Se rompió la malaria de más de 23 años y muchos corrieron al Ángel de la Independencia. Cruz Azul tiene la novena estrella de su historia y había que festejarlo.
Muchos ni si quieren nacían cuando fue la última vez que fueron campeones, pero llevan sangre azul por sus venas por varias generaciones.
¡Campeones, Campeones!, era el grito de guerra de la fanaticada celeste para darle rienda suerte a las celebraciones.
Ya el Ángel de la Independencia era custodiado por ciento decenas de policías. A partir del silbatazo final de Fernando Hernández poco a poco llegaron los celeste al Ángel para ser una noche azul y festejar en grande la novena estrella.
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“Hoy no voy a dormir por fin mi amado equipo nos regaló el título. Adiós la Cruzazuleada ahora somos campeones”, dijo Job Hernández un aficionado de hueso colorado de la Máquina Celeste.
Y cada vez más el Ángel se pintaba de azul en una noche que nunca olvidará la fanaticada cementera.
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