/ viernes 14 de septiembre de 2018

Ángeles infernales

"EL MATAINDIGENTES" EL HOMBRE QUE QUISO LIMPIAR LACASA

Alfredo Sosa Entre los meses de enero y marzo de 1989, en laciudad de Guadalajara se sembró el pánico, debido a una serie deasesinatos cometidos contra nueve hombres; todos fueron ancianos,la mayoría indigentes y recibieron un tiro en la cabeza. Por sifuera poca coincidencia, todos los disparos fueron hechos con lamisma pistola, una Beretta calibre .765 browning, una arma pocousada por los delincuentes en las ciudades. En ese año, elGobernador del Estado, Guillermo Cosío Vidaurri, prometió a lasociedad acabar con la delincuencia con “mano dura” y movilizóa las corporaciones policiacas para dar con el misterioso asesinode viejitos. Sin embargo, la policía implementó algunos métodosun poco extravagantes, como disfrazar a algunos agentes depordioseros y los hizo escudriñar en la basura para atrapar alasesino, pero esto no dio resultados. La consigna del pueblo eracada vez más enérgica hacia el gobierno: “limpiar la casa”, ycomo las autoridades no podían, “El Mataindigentes” se sintiócon el derecho de asumir la misión. La noche del 27 de enero del89, unos socorristas de la Cruz Roja recibieron un llamado de queen la calle Juan Manuel, cerca con el cruce de Humboldt, a unascuantas cuadras de la Catedral Metropolitana, se encontraba elcuerpo de un hombre herido por arma de fuego. De inmediato losubieron a la ambulancia para trasladarlo a su central, sinembargo, en el camino perdió la vida. Horas después, la autopsiareveló que tenía una laceración debajo del ojo izquierdo,provocada por una bala calibre .765. Se trataba de José LuisGómez Sandoval, de 62 años. En la escena del crimen la policíano encontró más casquillos ni testigos de lo acontecido. Esanoche, una leyenda detestable había nacido. Como una pesadillarecurrente, otra vez el mismo escenario: la calle Juan Manuel, aunos metros de Humboldt, era el 23 de febrero. La policía hallóen este lugar el cadáver de Francisco Ibarra Ontiveros, de 60años, rotulista de profesión y vecino de la Colonia PostesCuates. Lo encontraron minutos después de las diez de la noche,boca abajo y con un disparo en el rostro, el mismo casquillo: un.765. Como en el primer caso, nadie vio ni escuchó algo. Lasautoridades no dudaron en relacionar los crímenes.

LA NUEVA VIOLENCIA DESPACHÓ AL VIEJO CRIMINALLa Cruz Roja recibió la mañana del 9 de marzo un nuevo llamado.Se trataba de un hombre tirado sobre la banqueta en la calleBeatriz Hernández casi esquina con Francisco Ayza, en la popularColonia Libertad. El sujeto fue asesinado de un tiro en el cráneo.Los peritos al tratar de reconstruir el homicidio, señalaron quefue sorprendido mientras dormía sobre una mugrosa colchoneta. Enla autopsia los forenses extrajeron la bala calibre .765 delcerebro de la víctima. Así es que el verdugo había cambiado derumbos pero no de hábitos. Dos días después, los investigadoresse sorprendieron al conocer la identidad del muerto. Se tratabanada más y nada menos, que de Roberto Alexander Hernández, de 89años. Así es, estimado lector, “El Mataindigentes”, porazares del destino se había despachado al famosísimo delincuentede los años 30 del siglo pasado: “El Raffles”. Pero ¿quiénfue ese hampón? ¿Cuáles fueron sus odiseas por las cuales sevolvió tan célebre? Digamos que ese tercer muerto, no eracualquier indigente.

César Librado: en sus ojos tenía un brillofatal Las engañó para violarlas y matarlas, ya queasí lo había decidido. Se levantaba de su asiento y se dirigíahacia ellas diciéndoles: “…si gritas te voy a dar en tumadre”. Le ofrecían sus pertenencias, pero él se negaba aaceptarlas. “No se trata de eso…; no hagas pedo, no quierolastimarte, no me hagas hacerte daño”; pero ya sabía que lasiba a asesinar para que no lo denunciaran. Carlos Álvarez

