de la Comisión que laboran en los ARCAC (Áreas de Restauración y Conservación Ambiental Comunitarias) resaltan que los apoyos que les dan a los campesinos, a través del Programa Altépetl Bienestar es un incentivo para que no vendan sus terrenos y continúen sembrando la tierra.

Con este programa se lucha para que se detenga la marcha urbana y regenerar el suelo de la zona, con especies nativas o introducidas, describió el ingeniero en Agroecología, Víctor Martínez, quien es técnico productivo en la Corenadr.

En cada temporada tienen una merma del 10%. Y también padece que los mismos vecinos le roben algunos árboles cada año, indicó don Pedro.

El silvicultor, quien recordó que también fue chofer, señaló que los fraccionadores le han ofrecido comprar a 500 pesos el metro de tierra, pero no le interesa vender y quiere que se preserven las zonas boscosas del Ajusco.

Foto: Aracely Martínez

Los dos productores explicaron que los precios pueden ir desde los 500 hasta los 2 mil pesos. Por lo que invitan a los citadinos a acudir al Ajusco por su árbol de Navidad, para continuar protegiendo la zona de conservación y unos de los principales pulmones de CDMX.

Ambos son herederos de padres y abuelos y ellos y sus familias trabajan arduamente por mantener las zonas de cultivo en el Ajusco.

Paraje Las Ratas, con Salvador Villaseca

La parte del bosque donde ofrece sus árboles navideños Salvador Villaseca se encuentra en el kilómetro 36.5 de la carretera federal a Cuernavaca, en el paraje Las Maravillas y en Las Ratas, en San Miguel Topilejo.

Ayudando a su papá, Salvador inició en esta actividad agrícola desde 2002 en ocho hectáreas que antes se utilizaban para sembrar forraje, avena principalmente.

Describió que las personas que compran árboles naturales les gusta más el Oyamel y Ayacahuite, que en el Ajusco crecen de muy buena calidad, con un tiempo de vida de seis a ocho años en que alcanzan una altura óptima de 1.50 a 3 metros.

Foto: Aracely Martínez

"Se debe tener cuidado de su crecimiento, pues si pasan los 3 metros es difícil que las personas los compren para sus hogares; los más altos son para tiendas o plazas comerciales", citó.

Salvador Villaseca tiene hectáreas, donde calcula hay de 30 mil a 40 mil árboles, si se consideran 5 mil por hectárea, incluidos los que prepara para Navidad y los de cedro blanco que funciona como cortina natural.

En la entrevista, donde estuvimos acompañados por personal de Corenadr, Chava, oriundo de San Miguel Topilejo, comentó que él es uno de los dos productores de árboles navideños que quedan, de los 25 que iniciaron hace 20 años, cuando programas de gobierno ofrecieron apoyos, que se “erosionaron” con el tiempo, lo cual desanimó a los silvicultores.

Narró que en gobiernos anteriores les prometieron que se les apoyaría con un peso por árbol, “pero nos dieron un año y después dijeron que ya no había presupuesto”. Fueron a tocar puertas en las oficinas de la Conafor (Comisión Nacional Forestal), pero no hubo respuesta y “muchos compañeros tiraron la toalla”, porque consideraron que no es un negocio redituable.

Al recibirnos en su parcela, informó que los precios van de 500 pesos en adelante, costo que dice es muy barato, por todo el trabajo que implica, cafeteo, chapoteo y cuando hay plagas hay que fumigar.

Aclaró que con esta venta no talan el bosque, ya que plantamos, vendemos y siempre estamos reforestando.

Durante la temporada, que va del 22 de noviembre al 22 de diciembre, vende de 200 a 300 árboles.

PIDE SE DIFUNDA VENTA DE ÁRBOLES EN EL AJUSCO

El joven silvicultor, en compañía de su esposa Reyna, resaltó que falta difusión a su trabajo, para que la gente conozca los árboles que se producen en la Ciudad de México, porque muchos se van a Amecameca, en el Estado de México. Y aquí en CDMX, los pueden comprar más baratos y de gran calidad.

Hace un tiempo –recuerda– se realizó una feria del árbol en la explanada del paraje Las Maravillas, pero sólo fue uno o dos años, porque con los cambios en la alcaldía se vuelve a ”atorar” y no le dan la difusión.

Su papá en el 2002 sembró algunos de los árboles más altos que aún están en sus terrenos, pero su mayor ingreso es por la siembra avena, maíz cacahuacintle y maguey.

Argumentó que, en la presente administración, la Corenadr ha realizado spots, “pero siento que ha faltado un poco más de difusión”.

Por lo que invitó a los capitalinos “a comprar árboles y conocer la parte sur de la Ciudad de México, que es un pulmón y nosotros mantenemos esta área de preservación ecológica, donde seguimos trabajando.

“Somos pocas las personas, pero nos seguimos aferrando y manteniendo esta parte ecológica, porque la mancha urbana va creciendo”, afirma convencido.

