/ domingo 25 de octubre de 2020

"Sin cansarnos"

Quisiera escribir que ya estamos de salida, pero faltan muchos meses todavía para pensar en qué estaremos libres de esta emergencia.

Ya sé que el cansancio físico y mental nos alcanzó, sin embargo, ignorar que estamos al borde de un nuevo confinamiento sería fatal, en más de un sentido, para la Ciudad de México y el país.

Por eso debemos seguir con la guardia alta, mantenernos sanos el mayor tiempo posible y planear que, noviembre y diciembre no serán momentos de reuniones, festejos y celebración.

Se lee difícil, aunque es la única forma en que este virus no aumentará las pérdidas en vidas, en trabajo y en la economía familiar.

La decisión tiene que venir de nosotros, las y los ciudadanos, para que entremos en una nueva etapa de cuidados e higiene. Las autoridades no podrán cumplir con sus pronósticos si no cuentan con nuestra colaboración y la vacuna funcionará si estamos en niveles moderados de contagio y hospitalización.

Queda de nuestro lado de la cancha pedir que todas y todos llevemos cubrebocas, lavarnos las manos constantemente y traer gel antibacterial.

De lo contrario, una semana o dos de nuevo confinamiento dañarán por mucho tiempo el desarrollo de nuestra capital. Para empezar, han quedado suspendida la celebración del 12 de diciembre y nosotros debemos hacer lo mismo con las posadas, las fiestas de fin de año y hasta con la cena de Navidad.

Lo que hagamos y resolvamos ahora será la diferencia durante el primer trimestre del 2021, cuando la esperada vacunación tendrá que iniciar con el heroico personal de salud, los sectores esenciales, las y los adultos mayores, niñas, niños, jóvenes, y después el resto.

Eso podría llevarnos a una probable salida general de estas restricciones hasta mayo o junio, si bien nos va.

Por eso la importancia de adecuarnos a la presencia del virus, pero sin hacer crecer los contagios. No sabemos todavía cómo tratar la Covid-19 y tampoco hay un patrón claro sobre la forma en que afecta a cada persona, por lo que será de mucho riesgo pensar que con la pura vacuna, cuando nos toque, nos defenderá al cien por ciento.

Si después de nueve meses ya sentimos hartazgo de está situación, imaginemos seis meses más bajo estas medidas. Pero no hay de otra, por nuestras familias y por nosotros, de hacerlo de otra manera.

Sigamos guardando sana distancia, estemos en casa lo más posible y cuidemos no reunirnos, mucho menos en lugares cerrados.

¿Esto arruinará nuestras fiestas de este año? No lo sé, lo que sí puedo asegurar por casos cercanos, es que no hay fiesta, ni fecha, que sustituya a un ser querido, a un amigo, que pierde la vida a manos de este virus.

Así que la prioridad es seguir sanos y no recaer. Juntos podemos lograrlo si aceptamos que estas nuevas reglas las autorizamos como sociedad y no necesitamos de ninguna autoridad para que no esté imponiendo acciones que son en nuestro beneficio.

Es una tarea de convencimiento, a la par de adoptar nuevos hábitos que cambien nuestra cultura y las ideas que nos hemos formado sobre esta enfermedad, eso sin contar las miles de noticias falsas que también han contribuido a generar confusión, rechazo y hasta la imagen de que estamos exagerando.

Esta emergencia es real y hay casi 90 mil fallecimientos que tristemente lo confirman y que con el solo número no alcanzamos a dimensionar la tragedia que ha sido para familiares y conocidos.

Estamos a tiempo de evitar complicaciones mayores y empezar a ver con cierta esperanza la llegada del siguiente año; lo lograremos si colaboramos y damos los pasos necesarios para no agotarnos en el intento por regresar a un pasado que ya no existe.

Será nuestra capacidad para adaptarnos y de modificar nuestra manera de reunirnos, la clave para seguir adelante. No hay más.

Quisiera escribir que ya estamos de salida, pero faltan muchos meses todavía para pensar en qué estaremos libres de esta emergencia.

Ya sé que el cansancio físico y mental nos alcanzó, sin embargo, ignorar que estamos al borde de un nuevo confinamiento sería fatal, en más de un sentido, para la Ciudad de México y el país.

Por eso debemos seguir con la guardia alta, mantenernos sanos el mayor tiempo posible y planear que, noviembre y diciembre no serán momentos de reuniones, festejos y celebración.

Se lee difícil, aunque es la única forma en que este virus no aumentará las pérdidas en vidas, en trabajo y en la economía familiar.

La decisión tiene que venir de nosotros, las y los ciudadanos, para que entremos en una nueva etapa de cuidados e higiene. Las autoridades no podrán cumplir con sus pronósticos si no cuentan con nuestra colaboración y la vacuna funcionará si estamos en niveles moderados de contagio y hospitalización.

Queda de nuestro lado de la cancha pedir que todas y todos llevemos cubrebocas, lavarnos las manos constantemente y traer gel antibacterial.

De lo contrario, una semana o dos de nuevo confinamiento dañarán por mucho tiempo el desarrollo de nuestra capital. Para empezar, han quedado suspendida la celebración del 12 de diciembre y nosotros debemos hacer lo mismo con las posadas, las fiestas de fin de año y hasta con la cena de Navidad.

Lo que hagamos y resolvamos ahora será la diferencia durante el primer trimestre del 2021, cuando la esperada vacunación tendrá que iniciar con el heroico personal de salud, los sectores esenciales, las y los adultos mayores, niñas, niños, jóvenes, y después el resto.

Eso podría llevarnos a una probable salida general de estas restricciones hasta mayo o junio, si bien nos va.

Por eso la importancia de adecuarnos a la presencia del virus, pero sin hacer crecer los contagios. No sabemos todavía cómo tratar la Covid-19 y tampoco hay un patrón claro sobre la forma en que afecta a cada persona, por lo que será de mucho riesgo pensar que con la pura vacuna, cuando nos toque, nos defenderá al cien por ciento.

Si después de nueve meses ya sentimos hartazgo de está situación, imaginemos seis meses más bajo estas medidas. Pero no hay de otra, por nuestras familias y por nosotros, de hacerlo de otra manera.

Sigamos guardando sana distancia, estemos en casa lo más posible y cuidemos no reunirnos, mucho menos en lugares cerrados.

¿Esto arruinará nuestras fiestas de este año? No lo sé, lo que sí puedo asegurar por casos cercanos, es que no hay fiesta, ni fecha, que sustituya a un ser querido, a un amigo, que pierde la vida a manos de este virus.

Así que la prioridad es seguir sanos y no recaer. Juntos podemos lograrlo si aceptamos que estas nuevas reglas las autorizamos como sociedad y no necesitamos de ninguna autoridad para que no esté imponiendo acciones que son en nuestro beneficio.

Es una tarea de convencimiento, a la par de adoptar nuevos hábitos que cambien nuestra cultura y las ideas que nos hemos formado sobre esta enfermedad, eso sin contar las miles de noticias falsas que también han contribuido a generar confusión, rechazo y hasta la imagen de que estamos exagerando.

Esta emergencia es real y hay casi 90 mil fallecimientos que tristemente lo confirman y que con el solo número no alcanzamos a dimensionar la tragedia que ha sido para familiares y conocidos.

Estamos a tiempo de evitar complicaciones mayores y empezar a ver con cierta esperanza la llegada del siguiente año; lo lograremos si colaboramos y damos los pasos necesarios para no agotarnos en el intento por regresar a un pasado que ya no existe.

Será nuestra capacidad para adaptarnos y de modificar nuestra manera de reunirnos, la clave para seguir adelante. No hay más.

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