Con un bolso en la mano, cerca de las 6:00 horas del 26 dediciembre de 2011, César Librado regresó a su casa después deuna mortal doble jornada de trabajo. Se paró frente a la puertapor un instante, sabía lo que había hecho, pero no le importó,no sintió culpa ni arrepentimiento. Habiendo cometido su crimen,“El Coqueto” se decía que llevaba siendo un asesino desdehacía año y medio, aproximadamente, y nadie lo había detenido.Cuando era joven inició a trabajar como cacharpo y luego se hizochofer de una unidad Ford tipo Havre modelo 1991, en la ruta quecorre de Izcalli a Metro Chapultepec. Aquella unidad se hacíallamar “El Coqueto”; de tal manera que ambos se convirtieron encómplices desde que comenzaron a compartir el mote. Casi en vozalta, antes de entrar, se le escuchó decir, “ya hace un par dehoras que ella está muerta”. Pero al penetrar en su casa fueotro; un ser que sabía fingir. Le entregó el bolso a su esposa -yno era la primera vez que le daba obsequios-, sólo que en estaocasión le dijo que era su regalo de Navidad. Precisamente, año ymedio antes, el 21 de junio de 2010 César Armando LibradoLegorreta había iniciado su actividad criminal. No era extraño,para quien lo conocía, reconocer que este sujeto era soberbio ytosco, pues siempre trataba de llamar la atención de las mujeresde una manera rudimentaria, casi como un animal, cuyo temperamentoera bilioso. Pero aquel día de junio de 2010, una chica de 23años subió a la unidad “El Coqueto”, en Santa MónicaTlalnepantla. Pagó su pasaje hasta el Auditorio Nacional, pues sedirigía a la PGR; no obstante, al pasar por la clínica 58 delIMSS, la unidad comenzó a fallar, por lo cual César le dijo a lapasajera que descendiera; sin embargo, ella le pidió que la dejaramás adelante, porque estaba muy oscuro y se sentía vulnerable.Fue entonces cuando “El Coqueto” cerró las puertas, searrancó y ya no la dejó bajar. Ésa fue su primera víctima. Perono murió. Y a partir de su denuncia comenzaría la caza delchacal, aunque para lograr el cometido hubo que pasar un largotiempo. Cuando comenzó a atacarla, sus palabras fueron lapidarias:“Ya valió madre, no te pongas al pedo”. Y ella quedópetrificada y luego vulnerable, también debido a la golpiza que lepropinó. Entonces fingió estar muerta y él lo creyó. Era laprimera vez que desorganizadamente y guiado por un instinto como deun chacal que devoraba a su presa. Finalmente, luego de vejar sucuerpo despiadadamente y una vez colmado su apetito voraz, CésarArmado decidió tirar su cuerpo sobre la Avenida López Portillo,cerca de los tiraderos de basura de Rincón Verde. Así fue como suprimera víctima, quien sobrevivió, luego de solicitar ayuda y depoder regresar a su hogar, en compañía de sus familiares acudióa levantar la denuncia correspondiente. El suplicio que pasó parareponerse no terminaría pronto ni tan sencillo con sólo acudir alas autoridades, empero gracias a ella se inició con unainvestigación que tomaría largo tiempo para poner el dedo en lallaga del feminicida.

En dos años se volvió insaciable Así fueron sucediendo loshorripilantes crímenes. La segunda vez que actuó, cegado por laanimalidad de su chacal, había pasado un año. No hay certeza deque durante ese periodo en el que no se consignó hecho algunorespecto a su otredad violadora, no haya incurrido en otrosilícitos que no alcanzaran magnitudes desproporcionales como losque estaban por desatarse. Luego, en julio de 2011, una joven de 28años abordó “El Coqueto”, y, sin saberlo, pagó un pasaje almás allá. Antes de que descendiera de la unidad, “El Coqueto”le dijo que no se bajara y ofreció darle un “aventón”. Sinembargo, siempre supo que abusaría de ella. Así pues, CésarLibrado condujo alrededor de Avenida Constituyentes y en una calleoscura, aledaña a la avenida, se estacionó, apagó el motor yrepitió la misma operación que con su primera víctima. Pero enesa ocasión no la soltó, una vez que le aplicó la llamada“llave china”, y aunque ella luchó por su vida, no logrózafarse. Luego de aproximadamente cinco minutos, César percibióque había fallecido. Entonces, se dirigió a la Colonia Las Torresy arrojó su cuerpo en la zona industrial de Alce Blanco enNaucalpan. Tres meses más tarde, en octubre, volvería a asesinar.La víctima en esa ocasión fue una menor de edad que queríaregresar a su casa luego de asistir a un concierto en el AuditorioNacional. Afuera del ese recinto abordó la unidad y le preguntó aCésar si conocía un transporte que la acercara hacia el rumbo deIztapalapa. Aprovechando la oportunidad de sacar ventaja, seofreció a llevarla, no obstante, luego de perderse entre lascalles adyacentes al Metro Chapultepec, la violó, estranguló yposteriormente abandonó en la calle de General Prim, ColoniaJuárez, siendo la única víctima del entonces Distrito Federal.En noviembre salió a recorrer la ruta con ganas de matar. Elasedio era constante. Si de la primera a la segunda víctima habíatranscurrido alrededor de un año, después de asesinar a la menorde edad comenzó a victimar cada mes, luego dos veces por mes, comoen diciembre y enero; hasta que finalmente dieron con él, ya quesu estela de sangre, muerte e iniquidad habían dejado un rastronegro y violento, que condujo a las autoridades a sudetención.