Villaseca Romero expuso que en San Miguel Topilejo hay 430 comuneros inscritos y 230 ejidatarios, legalmente no está permitido fraccionar en zonas comunales o ecológicas, pero allá abajo, indica, ya hay muchas casas.

Asimismo, describió que en la parte comunal no hay un título que te certifique, tienes derecho a explotar el terreno, pero sólo eres un poseedor de la tierra; en ejido tienes certificado parcelario que te avala como poseedor. Esta condición también ha limitado el apoyo, manifiesta.

También recordó que el año pasado se registró un incendio en sus tierras, en la época de secas por el mes de marzo y se afectó cerca de una hectárea.

Con nostalgia recordó que cuando era niño, en el pueblo de Topilejo había mucha zona rural, pero ya ha crecido bastante la urbanización. "La gente en mi pueblo ya no quiere trabajar la tierra".

Lamentablemente, los cerros boscosos del Ajusco se están llenando de casas, por lo cual el gobierno capitalino a través de la Corenadr lucha para evitar asentamientos irregulares e invasiones que se comen la zona rural de la CDMX.

Compra árboles a los silvicultores

  • El Encinal, km 25 de la Carretera México-Cuernavaca, a 3 kilómetros del Oxxo de La Magdalena.
  • Paraje Las Ratas, acceso por el paraje Las Maravillas, km 36.5 de la Carretera federal México-Cuernavaca.

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Para los amantes de los árboles de Navidad naturales existen buenas opciones para comprarlos directamente a los productores, en la zona boscosa del Ajusco, donde se venden de diferentes tamaños y precios, que harán que se lleve el olor a pino a los hogares capitalinos. Y se ayuda a que los silvicultores de Tlalpan, con su labor en la tierra, paren el crecimiento de la marcha urbana.

La temporada de ventas arrancó en la última semana de noviembre. Una opción es ir a El Encinal, propiedad de Pedro Ávila Monterde, ubicado en el Paraje Punta de Cerro, en el Ejido Magdalena Petlacalco, en Tlalpan.

TE RECOMENDAMOS: Declaración como Área Natural Protegida del lago de Tláhuac-Xico permitirá conservación de la biodiversidad

O bien al Paraje Las Ratas. de Salvador Villaseca Romero, donde aún hay zonas boscosas ya sea en tierra comunal o ejidal.

Los dos, don Pedro de 71 años y Salvador de 42 años, siembran árboles de Navidad de dos especies oyamel (Abies religiosa) o ayacahuite, conocido como Vikingo, que tras seis años de cuidados ya tienen la altura necesaria para los compradores. El Encinal se ubica en el kilómetro 25 de la carretera federal a Cuernavaca.

Con una gran sonrisa y de trato amable, don Pedro, oriundo del pueblo de La Magdalena, padre de 6 hijos, 3 hombres y 3 mujeres, platicó que se inició en la silvicultura hace 18 años. Para este año sembró 1200 pinos, en hectárea y media, que se le dan con buena calidad, gracias a la asistencia técnica y apoyos de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, que también le permiten vender árboles a buen precio.

Señala sus árboles grandes y comenta que en 5 años logró esa altura. Y refirió que cada año vende cerca de 400 árboles, cuya temporada empezó el 20 de noviembre y termina el 24 de diciembre.

Foto: Aracely Martínez

Ávila Monterde con sus manos toscas por el pesado trabajo de años en la tierra describe que a cada árbol se le debe hacer su “jacalito” bien hecho para echarle agua, “y cuando ya no llueva, echarle su litro de agua cada 15 días por si los descuidas se muere”. Además, tienen que batallar contra las tuzas, roedores que se comen 500 árboles al año.

Los árboles se los donan del Vivero de la Corenard de San Luis Tlaxialtemalco, Xochimilco, quien rescata las semillas de los bosques, por lo cual dicen, “podemos ofrecer más barato los pinos navideños”.

Técnicos de la Comisión que laboran en los ARCAC (Áreas de Restauración y Conservación Ambiental Comunitarias) resaltan que los apoyos que les dan a los campesinos, a través del Programa Altépetl Bienestar es un incentivo para que no vendan sus terrenos y continúen sembrando la tierra.

Con este programa se lucha para que se detenga la marcha urbana y regenerar el suelo de la zona, con especies nativas o introducidas, describió el ingeniero en Agroecología, Víctor Martínez, quien es técnico productivo en la Corenadr.

En cada temporada tienen una merma del 10%. Y también padece que los mismos vecinos le roben algunos árboles cada año, indicó don Pedro.

El silvicultor, quien recordó que también fue chofer, señaló que los fraccionadores le han ofrecido comprar a 500 pesos el metro de tierra, pero no le interesa vender y quiere que se preserven las zonas boscosas del Ajusco.

Foto: Aracely Martínez

Los dos productores explicaron que los precios pueden ir desde los 500 hasta los 2 mil pesos. Por lo que invitan a los citadinos a acudir al Ajusco por su árbol de Navidad, para continuar protegiendo la zona de conservación y unos de los principales pulmones de CDMX.

Ambos son herederos de padres y abuelos y ellos y sus familias trabajan arduamente por mantener las zonas de cultivo en el Ajusco.