"El Coqueto" negra espalda del mal...César mencionó que cada vez que mataba a una mujer seacordaba de un hecho que marcó su odio por ellas: un día, en lasecundaria, le pidió a una chica que fuera su novia con un mensajeen un papel; ella lo leyó frente a todos, burlándose de él,dejándolo en ridículo. Por eso, cada vez que él cometía uncrimen más, reafirmaba la idea de reivindicar su miserablepasado. Fue debido a un azaroso dato que lograron ubicar alchacal de la ruta 02, quien conducía su Ford Havre “ElCoqueto”. Como parte de las investigaciones y al hacer elrecuento del número de casos, que en los últimos meses se habíaincrementado, los agentes se percataron de que el teléfono móvilde una de las víctimas seguía en funcionamiento. Tras seguir estapista y al hacer el balance y la cadena de las similitudes entrelos asesinatos registrados entre julio de 2011 y enero de 2012-cuyo móvil había sido la violación y el estrangulamiento, paraluego abandonar los cuerpos-, los investigadores dieron contestigos que afirmaron haber visto por última vez a las ultimadasabordando un microbús. Así pues, al darse cuenta de que alcelular sólo le habían cambiado el chip, se dieron a la tarea delocalizar el equipo con base en la clave IMEI. De tal modo,lograron conseguir un historial de las últimas llamadas delusuario para obtener una probable ubicación. Luego de tener losresultados dieron con una mujer que frecuentaba principalmente doslugares: un kínder y el Fraccionamiento Izcalli Valle. De talsuerte, la subprocuradora Italy Ciani Sotomayor, al atar los cabos,retomó la investigación de la primera víctima sobreviviente yacudió en su ayuda para solicitar que proporcionara datos certerossobre el violador. Pero su herida aún no cicatrizaba y sentía quelas autoridades no habían hecho nada. No obstante, lasubprocuradora le habló de las otras víctimas, refiriendo quehabían estado siguiéndole el rastro al criminal, pero sólo hastaese momento tenían indicios claros para poder apresarlo. Despuésde todo, un chacal es un depredador y es él quien caza, pero lasituación se tornó distinta y ahora era él la presa de lasautoridades. Finalmente, la verdadera justiciera de esta historia,con todo el peso de lo ocurrido, aceptó colaborar. Y una vez quetuvieron el retrato hablado de César Armando Librado Legorretaasí como la ubicación de la colonia pudieron dar con el paraderodel chacal. Entonces, la Procuraduría giró la orden deaprehensión en su contra y mediante un dispositivo de seguridadmontado con 18 elementos se logró la captura de “El Coqueto”el día 23 de febrero de 2012.

Fuga, recaptura y condena Luego de su detención, “ElCoqueto” fue llevado a la Subprocuraduría de Justicia con sedeen Barrientos, en Tlalnepantla. Allí permaneció durante unasemana en un tercer piso, esposado de manos y pies. Pero tan prontocomo conociera los cargos que pesaban en su contra, lo único quealbergó en su oscuro pensamiento fue evadir la justicia. Se dijoque era custodiado por tres agentes de la Policía Ministerial; sinembargo, el Procurador Alfredo Castillo dio cuenta de que sólo setrató de un elemento el que lo vigilaba cuando se fugó el letalasesino. Al parecer, “El Coqueto” logró librarse de lasesposas fracturándose un dedo; luego se quitó un tenis y de esaforma se sacó las esposas de los pies. Entonces, con cables decomputadoras y teléfonos trató de formar una soga; pero cuandobajó por la ventana y al percatarse de que no iba a soportar supeso, intentó regresar, pero fue inútil, ya que se rompió elcable y cayó aproximadamente ocho metros. Ya en el piso y fueradel edificio, herido se arrastró por la calle, ya que al caer sehabía fracturado una pierna y lastimado la columna.Afortunadamente, un automovilista que transitaba por la zona, alver en mal estado al prófugo, se detuvo. Y con el pretexto de quehabía sido atropellado apeló a la buena voluntad del conductor,quien lo llevó a casa de un pariente. Y estando ahí, CésarArmando Librado Legorreta solicitó ser llevado con su padre, aquien confesaría sus crímenes. Luego entonces, su progenitordecidió brindarle apoyo; y lo trasladó a la casa de una tía,donde permaneció severos días sin poder moverse debido a laslesiones que sufrió luego de su fuga. A raíz de los hechosocurridos tras su huida, los elementos ministeriales tambiénescaparon, lo cual hizo creer que lo habían ayudado a fugarse. Detal modo, se ofreció una recompensa para obtener indicios quellevaran fundamentalmente a la captura del feminicida serialconocido como “El Coqueto”. Finalmente, luego de perseguirloafanosamente, el 3 de marzo de 2012 fue recapturado por agentes dela Procuraduría General del Estado de México. De inmediato lotrasladaron al hospital Adolfo López Mateos, pero se le dio elalta de allí y finalmente concluyó su deambular en la enfermeríade la penitenciaría de Barrientos. Posteriormente y de acuerdo conel debido proceso, fue condenado a 264 años de prisión por losasesinatos de siete mujeres y violación contra ocho féminas.

El silencio también es mortal así era "LaMataviejitas" En los casos de homicidio, al realizaruna observación minuciosa, existen considerables similitudes en elmodus operandi de diferentes tipos de crímenes no clasificadoscomo seriales, y esto es un problema, ya que en el futuro uno deesos podría ser el de un asesino serial.

De haber sabido, mejor ni hubiera nacido Tiempo antes, JuanaBarraza se dedicó a practicar el deporte del pancracio. En losencordados se hacía llamar La Dama del Silencio, debido a que ellamisma se consideraba alguien silente y solitaria, por lo cualencubría su identidad ataviándose con un antifaz de mariposa y untraje rosa con vivos plateados. Es verdad que luchó en varioscuadriláteros de diferentes partes del país, en pequeñas arenasy en varios pueblos, pero desgraciadamente tuvo que abandonar lalucha debido a una caída que la dejó lesionada, pues corría elriesgo de quedar paralítica, lo cual hubiera cesado su carreracriminal. Pero quiso el destino que la rabia incubara en ella poruna desgracia más. Ningún destino es justo, salvo quizá conaquellos que viven con la gentileza de un desconocido. Luego depadecer las miserias de una vida injusta, Juana comenzó -como todocriminal que se profesionalizará- a robar, desde nimiasautopartes, hasta el hurto en tiendas y a transeúntes; asimismo,inició con el ritual de adoración de la Santa Muerte. Si eldestino y el azar estaban en su contra, ella buscaría la forma dehacerle frente e inclinar la balanza a su favor, ya con hechizos,ya con amuletos. Comenzó a visitar a brujos. Sin embargo, la crudarealidad le pegó contundente, porque ni así logró mejorar susituación. Luego de retirarse como luchadora no le quedó más queser una simple promotora de este deporte. No obstante, era algo conlo que no podía costear la manutención de un hogar, de sus hijos,de su infernal vida llena de podredumbre e inmundicia. Así quedecidió dedicarse a ofrecer sus servicios como empleadadoméstica, ¿qué más puede hacer alguien que ha tenido torcidoel pasado, con el presente y el futuro desdibujados? Pero lavar yplanchar ajeno siempre es una infamia, ya que una se rompe el lomopor unos pocos pesos; aunque cuando se ama a un hijo… y más siel amor es triple. Perfilada ya en rambla del desacato a las buenascostumbres, al respeto a la vida ajena, Juana comenzó o, mejordicho, ascendió en la escala de la maldad. No le fue suficientedespojar de sus pertenencias a las personas o desvalijar un auto,quizá. No. Dentro de ella algo quería aniquilar esa angustia nomitigada e incesante causada por el pasado, el siempre pasado quela envolvía con el recuerdo de una horrenda madre a quien nuncasoportó. La mayoría de las personas viven entrampadas, peromuchos prefieren evitar caer en tentación, nunca se sabe cuándose caerá en una de las miles de trampas que tiene la vida. La ideaes evitarlo, sólo de ese modo puede mantenerse uno vivo, hasta quelo atrapan o muere. Por el año de 1996 Juana ya era azas diestraen cuestiones turbias. Inició realizando sus hazañas delictivasen compañía de su comadre Araceli. Comenzaron haciéndose pasarpor enfermeras, que prometían a los ancianos ayudarlos con suspensiones, pero al descuidarse los pobres viejos, éstas rapacesaprovechaban para despojarlos de sus pertenencias. Para Juana noera sólo robar, era como asistir a una cátedra para perfeccionarsus futuras fechorías. Es bien sabido que un asesino serialcomenienza quizá matando una araña, luego un pájaro, quizádespués un gato o un perro, y así va nutriendo su inquinapérfida, hasta que no basta con algo menor y da el salto a un serhumano. Para Juana, cada acto delictivo era una enseñanza paraperfeccionar su arte con el cable en el cuello ajeno.

Génesis del mal la asesina del silencio Existen fuentes queafirman que Juana asesinó por primera vez a una anciana el 25 denoviembre de 2002. No obstante, en otros registros se asienta quesu primera víctima, y quizá con la que asaltó la fama por laserie de crímenes que la harían una de las asesinas másrecodadas en los archivos de la historia infame de criminalesmexicanos de alta peligrosidad, fue en octubre de 2004. Sinembargo, aquella primera víctima vivía en la DelegaciónCoyoacán, una ancianita de 64 años que respondía al nombre deMaría. Como ya lo había ido perfeccionando desde tiempo antes,Juana se disfrazó de enfermera, ¿por qué elegir el blanco paraasesinar? Ése era el traje con el que embaucaba. Se ganó laconfianza de la señora María, quien la llevó a su casa, donde sequejó amargamente de sus males. Y allí estaba ella, la asesina,en silencio, escuchando por azar las penurias de la mujer mayor. Depronto, de la boca de la anciana emergieron palabras violentascontra la otrora luchadora, palabras filosas como las de unaestocada en un toro, que se estrellaron en el pequeño mundo deJuana; entonces su silencio se rompió, transformándose en ira. Nopudo entenderlo, de tal modo que despertó en ella la verdadasesina. Todo lo que siempre quiso y todo lo que siempre necesitóestuvo en sus manos; no las palabras que dañan siempre cuando sondichas con oprobio, sino el placer que se mantiene -justo como eldolor que llevaba manteniendo durante casi 40 años-, cuando semata a alguien. Juana perdió los estribos. Se abalanzó sobreMaría y con ambas manos -y tal vez utilizando algo a su alcanceque enredó en su cuello- poco a poco fue asfixiándola. Luego,como si nada, recorrió la casa tomándose su tiempo en el silenciomortuorio. Se hizo propietaria nueva de los viejos objetos que leparecieron de valor. Y luego se marchó. Quizá subrepticiamente sele presentó una revelación. Tanto tiempo tuvo que soportar losembates de la realidad, del destino, pero en el fondo sólo seconformaba con tener un patrón que le tenía tomada la medida.