Paraje Las Ratas, con Salvador Villaseca

La parte del bosque donde ofrece sus árboles navideños Salvador Villaseca se encuentra en el kilómetro 36.5 de la carretera federal a Cuernavaca, en el paraje Las Maravillas y en Las Ratas, en San Miguel Topilejo.

Ayudando a su papá, Salvador inició en esta actividad agrícola desde 2002 en ocho hectáreas que antes se utilizaban para sembrar forraje, avena principalmente.

Describió que las personas que compran árboles naturales les gusta más el Oyamel y Ayacahuite, que en el Ajusco crecen de muy buena calidad, con un tiempo de vida de seis a ocho años en que alcanzan una altura óptima de 1.50 a 3 metros.

Foto: Aracely Martínez

"Se debe tener cuidado de su crecimiento, pues si pasan los 3 metros es difícil que las personas los compren para sus hogares; los más altos son para tiendas o plazas comerciales", citó.

Salvador Villaseca tiene hectáreas, donde calcula hay de 30 mil a 40 mil árboles, si se consideran 5 mil por hectárea, incluidos los que prepara para Navidad y los de cedro blanco que funciona como cortina natural.

En la entrevista, donde estuvimos acompañados por personal de Corenadr, Chava, oriundo de San Miguel Topilejo, comentó que él es uno de los dos productores de árboles navideños que quedan, de los 25 que iniciaron hace 20 años, cuando programas de gobierno ofrecieron apoyos, que se “erosionaron” con el tiempo, lo cual desanimó a los silvicultores.

Narró que en gobiernos anteriores les prometieron que se les apoyaría con un peso por árbol, “pero nos dieron un año y después dijeron que ya no había presupuesto”. Fueron a tocar puertas en las oficinas de la Conafor (Comisión Nacional Forestal), pero no hubo respuesta y “muchos compañeros tiraron la toalla”, porque consideraron que no es un negocio redituable.

Al recibirnos en su parcela, informó que los precios van de 500 pesos en adelante, costo que dice es muy barato, por todo el trabajo que implica, cafeteo, chapoteo y cuando hay plagas hay que fumigar.

Aclaró que con esta venta no talan el bosque, ya que plantamos, vendemos y siempre estamos reforestando.

Durante la temporada, que va del 22 de noviembre al 22 de diciembre, vende de 200 a 300 árboles.

PIDE SE DIFUNDA VENTA DE ÁRBOLES EN EL AJUSCO

El joven silvicultor, en compañía de su esposa Reyna, resaltó que falta difusión a su trabajo, para que la gente conozca los árboles que se producen en la Ciudad de México, porque muchos se van a Amecameca, en el Estado de México. Y aquí en CDMX, los pueden comprar más baratos y de gran calidad.

Hace un tiempo –recuerda– se realizó una feria del árbol en la explanada del paraje Las Maravillas, pero sólo fue uno o dos años, porque con los cambios en la alcaldía se vuelve a ”atorar” y no le dan la difusión.

Su papá en el 2002 sembró algunos de los árboles más altos que aún están en sus terrenos, pero su mayor ingreso es por la siembra avena, maíz cacahuacintle y maguey.

Argumentó que, en la presente administración, la Corenadr ha realizado spots, “pero siento que ha faltado un poco más de difusión”.

Por lo que invitó a los capitalinos “a comprar árboles y conocer la parte sur de la Ciudad de México, que es un pulmón y nosotros mantenemos esta área de preservación ecológica, donde seguimos trabajando.

“Somos pocas las personas, pero nos seguimos aferrando y manteniendo esta parte ecológica, porque la mancha urbana va creciendo”, afirma convencido.

Villaseca Romero expuso que en San Miguel Topilejo hay 430 comuneros inscritos y 230 ejidatarios, legalmente no está permitido fraccionar en zonas comunales o ecológicas, pero allá abajo, indica, ya hay muchas casas.

Asimismo, describió que en la parte comunal no hay un título que te certifique, tienes derecho a explotar el terreno, pero sólo eres un poseedor de la tierra; en ejido tienes certificado parcelario que te avala como poseedor. Esta condición también ha limitado el apoyo, manifiesta.

También recordó que el año pasado se registró un incendio en sus tierras, en la época de secas por el mes de marzo y se afectó cerca de una hectárea.

Con nostalgia recordó que cuando era niño, en el pueblo de Topilejo había mucha zona rural, pero ya ha crecido bastante la urbanización. "La gente en mi pueblo ya no quiere trabajar la tierra".

Lamentablemente, los cerros boscosos del Ajusco se están llenando de casas, por lo cual el gobierno capitalino a través de la Corenadr lucha para evitar asentamientos irregulares e invasiones que se comen la zona rural de la CDMX.

Compra árboles a los silvicultores

  • El Encinal, km 25 de la Carretera México-Cuernavaca, a 3 kilómetros del Oxxo de La Magdalena.
  • Paraje Las Ratas, acceso por el paraje Las Maravillas, km 36.5 de la Carretera federal México-Cuernavaca.

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