Dos errores de “La Mataviejitas” Sus demás asesinatosserían realizados con el mismo modo de operar. En absolutamentetodos los casos las víctimas fueron mujeres de la tercera edad.Para lograr su cometido se disfrazaba de enfermera o de trabajadorasocial y se aseguraba que las ancianas vivieran solas. Las abordabaen parques, mercados, en alguna iglesia cercana a sus domicilios.Las observaba y elegía a las que

"EL MATAINDIGENTES" EL HOMBRE QUE QUISO LIMPIAR LACASA

Alfredo Sosa Entre los meses de enero y marzo de 1989, en laciudad de Guadalajara se sembró el pánico, debido a una serie deasesinatos cometidos contra nueve hombres; todos fueron ancianos,la mayoría indigentes y recibieron un tiro en la cabeza. Por sifuera poca coincidencia, todos los disparos fueron hechos con lamisma pistola, una Beretta calibre .765 browning, una arma pocousada por los delincuentes en las ciudades. En ese año, elGobernador del Estado, Guillermo Cosío Vidaurri, prometió a lasociedad acabar con la delincuencia con “mano dura” y movilizóa las corporaciones policiacas para dar con el misterioso asesinode viejitos. Sin embargo, la policía implementó algunos métodosun poco extravagantes, como disfrazar a algunos agentes depordioseros y los hizo escudriñar en la basura para atrapar alasesino, pero esto no dio resultados. La consigna del pueblo eracada vez más enérgica hacia el gobierno: “limpiar la casa”, ycomo las autoridades no podían, “El Mataindigentes” se sintiócon el derecho de asumir la misión. La noche del 27 de enero del89, unos socorristas de la Cruz Roja recibieron un llamado de queen la calle Juan Manuel, cerca con el cruce de Humboldt, a unascuantas cuadras de la Catedral Metropolitana, se encontraba elcuerpo de un hombre herido por arma de fuego. De inmediato losubieron a la ambulancia para trasladarlo a su central, sinembargo, en el camino perdió la vida. Horas después, la autopsiareveló que tenía una laceración debajo del ojo izquierdo,provocada por una bala calibre .765. Se trataba de José LuisGómez Sandoval, de 62 años. En la escena del crimen la policíano encontró más casquillos ni testigos de lo acontecido. Esanoche, una leyenda detestable había nacido. Como una pesadillarecurrente, otra vez el mismo escenario: la calle Juan Manuel, aunos metros de Humboldt, era el 23 de febrero. La policía hallóen este lugar el cadáver de Francisco Ibarra Ontiveros, de 60años, rotulista de profesión y vecino de la Colonia PostesCuates. Lo encontraron minutos después de las diez de la noche,boca abajo y con un disparo en el rostro, el mismo casquillo: un.765. Como en el primer caso, nadie vio ni escuchó algo. Lasautoridades no dudaron en relacionar los crímenes.

LA NUEVA VIOLENCIA DESPACHÓ AL VIEJO CRIMINALLa Cruz Roja recibió la mañana del 9 de marzo un nuevo llamado.Se trataba de un hombre tirado sobre la banqueta en la calleBeatriz Hernández casi esquina con Francisco Ayza, en la popularColonia Libertad. El sujeto fue asesinado de un tiro en el cráneo.Los peritos al tratar de reconstruir el homicidio, señalaron quefue sorprendido mientras dormía sobre una mugrosa colchoneta. Enla autopsia los forenses extrajeron la bala calibre .765 delcerebro de la víctima. Así es que el verdugo había cambiado derumbos pero no de hábitos. Dos días después, los investigadoresse sorprendieron al conocer la identidad del muerto. Se tratabanada más y nada menos, que de Roberto Alexander Hernández, de 89años. Así es, estimado lector, “El Mataindigentes”, porazares del destino se había despachado al famosísimo delincuentede los años 30 del siglo pasado: “El Raffles”. Pero ¿quiénfue ese hampón? ¿Cuáles fueron sus odiseas por las cuales sevolvió tan célebre? Digamos que ese tercer muerto, no eracualquier indigente.

César Librado: en sus ojos tenía un brillofatal Las engañó para violarlas y matarlas, ya queasí lo había decidido. Se levantaba de su asiento y se dirigíahacia ellas diciéndoles: “…si gritas te voy a dar en tumadre”. Le ofrecían sus pertenencias, pero él se negaba aaceptarlas. “No se trata de eso…; no hagas pedo, no quierolastimarte, no me hagas hacerte daño”; pero ya sabía que lasiba a asesinar para que no lo denunciaran. Carlos Álvarez

Con un bolso en la mano, cerca de las 6:00 horas del 26 dediciembre de 2011, César Librado regresó a su casa después deuna mortal doble jornada de trabajo. Se paró frente a la puertapor un instante, sabía lo que había hecho, pero no le importó,no sintió culpa ni arrepentimiento. Habiendo cometido su crimen,“El Coqueto” se decía que llevaba siendo un asesino desdehacía año y medio, aproximadamente, y nadie lo había detenido.Cuando era joven inició a trabajar como cacharpo y luego se hizochofer de una unidad Ford tipo Havre modelo 1991, en la ruta quecorre de Izcalli a Metro Chapultepec. Aquella unidad se hacíallamar “El Coqueto”; de tal manera que ambos se convirtieron encómplices desde que comenzaron a compartir el mote. Casi en vozalta, antes de entrar, se le escuchó decir, “ya hace un par dehoras que ella está muerta”. Pero al penetrar en su casa fueotro; un ser que sabía fingir. Le entregó el bolso a su esposa -yno era la primera vez que le daba obsequios-, sólo que en estaocasión le dijo que era su regalo de Navidad. Precisamente, año ymedio antes, el 21 de junio de 2010 César Armando LibradoLegorreta había iniciado su actividad criminal. No era extraño,para quien lo conocía, reconocer que este sujeto era soberbio ytosco, pues siempre trataba de llamar la atención de las mujeresde una manera rudimentaria, casi como un animal, cuyo temperamentoera bilioso. Pero aquel día de junio de 2010, una chica de 23años subió a la unidad “El Coqueto”, en Santa MónicaTlalnepantla. Pagó su pasaje hasta el Auditorio Nacional, pues sedirigía a la PGR; no obstante, al pasar por la clínica 58 delIMSS, la unidad comenzó a fallar, por lo cual César le dijo a lapasajera que descendiera; sin embargo, ella le pidió que la dejaramás adelante, porque estaba muy oscuro y se sentía vulnerable.Fue entonces cuando “El Coqueto” cerró las puertas, searrancó y ya no la dejó bajar. Ésa fue su primera víctima. Perono murió. Y a partir de su denuncia comenzaría la caza delchacal, aunque para lograr el cometido hubo que pasar un largotiempo. Cuando comenzó a atacarla, sus palabras fueron lapidarias:“Ya valió madre, no te pongas al pedo”. Y ella quedópetrificada y luego vulnerable, también debido a la golpiza que lepropinó. Entonces fingió estar muerta y él lo creyó. Era laprimera vez que desorganizadamente y guiado por un instinto como deun chacal que devoraba a su presa. Finalmente, luego de vejar sucuerpo despiadadamente y una vez colmado su apetito voraz, CésarArmado decidió tirar su cuerpo sobre la Avenida López Portillo,cerca de los tiraderos de basura de Rincón Verde. Así fue como suprimera víctima, quien sobrevivió, luego de solicitar ayuda y depoder regresar a su hogar, en compañía de sus familiares acudióa levantar la denuncia correspondiente. El suplicio que pasó parareponerse no terminaría pronto ni tan sencillo con sólo acudir alas autoridades, empero gracias a ella se inició con unainvestigación que tomaría largo tiempo para poner el dedo en lallaga del feminicida.

En dos años se volvió insaciable Así fueron sucediendo loshorripilantes crímenes. La segunda vez que actuó, cegado por laanimalidad de su chacal, había pasado un año. No hay certeza deque durante ese periodo en el que no se consignó hecho algunorespecto a su otredad violadora, no haya incurrido en otrosilícitos que no alcanzaran magnitudes desproporcionales como losque estaban por desatarse. Luego, en julio de 2011, una joven de 28años abordó “El Coqueto”, y, sin saberlo, pagó un pasaje almás allá. Antes de que descendiera de la unidad, “El Coqueto”le dijo que no se bajara y ofreció darle un “aventón”. Sinembargo, siempre supo que abusaría de ella. Así pues, CésarLibrado condujo alrededor de Avenida Constituyentes y en una calleoscura, aledaña a la avenida, se estacionó, apagó el motor yrepitió la misma operación que con su primera víctima. Pero enesa ocasión no la soltó, una vez que le aplicó la llamada“llave china”, y aunque ella luchó por su vida, no logrózafarse. Luego de aproximadamente cinco minutos, César percibióque había fallecido. Entonces, se dirigió a la Colonia Las Torresy arrojó su cuerpo en la zona industrial de Alce Blanco enNaucalpan. Tres meses más tarde, en octubre, volvería a asesinar.La víctima en esa ocasión fue una menor de edad que queríaregresar a su casa luego de asistir a un concierto en el AuditorioNacional. Afuera del ese recinto abordó la unidad y le preguntó aCésar si conocía un transporte que la acercara hacia el rumbo deIztapalapa. Aprovechando la oportunidad de sacar ventaja, seofreció a llevarla, no obstante, luego de perderse entre lascalles adyacentes al Metro Chapultepec, la violó, estranguló yposteriormente abandonó en la calle de General Prim, ColoniaJuárez, siendo la única víctima del entonces Distrito Federal.En noviembre salió a recorrer la ruta con ganas de matar. Elasedio era constante. Si de la primera a la segunda víctima habíatranscurrido alrededor de un año, después de asesinar a la menorde edad comenzó a victimar cada mes, luego dos veces por mes, comoen diciembre y enero; hasta que finalmente dieron con él, ya quesu estela de sangre, muerte e iniquidad habían dejado un rastronegro y violento, que condujo a las autoridades a sudetención.

"El Coqueto" negra espalda del mal...César mencionó que cada vez que mataba a una mujer seacordaba de un hecho que marcó su odio por ellas: un día, en lasecundaria, le pidió a una chica que fuera su novia con un mensajeen un papel; ella lo leyó frente a todos, burlándose de él,dejándolo en ridículo. Por eso, cada vez que él cometía uncrimen más, reafirmaba la idea de reivindicar su miserablepasado. Fue debido a un azaroso dato que lograron ubicar alchacal de la ruta 02, quien conducía su Ford Havre “ElCoqueto”. Como parte de las investigaciones y al hacer elrecuento del número de casos, que en los últimos meses se habíaincrementado, los agentes se percataron de que el teléfono móvilde una de las víctimas seguía en funcionamiento. Tras seguir estapista y al hacer el balance y la cadena de las similitudes entrelos asesinatos registrados entre julio de 2011 y enero de 2012-cuyo móvil había sido la violación y el estrangulamiento, paraluego abandonar los cuerpos-, los investigadores dieron contestigos que afirmaron haber visto por última vez a las ultimadasabordando un microbús. Así pues, al darse cuenta de que alcelular sólo le habían cambiado el chip, se dieron a la tarea delocalizar el equipo con base en la clave IMEI. De tal modo,lograron conseguir un historial de las últimas llamadas delusuario para obtener una probable ubicación. Luego de tener losresultados dieron con una mujer que frecuentaba principalmente doslugares: un kínder y el Fraccionamiento Izcalli Valle. De talsuerte, la subprocuradora Italy Ciani Sotomayor, al atar los cabos,retomó la investigación de la primera víctima sobreviviente yacudió en su ayuda para solicitar que proporcionara datos certerossobre el violador. Pero su herida aún no cicatrizaba y sentía quelas autoridades no habían hecho nada. No obstante, lasubprocuradora le habló de las otras víctimas, refiriendo quehabían estado siguiéndole el rastro al criminal, pero sólo hastaese momento tenían indicios claros para poder apresarlo. Despuésde todo, un chacal es un depredador y es él quien caza, pero lasituación se tornó distinta y ahora era él la presa de lasautoridades. Finalmente, la verdadera justiciera de esta historia,con todo el peso de lo ocurrido, aceptó colaborar. Y una vez quetuvieron el retrato hablado de César Armando Librado Legorretaasí como la ubicación de la colonia pudieron dar con el paraderodel chacal. Entonces, la Procuraduría giró la orden deaprehensión en su contra y mediante un dispositivo de seguridadmontado con 18 elementos se logró la captura de “El Coqueto”el día 23 de febrero de 2012.

Fuga, recaptura y condena Luego de su detención, “ElCoqueto” fue llevado a la Subprocuraduría de Justicia con sedeen Barrientos, en Tlalnepantla. Allí permaneció durante unasemana en un tercer piso, esposado de manos y pies. Pero tan prontocomo conociera los cargos que pesaban en su contra, lo único quealbergó en su oscuro pensamiento fue evadir la justicia. Se dijoque era custodiado por tres agentes de la Policía Ministerial; sinembargo, el Procurador Alfredo Castillo dio cuenta de que sólo setrató de un elemento el que lo vigilaba cuando se fugó el letalasesino. Al parecer, “El Coqueto” logró librarse de lasesposas fracturándose un dedo; luego se quitó un tenis y de esaforma se sacó las esposas de los pies. Entonces, con cables decomputadoras y teléfonos trató de formar una soga; pero cuandobajó por la ventana y al percatarse de que no iba a soportar supeso, intentó regresar, pero fue inútil, ya que se rompió elcable y cayó aproximadamente ocho metros. Ya en el piso y fueradel edificio, herido se arrastró por la calle, ya que al caer sehabía fracturado una pierna y lastimado la columna.Afortunadamente, un automovilista que transitaba por la zona, alver en mal estado al prófugo, se detuvo. Y con el pretexto de quehabía sido atropellado apeló a la buena voluntad del conductor,quien lo llevó a casa de un pariente. Y estando ahí, CésarArmando Librado Legorreta solicitó ser llevado con su padre, aquien confesaría sus crímenes. Luego entonces, su progenitordecidió brindarle apoyo; y lo trasladó a la casa de una tía,donde permaneció severos días sin poder moverse debido a laslesiones que sufrió luego de su fuga. A raíz de los hechosocurridos tras su huida, los elementos ministeriales tambiénescaparon, lo cual hizo creer que lo habían ayudado a fugarse. Detal modo, se ofreció una recompensa para obtener indicios quellevaran fundamentalmente a la captura del feminicida serialconocido como “El Coqueto”. Finalmente, luego de perseguirloafanosamente, el 3 de marzo de 2012 fue recapturado por agentes dela Procuraduría General del Estado de México. De inmediato lotrasladaron al hospital Adolfo López Mateos, pero se le dio elalta de allí y finalmente concluyó su deambular en la enfermeríade la penitenciaría de Barrientos. Posteriormente y de acuerdo conel debido proceso, fue condenado a 264 años de prisión por losasesinatos de siete mujeres y violación contra ocho féminas.

El silencio también es mortal así era "LaMataviejitas" En los casos de homicidio, al realizaruna observación minuciosa, existen considerables similitudes en elmodus operandi de diferentes tipos de crímenes no clasificadoscomo seriales, y esto es un problema, ya que en el futuro uno deesos podría ser el de un asesino serial.

De haber sabido, mejor ni hubiera nacido Tiempo antes, JuanaBarraza se dedicó a practicar el deporte del pancracio. En losencordados se hacía llamar La Dama del Silencio, debido a que ellamisma se consideraba alguien silente y solitaria, por lo cualencubría su identidad ataviándose con un antifaz de mariposa y untraje rosa con vivos plateados. Es verdad que luchó en varioscuadriláteros de diferentes partes del país, en pequeñas arenasy en varios pueblos, pero desgraciadamente tuvo que abandonar lalucha debido a una caída que la dejó lesionada, pues corría elriesgo de quedar paralítica, lo cual hubiera cesado su carreracriminal. Pero quiso el destino que la rabia incubara en ella poruna desgracia más. Ningún destino es justo, salvo quizá conaquellos que viven con la gentileza de un desconocido. Luego depadecer las miserias de una vida injusta, Juana comenzó -como todocriminal que se profesionalizará- a robar, desde nimiasautopartes, hasta el hurto en tiendas y a transeúntes; asimismo,inició con el ritual de adoración de la Santa Muerte. Si eldestino y el azar estaban en su contra, ella buscaría la forma dehacerle frente e inclinar la balanza a su favor, ya con hechizos,ya con amuletos. Comenzó a visitar a brujos. Sin embargo, la crudarealidad le pegó contundente, porque ni así logró mejorar susituación. Luego de retirarse como luchadora no le quedó más queser una simple promotora de este deporte. No obstante, era algo conlo que no podía costear la manutención de un hogar, de sus hijos,de su infernal vida llena de podredumbre e inmundicia. Así quedecidió dedicarse a ofrecer sus servicios como empleadadoméstica, ¿qué más puede hacer alguien que ha tenido torcidoel pasado, con el presente y el futuro desdibujados? Pero lavar yplanchar ajeno siempre es una infamia, ya que una se rompe el lomopor unos pocos pesos; aunque cuando se ama a un hijo… y más siel amor es triple. Perfilada ya en rambla del desacato a las buenascostumbres, al respeto a la vida ajena, Juana comenzó o, mejordicho, ascendió en la escala de la maldad. No le fue suficientedespojar de sus pertenencias a las personas o desvalijar un auto,quizá. No. Dentro de ella algo quería aniquilar esa angustia nomitigada e incesante causada por el pasado, el siempre pasado quela envolvía con el recuerdo de una horrenda madre a quien nuncasoportó. La mayoría de las personas viven entrampadas, peromuchos prefieren evitar caer en tentación, nunca se sabe cuándose caerá en una de las miles de trampas que tiene la vida. La ideaes evitarlo, sólo de ese modo puede mantenerse uno vivo, hasta quelo atrapan o muere. Por el año de 1996 Juana ya era azas diestraen cuestiones turbias. Inició realizando sus hazañas delictivasen compañía de su comadre Araceli. Comenzaron haciéndose pasarpor enfermeras, que prometían a los ancianos ayudarlos con suspensiones, pero al descuidarse los pobres viejos, éstas rapacesaprovechaban para despojarlos de sus pertenencias. Para Juana noera sólo robar, era como asistir a una cátedra para perfeccionarsus futuras fechorías. Es bien sabido que un asesino serialcomenienza quizá matando una araña, luego un pájaro, quizádespués un gato o un perro, y así va nutriendo su inquinapérfida, hasta que no basta con algo menor y da el salto a un serhumano. Para Juana, cada acto delictivo era una enseñanza paraperfeccionar su arte con el cable en el cuello ajeno.

Génesis del mal la asesina del silencio Existen fuentes queafirman que Juana asesinó por primera vez a una anciana el 25 denoviembre de 2002. No obstante, en otros registros se asienta quesu primera víctima, y quizá con la que asaltó la fama por laserie de crímenes que la harían una de las asesinas másrecodadas en los archivos de la historia infame de criminalesmexicanos de alta peligrosidad, fue en octubre de 2004. Sinembargo, aquella primera víctima vivía en la DelegaciónCoyoacán, una ancianita de 64 años que respondía al nombre deMaría. Como ya lo había ido perfeccionando desde tiempo antes,Juana se disfrazó de enfermera, ¿por qué elegir el blanco paraasesinar? Ése era el traje con el que embaucaba. Se ganó laconfianza de la señora María, quien la llevó a su casa, donde sequejó amargamente de sus males. Y allí estaba ella, la asesina,en silencio, escuchando por azar las penurias de la mujer mayor. Depronto, de la boca de la anciana emergieron palabras violentascontra la otrora luchadora, palabras filosas como las de unaestocada en un toro, que se estrellaron en el pequeño mundo deJuana; entonces su silencio se rompió, transformándose en ira. Nopudo entenderlo, de tal modo que despertó en ella la verdadasesina. Todo lo que siempre quiso y todo lo que siempre necesitóestuvo en sus manos; no las palabras que dañan siempre cuando sondichas con oprobio, sino el placer que se mantiene -justo como eldolor que llevaba manteniendo durante casi 40 años-, cuando semata a alguien. Juana perdió los estribos. Se abalanzó sobreMaría y con ambas manos -y tal vez utilizando algo a su alcanceque enredó en su cuello- poco a poco fue asfixiándola. Luego,como si nada, recorrió la casa tomándose su tiempo en el silenciomortuorio. Se hizo propietaria nueva de los viejos objetos que leparecieron de valor. Y luego se marchó. Quizá subrepticiamente sele presentó una revelación. Tanto tiempo tuvo que soportar losembates de la realidad, del destino, pero en el fondo sólo seconformaba con tener un patrón que le tenía tomada la medida.

Dos errores de “La Mataviejitas” Sus demás asesinatosserían realizados con el mismo modo de operar. En absolutamentetodos los casos las víctimas fueron mujeres de la tercera edad.Para lograr su cometido se disfrazaba de enfermera o de trabajadorasocial y se aseguraba que las ancianas vivieran solas. Las abordabaen parques, mercados, en alguna iglesia cercana a sus domicilios.Las observaba y elegía a las que

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